Capítulo 9
Desperté por la mañana del lunes, sudando. Sabía que ese día comenzaría todo. Tal vez ese día sólo sería telequinesis, y eso está más que desarrollado, pero estaba nervioso por lo que vendría después.
Arreglé mi cama. Recogí mi ropa sucia y la arrojé por el ducto. Limpié un poco el buró del lado de mi cama, Flia se bañaba para ese tiempo. Luego dieron las seis cuarenta y cinco, Flia ya estaba lista.
— Buenos días, Ficseto.
— Buenos días, Flia.
— ¿Te bañarás?
— Claro que sí —dije riendo.
Entré al baño. Ahí estaba mi toalla, mi verde, y horrible toalla.
Abrí la regadera y entré bajo ella. El agua caía en mi cuerpo, cuando, otra vez, estaba esa sensación en el estómago. La última vez lo sentí bastante claro, pero ahora era como si quisieran que supiese que estaba ahí.
Miré mi abdomen. Literalmente algo caminaba dentro de él, era como una especie de animal alargado con mil patas. Grité.
Flia entró corriendo.
— ¿Qué está pasándome? —pregunté.
Ella quedó muy sorprendida al ver al animal. Y corrió hacia mí. Con su mano tomó lo que sea que se estaba moviendo dentro de mi estómago, y lo presiono hasta que dejó de moverse. La sensación desapareció, pero el miedo no.
— ¿Qué era eso? —pregunté.
El insecto ya no estaba.
— No lo sé —respondió entrecortada— No lo sé.
Ambos nos percatamos en ese momento de que yo seguía estando desnudo. Los dos nos quedamos inmóviles. Yo sentí calor en mi cara, y por lo rojo de sus mejillas, ella también.
— Lo siento —se disculpó
— No hay problema.
— Tenía que entrar. Es mi deber. No fue mi intención.
— No importa. Lo entiendo.
Ella siguió ahí parada, un rato que, en realidad, fue corto, pero se sintió muy, muy, largo sin hacer nada más que mirarme con ojos como platos.
— ¿Puedes salir, por favor? —dije calmado
Reaccionó a eso.
— Ah... Claro. Lo siento.
Se giró a la puerta y se fue.
Yo me quedé ahí parado. No tenía idea de que era eso. Estaba asustado: esa cosa seguía dentro de mí, y no sabía cómo sacarla, o si aún continuaba con vida. ¿Qué era? ¿Cómo entró? ¿Por qué entró?
Cuando salí del baño, aún tenía la misma cara de pasmado. No podía creer lo que me pasó. Yo no quería creer lo que me pasó. Entré en la habitación y cerré las cortinas: no quería un incidente como el del baño. Me puse mis habituales jeans y una camiseta sin mangas, verde, igual que mi par de tenis.
A la hora del almuerzo bajamos los dos. No encontramos a Cetta y Lored en el elevador como siempre lo hacíamos, pero no pusimos atención a eso, pues imaginamos que llegarían después o que estarían ahí ya. Llegamos a la sala principal, las galis, Sonos, y Draco, ya estaban ahí, apartando nuestros lugares, pero no había señales de los otros dos gerlos.
— ¿Dónde están Lored y Perseto? —pregunté.
— Creímos que vendrían con ustedes —contestó Lífsero.
— No. nosotros creímos que estarían aquí.
Miramos a la puerta de la sala. Todos los días se cierra, cinco minutos después de la hora, para que los impuntuales sean castigados, no había señales de ellos en el pasillo, ni en la sala.
Cuando ya se estaba cerrando la puerta, Lored la detuvo con el brazo. Cetta entró, luego él. Astón los miró, luego a su Temporizador, hizo una seña y los dejó entrar. Corrieron hasta donde estábamos nosotros y se sentaron junto a mí.
— ¿Qué paso? —Preguntó Lífsero.
Estaban despeinados, y muy agitados.
— Nos retrasamos —contestó Cetta, con un gesto extraño.
— Jamás pensé que eso era —dijo Sonos con sarcasmo.
— Qué bien que lo dejé claro.
— Perseto —riñó Flia.
— Bueno —continuó— despertamos algo tarde ¿sí? Eso es todo. Incluso se había terminado la hora del agua, así que fuimos al piso cero —comenzó a reír— tuvimos que asearnos con las tollas de no sé quién, y justo cuando salíamos, Lored cayó de cara, tuvo que volver a hacer todo eso. Fue tan gracioso.
— Como no tienen idea —secundó Lored— No nos peinamos, ¿sí ven? —dijo y se tocó el pelo— y tuvimos que correr desde el pasillo este, al oeste, fue todo muy loco.
— ¿Y están orgullosos? —preguntó Draco, con desaprobación.
— No del todo. Pero sí que nos divertimos mucho —rió junto a Cetta.
Comimos con todo gusto, por lo menos yo, la carne de clox. Había simple agua para beber acompañando el desayuno. Les hablé de mi problema en la ducha.
— ¡Alto! —dijo Cetta— ¡¿Te vio desnudo?!
— Ese no es el punto, Perseto.
— Lo sé. Sólo quería saber si de verdad pasó.
— Sí pasó —respondí irritado—. Ahora concéntrate en la cosa de mi estómago.
— ¿Has pensado en hablarlo con Astón? —Dijo Lífsero—. Tal vez él ayude, no sé, le diga a Proteo, o sepa que hacer por sí solo.
—Lo pensé, pero ¿Y si fue él quien lo hizo?
Lífsero bajó su tenedor y me miró. Hizo una seña hacia Draco y Sonos. No recordaba que ellos no sabían esto. En ese momento pasó junto a nosotros Astón, y agradecí a La Estrella Madre el haberme cayado.
— Lo hablaré con Astón —continué— espero que esto no sea lo que yo creo.
Después de todo lo que pasó esa mañana dieron las diez. Subimos al piso cero, todos entrenaban como si no hubiese un mañana. Era un poco de ímero, porque ese día sólo habría telepatía, y eso era lo más básico de Astéri.
"Chicos este es su último entrenamiento antes de que comience todo —Dijo Draco, mentalmente— Sabemos que habrán más, pero este es el decisivo"
Yo estaba muy nervioso. Ese día sería el diera los puntos, yo ya tenía un punto menos que los demás, y eso si nadie había hecho algo como lo que yo hice, quería pensar que me equivocaba.
"Ustedes hoy comenzarán sus combates, no les diré cómo se hacen, porque yo no lo sé, pero estoy seguro de que como sea que decidan hacerlos, ustedes serán los ganadores. Confió en ustedes, chicos, no me decepcionen."
Flia se puso de pie y empujó a Draco fuera del frente.
"Yo por mi parte, creo que darles ánimos es innecesario, lo que necesitan es constancia y confianza, con eso puedes lograr todo lo que desean."
Luego pasó Luna.
"Son buenos competidores, el año pasado estuve con dos amigos, y créanme que eran malos, no sé cómo es que ganaron. Por el contrario ustedes son mil veces mejores que ellos, así que sus oportunidades de ganar son muchas más."
Todos miramos a Lored: era él el único que faltaba para dar su apoyo moral. Él miraba atentamente, pero jamás decidió decir nada. Flia le miró con disgusto.
"Sí —dijo él al fin— Lo que ellos dijeron. Son los mejores, chicos."
Reí. Flia se veía enojada, ella prefería que todos dijeran algo lindo.
Cetta y Lored chocaron los puños mientras reían.
"¿Este es nuestro entrenamiento del día? —Pregunté— ¿Hablar telepáticamente?"
"Claro que sí —contestó Draco— ¿Qué otra cosa sería?"
"Era sólo una pregunta. No hay por qué enojarse."
"No lo estoy."
Estuvimos hablando todos mentalmente, por un tiempo. De hecho en ese entrenamiento no hicimos nada más que hablar, tal vez porque no había necesidad, o tal vez porque no había ánimos, creo que sólo llegamos al piso cero porque era obligatorio.
Después de la hora de comer, pedí a Lífsero y Cetta que me acompañaran para hablar con Proteo sobre lo de esa mañana. Ellos aceptaron, pero cuando llegamos al pasillo Astón nos detuvo.
— ¿Qué necesitan?
— Hablar con el director Proteo.
— Esperen un momento —dijo él.
Entró en el pasillo. Abrió la puerta, no pude escuchar que decían porque los pasillos son largos, y ni siquiera estábamos cerca uno del otro.
— ¿Entrarán los tres? —gritó la pregunta.
— Sí —Cetta respondió el grito.
El anciano habló de nuevo con Proteo, luego de unos segundos hizo señas a nosotros de que podíamos pasar. Lentamente entramos por ese pasillo. Cuando llegamos a la sala prohibida, él estaba ahí de pie, con su imponencia, y su calva brillante.
— Señor Ficseto —dijo él— Nos vemos de nuevo. —vVo a mis amigos— y veo que esta vez tiene acompañantes.
—Sí, señor.
—Tú ¿quién eres? —preguntó a Cetta.
—Me llamo Perseto, Perseto Low.
—Me eres muy familiar. —Lo miró de pies a cabeza con desconcierto—. ¿Qué es lo que necesitan, niños?
— Bueno, quería hablar de algo que sucedió en la mañana, mientras me duchaba, yo... —tartamudeé estaba un poco nervioso.
— ¿Qué pasó? —preguntó con tono irritado.
— Algo, dentro de mí —volví a tartamudear—. Había algo dentro de mí —dije haciendo señas a mi estómago— No sabía que era, pero se movía, estaba vivo. Y esa no fue la primera vez, el día en que entramos aquí, también sentí algo, aquella vez no lo vi, pero esta sí. Quiero saber qué es esa cosa, y por qué estaba ahí.
Él sólo miró a una esquina de la sala, con el entrecejo fruncido.
— Dices que... había algo dentro de ti, y que no es la única vez que lo has sentido. Bueno, pues debes decirme como era.
— Era extraño, la primera vez que lo sentí sólo fue como si hubiese caminado en mí, pero esta vez, esta vez lo vi: era largo y con muchas patas, caminaba por debajo de mi piel, y no fue sino hasta que Flia, mi entrenadora, lo aplastó, que dejó de moverse, pero eso sigue dentro de mí.
— ¿Lo aplastó? —preguntó él con disgusto.
— Así es, señor. ¿Pero eso que tiene que ver?
— Mira, el sábado, tú irás a la clínica, que Kano no se los dijo, pero está al lado del gimnasio del piso cero. Pedirás que vean que es esa cosa, no creo que sea nada malo, si está muerto no debe de serlo, pero por seguridad hazlo.
— Claro señor. Eso haré
— ¿Por qué no ahora mismo? —Preguntó Lífsero—. Puede infectarse o algo.
—No —cortó Proteo—. Los combates están por empezar. Pero si hay complicaciones entonces sí irás directamente. Mientras tanto todo está bien.
Nos quedamos callados. A ninguno de nosotros nos convenció lo que dijo, pero nos pareció mejor dejarlo así.
— ¿Es todo? —preguntó.
— Sí, ¿podemos irnos?
— Adelante. Los veo en su primer combate.
— Con permiso —dijimos Lífsero y yo al unísono.
Salimos de ahí. Regresamos a mi habitación, donde estaban todos los demás, sentados en la cama de Flia.
— Hola, chicos —dijo Draco—. Al fin llegan.
— Sí —contestó Cetta— pero no tardamos nada. ¿Por qué "Al fin"?
— Él lo sabe —dijo Lored— pero debe querer ser importante.
Por un momento creí que volverían a pelear, pero por el contrario ambos rieron. Todos rieron. Por eso me di cuenta de que en nuestra ausencia habían hecho algún chiste local.
Para la hora de la comida, tuvimos la misma cosa asquerosa, y deliciosa de todos los días. Creí que no me hartaría de comer eso.
Kano se posó frente a nosotros.
— Jóvenes —dijo él— Ya saben que hoy comienzan los combates, pero hubo un cambio. Les diremos cuál es en la sala de encuentros, a las cuatro treinta. Por lo pronto continúen comiendo. Los esperamos —se estaba retirando cuando regresó— Ah... y lleven a sus entrenadores.
Cuando dio la hora del encuentro en el auditorio secreto, bajamos, y ya estaban todos ahí. Por suerte nuestros asientos no estaban ocupados, y había los suficientes para ocho personas.
Proteo subió al podio.
— Muchachos, por ciertas... complicaciones, el concurso deberá ser recortado. Lo que significa que durará, aproximadamente, la mitad del tiempo estimado. Sus padres han sido avisados de esto ya, así que por ellos no hay ningún problema.
"¿Qué clase de complicaciones crees que sean?" Preguntó, mentalmente, Lífsero.
"Mientras que no tengan nada que ver con alguna muerte, no me interesan, sólo quiero salir de aquí" contestó Cetta.
— Kano les explicará cómo ha quedado todo ahora con este recorte.
Kano pasó al podio mientras Proteo se alejaba de él.
— Bueno, jóvenes, el recorte afectó el funcionamiento del concurso. Ahora, al ser la mitad de tiempo, saldrán dos chicos por día. Igualmente serán anunciados los domingos, pero ahora, en vez de salir cinco por semana, saldrán diez —hizo una pausa—. Ahora sus equipos.
Todos hicimos gestos y sonidos de duda
— Ahora todo se desarrollará en equipos —explicó Proteo. Cetta pasó su brazo por los hombros, míos y los de Sonos, Lífsero tomó mi brazo con el suyo— Por cierto, ustedes no los elegirán, sino que Kano y yo ya lo hicimos —dijo mirándonos.
Proteo rio cuando vio que nos soltábamos.
— Esto no tiene que ver con el recorte, sino que al ser menos tiempo, las pruebas serán más difíciles —aclaró Kano.
Luego activó su caja de recuerdos:

Sentí como si me hubiesen pateado cuando vi mi nombre junto al de Lordo. Había tenido problemas con él, y no quería verlo jamás. Por suerte Cetta estaba en mi equipo también, y me alegré de ver que a Lífsero también le tocó un conocido.
Él y yo chocamos los puños.
— Los equipos estaban pensados desde hace tiempo, no es una decisión de un momento, pero la selección de ellos sólo se hizo, y si les tocó alguien incompatible, lo siento —dijo Kano—. Y eso es todo jóvenes —continuó— Vallan a prepararse para su primer Combate.
Nos fuimos de ahí. Lífsero no nos esperó como siempre, se fue hecha una furia. Lordo hizo lo mismo, Salió de ahí como si afuera hubiese alguien a quien quisiera golpear.
Yo no me sentía más feliz.
Caminamos juntos hasta el cuarto de Lífsero. Afuera podíamos escuchar unos sonidos de respiración. Cuando abrimos la puerta del cuarto de Lífsero, ella estaba llorando. Les pedí a todos que se quedaran afuera, e hice entrar conmigo a Cetta.
— ¿Qué te pasa? —pregunté alarmado.
— ¡Fly Volt! —Contestó en un grito—. ¡Fly Volt es lo que me pasa!
— ¿A qué te refieres? —preguntó Cetta.
— Ayer, mientras entrenaba sola, ella se acercó y comenzó a insultarme.
— ¿Por qué? —Pregunté—. ¿Qué te dijo?
— Ella conoce a mi familia. Sabe lo del robo.
Zolslo y Squidtch Swir, los padres de Lífsero, tuvieron una época difícil por un tiempo, después de que Lífsero se accidentara en una calide. Mis padres y Lenan, la madre de Cetta, habían dado sínero a los Swir, pero no fue suficiente, porque Lífsero necesitaba muchas curaciones. Lo único en lo que ellos pudieron pensar fue en robar algo de sínero.
Así que fueron a un nido, no sabían quiénes eran los propietarios, por lo que no les importó o, por lo menos, fingieron no sentir remordimiento alguno. Sólo entró el señor Zolslo, Squidtch quería hacerlo también pero no, Zolslo no lo dejó porque no quería que nada le pasara a él. La policía atrapó a Zolslo en el acto, y lo arrestaron. Luego, como después de dos días, el señor Squidtch lo intentó también, en un nido diferente, a él le fue bien, y consiguió el sínero.
Después de un tiempo nació el rumor, luego, todo mundo se enteró, así llegó a los oídos de las otras estrellas en la escuela, después, por fortuna, todo se olvidó. Siempre hay gente a la que le gusta recordar el pasado sólo para usarlo en tu contra, y por lo visto Fly, era una de ellas, y se lo echó en cara a Lífsero.
— No puedo creer que allá tenido las agallas de enfrentarse a ti —animó Cetta— Le partiste la cara ¿cierto?
— No pude. Me sentía mal. Mis padres arriesgaron todo por mí, tal vez estuvo mal, pero al parecer no había más remedio. ¿Por qué tiene que ser ella la que me lo diga?
— No te preocupes Lífsero —le dije—. Ya podrás darle su merecido después. Confía en mí. Ella sufrirá tanto como tú lo haces ahora.
— ¿Qué tal si sufre más? —preguntó Cetta, levantando la ceja, insinuante.
Lífsero se rio. Nos abrazó a ambos con un brazo para cada uno de los dos. Apretó un poco y apoyó su frente en nuestros hombros.
— Ustedes son los mejores amigos, gerlos.
— Lo sabemos. No hay por qué recordarlo —respondió Cetta, ufano. Le acarició la espalda y después le dio un par de palmadas.
— Bueno —dije—. Es hora de ir al piso cero. Sonos y los entrenadores nos esperan afuera.
Salimos y ellos estaban en el borde del piso, mirando el suelo del piso bajo. Por suerte no estaban escuchando. Por un momento creí que así era.
— Podemos irnos, chicos —dijo Lífsero, como si nunca hubiese estado llorando anteriormente.
— Claro. Subamos ya —dijo Flia.
— ¿Qué hora es? —preguntó Draco.
— Un minuto a las cinco —respondí como si nada. Luego reaccioné— ¡NO!... corramos.
Teníamos un minuto para subir, ya no había nadie alrededor, corrimos como calide. El elevador tardó mucho en bajar hasta donde estábamos. Cuando bajó entramos todos, y presionamos el botón. Se sentía más lento que de costumbre.
Llegamos al piso cero. Astón ya estaba en la puerta.
Corrimos hasta él. Y al vernos se posó frente a la puerta y revisó su triangulo del tiempo.
— Aún pueden pasar —dijo él— adelante.
— Gracias, señor —dijo Flia.
Al entrar, Luna le mandó un beso.
Luego cuando entraron Cetta y Lored, sonrieron culposos.
— Es la segunda vez que hacen esto, señores —riñó Astón.
— Tal vez sea la última.
— ¿Tal vez?
— No prometemos nada.
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