Capítulo 22

Comencé la última semana con más nervioso que cuando entré.

Desde el momento en que estaba yéndome a dormir el día anterior sabía que no me iría bien estos últimos días. Pero supe esa mañana que iría peor.

— Ficseto —me despertó Flia—. Rápido —dijo ella—. Ya se te hizo tarde. El desayuno comienza en cinco minutos.

— ¿Qué? —Pregunté desorientado—. ¿No desperté?

— No —respondió—. Y no quise despertarte, te veías tan cansado anoche que mejor te dejé dormir. Pero ahora date prisa.

Prisa era lo único que faltaba para empeorar el inicio de semana. Hice lo que pude: Me vestí con la misma ropa del día anterior y mientras bajaba a la sala principal iba peinándome. No me dio tiempo de lavarme los dientes, pero me pensé que era mejor preocuparme por eso después de comer.

Mis amigos me vieron entrando por la puerta con la mirada más incómoda que tenían. Me senté junto a ellos y Flia frente a mí, y fue cuando comenzó el interrogatorio:

— Ficseto —inició Lífsero—. ¿Te sientes bien?

— Te ves enfermo —siguió Luna.

— ¿Seguro que te sientes bien? —preguntó Sonos.

— Estoy bien —respondí—. No me pasa nada.

— Bueno —comenzó Lored, restándole importancia al asunto—. Les voy a contar...

— Espera —interrumpió Macguilda— Kano dirá algo.

Volteamos la mirada para comprobar lo que Macguilda decía. En ese momento Kano activó su amplificador de ruidos y se lo colocó cerca de la cara. Antes de poner atención a Kano pensé en el momento en que Den y Macguilda se hicieron nuestros amigos: Nunca. Ellos sólo llegaron y se sentaron junto a nosotros de un día para otro; y así fue cómo llegaron hoy aquí.

— Después de su desayuno habrá una junta importante a la que todos, obligatoriamente, deben asistir. Se les dará un anuncio sobre cómo procederán los Combates de Astéri a partir de ahora. Los espero ahí a las nueve en punto. Gracias.

Los Combates cambiaban cada semana.

Dicho esto, se alejó del frente de la sala.

Cetta respingó.

— ¿Qué dima quiere ahora? —preguntó irritado.

— Probablemente no sea importante —dijo Lored— No sería la primera vez que nos llaman a una junta para decirnos algo que no vale la pena.

Con esa creencia seguimos comiendo.

***

Cuando llegó la hora de la junta, Cetta y Lífsero fuimos al pasillo de la sala norte. Ahí nos encontramos con Sonos y Draco. Después de un rato llegaron Den y Macguilda, y por último, se aparecieron Proteo y Kano.

Nos dejaron entrar, como siempre, nosotros tomamos los lugares de la primera fila, nuestros entrenadores detrás de nosotros respectivamente. Y, como siempre, Kano y Proteo nos hicieron esperar mientras Astón arreglaba las cosas que necesitaban para la ocasión.

Por fin pasó Kano al podio, dejando a Proteo atrás, sentado en su silla.

Encendió su caja de recuerdos y todas las otras estrellas en la sala voltearon.

— Su atención —habló él— por favor.

Las estrellas que estaban hablando se quedaron calladas y prestaron atención a Kano.

— Si recuerdan —continuó— hace unos días les dije que el concurso sería recortado. Por lo que esta semana será de una sola prueba.

— ¿Cómo que una sola prueba? —gritó Mus Pis, desde el otro lado de la sala.

— Como, seguramente, se dieron cuenta —aclaró Kano— nos hemos quedado sin equipo 1 y equipo 6. Por lo tanto será más fácil y más conveniente para la agilización de las pruebas, que las diez estrellas restantes, se enfrenten en una prueba más.

— Esta prueba consistirá cinco días de la semana —volvió a hablar— y todas las habilidades que hemos estado desarrollando. Tendrán todo lo necesario dentro de la prueba. Será en equipos, pero pueden ayudarse entre los que no son de los suyos.

No se escuchaba ningún ruido. Era lo mismo que la última vez. Una prueba suicida. Pero esta vez; no había elección. Había que enfrentarnos a ella.

— Las especificaciones les serán dichas mañana, que será el día en que dé comienzo La Prueba Máxima.

"¿No pudieron pensar en un mejor nombre?" preguntó Cetta.

— Este mensaje se les está siendo anunciado desde el día de hoy, para que tengan este día para entrenar todo lo que necesiten. Entrenarán cuanto puedan para mejorar sus habilidades.

» No olviden que son los últimos diez porque son los mejores de treinta, lo que significa que la competencia será dura.

— ¿Puede decirnos a qué nos enfrentamos? —preguntó Lífsero.

— Aún no, señorita —contestó Kano con un poco de desdén— pero puedo decirles que habrá cosas que los podrán lastimar ahí adentro a parte de sus oponentes.

Kano miró a Proteo, Proteo asintió y Kano encendió su caja de recuerdos.

— Esta es la tabla ahora sólo con ustedes: 

Sonos se puso tenso. Tanto él como nosotros, sabíamos que la única razón por la que había llegado hasta este punto era porque Lífsero le había ayudado en su equipo. Pero ésta, al ser la última prueba, no serviría de nada a menos que consiguiera veintiocho puntos en esos cinco días.

Syt Lad tenía una expresión enojada. Si ella estaba tan abajo en la lista, era porque ella no tenía equipo y eso le hacía más complicado el ganar una prueba. Era injusto para ella.

Mus Pis refunfuñó y sólo con mirarlo un segundo, sabía que estaba culpando al equipo 3, ya que, por culpa nuestra, perdió la primera prueba de telequinesis.

Yer Ref hablaba con Tiro Set sobre que, aunque Lífsero le ayudó mucho, los puntos siempre iban para ella y no para el resto del equipo. A lo que Tirio estuvo de acuerdo.

Por nuestra parte, el equipo 3, estábamos en los cuatro primeros lugares. Por lo que nos dimos cuenta de que la mayoría de nuestros oponentes irían en nuestra contra.

— Les muestro esto —siguió— con la única intención de que vean quiénes de ustedes necesitan más puntos, y cuántos.

Cinco estrellas parte de un mismo equipo, de las cuales cinco éramos amigos, tres eran capaces de ganar y, dos, Sonos y yo, dependíamos totalmente de nuestro equipo. Y ni siquiera sabía si Lordo estaría con nosotros.

— Esta tabla los acompañará junto con su chaleco contador dentro de la prueba, para que sepan cómo está yendo su desempeño.

» Por el momento es todo —finalizó—. Pueden irse.

Las veinte estrellas, contando a los entrenadores, nos pusimos de pie. Todos fuimos directo a la puerta. Esta vez, el pasillo, que siempre se veía oscuro, se veía peor que cualquier otro día que hayamos estado aquí.

Cuando llegamos al piso bajo, nos topamos con el mismo problema que en el pasillo norte, oscuridad. Todo parecía haberse puesto siniestro para que nos sintiéramos peor. Como si La Planta estuviera en nuestra contra.

— ¿Les parece si entrenamos de una vez? —preguntó una voz sumamente grave.

— Sí, Sonos —contestó Lífsero—. Vamos ya.

Todos sabíamos cuál era su necesidad de entrenar tan pronto y antes de la hora. Él era el más bajo de nosotros, lo que claramente le daba una desventaja, pero no sólo ese era su problema, también era poco ágil con su cuerpo, y sus habilidades. Podía hacer cosas siempre y cuando estuviera acompañado.

Era como yo.

La única diferencia entre él y yo, era que yo tenía más control en mis habilidades y mi agilidad. Pero si no fuera por mi equipo, yo habría perdido para este momento. Si me hubiesen llevado en la segunda calide, y por alguna casualidad hubiera sido de los que se salvaron, yo moriría de hambre, sed, o cansancio.

Totalmente dependiente.

Llegamos al piso cero, no estaba Astón ahí, pero igualmente fuimos cuidadosos al entrar. Que no hubiera nadie ahí arriba era mejor que ver a todos entrenar y se mejor que tú. En especial porque siempre podíamos escuchar sus gritos y parloteos que desconcentraban.

— ¿Les parece si comenzamos con telequinesis? —preguntó Draco.

Todos asentimos.

Draco presionó algunos cuantos botones de la pared, en nuestra área aparecieron cinco juegos de cinco cilindros de metal de distintos tamaños. Cada uno tenía su peso xerografiado en keos en el frente.

— Comenzaremos del más chico al más grande —aclaró él—. No se molesten si no pueden. Sólo siga intentando. Después de eso, levantarán todos al mismo tiempo.

Asentimos.

— Ficseto —me llamó— No seas presumido.

Reí un poco. Sin ganas.

Comenzamos el entrenamiento. Yo doblé mi meñique y levanté el primer cilindro antes que mis amigos. Después terminé con el cilindro más grande y a continuación los levanté todos juntos como dijo Draco. Después de mí, terminó Lífsero, con los labios presionados. Después Den, que por fin cerró la boca. Luego Cetta, con el puño cerrado apuntando. Para cuando ya habíamos terminando con todos los cilindros, Sonos, aún estaba intentando, tenía las cejas presionadas, estaba tan concentrado en eso que ni siquiera se dio cuenta de que estábamos mirándolo.

Se veía claramente cansado, pero, después de un rato, lo logró. Levantó el primero.

— Bueno —comenzó Luna— Sonos, debes de mejorar un poco. ¿Cuál sientes que sea tu problema?

— No lo sé... —tartamudeaba— Creo que... podría ser que soy malo y ya...

— No lo creo —contradijo Lored—. Todos tenemos problemas en lago y podemos mejorarlos, piensa bien en qué puede ser.

Sonos se puso serio. Estaba pensando en su problema. Después de unos pocos minutos de verlo pensar, por fin lo vi reaccionar.

— Tengo... —aún tartamudeaba— miedo...

— ¿Miedo? —preguntó Macguilda.

— Sí —respondió él—. ¿Recuerdan la última vez que intenté hacer algo? Casi mato a Lored. ¿Qué pasaría si algo así vuelve a suceder?

— Olvídate de eso —contestó Lored—. Sólo fue un accidente —hizo un gesto con la mano para restarle importancia—. Yo ni siquiera te guardo rencor.

— Pero... ¿No se sienten en peligro? —preguntó Sonos.

— Tal vez si nos mostraras de qué eres capaz... —dije.

Sonos presionó sus cejas de nuevo. En menos tiempo de lo que Cetta levantó sus cilindros, él se hizo con el logro de subirlos uno por uno, y luego todos juntos. Le costó un poco de trabajo, y se veía en su expresión, pero lo logró más rápido de lo que todos lo esperamos.

— Muy bien —dijo Draco y le aplaudió. Ni siquiera se veía sarcástico o algo, tomando en cuenta la incompatibilidad de sus colores. Eso hizo que Sonos se sintiera aún mejor.

— Podemos seguir con la siguiente habilidad —dijo Lored marcando "seguir" y "siguiente".

— ¿Cuál? —preguntó Cetta.

— Lo que sea —intervino Luna—. menos lo que quiera Lored.

— Yo quería todas —dijo él con los ojos entrecerrados.

— Entonces que no sea ninguna...

Después de unos minutos de Lored y Luna bromeando nos decidimos a entrenar las habilidades físicas, porque tanto a Sonos como a mí, nos hacían mucha falta. Mientras tanto el piso cero se llenaba.

— ¿Les parece si los enfrentamos? —preguntó Lored a todos nosotros.

— ¿Te refieres a como la vez que nos conocimos? —preguntó Draco.

— Ese mismo día —asintió.

— ¿Se te olvidó? —Pregunté—. Casi me dejas sin respirar de un golpe.

— No te pongas a llorar, Ficseto —dijo Cetta.

— Muy bien —concluí— Perseto contra Lífsero.

— A mí —terció Lífsero— sí me gusta esa idea.

— Que así sea —dije.

Cetta se veía nervioso y arrepentido. Pero era tan orgulloso que no se detuvo.

Todos nos movimos para dejar a mis amigos pelear. Alrededor las otras estrellas dentro del piso Cero, llegaban para ver, formando un círculo. Muchos sabían de lo que Lífsero era capaz, pero otros claramente apoyaban a Cetta.

— Antes de comenzar —se puso Flia en medio— quiero que sepan que no apoyo esto. Pero por la seguridad de Perseto vamos a aclarar las reglas: No golpes bajos; no armas; no saboteos; no ayudas; no habilidades; y si alguno se rinde... Lífsero, lo dejas ir. —Lífsero asintió y Cetta hizo un gesto. Flia se quedó en silencio por un momento—. Apuestas de aquél lado conmigo —dijo señalando el hueco donde estaba.

Algunas estrellas corrieron junto a Flia, que comenzó a recibir algo de sínero de las estrellas que por alguna extraña razón lo llevaban a un entrenamiento. Después de que se disiparon un poco, ella volvió al centro del círculo.

— Listo —dijo ella—. Ya conocen las reglas. Comiencen.

Cetta intentó golpear a Lífsero, pero en un movimiento que nadie vio, ella lo esquivó agachándose. Lífsero aprovechó ese movimiento para tomar el brazo de Cetta, se levantó en medio segundo e hizo girar a Cetta por un lado de ella. Sin soltar su brazo, hizo que se enredara en su propio cuello, Cetta se veía rojo, pero logró meter el brazo entre el otro y su cuello.

Empujó hacia adelante para retirar a Lífsero, la hizo volar por encima de él y cuando cayó, él hizo que los brazos de Lífsero se cruzaran por delante del pecho ella y él los sujetó por detrás. Cetta atrajo a Lífsero a su cuerpo, soltó uno de sus brazos y jaló el otro hacia atrás. Esto logró que Lífsero diera vueltas y callera al suelo.

Lífsero sonrió con ironía sin levantarse del suelo. Cetta se acercó corriendo a ella, pero Lífsero tomó una de sus piernas y la levantó. Cetta cayó al suelo y por poco se golpeó la cabeza.

Lífsero intentó tomar su pie de nuevo, pero Cetta fue más rápido y tomó la mano de ella entre sus zapatos. La jaló en un movimiento y ella quedó con su pecho en el abdomen de él. Cetta tomó a Lífsero de las axilas y la levantó hasta su cara. Luego la empujó para que quedara en el piso y él se puso sobre ella.

Cetta iba a golpear a Lífsero, pero ella ladeó la cabeza y provocó que golpeara su puño contra el suelo. Cetta gritó y se tomó el puño con la otra mano. Lífsero aprovechó eso y se lanzó hacia arriba con las manos extendidas tomando el cuello de Cetta. No intentaba ahorcarlo, sino que sólo era para asustarlo. Lo consiguió. Cetta gritó.

En el círculo alrededor se podían escuchar a las otras estrellas gritando "Perseto" o "Lífsero". Incluso se lograban escuchar gritos de "Mátalo" "Tú puedes, amigo" "Enséñale qué puede hacer una chica" "No puedes perder contra un chica" y, mi favorito, "Creo que aposté mal".

Ambos eran buenos peleando, pero, entre ellos era definitivo que ganaría Lífsero. La última vez que pelearon él terminó mal. Y ella ganó en pocos movimientos. Por lo que pude ver, Cetta había mejorado desde la última vez, pero aún no podía hacer daño a Lífsero.

Cetta tomó las manos de Lífsero para quitárselas del cuello. Pero Lífsero era más fuerte cuando estaba de frente. Entonces él tomo a Lífsero de la cintura y la levantó, empujándola hacia arriba de nuevo. Ella cayó al suelo con la cabeza cerca de la de él. Cetta se levantó de un solo salto. Lífsero se puso de cara al suelo y se empujó con las manos. Patinó con el abdomen y luego se levantó con un movimiento veloz.

La ropa azul de Cetta se veía grisosa y la ropa blanca de Lífsero ya era negra.

Ninguno se había golpeado en realidad. Estaban cansados y se veía en sus respiraciones. Subían y bajaban el pecho frenéticamente. De estar en posición de pelea, cambiaron a correr. Ambos al mismo tiempo. Cetta iba dispuesto a golpear a Lífsero, pero ella fue más inteligente y sólo un poco levantó el brazo.

Lífsero impactó su bazo en la pecho de Cetta.

— ¡Levántate, Perseto! —gritó uno de los entrenadores.

Pero él ya no pudo.

Golpeó el suelo tres veces con la mano en señal de rendición.

Se escucharon vítores de las galis y algunos "Oh" de los gerlos del público. Definitivamente los gerlos creyeron que Cetta ganaría por ser gerlo, pero no conocían a Lífsero, que era mejor peleadora que cualquier otra estrella de Astéri. Que cualquier otra estrella de Álligi.

Las estrellas recogieron su sínero y luego siguieron entrenando.

— ¿Cómo eres tan buena? —preguntó una de las entrenadoras.

Tenía el pelo prácticamente rapado y era de color morado, también llevaba unos tatuajes en el brazo.

— Me esfuerzo en ser buena en lo que hago —respondió Lífsero.

— ¿Por qué? —preguntó la entrenadora—. ¿Hay alguna razón?

— Hay mucha gente que me quiere —Lífsero se acercó a Cetta y a mí—. Mis mejores amigos, mis padres, sus padres —nos señaló—. Lo hago por ellos, quiero ser la mejor por ellos. Es mi manera de compensar todo el amor que obtengo de su parte.

Lífsero nos abrazó y nosotros a ella. De verdad la queríamos mucho, y sabíamos que ella a nosotros. La entrenadora e fue, no supe con quién, y tampoco supe si se había ido porque la incomodó nuestro abrazo.

Seguimos entrenando en las diferentes habilidades. Sonos se veía más desenvuelto, yo me sentía un poco más nervioso, Cetta y Den se veían animados y Lífsero, ella seguía siendo tan decidida como lo era todos los días.

Estábamos entrenando control del miedo como lo habíamos hecho la última vez. Macguilda frente a Den, Draco frente a Sonos, Lored frente a Cetta, Luna frente a Lífsero y Flia frente a mí.

Estaba sintiendo exactamente lo mismo: sentía una presencia tratando de entrar en mi mente. Era como un fantasma haciéndose presente en ella. Yo no pensaba nada, sólo en qué estaba sintiendo y cómo eliminarlo. La prueba de control del miedo me hacía pelear duro y no lograr nada. Era como avanzar dos pasos y retroceder tres de nuevo.

Estaba más asustado por no logarlo que por el medio que me estaba provocando Flia.

En ese momento pensé algo que me ayudaría mucho: El miedo que Flia me provocaba, era el mismo miedo que yo sentía de no lograr erradicarlo. Mi miedo sí estaba presente, pero no sabía que estaba ahí. Así que comencé: Ya no pensé en el miedo que sentía, pensé en cómo lograr mi objetivo. Era más fácil cuando te dabas cuenta. Para vencer el miedo, primero hay que conocerlo. Y yo lo conocí. Mi miedo no era perder, era no lograr lo que me proponía. Le temía al miedo. Inhalé profundo. Apreté los puños. Sabía a qué me estaba enfrentando. Sabía cómo vencerlo. Y lo hice. Dentro de mi mente, las sombras negras que inundaban se esparcieron, haciéndose menos densas, cada vez se hacían más transparentes; como cuando el humo se está disipando. Y luego ya no estaban. Sólo estaba yo. La presencia que entraba ya no existía. La energía que transmitía ya se había ido. Y entonces salí por fin de mi mente.

Abrí los ojos, sentado en la silla.

Ése mismo lunes, después de haber usado las horas de prueba como horas de entrenamiento como la primera semana, estábamos cenando.

Entrenar en dos ocasiones fue más difícil de lo que recordaba. Habíamos entrenado por la mañana hasta que se dio la hora de la comida, para esto sólo nos habíamos lavado un poco para no apestar en la sala principal, cosa que no hicieron otras estrellas. Comimos y eso me repuso energías que había perdido en las primeras horas.

Después volvimos a entrenar.

Fue tan cansado como el entrenamiento de la primera hora. Esa vez entrenamos el doble de duro, porque a Luna y a Flia les pareció lo correcto para "Un mejor adiestramiento" como dijeron ellas.

Terminamos tan agotados que sentía que mis piernas se caerían y mis brazos explotarían. Lamentablemente, no pasó...

Pero después de unos minutos de descanso, y algo de comida, me sentía mejor. Esa asquerosa comida que nos daban todos los días no era sólo porque querían, sino que estaba ahí porque te hacía sentir mejor. Te reponía energías, te relajaba, e incluso sabía bien. Lo que tenía de asquerosa en la presentación, lo tenía de deliciosa en sabor. Lo que lo compensaba.

— Miren —habló Macguilda— No quiero arruinarles su momento de calma, pero...

— Pero lo harás —interrumpió Lored.

— Sí —respondió ella—. Lo haré. Mañana será un día ocupado para los entrenadores, ¿verdad, chicos? —preguntó a los otros y estos asintieron—. Por lo tanto, me gustaría decirles algunas cosas antes de que se vallan a dormir, porque mañana no habrá tiempo, y probablemente no nos veamos en toda la mañana. Y luego se van hasta el sábado y... —se cortó.

— ¿Qué quieres decir, Macguilda? —preguntó Den.

— Hoy —terció Flia— los entrenadores fuimos llamados por la tarde, para ir mañana a una junta privada entre nosotros. Por lo que no tendremos tiempo de vernos, sino hasta media la hora del inicio de la Prueba Máxima.

— Y... —tartamudeé— quieren despedirse.

— No sabemos si los volveremos a ver o no —dijo Lored—. Entonces creemos que es una buena idea hacerlo ahora que podemos.

— ¿Creemos? —preguntó Lífsero.

— Hemos estado hablando —respondió Luna— y llegamos a esta conclusión. Juntos.

— Creemos que será lo mejor —finalizó Draco.

— Está bien —contestó Sonos—. Háganlo.

Pero parecía que en realidad ninguno quería hacerlo. Yo no me sentía preparado para una despedida, no después de lo que he visto que le pasa a las estrellas que se despiden de las demás. Ellos tampoco se veían decididos. Sabía que querían hacerlo porque ellos lo dijeron, pero no parecía que fueran lo suficientemente fuertes.

— Llevo poco de conocerlos —comenzó Macguilda— pero han sido tan buenos conmigo que si algo les pasara sí me afectaría. —Luego se dirigió a su pupilo—. Den —él la miró de vuelta— eres una de las mejores estrellas que he conocido en mi vida. Eres amable y divertido. Créeme cuando te digo que te quiero y espero que ganes.

— Sonos —siguió Draco—. Yo sé que tú y yo somos incompatibles y que nos llevamos mal los primeros días en La Planta. Pero formamos un vínculo. Dicen que puede ser que haya convivencia entre colores incompatibles sin matarse uno a otro, y tú me hiciste darme cuenta de que es cierto, Chico de la Media Noche. —Luego nos miró a los demás—. Y ustedes —rio— son unos locos muy divertidos. Y Den, también me agradas aunque no hayamos hablado jamás juntos.

Me pregunté mentalmente qué era eso de Chico de la Media Noche.

— Miren —habló Lored— los sentimientos y yo nos llevamos mal desde el día en que me enamoré de una pequeña gali que me rechazó. Pero ustedes me hacen sentir de un modo —movía las manos como si se estuviese convulsionando— que no puedo decir si es que me agradan demasiado o si los quiero arrojar del piso cero —reí un poco—. Como sea, amiguitos, en serio, espero que ganen. Y si por alguna razón no lo consiguen, ya saben qué hacer.

— Estrellos —supe quién lo decía desde el primer momento— ustedes me hicieron reír, me hicieron gritar, y me hicieron querer darles patadas cada que decían algo ímero, pero lo que más me hacían querer hacer era abrazarlos y besarlos hasta que me hartara, me encantó estar con ustedes estrellos. Los amo.

— Bueno —finalizó Flia— creo que ya es mi turno. Todos ustedes; los cinco; incluso ustedes otros cuatro —señaló a los otros entrenadores— fueron estrellas con las que me encantó estar. Me dieron alegrías y risas todos los días. No sé si alguno me odiaba o no, pero a mí me agradan todos. Incluso Draco que es tan gruñón —se sonrojó— me gustó cada momento que pasé con ustedes. El día en que los conocí a ustedes tres —se refería a Cetta, Lífsero y a mí— fue un momento genial. Luego llegaron ustedes —señaló a los demás— y le dieron la vuelta a todo, con sus peleas y discusiones; pero también con sus bromas.

» Todos ustedes tienen todo para ganar. Algunos sienten miedo —Sonos y yo tragamos saliva— pero es totalmente normal. No deben preocuparse por eso. Yo sé que lograrán grandes cosas ahí adentro. Recuerden que siempre hay una salida para cada problema. No se rindan, sigan adelante.

» Tienen un gran potencial —concluyó—. No lo desperdicien.

No supe cómo, si había una mesa entre nosotros, pero en medio segundo ya estábamos abrazándonos unos a otros. Se abrazaban entre entrenadores y pupilos; entre entrenadores y entrenadores; entre pupilos y pupilos; y lo más importante, entre amigos y amigos. Éramos un grupo de amigos, que tenían sus problemas y diferencias, pero éramos amigos. Y nos queríamos todos.

Cuando abrasé a Flia, ella me apretó con mucha fuerza. Y supe que era porque sabía lo que sucedería si llegaba a perder. También lo hicieron Luna y Lored con Lífsero y Cetta, y luego ellos a mí.

Y por último terminamos con el abrazo más conmovedor e incómodo en el que he participado: Todos nos abrazamos juntos. Diez estrellas en un solo abrazo.


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