"Tan azules como ella y tan preciosos por igual"

Aja Tarron odiaba la idea de gobernar.

Siempre recalcaba que no era lo suyo, pensaba que tenía que seguir el ejemplo del cómo sus padres gobernaban.

No me mal entiendan, amaba a sus padres, pero a veces lo estrictos que llegaban a ser ellos era tan sofocante que su única salida era pasear por las calles llenas de akiridianos; claro, evitando que aquellos vieran su par extra de brazos.

Cuando Morando ataco, tuvo que refugiarse en la tierra junto a su hermano, además de cambiar de apariencia.

Sus ojos celestes se habían vuelto más claros, pero, aun así; la rabia, la desesperación, el enojo, la tristeza, la felicidad danzaban en esos ojos.

No importaba el color con el que cambiaba (y aunque fuera complicado leerla) se podían ver todos aquellos sentimientos tan presentes.

── ¿Cómo lo supiste? ── le cuestionó a su hermano

── Por muy difícil que sea, e color de tus ojos casi parecen grises, por alguna extraña razón. No nací ayer hermana ── dio su respuesta con una sonrisa.

── No sabía que los humanos pidieran cambiar de color de ojos. ── Menciono impresionada.

── Los humanos ven los colores en los ojos dependiendo de sus sentimientos, pero no es una tarea fácil, tienen que conocer muy bien al humano. Pero es más un sentimiento que algo científico ── contesto ''madre''

ˇ•→𝐿𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑙𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑖𝑟𝑎𝑑𝑎←•ˇ