V E I N T E
Britt está a mi lado cuando nos ponemos de pie frente a la puerta de entrada al instituto.
Todavía se ven vestigios de sangre sobre la tierra aunque las manchas carmesí sólo pueden observarse con la vista fija y un gran esfuerzo.
El problema es que tengo a mi abuela Susan y a mi abuelo Ernie a cada lado ya que los han mandado a llamar, como mis tutores que son ahora. Sólo espero que luego de este día no me den una reprimida o me castiguen... No puedo hacerme de mal comportamiento en este instituto.
¿Qué sucedió con mi plan de llevar a raya mi invisibilidad hasta el momento de la graduación?
Y aún me espera un largo trecho por recorrer.
Mis abuelos toman asiento en uno de los salones de clase vacíos y con Britt vamos en busca de señor McCough. Nos ponemos de pie frente a la puerta y la rubia apoya una mano en mi hombro.
—¿Está enojado conmigo?—le pregunto a mi amiga.
Ella me observa y niega con la cabeza. Ni siquiera entiendo por qué me ha acompañado hoy si volverá a su encierro silencioso.
—Después de tu reacción de anoche frente a Francis, creí que hoy empezarías a...hablar más—menciono sin poco tacto.
Y me arrepiento apenas he dejado escapar mis estúpidas palabras, sin embargo esto logra arrancarle una risita tímida a la rubia.
—No lo creo—contesta por fin—, McCough no se enoja con los que son...buenos.
Su voz es demasiado baja pero audible.
Le doy una nueva vuelta al asunto y caigo en la cuenta de que me ha puesto de la de los buenos. Cosa que dejaría de ser así en caso de que supiera las cosas que hice unos meses atrás.
Con sus palabras de aliento, me decido a golpear suavemente la puerta donde reza "McCOUGH CONSEJERO VOCACIONAL" y oímos una voz dentro. Es él indicándome que pase.
—Suerte—me susurra Britt. Yo la observo sorpendido ya que creí que entraría conmigo pero hasta acá ha llegado su apoyo moral.
—Gracias—le digo y cierro la puerta.
Tic.
Tac.
Tic.
Tac.
Demonios, estoy que muero de los nervios.
McCough junta las manos al otro lado del escritorio. Sólo me ha saludado y luego se ha llamado al silencio. ¿No se supone que esta es la parte en que empieza a torturarme para que le diga por qué Steve estaba conmigo a escondidas, en la fiesta? ¿O que arroje una vil acusación contra Francis?
O aún peor: quizá quiere someterme a algún tipo de terapia y para eso tendré que venir dos veces por semana hasta graduarme y ahí estaré perdido: Hay ciertas palabras que no deberían ser jamás dichas ni recordadas. No de nuevo.
—¿Qué tal has estado, Jeremiah?—suelta por fin.
—Bien, supongo—contesto con voz tímida y me acomodo en la silla. Me molestan sus ojos fijos en mí. Detesto el peso de las miradas.
—¿Te animarías a definirme «bien»?
—Esto, no sé qué quiere que le diga.
Él apoya la espalda contra el respaldar y resopla. Luego mira la hora en su reloj-pulsera y vuelven sus ojos donde yo estoy.
—Blake, tú lo que hiciste fue ayudar a Steve Morgan por todos los medios posibles respecto a lo sucedido anoche, lo sé.
Sus palabras me dejan atónito y trago saliva algo nervioso al momento en que nombra a Steve.
—Supongo que no le hiciste nada malo como Francis supone, ¿estoy en lo cierto?
—Así es, señor McCough, yo sólo lo ayudé porque estaba enfermo, en un estado deplorable.
—¿Y lo ayudaste a qué? ¿Le diste alguna medicina?—me pregunta—. Además, anoche dijiste haberlo encontrado... Dime, dónde lo encontraste. ¿Podrías señalarme el lugar preciso si ahora mismo vamos tras el campo de béisbol como dijiste?
—Por supuesto—le contesto sin vacilar—. No tengo la menor duda de dónde lo hallé.
—¿Y qué hacías tú tras el campo de béisbol?
Oh, sí, verá: esta ridícula escuela intenta creerse la más adaptada a este siglo e intenta implementar programas estúpidos donde una pareja del mismo sexo puede ser armada a gusto del azar ya que es normal que existan chicos homosexuales, ¿por qué no si en toda la Historia los hubo? El problema es que esas nociones de crear una pareja del mismo sexo es la estupidez más grande que he escuchado en mi vida por el simple motivo de que los matones afilan los dientes y los afectados debemos huir de ahí.
Elucubro la idea de poder contestarle eso pero no lo hago así que empiezan mis mentiras.
Llegó la hora de ponerme en papel de víctima.
—No quería que Francis me moleste—le suelto sin dejar atisbo de falsedad en mis palabras. Creo que siempre se me dio bien lo de inventarme cosas—. Además no encontré a mi pareja anoche y quizás ella sí me encontró y no quería estar conmigo. Por lo tanto, preferí salir del lugar donde se estaba llevando a cabo el baile.
—¿Dónde fuiste?
—¿Tras el campo de béisbol? —Pongo énfasis en que sea una pregunta retórica, pues si se supone que encontré a Steve en el campo es porque anduve en ese sitio, está demás preguntarlo. Sin embargo, McCough apunta en otra dirección:
—¿Por qué elegiste ir ahí?
—No lo sé. Sólo salí y me crucé con Steve.
—¿En qué estado estaba Morgan?
—¿Borracho?
—¿Acaso no tenía fiebre?
—Bien, entonces estaba borracho y con fiebre—me ha enroscado en mis propias palabras pero lo de borracho y con fiebre no es en absoluto una mentira.
McCough hace silencio pero luego de unos segundos, añade:
—¿Por qué motivo él había decidido apartarse también de la fiesta? No creo que un muchacho tan popular como él se haya sentido frustrado por no encontrar a su pareja... Muy por el contrario, su pareja, creo que hubiere estado buscándolo con prisa y orgullo. Tengo entendido que es uno de los chicos más populares de la escuela. Ha ganado tres veces consecutivas la elección del Chico Primavera.
Estupideceeeeees.
—Señor McCough, él tenía fiebre. ¿Acaso usted estaría en una fiesta con todo el bullicio mientras padece jaqueca?
—No. Tampoco asistiría siquiera.
—Bueno, él si fue a la fiesta.
—Lo dices como si supieres el motivo de por qué fue.
—¿Quizá porque no quería perdérsela?
—Puede ser, a menos que tengas la verdadera respuesta y quieras comentarla conmigo.
Demonios, estoy en un callejón sin salida. Dondequiera que mire, McCough me atrapa y me apresa entre muros.
—Sabes—me dice para ignorar el silencio que produje—, anoche hubo parejas que "Cupido" unió y eran entre personas del mismo sexo. ¿Te avergonzaría decirme si tu pareja fue o no Steve Morgan?
¿Qué demonios?
—NO—me apresuro a decir.
Y entonces deja un papel diminuto sobre el escritorio. Es el principio de la flecha de Steve cual reza el número 124.
—Perfecto—comenta McCough. ¿Por qué no se mete en sus asuntos? Pues...yo pertenezco a este instituto. Él trabaja para este instituto. Yo soy su asunto—. Puedes mentirme o simplemente asimilarme cuál fue tu número, Jeremiah Blake.
Métase ese papel por el...
—¡Está bien!—le digo y me echo hacia atrás en la silla con los brazos cruzados—. Steve fue mi pareja anoche.
—Y se apartaron porque les avergonzó su suerte.
En realidad fue de casualidad que nos alejamos de la fiesta.
—Efectivamente—contesto. ¿No es eso lo que su morbo desea escuchar?
—Bien, eso es un avance. Ahora dime, ¿por qué Steve vino finalmente al instituto anoche, al Baile de Bienvenida aún sabiendo que estaba enfermo? ¿Podrías darme una respuesta sincera?
—Señor McCough...
—Dime.
—No es asunto mío hablar sobre la vida de Steve.
Él abre un cajón de su escritorio y saca unos dulces. Le quita el envoltorio a uno y me ofrece otro pero me niego.
—Bien—dice luego de un momento—. Te estás perdiendo de una parte importante en la historia de él. ¿Te interesa ayudarlo?
—¿Ayudarlo con qué?
—Jeremiah Blake, dime hasta qué punto sabes de la vida de Steve.
Me encojo de hombros y McCough no se rinde:
—¿Lo conocías antes de venir a esta ciudad?
Él está al tanto de que no he vivido en este distrito. «Venga McCough, dime, dime qué más sabes sobre mí. Anda y divulga los terribles secretos de cada alumno en este maldito lugar.»
—Pasé por su casa una vez—confieso pero evado el insignificante suceso de que le apasiona bailar música disco—y sus padres estaban discutiendo. Si Steve ignoró su fiebre y fue a la fiesta, fue con el objetivo de no pasar otra noche metido en ese lugar. Sus padres son un asco, le hacen la vida imposible.
—¿Sus padres?—me interrumpe.
—Sí, pero él se preocupa sobre todo por su madre.
—Por supuesto Jeremiah. Morgan no tiene padre.
Me quedo mudo. Eso explica el hecho de que no me habló en ningún momento sobre él, únicamente de su hermano mayor y su madre. Algo sucede en casa de Steve.
—¿Entonces?—pregunto con un hilo de voz—. ¿A qué se deben las peleas en casa de Steve? ¿Tiene un hermano, cierto?
—Sí, sólo uno hasta el punto donde llega la información que provee el instituto.
—¿Y con quién pelea su madre?—pregunto, no obstante la respuesta llega a mí casi de inmediato—. Tiene otra pareja... Steve tiene un padrastro.
—Eso es lo que supongo—me dice—. La vida de Steve se vino abajo desde hace unos meses, Jeremiah y tú eres lo más cercano para saber qué sucede ya que Francis es un chico imposible.
—¿Qué le...sucedió hace unos meses a Steve?—le pregunto.
—Su padre murió. Desde entonces, como es de suponer, Steve no es el mismo. Sufrió mucho.
—¿Todo el instituto lo sabe?
El niega con la cabeza.
—Retomemos el tema original: ¿qué pasa con Steve? ¿Qué estaba haciendo en el lugar donde decidieron apartarse? ¿Hablaron? ¿No tenía algún comportamiento suicida?
—No...—le suelto—. Es verdad que él estaba borracho pero no me confesó nada de eso. Tampoco atinó a querer matarse, sólo no quería volver a la fiesta ni ver a nadie.
Steve me decía que quería estar conmigo, por lo que no tenía la intención de ver a nadie que no fuese yo; sin embargo decido descartar esto puesto que mi invisibilidad es persistente y da igual que esté yo o no esté.
—Algo sucede en casa del alumno Morgan—me dice McCough—y debemos ayudarlo. Al parecer a ti te escucha.
—No—le digo—. Le avergüenzo.
—Puede que así sea frente a las personas, pero en el anonimato noto que las cosas son diferentes, Blake.
—Bueno, puede que usted esté en lo cierto...
McCough mira la hora nuevamente y se pone de pie.
—Tenemos que darle una explicación al director ahora—me señala y camina hasta la puerta—. Vamos, hay que pedir algo de respeto por lo que este muchacho está atravesando y el entrenador del equipo justamente no conoce el significado de la palabra Respetar.
Accedo a lo que me indica.
A ver, no puede ser que no he sabido escuchar las palabras de Steve. Él me ha indicado ciertas cosas que yo no he comprendido debido a mi concentración en tratar de no aburrirle. ¿Qué tanto saben Britt, Francis y los demás sobre los Morgan?
Mientras vamos en busca de mis abuelos para saber qué tipo de sanción se me impondrá por la pelea de anoche, no puedo sacarme la idea de la cabeza: Ha fallecido el padre de Steve y él lo está padeciendo. El señor McCough supone lo mismo que yo, que su madre tiene una pareja nueva y es por culpa de quien resultan las peleas constantes en su casa.
Y mientras más pienso en él, más me preocupo.
Su mirada, su sonrisa brillante, su abrazo fuerte de anoche que pedía a gritos quedarnos ahí.
Debo asimilarlo.
Me... me gusta Steve.
Mis abuelos están demás preocupados, pensando en qué es lo malo que han hecho, pero a decir verdad yo también me pregunto cuál es la parte donde me equivoqué al venir a esta ciudad.
Lo noto cuando antes de ir a la cama, los encuentro sentados en el viejo juego de sillones de la casa, conversando en voz baja y aparentemente preocupados.
¿Es probable que yo esté cometiendo el mismo error que cometí antes? De ser así, no existe ningún lugar donde pueda vivir en paz porque siempre seré el mismo fenómeno.
—Mantén la calma—susurro hacia mis adentros.
Pero me exalto al escuchar el timbre de casa y me quedo paralizado.
La abuela mira la hora y el abuelo se pone de pie. Es muy tarde. ¿Quién ha de venir a esta hora sino es para buscarme?
Francis.
—Yo atiendo—exclamo saliendo del escondite al final de las escaleras.
—Cariño, creí que estabas dormido—me dice Susan.
—Casi—contesto y aún consciente de que tengo puesto el pijama, me apresuro en bajar los peldaños a trompicones y me dirijo hasta la puerta.
Mierda, Francis ha venido a buscarme y me dará una paliza. Lo cual tengo merecido.
—Abuelo—miro a Ernie—: ¿Tienes el teléfono cerca?
Entonces miro su mano:
—Ya he marcado el 9 y el 1—me dice.
Yo asiento.
Y abro la puerta.
Son tres palabras las que me impactan mucho antes de caer en la cuenta de quién es nuestro visitante:
—Te extrañé, idiota.
Mi corazón se congela...
¡Carajo, es Shain!
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#ACOLORES
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Hola!! Les traigo un regalito para los que el día del niño no les haya tratado bien :v
Les regalaron algo? Qué? Algún afortunado tuvo libros?????
PD: Esta es la primera parte del regalito. La segunda va en unos 15 minutos ;)
Puedes encontrar más info en mis redes (ig: holaluisavila / tw: luisavila595)
Gracias por haber estado ahí n.n
Nos leemos pronto!!!!!!!
Besos n.n
L.
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