D I E Z
-Me gusta amenazar a la gente.
Shain ha terminado de cantar pero los aplausos aún persisten. Durante un momento, él se acerca donde estoy y la atención del público es puesta en mi presencia lo cual provoca ciertos murmullos pero también que vuelvan a sus propias compañías de esta noche.
-¿Me amenazaste?-le pregunto tratando de hilar la extrañeza en la que me he visto envuelto.
-No directamente pero tuvo su efecto-responde mientras toma asiento en la silla frente a mí y deja la guitarra reposando a un costado de la mesa.
-Es posible-me encojo de hombros.
-¿No es terriblemente seductor que un extraño te amenace e invite a una cita?
Mis mejillas arden en tonos rojizos y el aire escapa de mis pulmones. Por suerte se aparece Daliah quien deja la malteada frente a mí, que no puedo salir de mi ensimismamiento.
Shain no quita su sonrisa torcida aún cuando nuestra mesera adula con creces el talento del músico estrella.
-¡Eso estuvo fabuloso, cariño!-abraza a Shain pero éste no conviene con tanto cariño-. ¿Te preparo un daikiri o qué quieres para beber esta vez?
-Podrías sorprenderme, Dal.
-Ohhhh, ya. Entendí.
Incluso yo capto la amable indirecta al estilo "déjame a solas con el chico".
Restriego mis manos sudorosas contra el jean sobre mis muslos en el instante que Daliah se retira y nos deja solos. Nuevamente. Decido llevarme el sorbete de rayas blancas y rojas a la boca para probar la deliciosa malteada (de modo que tengo más tiempo para pensar una respuesta que valga la pena).
-No has respondido a mi pregunta-señala Shain.
-Ejem...-me aclaro la garganta.
-Descuida. Sé que eres tímido. Seguramente te estarás preguntando quién diablos soy o qué demonios he de querer contigo aquí mismo.
-¿Supongo?-digo sin dejar la malteada y a este ritmo me la beberé de dos tragos sin siquiera disfrutar su sabor.
-¿Está delicioso eso?-me pregunta.
-Ajam.
-¿Te gusta la leche?
Me atraganto.
-Oh, oh, descuida. Es evidente que sí. ¿Quieres agua?
-E...Estoy bien...-respondo mientras hago un esfuerzo monumental por reponerme y los colores de mi mejilla van de rojo al bordó.
-Me alegro. No quiero que te atragantes hoy.
Por mil millones de demonios, mi cabeza está tan sucia que me es imposible no atorarme o tomar en serio sus palabras.
Hasta que caigo en la cuenta de que lo hace a propósito: mientras más evada sus respuestas con la malteada, más buscará hacerme reír para que me vea obligado a enfrentar la conversación.
-Te contaré un poco sobre mí-dice y aprovecho para limpiarme los labios con una servilleta de papel.
Acto seguido llega Daliah con el trago y lo deja sobre la mesa:
-Un delicioso James Bond para el hombre más rudo del mundo-declara y le guiña un ojo a mi acompañante.
-Muchas gracias, Daliah.
A continuación ella se vuelve a mí:
-A sus órdenes, bellezas.
Y se va conteniendo una risita socarrona.
-Prosigo: Como ya sabes, mi nombre es Shain. Tengo diecinueve; he ido al mismo instituto que tú y decidí cambiarme de ciudad este año por cierta filosofía personal cual me ha llevado a la decisión de que ciertas cosas pienso no tolerarlas más y otras, empezar a defenderlas con mi ser.
-¿Sí?
-Sí. Luego de lo que te sucedió en nuestra vieja ciudad, me convencí de que tenía que irme de ahí. Quise acercarme a ti pero nunca me animé. Este año no quiero dejar pasar la oportunidad.
-¿Cómo puedes...-busco virar de inmediato el tema-, tener diecinueve y aún estar en la escuela?
-Cómo no repetir dos cursos cuando tu carrera se contrapone a las asignaturas de mierda que te obligan a estudiar. Disculpa, suelo medir mi vocabulario pero las palabrotas se me hacen frecuentes.
-Descuida.
-Bueno, es así para el artista o el poeta: ir en paralelo a lo que todo el mundo te obliga.
Sigo bebiendo y él antes de probar su trago, me pide:
-Cuéntame de ti. ¿Cómo es que terminaste en esta ciudad? Mira las casualidades de la vida que volvemos a coincidir.
¿Por qué debería confiar en él? Oh, vamos, ya he accedido y hasta el momento no me ha asaltado ni busca vender mi órganos. O bien, todavía no lo hace explícito.
-Cuando me expulsaron del viejo instituto-sí, digo la palabra prohibida de "expulsión" ya que no puedo guardar secretos con alguien que sabe más de mí que yo mismo-, tuve que buscar uno de inmediato además de un contexto seguro que pueda contenerme con todos mis...secretos. Así llegué a casa de mis abuelos. A su ciudad y al instituto de esta ciudad.
-¿Ellos viven en Thorn Ville?
-Ajá.
-Tengo que conocerlos algún día.
-Te toca-vuelvo a virar el tema-: ¿Cómo es que llegaste aquí? ¿Qué filosofía sostienes y cuál dejas de sostener?
-Enumeremos mentalmente tus preguntas y te responderé en ese orden: Llegué ya que vistos los viejos incidentes, quería irme lejos. Por motivos laborales, di con este bar donde hay amigos que trabajan y me ofrecieron quedarme con ellos.
Me repele un poco que sea tan joven y tenga estos lugares tan bien frecuentados.
-¿Qué sucede? -Él nota mi gesto.
-Nada. ¿Respuesta Dos?
-No me tomes por algo errado si piensas que por tener amigos homosexuales y transexuales, estaré contagiado de alguna enfermedad, Jim. Ellos tampoco lo están.
-¡No, yo no...!
-Descuida. Sólo es un preconcepto errado pero instalado en el denominador común de la gente: Tu orientación sexual no te exceptúa de cualquier ITS.
-Lo siento. -Me siento infinitamente pequeño pero él vence este sentimiento sólo con dedicarme una nueva sonrisa.
-¿Cuándo cumples dieciocho?
Su pregunta me pilla por sorpresa ya que en ningún momento le dije mi edad pese a que ya la sabe.
-El año próximo-declaro.
-Uff. Bueno, estás cerca.
Me acerca su trago.
-¿Qué?-pregunto algo confuso.
-¿Quieres chupar la pajita?
Presiono tanto las mandíbulas que casi estallan pero él se corrige entre risas:
-Lo siento, lo siento, eso sí que fue grosero. ¿Quieres probar? Imagino que no debes tener muy ávido el paladar con el alcohol y me gustaría ser el primero con quien rompieras el hielo.
Su argumento es válido pero accedo dejando que su calidez empiece a derretir mis capas frías.
Busco sostener el vaso pero él no lo suelta, por lo tanto me acerco al trago y el alcohol quema mi olfato antes que mi gusto. Sólo me mojo los labios para saber que eso prenderá fuego mi estómago... no obstante, a juzgar de quién viene, podría bebérmelo de un tirón pese a que se me pare el corazón en el intento.
-¿Y qué tal?
No puedo evitar contraer los músculos del rostro.
-Interesante-murmuro.
Él ríe.
-Eres divertido, Jim. Por cierto, me gustó haberte roto el hielo.
Shain guiña un ojo y esta vez, no me incomoda.
No sé qué magia ha producido en mí pero ahora empiezo a sentirme muy a gusto con su voz, con su picardía.
Con él.
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#ACOLORES #JIMMY #SHAIN
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#MARATON
DÍA 1
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