D I E C I S É I S

Entramos a casa y la abuela recibe a Steve de buena manera, aún cuando ni siquiera le he advertido con antelación que lo invitaría a cenar.

—Si es amigo tuyo, puede venir cuando guste, cielo—dice mientras recibe la chaqueta de Steve Morgan y la cuelga en el perchero tras la puerta—. Esta es tu casa a partir de ahora, Jim. Recuerda eso.

Recuerda eso. Recuerda que tu vieja casa ya no es tu verdadera casa y que tus viejos padres ya no son tus verdaderos padres.

Recuerda que estás intentando empezar desde cero y ya la cagaste de la peor manera traicionando al único chico que te dio un poco de importancia o que aparentemente muestra algo de interés por ti.

No me termino de creer que justo ahora Shain terminaría viniendo a casa, justo ahora que Steve parece necesitar ayuda.

Steve pide permiso para ir al baño y le indico dónde queda; también le sugiero que luego vaya a la mesa. Asiente y lo dejo solo para volver donde mis abuelos. Al pasar por la cocina encuentro al gato comiendo en su plato restos de atún lo cual me divierte: papá nunca dejó al gato entrar a la casa, mucho menos que comiese dentro.

Ernie ya está sentado teniendo en frente un montón de croquetas de arroz cocidas entre una corona de verduras.

—Ese muchacho no es un ladrón ¿cierto?—me dice mientras está con la boca llena de comida.

—Para nada, abuelo—le digo prefiriendo tratar con humor lo que me dijo.

—No seas malo con las visitas, Ernie—dice Susan mientras pone en la mesa otro lugar más. Esta noche cenaremos cuatro—. El chico tiene derecho a traer a cenar a sus amigos.

Ernie se encoje de hombros y llega Steve. Percibo que se ha lavado la cara y ya no hay signos de que hubiese llorado, lo cual me pone contento; lo último que necesitamos es un interrogatorio de mis abuelos para saber por qué Steve se encuentra mal.

Enciendo el televisor contra todos los pronósticos que parecen empujarnos a una conversación, puesto que no quiero hacerlo hablar a Steve sobre temas que seguramente prefiere no mencionar.

Pero no logro mi cometido y Ernie pregunta:

—¿Dónde te encontró mi nieto, jovencito?

Steve lo mira sin entender muy bien. ¿Que...dónde lo encontré? En su casa, para ser exactos.

—Pues... tuve un problema con mi familia—admite—y Jimmy me ayudó permitiéndome venir a cenar. Espero no ser una molestia pero es evidente que cambié sus planes al sumar un lugar más en esta mesa. Lo siento.

—¡Para nada!—contesto de inmediato y mi abuela se apresura en coincidir conmigo.

Susan le sirve una ración de croquetas y verduras a Steve. Yo le paso el control remoto a Ernie.

—Ten abuelo, habrá juego esta noche.

—Oh, ¿verdad?—dice Ernie.

Sí y cierra el pico.

—Baloncesto—responde mi invitado y el abuelo accede a sintonizar el canal de deporte. Efectivamente hay un juego de baloncesto entre equipos bastante conocidos en el distrito—. Son las interestatales.

Steve y Ernie ven el partido aún hasta después de cenar y finalmente, cuando ha terminado, mi invitado se pone de pie y señala que debe retirarse. Accedo a acompañarlo hasta la puerta y el abuelo lo retiene:

—Puedes venir cuando quieras, muchachito.

—Gracias, señor.

—¿Podrías recordarme tu nombre?—pregunta la abuela apareciéndose—. Cuando una llega a cierta edad, le es difícil ponerse al día con todas las personas que hemos tenido al frente.

Yo no tengo "cierta edad" y aún así siempre he sido pésimo para memorizarme los nombres.

—Steve Morgan, señora—su voz es firme y con una seguridad tal de sí mismo que me resulta envidiable.

Ella sonríe y le da un chocolate. ¿Un chocolate? ¿Dónde diablos guarda ella chocolates? ¡Susan jamás me dio un chocolate a mí!

—Ya debe irse—digo agarrando de un brazo a Steve y lo llevo de inmediato hasta la puerta.

—Hey...—me dice en voz baja una vez que le paso su chaqueta y estamos fuera de la casa.

—¿Sucede algo? Lo sé, mis abuelos son algo fastidiosos pero...

—Para nada. Te quería decir otra cosa.

Entonces espero me diga que le he caído bien, que le parezco agradable y comenzará a hablarme todos los días en el instituto. Seré popular y podré acercarme aún más a Steve Morgan, sin embargo mis ilusiones se vienen abajo junto con mi alma, cuando él me mira y dice:

—Te agradezco esto que hiciste por mí esta noche pero... Te ruego que no digas una palabra a nadie. —Aplasta mi corazón cruelmente contra el suelo. Lo pisotea y lo escupe.

—¿No...? —arrastro la "N" evidenciando que me cuesta procesar sus palabras—. E-está bien, como digas.

Él me dedica una sonrisa y se retira, comprendiendo a la perfección lo que me quiere decir.

Aún luego de lo que he hecho por su situación, debo olvidar esta noche y entregarme a que nada ha cambiado.

Lo avergüenzo a él. Avergüenzo a mis padres. Mi compañía avergüenza a todas las personas en cuanto me les acerco.

¿Cuánto tardarán Britt, Jena y Meredith en espantarse de mí? Sé la respuesta... Apenas sepan todo de mí.

Todo.

Estoy nuevamente frente a mi ordenador. Me siento con una mezcla de emociones que me es insoportable decidirme: por un lado estoy desesperado, dubitativo y expectante ya que nadie se han enterado de nada ni ha intentado indagar en los motivos por los cuales llegué a este nuevo instituto. Segundo: estoy triste y malhumorado con Shain ya que apenas me ha respondido un mensaje con un simple "no te preocupes, Jim" logrando en mí justamente todo lo contrario. Tercero: me siento en parte, feliz y desbordando energía tras la excelente primer semana que he tenido respecto a Steve. El bailarín (en secreto). Sólo ruego que el día más comprometedor de todos, el viernes, traiga buenas nuevas para todos, junto con ese maldito Baile de Bienvenida que tan nervioso me pone.

Si falto nadie notará mi ausencia ahí, con suerte quizá Jena y de casualidad notarán Meredith y Britt que no ando en el lugar.

«¿Hey sabes qué es lo curioso? Jimmy, el chico nuevo no vino esta noche. ¿No? ¡Es verdad! Bien, da lo mismo» es lo que seguramente dirán entre ellas al finalizar su estupenda y excelente noche.

Sin embargo, me niego. Definitivamente no. Hago un esfuerzo por deshacerme de todos esos pensamientos invasivos y pesimistas.

He comprado la ropa y debo asistir. Comenzar de nuevo... Pero, asistir a bailes no forma parte de mí, al menos así me lo han dicho. ¿Y si sí forma parte de quien soy y no lo he descubierto? ¿Cuántas cosas constituyen mi identidad y me esperan allá afuera, y aún no soy capaz de absorberlas?

Estoy online y encuentro menos noticias que de lo común. Nada en las redes que realmente me interese, e Internet se ha puesto aburrido por el momento; posiblemente porque lo único que me interesa son dos palabras que están en mi cabeza y las escribo sobre el buscador de mi app favorita.

«Steve Morgan.»

El buscador me lanza más de cien resultados y sigue trabajando pero a medida que busco, encuentro lo que quiero y ahí aparece una foto suya con sus datos (ciudad natal, año de nacimiento, fecha de cumpleaños, edad, etc.) y su nombre en negrita sobre la base de la página. Desvío el cursor hasta la opción de enviarle un mensaje y tecleo aquí.

¿Qué demonios tengo para decirle? ¿Acaso lo que hice me da el derecho de poder hablarle? Un mensaje privado hará que nadie se entere de que me he puesto en contacto con él, por lo que finalmente ingreso aquí y escribo:

«Espero que las cosas en tu familia hayan mejorado

Y le doy al botón de «ENVIAR».

Me entretengo revisando un par de mensajes viejos, convencido de que no obtendré respuesta. Navego en mi bandeja de entrada en momentos tan, tan lejanos... en realidad no más de tres meses atrás. Y encuentro los mensajes de personas cuales tuve que bloquear de mi cuenta, desaparecer todo contacto y borrarlas de mi mapa, de por vida.

Aunque sus palabras siguen grabadas en mi cuenta.

«Eres un maldito enfermo que se irá al maldito infierno, durante toda la maldita eternidad.»

«No te atrevas a acercarte a mí de nuevo.»

«Deja en paz a mis amigos.»

«Hola Jimmy. Sólo quería decirte que cuando te veía me dabas algo de pena, en cambio ahora me produces asco.»

«Púdrete.»

Y bueno...muchos más también.

Mi mirada se nubla de lágrimas y me humedecen las mejillas hasta que alcanzo a notar lo salado de su sabor en mis labios. «Esto ya pasó—digo hacia mis adentros—. Se terminó, ya no más.»

Plip.

En cuanto oigo el sonido me exaspero y demoro unos instantes en comprender que tengo un mensaje nuevo en el ordenador; en mi cuenta.

Espero simplemente que sea la persona de siempre que otra vez no ha cumplido con lo pactado de volver a comunicarnos hasta que AMBAS partes nos extrañemos y estoy a punto de ignorar el «plip» e irme a la cama, cuando abro el mensaje y el corazón me da un vuelco.

Steve Morgan me ha contestado.

«Están mejor, gracias

Oh...

¡Dios santo! ¡Él está del otro lado! Debo retenerlo antes de que se vaya pero tampoco ponerme un tanto odioso, por lo que tecleo con cuidado mis siguientes palabras:

«Me alegro mucho. Hey, luego de todo este rollo, ¿irás mañana al Baile de Bienvenida?»

Me muerdo las uñas esperando a que conteste y sí, lo hace:

«¡Claro!»

Con una sonrisa radiante tras la pantalla de mi ordenador, decido cuál será la palabra que contestaré:

«Okay».

Envío y en realidad estoy pensando un «nos vemos esa noche».

Apago mi ordenador portátil, lo dejo sobre una mesita junto a la cama y me duermo abrazando la almohada con una sonrisa enorme en el rostro, tal cual en mucho tiempo no lo hacía.



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#ACOLORES #DeRegresoTrasMilAños

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Hola!! He estado pensando en algo (?

En Instagram he propuesto un desafío de una maratón de capítulos si llegamos a los 10,1k. 

Sería: 1 capítulo de A Colores un día + 1 capítulo de #RPJ al día siguiente y así sucesivamente, cachai (?)

El user es instagram.com/holaluisavila

Espero sus respuestas xD

PD: Les gusta la nueva portada? ;)

Nos leemos pronto!!

Les amo con mi kora <3

Besos

L.

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