C U A R E N T A

—Steve, cúbrete—le pido y miro hacia un costado.

Pero ya es tarde, vi la mejor parte y me ha dejado mucho más que impresionado. Creo que no me quitaré la imagen de la cabeza durante un largo tiempo. Gran y largo...tiempo.

Grande.

—¿Por qué?—me pregunta riendo y agradezco haberme percatado de cerrar la puerta de la habitación al haber ingresado—. ¿Acaso te pone nervioso? No es nada que no puedas ver en ti mismo—añade.

—P...para nada—le contesto e intento enderezar la mirada.

Él suelta una carcajada y se va donde un armario. Lo abre y de unos cajones saca ropa interior. Sin querer deslizo mi mirada y lo observo de espaldas mientras busca. Arggg. Me presiono con fuerza entre las piernas buscando calmarme, aplacar mi temperatura.

De repente me surge la duda de por qué es una casa tan grande si sólo están Steve, su madre y quizá la pareja de ella.

—Y bien, puedes hablar—me indica Steve.

¿Hablar? ¿Yo he venido a hablar? Oh, claro... Sí, a hablar, por supuesto. Tengo que contarle lo mío aunque no en estas circunstancias. Le producirá asco. Debo ser inteligente y sortear eso en mi relato. Procurar advertirle sobre Francis y ni una palabra más.

Veamos: dos chicos se encuentran solos en una habitación. Uno de ellos completamente desnudo y el otro vestido, sobre la cama del primero. El segundo le confiesa que es gay. Sólo quedan dos opciones.

Y te sorprendería saber de qué lado estoy yo.

—Steve, es importante y no sé bien por dónde comenzar...

—Elige, el rojo o el blanco.

—¿Qué?

—Mírame.

Oh la là. Lo observo y distingo que sostiene dos bóxers. Uno de color blanco y otro rojo. De repente siento que los párpados me pesan toneladas y no puedo mantener los ojos abiertos.

Es demasiado. Nunca había tenido a un muchacho desnudo frente a mí y mucho menos a uno que me guste con locura.

—Yo diría que el... —maldita elección con obstáculos—rojo.

Al menos ese color le cubrirá un poco mejor y no me pondrá tan nervioso. Necesito concentrarme. ¿Puedo ser siempre tan inoportuno?

Steve me dedica una sonrisa en la que muestra todos sus blancos dientes y a continuación se pone la prenda que le indiqué. Bien, ahora podré mirarlo a la cara por lo menos.

Lástima que le marca excelente el bulto.

—¿Me dirás lo que viniste a hacer o no? —me desafía—. Dudo que hayas venido a ver cómo me visto.

—Steve, es serio... se trata de Francis.

De pronto él endurece las facciones de su rostro y busca unos jeans. Se los pone, luego se ubica delante de mí, de pie, mientras permanezco sentado. Me concentro en mirarle a los ojos.

—Me ha extorsionado—le confieso—. Pretende que esta noche le lleve a Brittany Montoya hasta el edificio abandonado o yo padeceré las consecuencias. Creo que va a matarme porque no cumplí.

Morgan se pasa una mano por el pelo y pequeñas partículas de agua me rocían. Quisiera bebérmelas.

—Mierda, es verdad, va a matarte—admite y tras pensar unos momentos, añade—: ¿Pero tú qué le hiciste esta vez?

—Por mi culpa ha sido expulsado.

—Es verdad—vuelve a detenerse para pensar y cae de espaldas en su cama. Empieza a hablarse a sí mismo y mientras espero que diga algo más, volteo y sin querer me encuentro con el reverso de la puerta de su cuarto: está atestada de los posters que me esperaba, musicales y bandas de pop.

Luego arrojo un nuevo vistazo a sus discos y son tan variados como épicos. Él no es de esas personas que les gusta de todo un poco porque básicamente no entienden qué les gusta, sino que Steve tiene un sentido del agrado especial y selectivo.

—¿A qué hora te dijo que debías estar ahí con Brittany? —me pregunta despertándome de mis pensamientos.

—Hoy a medianoche.

Mira la hora en un reloj-despertador con forma de la cara de Astroboy y luego niega con la cabeza.

—Te quedarás esta noche.

—¿Cómo dices? —necesito que me lo repita. Creo haberle escuchado muy mal.

—Tú no irás a ninguna parte en las próximas horas—me indica en una orden—. Dormirás en mi casa. Restan menos de diez minutos para medianoche. Seguramente Francis anda buscándote. Al último lugar que se le ocurrirá revisar es venir aquí.

Lleva razón en lo que dice.

—Tú...yo...esto...como digas—cedo y presiono mis piernas.

Le he avisado a mi abuela por teléfono que no llegaré a dormir a casa. He mentido, como de costumbre. Le dije que me quedaré a jugar videojuegos en lo de un amigo aunque pensándolo bien, no es del todo una mentira.

—¿Tienes hambre? —me pregunta Steve tras haberse puesto una playera.

Me encojo de hombros.

Entonces él sale de la habitación. Me quedo solo unos momentos y quizá debería pasarle llave a la puerta pero dudo que Francis venga. Definitivamente esto es imposible. Con Steve me siento protegido. Es mi amigo y yo soy el suyo. Amigos invisibles.

Y los amigos deben protegerse, claro. Por más transparente que sea su color.

Con Shain soy el amigo del color de una mariposa rosa pero con Steve soy más bien de un tono traslúcido. Pero tengo un matiz, al fin. Peor sería no tener nada.

Lo escucho decir algo a su madre escaleras abajo sobre unos cuencos y luego percibo sus pasos subiendo. Por consiguiente regresa al cuarto, me ofrece un tazón de leche con cereales sosteniendo el suyo también.

—¿Cenas cereales? —Mi voz alcanza a oírse demasiado aguda; estoy riendo.

A él no le hace gracia y se mete un poco de cereales a la boca.

—Por lo general, sí.

Oh.

Decido comer de sus cereales y él pone una película en el reproductor de DVD. Enciende el LCD pantalla gigante y detecto que comienza a reproducirse un film de zombies.

—¿Te gustan los cerebros?—me pregunta.

Asiento y sonrío.

Steve se recuesta en su cama y me surge la inquietud de si dormiré en la silla. Estoy a los pies de la cama.

Ambos en la misma cama.

LA MISMA.

Carajo.

—Eh... —trato de acaparar su atención—. No me importaría dormir en el suelo, en verdad.

Él me mira y se percata del detalle. Niega y deja su tazón vacío a un costado. Sale del cuarto otra vez. En el LCD se puede ver una mujer que corre por una casa mientras un muerto viviente, ávido de cerebros la persigue y luego se meten otro puñado de asesinos caníbales a la vivienda.

¿Steve dónde fue? ¿Quizá dormirá en otro del montón de habitaciones de la casa? ¿Seré yo?

Acto seguido llega y trae una colchoneta. La tira al suelo y le pone un montón de frazadas encima. Mientras lo observo, me produce un poco de gracia verle intentando ordenar.

Finalmente me pongo de pie y le doy una mano. Termino haciendo yo la tarea ya que, por lo visto, él tiene poca noción en lo que hace arreglar una habitación. Bueno, no puede ser genial en todo.

Y esas pequeñas imperfecciones le hacen aún más (jodidamente) perfecto.

—Hay habitaciones libres pero tú duerme en mi cama que yo dormiré en el suelo así permaneces cómodo. Por cierto, es probable que no estés seguro en alguna otra parte de la casa—dictamina y por mí, lo mejor sería dormir ambos.

Oh, rayos, eso sería pedir demasiado.

Él se quita los pantalones y la remera para incorporarse sobre la colchoneta del suelo mientras continúa viendo la película. Yo estoy acostado en su cama, inhalando profundo el olor de su almohada, amando cada segundo. Vestido, por supuesto.

Desearía poder detener el tiempo.

No tengo noción de cuánto es lo que ha pasado, en el momento que la película por fin termina. No quiero dormirme, este momento es demasiado magnífico como para perder el tiempo con los ojos cerrados.

Pero me parece extraño que Steve no reacciona para apagar el reproductor de DVD y la pantalla.

Entonces me asomo al borde de mi cama y me lo encuentro dormido como un bebé.

Santo cielo, quiero arrojarme encima suyo, amordazarlo y...y... ¿seguir durmiendo? No sin antes hacer todo lo que mi costado ávido de más me incita a hacer.

Me fascina Steve. Quiero de él.

Pero no, es imposible.

No me queda más opción. Tomo la caja de la película y extraigo el CD. Guardo todo en su correspondiente lugar y desconecto los aparatos. Luego me acuesto y el sueño me vence sin esperármelo.

Es una hermosa vista.

Sé que no es real porque nunca tuve la oportunidad de ver un cielo así de colorido y un paisaje tan hermoso frente a mis ojos. No sé si está amaneciendo o si el sol se está ocultando, pero me la pasaría así durante mucho tiempo. ¿Estoy conociendo el paraíso?

Se siente excelente.

Cierro mis manos en dos puños sobre el césped esponjoso y...de golpe, me encuentro con que dos brazos apresándome la cintura desde atrás. ¿Qué sucede? No me hace daño. Es algo tierno.

Esas manos...esas manos las conozco.

Giro la cabeza hacia un costado y es en el momento que me encuentro con su perfume. Tan agradable.

Y por consiguiente, sus ojos. Dos destellos de luz verde que me llenan de placer. Es precioso. Steve me está abrazando mientras observamos el cielo y quizás estoy muerto, yendo directo a la deriva. Como sea, si esto es el cielo, deben de estarme cantando coros de ángeles.

Pero alguien como yo no está permitido en el cielo.

Si el cielo no es así, prefiero no ir a él. Este sitio es bellísimo y me hace feliz, sea el lugar que sea.

Hasta que su aliento caliente en mi cuello me deja consternado y abro los ojos. He despertado muy alterado pero agradezco no haber dado un salto como suelo hacer cada vez que tengo un sueño alarmante. Y de un momento a otro se vuelve real el instante que siento esas manos cerrándose con fuerza en mi cintura.

Steve está conmigo en la cama, abrazándome con fuerza.

Muevo mi mirada y lo observo por encima de un hombro. Es bellísimo y está durmiendo.

Dudo completamente que se haya levantado sonámbulo de la colchoneta para poder incorporarse conmigo. ¿La puerta tiene seguro? Hago un esfuerzo por visualizarla hasta que finalmente me encuentro con la llave de costado. ¡Es un hecho!

¡Steve ha puesto seguro a la puerta!

Estoy protegido.

Estoy con él.

Esto debe ser el paraíso o (en el mejor de los casos) el infierno.

Cierro mis manos sobre las suyas y sigo durmiendo. Espero que esté compartiendo mi mismo sueño.

Supongo que debo estarme elevando a otra dimensión. Un nivel mucho más alto que la gracia misma. ¿Se siente tan bien ser abrazado por la persona que más te fascina en el mundo entero? ¿Cómo puede ser que haya gente que se ame tanto pero que asimismo se haga daño?

¿Por qué se hiere a la persona que se ama? Y en algunos casos de manera casi salvaje.

He decidido que a Steve sería incapaz de hacerle daño. Estoy a su mera disposición mientras él siga dispuesto para mí.

Y de pronto, lo siento...se remueve en la cama y me besa el cuello.

Es sólo un beso, breve y muy dulce. He sentido su barba incipiente contra la hipersensible piel de mi cuello. Steve está despierto.

Me muerdo el labio inferior y me doy la vuelta en la cama para poder quedar de frente a él. Tiene los ojos entreabiertos.

—¿Estás bien? —me pregunta en un susurro.

—Fenomenal—le contesto en el mismo tono de voz.

Acto seguido gimotea y me da otro breve beso en la punta de la nariz. Sonrío. ¿Desde cuándo se ha vuelto tan bueno conmigo? ¿Qué clase de amigos se supone que hacen esto?

—¿Qué sucede?—le pregunto en cuanto se aparta.

—Miranda... —admite.

Mierda, es verdad. Pero no hay tiempo para pensar en ella. Estoy demasiado acalorado y pensar en cualquier chica me pone frío. Con más razón si se trata de esa muchacha cual detesto.

—Ella no sabrá nada—le juro.

De este modo sucede algo tan inesperado como ansiado.

Sus...

Sus labios contra los míos.

Steve pega su boca a la mía y todo mi cuerpo se paraliza. O se empalma. Esto es jodidamente FENOMENAL.

Sus labios me llenan de calidez y despiertan una corriente eléctrica que surge en todo mi interior y se expande por mi cuerpo. No sabía que se sintiere tan bien un beso, por más sencillo que sea, viniendo de la persona que te genera chispas en el cuerpo.

Quiero tomarlo con fiereza y fundirme en su persona.

Pero se detiene.

Me pone nervioso y a la vez mucho más ansioso. Seguro he hecho algo mal, se dio cuenta de que soy un novato en esa fanfarroneada y ahora se pensará de nuevo lo que está haciendo conmigo.

O bien, el provecho que le saco a eso tan malvado que hace Steve Morgan con mi ser.

—¿Te molestaría venir alguna otra noche a dormir a casa, Jimmy?—me pregunta y sonríe.

Esta vez yo soy quien le da un nuevo beso breve.

—Yo... me... encantaría—convengo.


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#LosColoresDeJimmy

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