|Capítulo 49|
Eran alrededor de las seis de la tarde cuando llegamos a casa, la tensión estaba al tope. Mi cabeza dolía como el infierno y los nudillos de Eros estaban rojizos.
Recordar lo que había sucedido me molestaba, en especial porque actúe de una manera muy impulsiva. Pero Dante tenía ese efecto en mí. Con solo un par de palabras todo mi buen humor se esfumaba y solamente quería lanzarle cosas al rostro.
Cosa que hice y que, claramente fue un grave error. Con Eros no nos dirigimos ni una palabra en todo el camino y en las redes ya se encontraban vídeos míos arrojándole una botella de vino a Dante y de como Eros le aventaba un golpe en el rostro.
Todo se había ido a la mierda, lo sabía.
Es por eso que me encontraba encerrada en mi habitación, sentada en el suelo, apoyando la cabeza en la pared. Quería irme de Boston no solo por intentar desafiar a mi madre y especializarme en baloncesto. Quería huír de las mierdas que pasé en el instituto. Quizá un acto de cobardía de mi parte, pero tenían el poder de irritarme al punto de querer golpearlos.
Steve me había llamado, para regañarme claramente.
Mi madre, ausente como siempre.
Me encontraba sola, como toda mi jodida existencia. Eros, perdido en algún rincón de mi casa.
Peor no podíamos estar.
«Siempre se puede estar peor, lo sabes»
Bufé.
Hasta que el timbre sonó atrayendome a la realidad, no tenía ánimos de ir y abrir la puerta. Pero me correspondía a mí. Por un momento creí que sería mi madre, llegando para cenar. Pero no fue así.
Al abrir la puerta, me encontré con una cabellera rubia, vestida con jeans sueltos y una sudadera grande para su talla.
Me costó reconocerla, pero al fin y al cabo; hice memoria.
—¿Qué quieres? —pregunté seca, no me apetecía discutir.
—Hablar —murmuró acercándose a mí.
Fruncí el ceño.
—Por favor, necesito que hablemos y me aclares dudas —pidió.
Solté un bufido y la dejé pasar.
—Que sea breve —mascullé.
Le guíe hasta la sala y nos sentamos en los sillones. Quedamos frente a frente.
—Me enteré que a pesar de que no estés con Harry, las empresas se unirán de todas formas —comentó nerviosa.
—No es algo que yo decida.
—Necesito que hagas todo lo posible para que el padre de Harry no quiera estar en la empresa de tu madre —pidió removiendose en su lugar.
Su rostro se encontraba sin maquillaje, había ojeras allí y su cabello suelto estaba enredado. Esa no era la rubia pesada que yo conocía.
—¿Qué es lo que quieres, Donna? —inquirí.
—Quiero ser la ejecutiva de la empresa de mi padre, pero sin una pareja no tendré el poder. Es por eso que necesito de Harry, si nuestras empresas se unen el será el ejecutivo —dijo con disgusto—. Y yo bueno, con suerte sería la gerente.
¿Estaba con Harry solo para poder trabajar en la empresa de su padre?
—No me interesa —admití de mala gana—. No tengo tiempo para tus mierdas, te recuerdo que no te debo nada.
—Él también rompió mi corazón y me dolió como la mierda —dijo con los ojos cristalizados—. Pero quiera o no, lo necesito en mi futuro. No quiero ser una jodida ama de casa. Sé que te hice cosas imperdonables, que te generé inseguridades. Pero lo hice porque necesitaba y necesito a Harry, mi padre lo quiere en la empresa. Y si no lo tiene, tendré que casarme con un viejo asqueroso.
—¿Con qué fin te besabas con él? ¡Vivías con él mientras estábamos juntos! —exclamé frustrada—. No logro entenderte.
—Solo quería un trabajo digno en mi futuro y no tengo padres mentes abiertas. Ellos piensan que solo debo ser madre, pero yo no quiero eso —sollozó.
Podía ver su arrepentimiento, pero aún así. No estaba lista para perdonar.
—Vendré con Harry en nochebuena, porque mi familia está de viaje y los Harrison supusieron que no habría problema alguno —comentó—. Sé que fui una mierda, pero estaba...estoy desesperada. Si me ayudas, estaré en deuda contigo de por vida.
Se levantó de aquel sillón de golpe.
—Harry estuvo con las dos todo este tiempo, cuando no estaba contigo, estaba conmigo. Nunca me dejó y yo le creía —sonrió con tristeza—. Le creía que no había nada entre ustedes, hasta que encontré otro instagram de él con fotos de ustedes juntos. Para luego enterarme que no hablaba con sus amigos mientras estaba en llamada, hablaba contigo. El maldito jugó con las dos y aún así no puedo mandarlo al diablo. Te admiro, Chloe. Tienes la valentía que me falta.
Al finalizar, solo salió de mi casa a paso lento e inseguro.
Mi mente estaba peor que tan solo hace una media hora. Sentía tristeza y por alguna razón mi respiración se agitó.
¿Estuvo con las dos al mismo tiempo? ¿Y desde un principio? ¿Las veces que Donna me buscaba? ¿Las veces que lo buscaba a Harry? ¿Las veces que fotos de ellos besándose se filtraban?
Él me decía que eran fotos viejas.
¿Qué tan estupida llegué a ser?
No me dí cuenta lo que hacía hasta que un jarrón de porcelana se estrelló contra la pared, lo había lanzado sin ser consciente.
Los pasos apresurados de Eros hacían eco por toda la casa, hasta que estando frente a mí me examinó con confusión.
Hizo dos pasos hacia mí, pero retrocedí.
—Chloe...—dijo tranquilo, tratando de acercarse y abrazarme.
—¡No me toques! —exclamé entre lágrimas, mientras subía las escaleras en busca de encerrarme en mi dormitorio.
Toda la mierda, volvió.
Todo el dolor que evité sentir, llegó.
Toda la estabilidad mental que tenía, se esfumó.
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