|Capítulo 30|


Pasar la tarde con Eros había sido relajante, la había pasado realmente bien.

Durante toda la semana seguimos como si nada, compartimos clases, bromeamos, cocinamos y ordenamos, junto a él todo era más divertido.

Era sábado por la mañana cuando ví a Harvey, estaba saliendo de mi dormitorio para darme una ducha, y allí estaba él, con el uniforme del equipo de los gorilas. Tragué en seco al verlo. No lo había visto desde aquella noche que lo besé.

—Chloe...—dijo Eros acercándose a mí.

Podía vengarme y hacerlo quedar mal, podía filtrar fotos o información falsa de él. Pero sabía que eso no cambiaría nada de lo que hizo. 

«Tampoco fue tan grave, pasaste por cosas peores»

Fue solo un video en la oscuridad, pero eso no se hace. Grabar y subir un video sin el consentimiento del otro, no se hace.

Aún con la camiseta de Evan que tomé prestada para dormir, caminé hasta llegar a ellos.

—Eres un completo idiota, lo que hiciste estuvo mal y lo sabes. No quiero volver a hablarte, ni siquiera mirarte. Me da asco los chicos como tú —escupí con desprecio—. Espero que entiendas que debes dejar de pensar que puedes hacer lo que se te dé la gana, la próxima que hagas algo contra mí, no dudaré ni dos segundos en acabar contigo.

Todos allí estaban con expresión seria. Harvey mantenía la mirada en el suelo. 

Estaba por irme cuando su voz interrumpió mi acción.

—Lo siento, sé que estuvo mal. Pero al menos Harry lo vio y se dió cuenta de lo que perdió.

Al alzar la vista y mirarme a los ojos, lo examiné. Tenía un ojo morado.

—Me veo guapo hasta con un ojo morado, ¿no? —bufó—. Eso fue de parte de Eros, al parecer te quiere más que para una noche.

Por instinto miré a Eros y este desvió la mirada. 

¿Estaba mal que le haya pegado? Si. Pero nadie me defendió, nunca. Ni siquiera Harry cuando Donna hacía de las suyas, el solo se mantenía al margen, evadiendo los problemas.

Tomé a Eros y le dí un abrazo. Le costó reaccionar, pero luego me abrazó con más fuerza y me susurró:

—Sé que la violencia no es la solución, pero se lo merecía. Te defendería ante cualquiera.

Tragué saliva al mirarlo a los ojos. ¿Desde cuándo es tan sexy?

Me aparté.

—¿Qué planes tenemos para hoy? —pregunté.

—¡Playa! —gritaron Joel y Evan al unísono.

Harvey se acercó hacía mí.

—Espero que al menos podamos ser amigos —dijo inseguro.

—Todo a su tiempo —respondí y volví a mi habitación.

Busqué entre el armario ropa cómoda para ir a la playa y mi único traje de baño que tenía. Una bikini de color negro.

Me vestí y guardé una toalla, gafas de sol y un libro nuevo que había comenzado a leer.

—¿Estás lista? —preguntó Eros entrando a mi habitación.

Aún no me había colocado una camiseta, por ende estaba con la bikini al descubierto.

—Creo que no podré concentrarme en otra cosa que en ese escote —murmuró Eros.

—No seas pervertido —me quejé.

—Cuando estés lista para que yo sea pervertido contigo, me avisas.

¿Qué significa eso?

Me coloqué una camiseta sin mangas frente a Eros, quien parecía no querer irse de mi habitación. Y ambos salimos de allí, para encontrarnos con cuatro chicos en shorts sin camiseta.

Madre mia.

Al salir de la casa, nos encontramos con un coche con tres chicas. Estás al bajar, besaron a Joel, Jack y Harvey.

¡Cambian de novia como cambian de calzón!

—¿Vendrá Sasha? —le preguntó Eros a Evan.

Evan tragó saliva nervioso y dijo:

—Si, nos espera para almorzar.

—No te pongas nervioso, la conoces desde que tenemos cuatro años, actúa normal.

Evan asintió y se adentró en la camioneta de Jack.

Harvey se fue en el coche de las chicas.  Jack condució como siempre, Joel fue en el asiento de copiloto, Evan en la parte trasera, al igual que Eros y yo.

El viaje fue divertido, estar en el medio de los gemelos fue gracioso en todo momento. 

Al llegar a la playa que visité junto a Eros la semana pasada, me sentí alegre. Dejamos nuestras cosas en la camioneta, ya que según los chicos almorzaríamos todos juntos.

Seguí a Eros quien nos guió hasta un restaurante de comida chatarra. Estando allí una chica morena se nos acercó y abrazó con fuerza a Evan, para luego saludar a cada uno.

Aquellas chicas que venían a acompañar a los chicos, la saludaron de mala gana. 

—¡Al fin te conozco! Te vi en muchas fotos y videos —me dijo la morena con una sonrisa.

—Gracias, también escuché de ti.

O eso creo.

—Soy Sasha.

—Chloe.

—Bueno bueno, muero de hambre —comentó Joel.

El mesero asignado nos guió hasta una mesa, y cada uno eligió donde sentarse. Claro que las chicas prácticamente se lanzaron junto a sus chicos. Y yo me quedé junto  Eros.

 —Parecemos una pareja —dijo Eros en voz baja.

—Ya quisieras.

—Si, me encantaria. 

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