Capítulo 65

En ese momento, entra Ortencia cargando una bandeja llena de comida.

—Permiso, le traje algo ligero joven, para que tenga algo de peso en su estómago. Pero de lo que si estoy segura es que le va a encantar y también le dará muchas fuerzas.

En la bandeja, había una bandeja con caldo de pollo, un vaso de jugo de naranja y un plato con tres tortillas.

—Espero que la disfrute joven. Ya llamé al doctor y este me informó que en media hora llegará a la casa —la mujer lo observa conmovida.—y... que bueno tenerlo nuevamente aquí con nosotros joven Alex. Sin duda es un milagro del cielo que esté con nosotros. Nos has hecho mucha, mucha falta joven. 

La mujer le sonríe con calidez, abochornando al enfermo que también  le sonríe.

—Comadre, ¿Podría por favor decirle a Liliana que venga a la hacienda? Necesito pedirle un inmenso favor.

—En seguida comadre.

—Ah, y por favor contacta a Carmelo, necesito saber cómo sigue la búsqueda de... —se detiene, incapaz de nombrar el nombre de la mujer que lo torturó. Ambas mujeres se encontraban atentas al pedido de Alejandro. —solo pregunta cómo va la búsqueda y me avisas.

Ortencia termina de salir de la habitación directa acatar las órdenes. Al verse nuevamente solos, Lucha se apresura ha ayudarle con la comida. Sin embargo, antes de que pudiera tomar la cuchara, Alejandro la agarra con sus manos ahora temblorosas pero apretando con fuerza para que no se le resbalé.

—Yo puedo hacerlo solo. No soy un niño.

Lala pone los ojos en blanco, observando a Alejandro comer de manera lenta. A los pocos minutos, a la habitación entra Ortencia, anunciando la llegada del doctor y de Liliana, quién solo fue la encargada de entregar el teléfono.

—Oh señor Alcalá, es bueno verlo despierto —dice éste.

—Si bueno, lo que sea que me mantenía dopado ya no está por lo que puede observar —Lala ahoga una exclamación con sus manos, mirándolo sorprendida. Sin dar crédito a lo que oiga. El doctor estaba igualmente sorprendido por lo que oía.

—No entiendo a lo que se refiere señor Alcalá. Por favor sea un poco más directo.

—Oh vamos, tantos meses, diferentes pruebas y jamás se dieron cuenta que estaba perfectamente bien. Que lo que me tenía postrado en esta cama es lo que habia en mi organismo, lo que seguramente había algo que me impedía estar despierto.

El doctor profundiza el ceño pasando de una clara sorpresa a verse completamente enojado al entender las palabras acusadoras del paciente.

—Jamas. En mis cincuenta años de carrera profesional y casi treinta conociendo a su familia alguien a siquiera intentado difamar mi reputación, pero si cree tener certeza sobre su queja puede con toda libertad demandar porque con la vida y la salud de las personas no se puede jugar.

—Pero lo que dijo es terrible, doctor —dice Lala, estando sentada a su lado y sin parar de temblar. 

—Es lamentable si, pero puedo asegurar que ninguno de mis subordinados tiene algo que ver con lo que a usted le pasó. Sin embargo, le doy mi palabra que llevaré hasta las últimas consecuencias para esclarecer la verdad.

—Eso habla muy bien de usted doctor, pero a mí no me conmueven palabras vacías. Quiero acciones. Solo espero toda su colaboración.

—Tenga por seguro que así va hacer —afirma con un tono de voz grave, estilo militar que al empresario le pareció sincera.—ahora, ¿me permite revisarlo? Si lo que usted dice es verdad, su sangre lo revelará todo.

—¿Y cómo puedo confiar en usted?.

—Usted me dirá entonces.

Ambos se miraron por algunos segundos, pero ninguno de los dos era incapaz de dejar a un lado su postura. Alejandro se encontraba a la defensiva, aún no podía confiar del todo de las personas pero quería salir lo más pronto posible de ese lugar. Por lo que no tuvo más remedio que ceder.

—Hagalo rápido, necesito irme pronto de aquí. Pero tenga mucho cuidado, estaré observando cada uno de sus movimientos.

El doctor aceptó y se dispuso a revisarlo. La revisión fue incómoda, su cuerpo le hormiguiaba y le resultaba doloroso hacer algunos movimientos ahora que se encontraba sentado, el sobre esfuerzo de hace unas horas tensaron sus músculos, pero el parte médico fue positivo. Luego de extraer sangre estaba preparado para abandonar la hacienda, Alejandro aún lo observa atento.

—¿Entonces, cuándo tendrás los resultados de los exámenes?.

El doctor cierra su maletín y lo observa.

—Esta misma tarde. Apenas me envíen los resultados se lo haré saber, y hablaré con cada persona que estuvo cerca de usted. Yo personalmente me encargaré de esto.

—Muy bien, otra cosa, ¿Cuándo me puedo ir de aquí?—tuerce la boca en forma de bufido. — Tengo cosas que hacer en la ciudad.

—Como le digo, las reacciones de su cuerpo son las esperadas, debido al tiempo postrado y aún no sabemos que fármaco utilizó para mantenerlo en ese estado ya que sus músculos están algo atrofiadas y tensas.  No hay nada que no se pueda arreglar con algunas secciones de fisioterapia para darle más firmeza a tus músculos. Por lo que creo que debemos esperar hasta mañana, para poder observar la reacción de su cuerpo.

—¿Entonces...?.

—¿Él se puede mover doctor? Porque al mínimo movimiento lo envuelve en sudor y se queda tembloroso y...

—Exacto —la interrumpe Alejandro, incapaz de parecer débil ante cualquier persona. —y me duele todo el cuerpo. Como si fuera una descarga completa de adrenalina que solo trae dolor después que desaparece. 

—Primero voy a analizar el resultado de las muestras de sangre para saber que proceder, pero mañana mismo voy a mandar a una persona totalmente de confianza —dice, pero al ver que Alejandro abrió la boca para protestar, se apresuró a continuar, sin permitir que lo interrumpirá.—no se preocupe, no vendrá aquí a inyectarlo, solo le ayudará en sus terapias. Voy hablar con su padre para...

—No doctor, no les van avisar a nadie —demanda interrumpiendo los pensamientos del del doctor.—porque es muy probable que ya estén enterados, tan pronto como...

El celular de Lucha suena, interrumpiéndolo. Ésta se apresura a revisar su teléfono, dándose cuenta que era la madre de Alejandro. Enriqueta se comunica con ella cada cierto tiempo del día, le preguntaba cómo se encontraba su hijo o los avances que había tenido.

—¿Quién es? —pregunta Alejandro, adivinando la respuesta.

—Su madre —responde titubiante.

—No le digas nada y ponla en altavoz.

Lucha contesta la llamada sin responder.

—Señora Enriqueta, ¿Cómo está?.

Al otro lado de la línea, se escuchó una algarabía.

—¡Lala!, bien, bien, con muchas ganas de estar allá. ¿Cómo está Alex?

Ambos se miran a los ojos. Pero la mirada de Alejandro era totalmente autoritaria.

—Esta bien señora —responde tratando de sonar monótona.— ¿Cuándo regresa?.

—A más tardar, el viernes si Dios lo permite. Dale muchos besos a mi hijo de mi parte, dile cuanto lo extraño.

—Como siempre  señora, ¿Algo más?.

—¿El doctor fue a su revisión? ¿Cómo lo encontró?.

—Si señora, lo encontró muy bien... Como siempre.

—Oh —se quedó en silencio, pero aún se escuchaban sonidos ajetreado. Luego de unos minutos, volvió hablar.—Bueno Lala, tengo que marcharme aún hay mucho que hacer aquí. Chao.

El silencio reino sobre los presentes, quienes estaban pensativos con el descubrimiento. Pero todos llegaron a una rápida idea, al menos la madre de Alejandro no estaba enterado de todo los acontecimientos de ese día, aunque tenían que ahondar más a fondo de la persona que ya estaba enterada.

El silencio que fue rápidamente interrumpido por el doctor, quién aviso que iba a irse a la clínica para obtener lo más rápido posible el resultado. Alejandro suspiro cansado, escondiendo su rostro entre sus manos impidiendo también que se note el cansancio que de repente empezó apoderarse de su cuerpo. Lala entro en la habitación obligando al empresario a colocarse en guardia.

Lala se apresura a llegar a su lado, sentándose a la altura de su cadera, agarra sus manos sin poder evitar mirarlo fijamente, con sus ojos llenos de lágrimas y su expresión antes serena, llena de consternación y culpa mezclado con otro sentimiento que a Alejandro no dudó en fruncir el ceño.

—¡Oh mi niño, cuánto has...!

—No nana—la interrumpe sin poder evitar sentir un leve sentimiento de asco por la expresión de la mujer. —¿Ya hiciste lo que te mandé hacer? —pregunta, queriendo cambiar el tema de conversación.

Lala gime, tratando inútilmente de contener sus lágrimas.

—Ya debe estar en camino. Creo que para la tarde te traerá lo que pediste  —nuevamente su mirada se recarga de preocupación y Alejandro deseo que la tierra se abriera y llo tragara.—¿Deseas algo más? ¿Estás cómodo? ¿Quieres...?

—Traeme un poco agua, tengo la garganta seca. —miente tratando de evitar a toda costa las preguntas de la anciana.

Siguiendo sus deseos, Lala se apresura a salir de la habitacion. Al verse solo, no pudo evitar soltar el aire que tenía retenido, relajando a su vez los músculos de su cuerpo y permitiendo cerrar sus ojos por algún momento. No tenía sueño, pero su cuerpo le pedía a gritos un respiro.

Para cuando la noche cayó, Alejandro tuvo muy en claro que las posibilidades de atrapar a esa mujer eran bajas. Seguramente ya se encontraba muy lejos de esas tierras, pero aún así no dejo  perder la esperanza de encontrarla, en su corazón ardiente de resentimiento y rabia quería seguir extinguiéndose por todo su cuerpo hasta volverlo loco.

Sin embargo, otros sentimientos se hicieron presentes. Mucho más grandes y que logró calmar los sentimientos negativos que azotan su atrofiado cerebro, pero de los que no sabía cual era más importante y que a su vez, mantiene su corazón acelerado  a medida que el pitido de la llamada se prolonga tras una larga espera porque la llamada sea contestada. Siente que en cualquier momento puede caer desmayado, pero el deseo por escuchar su voz lo hace seguir esperando rezando el silencio porque Adamaris no hubiera cambiado el número de celular.

Incluso no se dio cuenta que estaba empezando a comerse las uñas de las manos como metodo de apaciguar tantos sentimientos y los temblores que recorrían insaciablemente su cuerpo, y cuando la línea se abrió su cuerpo se paralizó, sin permitir incluso articular alguna palabra pero muy atento a la suave voz que tanto había extrañado, que tanto había deseado escuchar todo ese tiempo y que ahora era una realidad. Su pecho empezó a subir y bajar desenfrenado, y hasta su respiración empezó hacerse más pesada.

Del otro lado, la respiración lenta y  pesada se escucha y su corazón danza de felicidad.

—¿Hola? ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?  ¿Quién habla? —pregunta Adamaris en la otra línea. Alejandro abrió y cerró su boca pero nada salió de su boca, además de que no creyó que Adamaris quisiera oirlo. —si es una broma, déjenme decirle que es de muy mal gusto y que me obliga a colgar —un estruendo, Alejandro pensó que en verdad había colgado y se maldijo internamente, empezando a sentirse ansioso al no escuchar nada. Sin embargo, la voz chillona de María le devuelve el alma al cuerpo así que Alejandro pudo escuchar fuerte y claro la conversación.

—No es nadie, creo que se cortó —responde Adamaris dejando a una lado el aparato.  Adamaris pensó haber finalizado la llamada por lo que continúo hablando con María.

—Esta bien, esas son las preguntas que te hará Evi mañana.

—¿Cuales preguntas? —le pregunta confundida, viendo el material que María le entrego.

La morena suelta un resoplido, sacando así toda la frustración acumulada.

—E pasado toda la semana recordándote que mañana tenemos una importante entrevista con una de las influencer más importantes de la Ciudad de México —Maria hace una pausa.—No. Te lo haré sencillo. ¡Una de las clientes más importantes de la empresa!. Mañana a las 3, por favor ves pensando la respuesta. ¡Ah, y duerme un poco, ¿Quieres? Las ojeras ya no se pueden disimular!.

María sale de la oficina, tras un portazo. Dejando ha Adamaris sola y en medio del silencio. Ésta procede a leerla las preguntas, pero se da cuenta que la pantalla del teléfono está abierta al igual que la llamada.

—¡Oh! ¿Hola? —pregunta por última vez, pero Alejandro no se siente capaz de decir palabra alguna por lo que ésta termina la llamada.

Al empresario se le volvió a acelerar el corazón, esta vez más ilusionado por poder ver a Adamaris por primera vez desde hace meses.

No tenía ni la menor idea de las redes sociales. Es más, de las muchas redes sociales existentes solo tres de ellas utiliza y con sus redes sociales totalmente privadas, pero no le costó encontrar la cuenta de la influencer Evi.

La chica es linda. Descubrió que de pronto, las llantas y trasero grande le encantan, pero no era tan linda como Adamaris. No para tentarlo. Por lo que el gusto se le pasó muy rápido. Evi tiene  muchos seguidores. Más de diez mil y en su página anuncia con bombos y platillos la entrevista con la diseñadora Adamaris y al irse a los comentarios, las personas —generalmente mujeres— celebraban la unión y esperaban con ansias la hora de poder ver la entrevista.

Gracias a aquello, pudo dar con las páginas oficiales de la empresa, y por ende con la de Adamaris. Desde esa nueva cuenta, de la que no estaba bloqueado reviso cada  uno de sus fotos. No eran muchas, la mayoría son con ella acompañada por modelos plus zing, algunas periodistas y por último ella sola. Fotos que fueron guardadas toda en su teléfono tras descargarla.

Y tras una búsqueda en la web, pudo apreciar todas las noticias de la farándula en la que ella era protagonista. Desde su debut como diseñadora y dueña de una creciente empresa, hasta noticias que Alejandro quiso tomar como amarillistas al verla junto a Joel.

Ambos sonriendo. Tomando una copa en el negocio de éste. Frente al lugar de trabajo de ésta. Y también junto al doctor que la atendió mientras estuvo herida. Daniel, David. Ni siquiera le importa su nombre, pero a sus ya proclamados fans los veían como la perfecta pareja. ¡Incluso habían historias escritas por sus "fanáticas" en páginas utilizadas para escribir historias! ¡E historias con Joel también! ¡Incluso los tres representan un triángulo amoroso!.

Alejandro tuvo que abandonar las aplicaciones porque le estaba costando mucho no estallar en celos y cometer el error de contactarse con Adamaris. No quería que su encuentro fuera así; con él reclamándole por algo que sería totalmente fuera de lugar en esa situación. Se odiaría. Por lo que tuvo que calmarse tras varios masajes respiratorios y repetirse que ambos se encontraban separados y que Adamaris tenía todo el derecho de andar con quién ella quisiera porque el que había arruinado todo había sido él.

Él era el estúpido.

Volvió a encender el aparato y al deslizar hacia abajo se encuentra con los vídeos donde aparecía su amada. Eran muchos, pero él estaba dispuesto a verlos todos. 

El primer video que obtuvo parecía reciente. En este, Adamaris se encuentra paseando por lo que pareció ser la zona turística de la ciudad. En el vídeo al igual que en el anterior su aspecto se ve bastante cansado, pese a que va muy bien arreglada, pero el monton de maquillaje no le hace justicia alguna a su exótica belleza.

Ese vídeo en especial se nota bastante delgada de lo que la recuerda y no fue nada bonito sentir un escalofrío tétrico al verla en ese aspecto. Tuvo que pausar varias veces el vídeo para poder observar con más detalle a su amor ya que el vídeo tiene muy poca resolución y todo se termina de ver borroso.

—¡Adamaris! ¡Por favor solo un saludo para mi hermana, ella es gran fans tuya! —le grita la mujer, sin embargo ésta sola pasa de largo, la saluda de brazo y le regala una sonrisa forzada. Ésta se pierde al doblar a una esquina y el vídeo se corta.

Pasa a otro video. Este era del día que abrió al público su negocio. En el vídeo aparece reluciente, sus ojos brillan de ilusión transmitiendo con su mirada todo el resplandor del éxito próximo. Tras de ellas un grupo de lo que parecía ser el personal formaban el logo de la marca con un mensaje en grande →encuentra todo lo que buscas para sentir bien, cómoda y bonita← el vídeo publicitario se cortó y así paso al siguiente, no sin antes tomar muchas capturas de pantallas de todos los perfiles que aparecía Adamaris para tener más imágenes de ésta que observar al sentirse solo y abatido, extrañándola como un loco.

Entonces el nombre de Rómulo se le viene a la cabeza y se apresura a llamarlo, rogando en su corazón que el tipo no esté en medio de un importante misión. Sin embargo, la llamada se abre.

—¿Si? —preguntan al otro lado, con voz somnolienta, sin abrir siquiera los ojos.

—¿Te desperté?

Al otro lado se escuchó un movimiento rapido. Rómulo cambio de posición al colocarse boca abajo.

—No estupido, estaba haciendo ejercicio, esperando a qué te dignarás a llamarme.  ¿Qué quieres?.

—Necesito verte.

—¿Ahora? —pregunta. Hubo un silencio, después algunos movimientos y al rato un resoplido.—¡Vete a la chingada, Alex! ¡Son las putas tres de la mañana cabron! ¡¿Estás loco?!.

—¿Te acuerdas de la hacienda donde vacacionábamos de pequeños? —pregunta sin darle importancia a las palabras de su amigo.

Rómulo suelta un resoplido frustrado, incluso pasa la mano libre sobre su rostro para aliviar su frustración.

—Mmm... No. Vete a hincar los huevos a tu padre.

Alejandro pone los ojos en blanco.

—Ven ya —insiste. 

—¡Joder, mañana!.

—Ahora. Tienes que darme los pormenores de nuestro asunto y ayudarme en otras cosas.

—Te desapareces siete meses...

—Tu solo ven. Acá te explico —lo interrumpe. —Ah, y quiero que averigues todo sobre una tal Katrina Mendoza.

—Joder, no soy tu puto investigador privado, puto.

—Tu solo busca esa información. Te quiero aquí. 

Cuelga y hecha su cabeza hacia atrás, suspirando en el proceso de pronto con unas terribles ganas de dormir, pero sencillamente me resulta imposible poder conciliar el sueño.

Habiendo ya hablado con Rómulo, vuelve ha agarrar su teléfono para continuar viendo los pormenores del éxito de Adamaris y todo el contenido que las redes le permitían ver. Descubrió que la Adamaris que conoció ya no era la misma, o al menos esa es la imágen que proyecta porque ante los ojos de Alejandro, era como presenciar el antes y el después de Adele. Literal. Pero no se podía quejar, era eso o nada y prefería armarse una nueva imágen de su amada a tener imágenes difusas de ella.

—Joder que mal te ves —la voz de Rómulo hizo que Alejandro por fin despejará su vista de la pantalla del teléfono. Lala lo había guiado hacia la habitación en la que descansaba.

—Si, tú tampoco te ves bien —contra ataca en respuesta.—¿Qué tienes para mí?.

—No existe ninguna persona llamada Katrina Mendoza —se tumba a su lado y suelta un suspiro de evidente cansancio.—no hay registro alguno de ella.

—¿Estas seguro?.

—Totalmente. Esa mujer no existe —reafirma.—¿Por qué estás interesado en ella? No me digas que es tu nueva conquista.

—Que asco me da tu sugerencia —dice sin poder evitar hacer una mueca sin poder evitar estremecerse de solo imaginar aquellas palabras. Ordóñez se incorpora, mirando muy serio al enfermo. —no, no es nada de eso. Esa mujer me mantuvo dopado durante seis meses aproximadamente y nadie se dio cuenta de nada de lo que hacía.

—¡Ja! Eso debe ser una broma. Que buena es amigo, ¡Vendetta! — dice, estallando de la risa sin poder evitar retorcerse a causa del sentimiento. Pero al ser consciente que Alejandro no se inmuta y se mantiene bastante serio, mostrándose desafiante, supo que su antiguo amigo está hablando muy serio.—¿Es en serio? —pregunta, sin poder creer que fuera cierto sus palabras.

—¿Me vez cara de estar bromeando? No seas puto.

—¿Alejandro, es en serio? —vuelve a preguntar esta vez con el ceño fruncido, aún escéptico.—pero, ¿Cómo? ¿Por qué?.

—No lo sé, si lo supiera seguro que te respondería —suelta un suspiro.—pero imagínate que no tengo esa respuesta y esa mujer se encuentra huyendo.

—¿Todos esos hombres en la carretera... eran tuyos? —vuelve a preguntar, recordando levemente a la cantidad de hombres armados que se encontró en la zona de camino a la hacienda.

—Por supuesto. Están buscándola. Supongo que tiene a alguien muy poderoso detrás de ella para que se desapareciera así como así, además de entrar a esta familia sin que nadie sospechara de que me dopaba.

—Pero tienes algún sospechoso. Siempre tienes uno.

—Esta vez son dos —responde.—Mi padre y Nelson.

—Nelson...

—Ajá.

—No creo que tu padre haya sido —dice, pero al ver la cara de pocos amigos se apresura a aclarar.—por dios Alejandro, ese hombre es tu papá. Puede que sea un poco gruñón, mandón, que le guste mantener todo a su control, pero sin duda jamás haría algo para lastimarte... Contra su propio hijo. En cambio Nelson —tuerce la boca sin saber muy bien que decir al referirse a susodicho.—¿Por qué él?.

—Porque no confío en él y porque fue el encargado de contratar al personal que se encargó de mi y estoy casi seguro que ya debe saber que estoy despierto.

—Espera un momento, rebobinemos. ¿Estabas internado? —Alejandro asiente en respuesta, Ordóñez continua indagando. —Había oído algo sobre una alocada fiesta, pero jamás me imaginé que terminaras así —reflexiona.—con razón intenté comunicarme contigo y parecías tan desinteresado de los pormenores de la investigación.

—Bueno, pues ya sabes la razón. Estaba tumbado en una cama contra mi voluntad. Junto a una psicópata —recalca.— Rómulo, tienes que encontrarla. Ya ella no está aquí. Quiero saber quién o quiénes están tras ella.

—Esta bien, dejé a una persona de mi total confianza encargada de ese caso, esperemos que para la mañana tenga información, ¿Pero, no tienes alguna foto de ella?.

—No. Según averigüe con el poquito personal que departió con ella no le gustaba tomarse fotos, ¿Qué conveniente no? Pero creo que en la hoja de vida se encuentra una.

—Perfecto, ya con eso podemos empezar.

—Aunque existe un inconveniente —interrupe a su amigo.—seguramente esa información la tiene Nelson, y conociéndolo no será nada fácil llegar a ella. 

—Bueno pero si levantas una denuncia...

—¡Nada de eso!. Todo se hará bajo completa privacidad. No quiero que esto salga a la luz.

—Bueno pues tendrás que esperar hasta mañana porque éste que está aquí —se señala.— está reventado por un día largo y tiene que descansar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top