Capítulo 45

Después de cenar Lala se encargó de lavar la losa. Adamaris se ofreció a ayudarla pero ésta se negó rotundentemente a su ayuda, alegando que a las invitadas no se les permite ocuparse de ese tipo de cosas. La castaña quiso revirar pero Alejandro fue más rápido, agarró su brazo llamando su atención y al obtenerla negó muy lentamente con la cabeza, claramente advirtiendole que no dijera lo que tenía pensado decir. Adamaris terminó rindiendose y de vuelta a la silla en que estaba sentada, suspira y por debajo de la mesa sus dedos se mantienen unidos. No fue después que Alejandro dijo en voz baja que iba a presentarle el resto de la casa. Y solo quedaban las habitaciones que en total eran cuatro. Solo quedaron ellos solos.

-Y esta es mi habitación -habla el empresario abriendo las manos de par en par apenas entran a la habitación que este había empezado a ocupar.- ¿que te parece? -la castaña entró a paso lento, sus pasos fueron tímidos y se detuvo a pocos pasos de la entrada.

La mirada de Adamaris se desplaza por la habitación sin poder articular palabra. Esta era amplia, la decoración sencilla solo una cama de dos piesas, sus respectivas mesitas de noche, la pared de enfrente fue reemplazado por un cristal que no contaba con cortina y que daba una vista al jardín.

Éste al verla toda ensimismada, se ríe bajo acercandose a ella.

-Amor no te quedes hay parada, ponte comoda. Mi habitación es tu habitación.

Alejandro agarra su manos y la adentra aún más a la habitación.

-Por allá esta el baño, es muy espacioso y después tenemos el armario, también es espacioso.

Efectivamente el baño era grande al entrar al baño te topabas con un pasillo que te conduce al armario.

-Esto es más grande que mi casa, creo que con tu sola habitación cabría mi pequeña casita -espeta de vuelta a la habitación.

Alejandro ríe y se encoge de hombros.

-A mí me gusta lo espacioso -dijo con tranquilidad.-pero aún estoy pensando en el espacio de los otros cuartos, creo que sería bueno montar un gimnacio y salas de cines.

-No entiendo porque quieres tanto espacio si solo eres tú solo.

-¿Y tú qué? ¿y la futura familia que tendremos?.

-¿Qué familia?.

Aquellas palabras aturdieron a la castaña. Alejandro lanza una risilla y agarrandola por los hombros, la sienta sobre la cama y éste se queda arrodillado al frente.

-¿Estás sorprendida? ¿molesta? ¿No quieres tener una familia conmigo? -le cuestiona ansioso y preocupado por la pálidez que adquirío el rostro de Adamaris.

Muy por el contrario de los pensamientos del empresario. Cada palabra que salía de la boca de Alejandro provoca que su corazón se inflé de una inmensa alegria.

En medio de su preocupación y al ver que ésta no cintestaba, decidio jugarse su última carta.

-Si te sientes incómoda entonces perdóname, no-no fue mi intensión decir aquellas palabras.

Adamaris empezó a negar rápidamente con la cabeza y temiendo que el empresario se alejará, envuelve sus brazos sobre su cuello para sorpresa de Alejandro pero no es capaz de hacerle frente a su penetrante mirada.

-¿Qui-quieres tener una familia... conmigo? -sus palabras sonaron dudosas.

La castaña se sentía sonrojada, y de hecho, lo estaba. Aquella imágen alegró al empresario, quién sonrió torciendo su sonrisa.

Alejandro llevó su mano hacía el mentón de Adamaris, lentamente alzó su cabeza pero aún así ésta se rehusó a mirarlo.
En un intentó por buscar su mirada, Alejandro mueve su cabeza hacía un lado tratando de agarrar su mirada. Pero Adamaris incluso así la rehuyó.

-¿Y si no me miras cómo quieres que conteste? ¡Si no me miras entonces no abrá palabras! -asegura intentando no reirse de la situación. Automaticamente lo mira-. Me gusta que seas obediente. Me encantaría tener una familia contigo, una grande, número. Con tres niños y tres niñas.

Adamaris suspira en medio del beso y alza sus manos, envolviendola sobre su cuello y hundiendo sus dedos en su cabello.

Alejandro profundiza el beso hasta que sus pechos se tocan y sus brazos descansan sobre el colchón masajeando las ebras del cabello de Adamaris.

Se separaron jadeantes, sus respiraciones eran pesadas y sus pechos subian y bajaban. Alejandro une sus frentes y mueve su cabeza rozando sus narices. Mientras, Adamaris disfrúta su toque y saborea el sabor impregnado del empresario. Mantienen sus ojos fuertemente cerrados, Alejandro logra envolcer sus brazos en el cuerpo de la castaña mientras se acomoda al lado de ésta.

-¿No crees que estamos yendo demasiado rápido? -cuestiona la castaña en un susurro aún manteniendo sus nariz pegadas abriendo sus ojos y mirandolo. Alejandro tuerce su sonrisa y abre los ojos, conectando miradas.

-Si llegamos a la parte en que te doy el anillo mucho mejor -brama sonriente. Adamaris ríe alto y niega. El empresario le da otro corto beso.

Adamaris suelta una risilla y suspira.

-No quisiera que esta noche terminará nunca -comenta a mitad de un suspiro. Por alguna razón no podía dejar de suspirar -.pero debemos salir ya, Lala nos esta esperando

Alejandro hizo una mueca.

-Que espere otro poquito más, aún necesito abrazarte -asegura sin la intención de apartarse. El empresario suspira audible, cierra los ojos y se acurruca buscando el calor de la mujer-.creo que ya no podré dormir solito -confieza en un susurro.

-No. Debe ser ya. ¿Acaso no viste como nos miró cuando dijiste que me ibas a enseñar el resto de la casa? -cuestiona, bajando el tono de la voz-. Creo que hasta esta escuchando tras la puerta.

Aquellas palabras ponieron la piel de gallina a la castaña, el empresario se dió cuenta de aquella reacción y sonríe complacido, él mismo siente liberarse de un gran peso.

Alejandro chistó los dientes, acordandose de la expresión irracunda de su nana cuando soltó aquellas palabras. Pero esta no dijo adsolutamente nada y continuo acomodando la alacena.

Justo en ese instante dos golpesitos retumbaron por la habitación, y de tras de esta Lala mantiene su oreja pegada a la puerta, tratando de escuchar algún sonido proveniente de la habitación. Como ninguno de los dos habló, pero si rieron y ésta los escuchó decidió hablar.

-Alejo, hijo ya e de irme, ¿no quedaste en llevarme de regreso a casa? -Lala por más que trató de controlar sus impulso por no sonar desesperada, le fue imposible. Y volvió a llamar a la puerta.

Adamaris volvió a mirar al empresario, éste la veía burlesco, se encoje de hombros y vuelve a unir sus labios, aunque estos no se movieron el beso no fue casto ni tan largo.

-Te llevo a casa -le dijo, suspira y se lecanta de la cama, ayudándola a levantarse de la cama. -eh, espera -dice, la castaña lo voltea a ver, uniendo sus labios en un casto beso.

-¡Alejandro! -se queja, elevando la vos pero con su gesto palpante de sorpresa. Expresión que le causó gracia al mencionado quien se encoje de hombros y la mira con fingida sorpresa.

-¿Acaso no fue suficiente con todos los besos que nos acabamos de dar? ¡golosa! -bramó sin poder cayar la escandalosa risa que había emitido. Ésta le dio un pequeño golpe en su brazo y se alejó, abriendo la puerta y deteniendose al toparse con Lala. Alejandro no tardó en alcanzarlas y los tres se encuentran.

De camino a su casa, Lala no pudo evitar preguntar.

-Cuéntame muchacha, ¿dónde naciste?.

-Yo nací en cuernavaca, pero mi hermano aquí en ciudad de méxico -responde, volteandose para verla.

-Oh, tienes más hermanos.

Asiente.

-Uno de hecho, su nombre es Alan.

-Lindo nombre. Armonía, gracia. Son personas que no consiguen adaptarse a ningún tipo de disciplina. ¿Tu dijiste que te llamabas Adamaris? -ésta asiente aturdida por sus palabras.-mujer casada con la verdad, mujer única y dichosa.

-¿Cómo sabe el significado de nuestros nombres? -le pregunta asombrada.

Lala no se apresura a contestar, en su ojos destella un brillo opaco y su mirada parece distante. Adamaris al notar aquel cambio, le da un leve golpe en la pierna de Alejandro. Éste automaticamente la mira preguntandole con la mirada lo que le pasaba, y Adamaris le señada con la cabeza hacía atrás. El empresario curioso, mira por el espejo retrovisor, abre la boca dispuesto a preguntarle lo que le pasaba pero Lala se apresura hablar.

-Es que esos nombre son mis preferido -dice nostalgica. Ríe, alza la cabeza mirandola con tanto amor que la castaña sintió su corazón doler-. Es que... no pienses que estoy loca. Ese eran los nombres de las dos personas que ya no estan conmigo... -Alejandro suspira pesado tras escuchar las palabras de su nana. Adamaris lo mira frunciendo levemente el ceño pero rápidamente vuelca su mirada a Lala.

-Señora Lala yo... -Adamaris intentó hablar, intentando recofortarla. Sin embargo, ésta niega y suspira.

-No te preocupes querida, ¿sabes? Para mi es un honor encontrar a personas que lleven los nombres de las personas que tanto amo. Haber si un día de estos conozco a tu hermano.

-Por supuesto que si, a Alan usted le va a encantar.

Ambas se agarran la mano observandose con ternura y reconfortandose a la vez. Alejandro se encontró conmovido, sonrió regresando su mirada al frente de pronto sintiendo un calor extendiéndose por todo su rostro.

-A puesto que si -afirma. Sus manos se separaron y ambas buscaron dismuladamente secarse las lágrimas que empezaron amenazar con asomarse-. Hábleme de tus padre -le pide un poco contenta.

-Que le puedo decir de mis padres. Mamá se llama Carolina Perez y papá Alfredo Gutierrez Ruiz, ambos son muy especiales para mi hermano y para mi. Ellos... ellos son unos angelitos que nos estan cuidando en el cielo -. Alejandro une su mano y besa con dulzura su palma.

-Lo siento.

-No se preocupe.

-Disculpa si soy una entrometida pero ¿de qué murieron?

-Ellos murieron en un accidente de transito. Venían de un cena de negocios y un vehículo los embistió -cuenta, parpadeando para espantar las lágrimas. Alejandro aprieta su agarre buscando reconfortarla, Adamaris guia su mirada a sus manos unidas, sonríe y alza la mirada hacía la señora Lala, continua contando-. Mamá murio de inmediato, pero papá... -se le trabó la voz-. Él si duró unos días más en el hospital. Agonizando, supongo.

-Que pena, es muy triste lo que cuentas.

-Con el tiempo deja de doler -menciona con resignación.

-¿Y qué pasó con la persona del otro vehículo? -pregunta Alejandro interviniendo en la conversación mirandola de reojo. Hasta ese momento se había encontrado en silencio escuchando cada una de las palabras que estas mujeres pronunciaban pero invadido por la curiosidad.

Esta vez fue Adamaris quien aprieta la mano. Alejandro inmediatamente entendió que era un tema delicado para ella.

-Fue a la carcel. Resulta que estaba alcoholizado y se durmió mientras manejaba, y bueno, ocurrió el accidente.

-Bueno al menos hubo justicia -habla Lala.

-¿Usted cree? -le cuestiona.- Lo que yo creo es que hay dos familias rotas. Resulta que yo no solo perdí a mis padres sino que unos niños perdieron al único sustento que tenían para sobrevivir -cuenta, sintiendose liberada al poder contar en voz alta lo que por tanto tiempo había ocultado por temor a pelearse con Alan.

Adamaris había asistido a todos los juicios del asesino de sus padres, entonces se enteró de las circunstancia que rodeaban la vida del hombre. En aquellos días solo deseaba que ese hombre pagará, pero a medida que el caso avanzaba y conocía la vida de éste y todos sus problemas, la rabia y resentimiento acumulado se fue extinguiendo.

Él, viudo, con cuatro hijos de ocho años, seis años y dos gemelos de tan solo nueve meses de nacido. Había empezado a beber cuando supo que su esposa había fallecido en el parto de sus gemelos y no supo lidear con la situación, posteriormente perdió su trabajo por irresponsable acrecentando su alcoholismo y en lo único en que pudo trabajar era de taxista pero ya su alcoholismo lo había vuelto agua.

Pese al dolor de la perdida de sus padre, no pudo simplemente ignorar la terrible vida que iban a tener aquellas pobres criaturas así que decidió volverse voluntaria en los hogares de paso en que fueron llevados los gemelos hasta que fueron adoptados.

-¿Cómo sabes eso? -le pregunta Lala.

-Bueno es que no podía dejar a esos niños solos, no después de saber lo que les avecinaba.

-Eres increíble amor -menciona sin poder ocultar lo fascinado que estaba con ella.

Adamaris lo mira, parpadea, sonríe y niega con la cabeza.

-No lo soy. Todo lo que soy es fruto de los valores que mis padres sembraron en mi.

-Y de los que hoy día dan muchos, muchos frutos -sentencia-. Entonces tus padres eran increíbles. Benditos tus padres -pronuncia y besa su mano. Lala no podía estar más de acuerdo, así que satisfecha por la información obtenida, no vuelve hablar y pronto se formó un cálido silencio. Lala no apartó en todo el viaje la mirada de las manos de la pareja unida soñando despierta con su unión.

La casa se encontraba a oscuras cuando el vehículo se detuvo.

-Esta es mi casa, muchas gracias Alejandro. Tengan cuídado -hablar Adamaris, despidiendose -.adiós -le da un beso en el cachete al empresario y se baja del vehículo alejándose-. Adiós señora Lala.

-Es una muchacha con un corazón puro y físicamente muy linda -habla Lala sin dejar de observarla. Alejandro sonríe y asiente con la cabeza estando de acuerdo con sus palabras.

-Ella es única Lala -gesticula y se muerde el labio.

-¿Estás muy enamorado, verdad? -le pregunta, mirandolo con dulzura.

Alejandro no responde pero en su mente lo acepta.

Cuando la puerta cerró, perdiendo de vista a la castaña pone en marcha el auto, feliz porque al fin pudo revelar lo que estaba sintiendo.

Apenas puso en pie dentro de la casa, se giró sobre sus pies girandose sonriente. Llena de alegria, agarra su bolsa y la muerde con fuerza pretendiendo ocultar así el grito que tenía atorada en la garganta. Dió saltitos hasta llegar al comedor donde empieza hablar sin poder contenerse.

-Por dios chuchito lindo, ¿qué es lo que tiene ese hombre? ¿qué?Yo... -suspira, deja la bolsa en la mesa -. ¡por dios que noche! Quiere... quiere tener una familia conmigo, ¡conmigo!, ¿puedo ser tan dichosa? Tan... familia, quiere tener una familia conmigo.

Iba a continuar hablando pero los apresurados pasos de Maricé la sorprendieron.

-Mija ya estas en casa -habla, acomodándose la tiara que llevaba envuelta en su cuerpo para cubrirse del frío-. Pensé que no vendrías, ¿dónde has estado? Tu hermano andaba muy preocupado.

Adamaris le sonríe y agarra su brazo.

-Ay tía, te prometo que más temprano que tarde. Ósea muy pronto voy a dejar todos estos secretos y voy a traer al hombre que me a robado completamente el corazón -besa su cachete, suspira y agarrando su bolsa se aleja y se adentra a su habitación. Al momento de cerrar la puerta, Alan sale del cuarto de huespedes mirando reprobatoriamente hacía la puerta que se acaba de cerrar sin saber como sentirse. Alan suspira pesado y al sentir los pasos de su tía en dirección a él, se adentra al cuerto y Maricé pasa de largo sin percatarse.

A solas, Adamaris deja el bolso en su escritorio, suspira risueña y empieza a desvestirse sin poder evitar volver a suspirar.

Adamaris observa su reflejo en el espejo mientras termina de atar su cabello en un cola alto. Suspira, agarra el fraco de colonea y rosia a su dirección. Al acabar su mirada sigue al frente sin poder apartar la mirada se su sonrisa, había amanecido tan feliz y sonriente que cada pensamiento o recuerdo de los últimos días acrecentaban su sonrisa. La llegada de un mensaje captó su atención, se trataba de Alejandro.

Alejandro:

Buenos días *emojin de beso*, ¿cómo amaneció la mujer más divina apoteosicamente hermosa?.

Automaticamente sonríe sintiendose sonrojada.

Adamaris:

*Emojines sonrojados* Buen día. Me apenas, pero amanecé muy bien, ¿y tú, cómo amaneces?.

Sin apartar la mirada de la pantalla lleva su mano hacia sus labios sin llegarlos a tocar pero sí recordando el beso que se dio ayer con Alejandro. Se pregunta si así se estará sintiendo el empresario justo ahora. Otro mensaje del empresario.

Alejandro:

Siendo el hombre más dichoso de la tierra. Te extraño, te quiero *emojines de besos*.

Sonríe y aparta la mano de sus labios.

Adamaris:

También te quiero, nos vemos en la empresa *inserta emojin de beso*

Se gira y camina hacia su cama solo para agarrar su bolsa y tenderla sobre sus hombros. En ese instante, la puerta se abre y María se asoma, adentrandose a la habitación.

-Buenos días, ni te pregunto como amaneciste porque con esa sonrisa explendida que tienes ya lo dice todo -le dice también sonriente.

Una sonrisa boba se adueña de ésta, y María al verla chilla emocionada. Pero la castaña rápidamente se puso seria.

-Buenos días a ti también, por cierto no te e podido preguntar pero, ¿cómo te fue en la entrevista?.

-¿A divina quién es la nueva secretaria de Ovo'Alcalá? -pregunta emocionada, señalandose con el dedo pulgar mientras movia sus brazos.

Adamaris lanzó un chillido emocionada, María también chilla y agarrandas de las manos dieron cortos saltos.

-¡Que bien amiga, yo sabia que ese puesto iba hacer para ti! ¡volvemos a trabajar juntas, que emoción! -pararon de saltar.- ¡eres una dura! Pero, pero ¿quién será tu jefe inmediato?.

María se encoje de hombros.

-¡Jum, ni idea! -la recorre con la mirada y agrega.-ututuy, pero ¿a dónde vás tan sexy? Por lo general no usas faldas para ir a trabajar y mucho menos una tan provocativa, hasta estas mostrando piernas -menciona volviendo a mirar las piernas de su amiga.

Adamaris se apena con aquellas verdades. Pero son completamente ciertas. Ella no suele utilizar faldas para ir a su trabajo, y hasta más arriba de la rodilla menos pero ese día en especial se sentía diferente y así queria verse. Por eso se recogio el cabello, se puso una blusa de tirantes azul rey, la falda de flequillo y color mostaza con flores azules y rojas, una chaqueta de jean y unos botines rojos de tacon. Haciendo lucir sus blancas, gruesas pero perejas piernas.

-Es que hoy, precisamente hoy me siento y me veo diferente, así que desempolvé todo lo que vez y me los puse -explica.-y ya vamonos a desayunar, muero de hambre.

Ambas salieron y llegaron al comedor donde Alan y Carlitos se encontraban ya desayunando. El primero en notarlos fue Carlitos, y la cuchara se le resbaló de las manos al mirar a Adamaris. Alan lo miro sin entender porque había dejado caer la cuchara, pero al voltear a mirar a la dirección donde miraba este también quedó estético.

De la cocina Maricé sale y deja los dos platos en la mesa, se gira en direción a la cocina pero se queda igual de quieta que su sobrino y ahijado.

Maricé abre la boca exageradamente al verla. Adamaris besa su cachete y se sienta tranquilamente al lado de su hermano.

-¿Y tú para donde vas tan... tan... despampanante? -le pregunta a su sobrina.-no me digas que así vas a ir a trabajar -comenta entregandole su desayuno.

-¿Qué tiene? A mi me gusta. Se ve muy chic -habla María tomando asiento en frente de Adamaris. La morena suelta una risilla y empieza a degustar su desayuna.

-A mí no me parece que esas sean fachas para ir a trabajar
-indica Maricé volviendo a la cocina, y regresando con su plato. Ésta se sienta al lado de su sobrina. Su mirada recae en las piernas de ésta y abre un poco los ojos, pensando que es indecoroso esas fachas. Pero regresa la mirada al plato tragandose las ganas de protestar.

Alan soltó el aire que no sabia que retenia y continuo comiendo, sin decir ni una palabra. Desayunaron en silencio o por lo menos hasta que Carlitos abrió la boca.

-Estas muy linda tía Ada, tanto que me dan celos -la halaga mientras sus cachetes se vuelven rojos.

María y Adamaris lo miran con ternura.

-Eres un lindo. Gracias mi vida-le sonríe y le manda un beso.

-Bueno y ¿para la mamá no hay halagos?-le pregunta a su hijo, fingiendo indignación y agarrando los cachetes de su hijo y apretandolos suavemente.

Carlitos intentó inutilmente apartar las manos de su mamá pero este acto lo único que logró fue que se intensificara los toques de su madre, alijerando el ambiente.

En ese instante, el timbre de la puerta suena, Maricé se levanta de la silla para atender pero la mano de su sobrina la detiene. Adamaris le sonrie.

-Voy yo tía, tu sigue desayunando -se levanta de la mesa y camina hacia la puerta de la casa, María y Maricé siguen sus pasos atenta. Abre la puerta y lo primero que vé es un ramo grande de rosas rojas.

-Es usted la señorita Adamaris Gutiérrez -afirma el repartidor, le entrega el ramo, la hace firmar el papel de entrega y se marcha.

Adamaris cierra la puerta mientras huele las rosas, alza su mano y agarra la tarjeta y la lee. Se sonroja.

"Recibé estás últimas rosas
como muestra de mi infinito
amor y de compromiso amarte
por siempre"

María chifla viendo la expresión de su amiga.

-¡El amor, el amor! -dice la morena. Adamaris la ignora, se mete a la cocina y de esta sale con un jarón. Mientras colocaba las flores dentro camina hacia las habitaciones, desapareciendo de sus vista-. Esto me huele a compromiso -bromea sin imaginarse que sus palabras eran verdad.

Alan gruñó, de pronto, como si ya no tuviese hambre, se levanta de la mesa, ajustandose la corbata.

-Las espero a fuera -informa serio-. Ya se no tengo hambre.

Cuando Adamaris regresó ya Alan no se encontraba en la mesa.

-Nos espera afuera -dice María al ver la expresión de confusión-. Ya yo termine, señora Maricé, ¿podría por favor llevar a Carlitos a la escuela? -le pide viendola.

-Con gusto mija -responde.

-Bien, entonces, vamonos -habla Adamaris con tono desanimado, imaginandose las razones por las que su hermano se encontraba tan esquivo y reacio a seguir preguntarle sobre su secreto romance.

Maricé habla.

-Pero hija, ¿no vas a terminar de desayunar? Mira que hoy hice el desayuno menos picante.

Su sobrina le sonríe.

-No tía, ya estoy muy llena -se justifica. Agarra su bolso y esperando a que María llegara a su lado salen de la casa.

Los tres avanzaron hasta la parada con rumbo al trabajo, Adamaris y María iban tan entretenida hablando entre ellas que ni siquiera habían notado las miradas que los hombres le lanzaban. Pero Alan si, y su rostro se endurecia cada vez más lanzándoles miradas asesinas a quienes se atrevían a mirarlos.

Apenas llegó a su puesto de trabajo, Miranda le pidio ayuda con unas telas así que se la pasó ocupada por media mañana hasta que la diseñadora le entró una llamada y tuvo que partir. A solas, terminó lo que se encontraban haciendo pero escuchó su teléfono sonar, era la notificación de que le había llegado un mensaje.

Alejandro:

Muero por verte, por tenerte cerca. Aún no puedo para de pensar en lo que sucedió anoche, ¿en serio tengo que aguantarme hasta mañana? Ya quiero verte, ¡salgamos hoy!.

Adamaris suelta la risa y teclea.

Adamaris:

No dices más que bobadas, ya nos hemos visto toda la semana y tú tendras trabajo que adelantar. No se te olvide que Julio esta estresadisimo con lo del viaje y tu deberías estar pendiente de este.

Pdt:El ramo me encantó *inserta emojin sonrojado*, ¿tenía que ser tan grande?*inserta emojin pensativo*.

Alejandro sonrió al leer el mensaje. Tecleo mientras miraba la presentación que tenía en frente.

Alejandro:

Mi tiempo esta perfectamente alineado pero siento que no te dedico lo suficiente a ti, necesito desesperadamente más tiempo a tu lado *inserta emojin enamorado*. ¡Muero por verte!. Por cierto, viajaremos en estos días y por supuesto que vas con nosotros.

Lo envio, pero inmediatamente vuelve a escribir.

Alejandro:

Para mi no fue lo suficientemente grande porque tu mereces mucho más que unas simples rosas, tu mereces el mundo. Pero por ahora, de nada *inserta emojin de beso*.

Adamaris ríe al leer el mensaje llamando la atención de las personas que estaban en el elevador. Se muerde el labio reprimiendo la risa y disculpandose con la mirada. Muerta de verguenza, agacha la mirada y mira la pantalla justo cuando otro mensaje de Alejandro le llega.

Alejandro:

¿Dónde estás? Te invito a almorzar.

Afortunadamente el elevador se abre y las personas que estaban salen, dejándola sola.

Alejandro:

Será algo rápido en la oficina, solo tu y yo *inserta emojin de beso* ya que esta noche no nos vamos a poder ver *inserta emojin de suplica*.

Adamaris suspira y alza la cabeza justo cuando un hombre conocido por ella se sube al elevador.

-¿Ricardo? -nombra en un susurro tenso, sus ojos no se apartaron de la también sorprendida mirada del hombro frente a ella. Ambos se observaban sorprendidos, preguntandose las razones por las que se encontraban ahí, y Ricardo, maldiciendose por encontrar a la castaña muy bella.

Una silenciosa lágrima se le escapa de su ojo izquierdo, baja hasta su cachete recorre hasta llegar a su mentón y bajar por este hasta perderse entre su atuendo.

-¿Ada? ¿eres mi Ada?-pregunta Ricardo, logrando al fin articular palabra.

Adamaris quisó negar ante aquellas palabras, pero antes de que las puertas del ascensor se cerraran, una tercera persona entró. Es Inez, la prima de Alejandro. Ricardo reacciona y se gira en el momento justo en que los labio de Inez se impactan con los suyos. El eco del beso provocó que involuntariamente Adamaris agache la cabeza, y su cuerpo empieza a tensarse, sintiéndose incomoda.

-¿Todo bien, amor? -le pregunta Inez a Ricardo, sonriente, ajena al incomodo momento que se empezaba a formar en el ascensor-.¿qué tienes? Te ves pálido.

-Na... -Ricardo se aclara la garganta al sentir su voz traicionarle. Toma aire para calmarse pero es inutil-. Nada, te tardaste mucho. Estoy un poco nervioso es todo.

Ricardo asiente con la cabeza pero sus manos se cierra y abren, buscando liberar así la tensión de su cuerpo.

Cuando Inéz le había informado de su regreso a México por asuntos de trabajo, y posteriormente, pedirle que la acompañara a la reunión que iba a tener con su primo Alejandro, jamás imaginó encontrarse de frente con su antiguo amor. No sabía como sentirse, ni tampoco el significado del sentimiento que empezaba a brotar en su corazón.

Su rostro empezó a descomponerse cuando se fijó que estas personas se dirijen al mismo lugar a donde ella se dirije. A la oficina de Alejandro.

-Amor tranquilo, ya veras que mi primito querido va a decir que si. Como te dije él es un hombre de trabajo y sabe lo que le combiene -comenta Inéz sin poder ocultar su alegria.

Las puertas del ascensor se abrieron y la pareja salió, dejando atrás a Adamaris quien se encontraba congelada, mirando la espalda de Ricardo desaparecer de su campo de visión. Solo cuando éste gira su cabeza y sus miradas se cruzan es que la castaña agacha su propia cabeza huyendo de su mirada y las puertas del ascensor se cierran.

Entonces, a solas el nudo en su corazón empieza a deshacerse y diversas preguntas empieza aparecer en su cabeza. Ya no fue capaz de entregarle los documentos que Julio le había encargado pero tampoco de ir a su puesto de trabajo, vagó por las instalaciones de la empresa con la mirada perdida y los pensamientos del pasado rondando su mente.

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