Capítulo 18
El martes Joel llego a la ciudad de México a bordo de un helicóptero suministrado por un amigo de su padre muy poderoso que también puso a su servicio a una enfermera.
El viaje no fue largo pero si bastante estresante y agotador casi extenuante, pero tampoco quería mantenerce lejos de la ciudad así que apenas callo la noche de aquel domingo en Acapulco se contacto con él y al día siguiente ya estaba todo listo. Bueno, casi todo, pero lo importante era que ya estaba afuera. Estaba muriendose del aburrimiento cuando el timbre sonó, quiso levantarse de la cama e ir atender, pero el dolor era tan insoportable que al tratar de levantarse se lastimó y le dolió un infierno. Joel prefirio quedarse en cama.
Cuando la enfermera fue atender se topo de frente con Adamaris.
—¿Si? —pregunto la enfermera.
Adamaris parpadeo y sonríe con calidez.
—Vengo a ver a Joel, soy una amiga —responde.— ¿usted debe ser la enfermera que llegó a cuidarlo, si no me equivoco? —le pregunta. Ésta asiente.— ah, soy Adamaris Gutierrez, un gusto —la enfermera acepta la mano que Adamaris le ofrece.
—Un gusto yo soy Ana Lopez. El doctor Joel no me avisó que tendría visita.
—Oh no es que el no lo sabe, quería... Sorprenderlo así que le pedí a mi hermano que me trajera y... ¡Aquí estoy! —le explica tratando de ser clara. Era un verdadero milagro que Alan hubiese aceptado traerla hasta el departamento de Joel y fue a un más que el portero hubiese reconocido a su hermano después de tantos años de no colocar un pie por aquel condominio.
—Oh entonces adelante, realmente es bueno tenerla porque necesitaba comprar algunas cosas, ¿usted podría cuidar al señor mientas voy a...?
—No se preocupe y vaya con cuidado —la interrumpe.
Ana le sonríe agradecida y sale del departamento cerrando la puerta al salir.
—¡Ana!, ¿quién a llegado? —grita Joel.
Adamaris siente su corazón acelerarse y se permitio dudar. ¿Realmente estaba a solas con Joel? Sintió escalofrios.
Nunca habia estado en el departamento de un hombre; tampoco era como si Alan se lo permitiese, ni con Pablo- el hermano de Mónica- Alan era flexible aunque ya iban para seis años de noviasgo, Alan vivía detras de ellos.
Era casi asfixiante la manera en que veía a Pablo cada vez que éste iba a casa. Ahora entendía que su hermano tal vez siempre desconfio de él y tenía razón, Alan siempre tenía razón.
Adamaris dejó sus pertenencias en el mueble mientras se aproxima hacía la único habitación que había en el departamento y de la que provenía la voz de Joel. Con el corazón en la mano asomó la cabeza por el pórtico topandose con su mirada. Éste se quedó estático al verla.
—¿A-adamaris? —pregunta, escéptico.
Adamaris entra a la habitación, sentandose al lado de Joel. Éste rapidamente agarra sus manos y las entrelaza sin contener la expresión eufórica en su rostro.
—Eres tu... pero, ¿cómo...?.
—Alan me trajo.
—¿Alan? —le pregunta escéptico. Adamaris asiente.
—Si, incluso desea que mejores pronto y se excusa por no subir, pero tenía una entrevista de trabajo.
—Oh, okey.
Se quedaron en silencio, aunque no por mucho tiempo.
—¿Cómo sigue tu pierna? —le pregunta rompiendo el silencio.
—Mejorando —respondio sonriente.
—Me alegra.
Otro silencio. Adamaris carraspeó para aclararse la garganta.
—Joel yo quería... quería agradecerte bien por todo lo que...
—Para, para —pide éste interrumpiendola.— yo no quiero que te sientas agradecida —asegura.— Lo que yo quiero va mucho más haya de lo que estás sintiendo ahora.
Adamaris traga saliva. Joel continúa, viendo la oportunidad de por fin abrirse ante la persona que amaba.
—Yo quiero algo más. Quiero ser... La persona que te haga feliz Adamaris.
Adamaris no sabía que decir, era todo una mezcla de sentimientos con el profundo hueco que nació en el centro de su pecho y no pudo articular palabra. Pero Joel continuo:
—Quiero amarte hasta que se me vaya la vida. Yo quiero... ¿Tu quieres ser mi novia? ¿Tu quieres ser mi novia?.
El corazon de Adamaris dio un brinco y sus ojos se le llenaron de lagrimas. No sabia que decir ni como comportarse. Joel le estaba pidiendo ser su novia, ¡SU NOVIA! ¡que locura!. Tenía que tratar de tranquilizarse, calmar su desenfrenado corazón y dar una respuesta
—¡Si, si, si quiero, si! —exclama feliz, lanzandose a sus brazos para pegar sus bocas en un apasionado beso. Fue tal su euforia que no midio su fuerza y terminó lastimando la pierna herida de Joel. Éste frena abruptamente el beso y contrajo su rostro. Adamaris se aparto de inmediato, espanta y apenada. — uh, lo siento no me fije. Pero si quiero —toma aire para tratar de calmar su emocion.— si quiero ser tu novia.
A Joel se le ilumino el mundo.
—No te... —el sonido del timbre lo interrumpio. Joel suelta el aire retenido.
—Yo voy —dice Adamaris levantandose de un brinco de su lado con una boba sonrisa pintada en su rostro.
No mira atrás. Sale de la habitacion y llega hasta la puerta abriendola de inmediato. Frente a ella se encontraba el padre de Joel, aunque claro ella no lo sabía por tanto le sonrió, quitándole el aliento.
—¿Si? —le pregunta esta incapaz de preveer la turbación de Agustín. Al ver que no contestaba, Adamaris frunce un poco el ceño.—¿Acaso... Se equivoco de puerta?.
—No —responde apenas, llegando a negar con la cabeza.— no yo soy...Soy el padre de Joel, Agustín —Adamaris abre sus ojos sorprendida.
—¿Usted es...Su padre?.
—Así es.
—Oh pase, pase —Adamaris sede el paso. Agustín entro al departamento dudoso, apretando con fuerza el retactable locking handle de su maletero. Agustín se planto a mitad de la sala y miro con asonmbro a la castama. Que parecido, pensó.
—¿Y Joel?.
—¿Usted no sabe?.
—¿Le pasó algo a mi hijo? —se apresura a preguntar sintiendo su corazon detenerse.
Adamaris pensó que era muy raro que el padre de Joel no se hubiese enterado de lo que le había sucedido a su hijo. Y luego, pensó que tal vez Joel no quería preocuparlo. Pasa saliva, intentando encontrar las palabras adecuadas para decirle que su hijo habia sido herido.
—Bueno, verá, ahora esta bien. Solo que hace unos días que en medio de un robo hacía su persona recibió un disparo en la pierna... Pero esta bien, ya esta bien.
—¿Dónde está? —pregunta remplazando la sorpresa por la preocupacion.
—En su habitación _responde. Pero nota que Agustín luce confundido. Adamaris penso que era muy parecido a su hijo.— Venga la llevo.
Adamaris le sonríe, Agustín trato de devolverle el saludo pero no puedo, era casi como ver a cierta persona que conocia muy bien reflejada ella. Juntos caminaron hacia la habitación donde estaba Joel, éste al verla alzo la mirada de su movil donde minutos antes habia llegado un mensaje de Alejandro preguntando por su estado, pensaba en responderle pero la llegada de Adamaris capto su atencion.
—¿Quién era?&le pregunto. Adamaris en respuesta dio a conocer a su padre.
Padre e hijo se reencontraban después de un mes sin verse. Pero ahora era diferente. ¿Qué rayos hacía su padre allí? Tenía sentimientos encontrados con respecto a su padre y a la vez se sentía feliz.
Agustín cruzó la habitacion y llegando a su lado, se sentó y lo abrazo; un abrazo afectuoso, lleno de amor, recuerdos y aflicción.
—Mirate, estás más delgado —comenta Agustín incapaz decontener las lagrimas.
—Papá...—susurra, con lágrimas en sus ojos.
Padre e hijo hablaron largo y tendido disfrutando de la calidez del otro hasta que Adamaris muy apenada los interrumpio pues tenía que irse y ya su hermano le había avisado que llegaría a buscarla.
Y cuando se disponia a irse, Joel la detuvo.
—Padre creo que no te e presentado correctamente a Adamaris —dijo, agarrando su manos.— ella es mi novia. Oficialmente y desde hoy.
Adamaris agacha la cabeza sintiendo sus cachetes arder cuando el padre de Joel la mira sorprendido. Agustín se permitio observar a la castaña teniendo miles de contradicciones en su cabeza. Pero al final, termino sonriendo.
&Eres muy hermosa —dice sincero.— mi hijo no puede tener a su lado mejor persona que tú. Felicidades.
Al rato, cuando Alan vino a buscar a su hermano Agustín insistió en acompañar a su nuera. Ya no estaba sorprendido como la primera vez y le costo horrores sobreponerse al enfrentamiento de los recuerdos pasados. Pero al ver a Alan volvió a quedarse sin palabras. Ambos hermanos ajenos a las acciones del hombre se despidieron de Agustín y se fueron rumbo a su casa.
—Que grata sorpresa —se dijo Agustín en un murmullo.— el mundo es un pañuelo, un verdadero pañuelo —agrega, suspira y entra al edificio. Era definitivamente interesante lo que acontecía, sólo debía jugar muy bien sus fichas.
Mónica fue conducida hasta una de las jardineras traceras del restaurante, lugar donde iba ser el encuentro con Alejandro. Estaba nerviosa, sus piernas temblaban un poco y su respiración era irregular. Pese a que venía mentalizada para lo que iba suceder a partir de este día no estaba preparada para sentir la presión que conyeva ser parte de un algo, y más, cuando la otra persona venia "inocente" de lo que estaba planeado.
El lugar era hermoso, pero para nada original y muy monotono ya que ella había estado demasiadas veces allí; incluso, con su madre. Sabía de antemano que a Enriqueta le encantaba ese lugar, pero ella esperaba que Alejandro se apropiara del asunto, obviamente él tenía parte de culpa por lo que iba a suceder.
Alejandro ajeno a la lucha interna de la rubia, se levanto de su asiento casi automaticamente cuando observo acercarse.
La camarera se hizo aun lado permitiendo que Mónica pasara primero. Se saludaron.
—Alejandro Alcalá.
—Mónica Durán.
Mónica quiso salir huyendo de ese lugar, sin embargo, recordo todo lo que se estaba jugando. El futuro de la familia.
Alejandro no se quedaba atras, contaba las horas para que todo terminara y poder embriagarse en algun bar, se sentia enfermo. No podía pasar por alto que la menor de los Durán era una mujer muy sexy y despampanante, sin duda era su tipo más por la forma en que estaba vestida. Mónica traía un apretado vestido rojo largo hasta la mitad de su muslo que resaltaban sus curvas, era elegante y sofisticado pero por alguna extraña razón no le provocaba, no se sentía atraído para nada a ella.
Ambos se sentaron en sus respectivos asientos muy alejados del otro, y así, la camarera pudo acercarse.
—Bienvenidos, en este día yo estaré acompañandolos y prestandoles el mejor servicio que solo encontraran en Sir Winston Churchill's. Aquí tienen el menu —la camarera les entrega la carta y espera pacientemente a que estos ordenen.
—A mi me da una ensalada cambozola —pide Mónica. —y de postre un pay de limon. Gracias —le entrega la carta.
—Yo quiero un filete pimienta verde de madagazcar y de postre un caépes suzeite —pide Alejandro.— ah y una botella de vino blanco.
—A mí solo tráigame un vaso de jugo de piña, gracias.
—Muy bien. Ya les traigo su orden —la camarera se retina haciendo una reverencia.
El ambiente se torna silencioso e incomodo entre ellos; ninguno de los dos quiso romper ese silencio, sin embargo, Mónica sabía que debía buscar acercarse a el castaño.
—De verdad que no me reconoces —Mónica suelta una risilla, seca. Confundiendo a Alejandro, pero este rápidamente esconde sus gestos faciales en una fría capa de seriedad. Era todo lo que iba a recibir de ahora en adelante. Sin embargo, Mónica suspiro.—Yo sí quete conozco —continua.—... Mirrey —pronuncio lento.
Alejandro alzo una de sus cejas impaciente. Estaba sorprendido no lo podia negar, no había escuchado aquel sobrenombre desde que salió de la preparatoria y de eso fue hace una decada más o menos, realmente él ni siquiera se acordaba.
—¿Cómo...? —intento preguntar.
—¿Qué cómo lo sé? —Mónica tuerce una sonrisa sexy.— ay Alejandro fuistes amigo del tonto de mi hermano por años y ahora no recuerdas que estuviste en el mismo curso de verano que yo... Por tres meses.
—Oh... —su rostro se volvio pensativo, aunque no tardo demasiado en encogerse de hombros volviendo hacer indiferente.— supongo que se me olvidó —se excusa vagamente.
—Si, a mi no.
Nuevamente silencio. Mónica recorre el lugar con la mirada, el jardín era precioso moderno casí como estar en el paraiso.
—Estoy un tanto desconcertada y excesivamente molesta —comenta Mónica entre risa.— la prensa alimenta a diario el ego de una persona, ¿no te parece?. Pero si yo... Si yo no te hubiese conocido de antes seguro, seguro que pensaría que tú no eres tú —al ver la mirada inquisitiva que Alejandro le daba, continuo.— si... La prensa recalca demasiado lo galante que eres, tus numerosas conquistas, tu inequivoca percepción para atrapar a cualquier mujer. Sin embargo, no has hecho nada para tratar de conquistarme. ¿Es eso posible?.
La respuesta no tardo en ella.
—Tal vez tu no me atraigas —Mónica alzo una ceja y torcio una sonrisa.
—O tal vez... Es porque tu no eres Alejandro Alcalá —bromeo, tratando de apartar la frialdad del momento. Incluso para ella el asunto se estaba volviendo demasiado incomodo, plenamente consiente que no lo podria soportar.
—Siento decepcionarte, pero éste que esta aquí es el único Alejandro Alcalá que existe en la faz de la tierra.
—Bueno entonces sonríe para la cámara.
Alejandro frunce el ceño.
—¿De qué estás...? —se calla y cierra sus ojos. Maldiciendo mentalmentalmente preveer lo que su madre haria.& mamá...
—Exacto. ¿Cuanto crees que tardaran en ser publicadas nuestras fotografias? Ahora... Solo hay que dejar que la magia surga —en ese instante la camarera vuelve y sirve la mesa en compañia de otras dos camereras.— ¿comemos? —pregunta cuando se encuentran solos.
—¿Y? —le pregunta Carlos a Alejandro cuando lo ve entrar a su oficina.
Alejandro se tardo en respoder. Primero había ido a por varias copas a su mini bar. Quería llamar a su madre y hablar muy seriamente con ella, estaba... furioso, encolerizado, impotente al sentirse engañado como si fuese niño un tonto. Aunque debía de admitir que su madre era muy inteligente al hacerlo ir a una cita ciega y contratar a una persona para tomarle fotos comprometedoras que seguramente iran a parar a una prestigosa revista de chismes. ¿Con qué intención? Amarrarlo a una mujer.
—Realmente te fue mal —asegura Carlos siguiendo cada uno de los pasos de su amigo.— ¿Moniquita no era lo que esperabas? —Carlos trato de bromear pero ante la mirada asesina que le lanzo Alejandro decidio por su propia vidadejar aun lado los juegos.
—Quiero que llames en este instante a nuestros abogados demandaremos a cualquier sitio web u revista que se atreva a publicar lo que paso hoy —ordena con dureza.— cerraremos cualquiera que lo intente siquiera.
—Ok, ok, primero calmate. ¿Tan mal te fue en la cita?. Espera... ¿cómo se entero la prensa? Alejandro, no te estoy entiendo.
—¿No lo adivinas? ¡Mi madre! Si no fue ella, Papá o ambos. ¡Yo que voy a saber! —bufo, frustrado.— Pero no les dare el gusto, con Alejandro Alcalá nadie juega —Alejandro se agarra el pelo con desesperación. Si no movía sus fichas podría... Deshizo el moño de su corbata y asesino a Carlos con la mirada.— ¡¿pero que estas esperando?! ¡Vez a llamar a los abogados, ya! —Carlos prefirio hacerle caso a la orden a su amigo antes de respirar el aura de este. No entendia los motivos por los cuales Alejandro estaba como estaba pero apenas salio de aquella oficina respiro otro aire.
Los primeros sintomas no tardaron en aparecer.
El mareo que sintio Adamaris mientras sacaba unas fotocopias solo fue el inicio, a lo largo del día sintio mucha fatiga y pese a que se había tomado sus medicamentos le fue imposible seguir trabajando, sabía que tenía que descansar; había tenido una semana de lo más espantosa.
Por otro lado, las cosas en el trabajo tampoco estaba bien, y estaba ya muy nerviosa por el viaje que su cuerpo reaccionó cuando olvido tomarse sus medicamentos a la hora que siempre se los tomaba contando que no había podido desayunar, de nuevo.
Casi fue un milagro que Victoria no le pusiera peros para darle salida así que decidio ir de visita al hospital. No fue atendida de inmediato pero tampoco se estaba muriendo del dolor; por esa misma razon decidio esperar por si el dolor en el pecho y cabeza cesaba.
Cuando la atendieron, le tomaron la presion y su ritmo cardio, ambos arrojaron indices alarmantes para su condicion, así que inmediatamente la subieron a piso donde le administraron medicamentos fuertes. Adamaris no supo cuando fue que se quedo dormida. Al final del día llego a su casa hambrienta y con mucho sueño.
Su hermano, Marice y María la estaban esperando muy preocupados ya que esta ultima estaba muy preocupada por su salud después de que se había enterado que ésta se había ido temprano a su casa, se preocupo y la llamo, pero después de veinte llamadas sin responder y numerosos mensajes de ambos ya estaba histerica. Se preocupo cuando fue Marice quién le dijo que la castaña no había llegado a casa y con Alan no podía estar mas preocupada ya que estaba en su cuarto alistandose para llegar a su trabajo.
Al final del día, Carlos se encontro con Alejandro.
—¿Y?.
—Logré averiguar quien les saco las fotos, su nombre de Alicia Peña, trabaja para la revista poder y desde hace un tiempo a venido publicando tus actividades —relata. Alejandro hace una mueca.— hable con los dueños y despues de llegar a un importante acuerdo acordamos que ellos no sacarían la noticia. También me encargue de que todo rastro sobre ti fuese eliminado. Alice no quedo muy contenta despues de lo que hice. Mira, aquí estan las fotos —finaliza, entregandole el sobre. Alejandro ni siquiera lo mira.
&Alice me importa un comido —gruñe.— gracias amigo te debo una.
—Me debes tu vida que no se te olvide. ¿Vamos por un trago?.
—No, hoy regresa Joel a México,¿Vamos?.
Carlos no lo piensa y acepta.
—Oye, quiero pedirte otro favor —dice Alejandro, sin apartar la vista de la carretera.
—¿Qué será? —pregunta.
—Quiero que me busques la hoja de vida de Alan Gutierrez.
Carlos frunce el ceño
—¿Alan gutierrez? ¿Vas hacer recorte de personal?.
—No. Aplico para asistente contable hace unos años.
—Bien, pese a que ese no es mi trabajo haré lo que me pides, pero ¿si fue hace unos años, por qué te interesa ahora? —pregunta, sin poder evitar la curiosidad.
Alejandro se encoge de hombros y no responde. Carlos ríe.
&¡Esta bien! Sin preguntas.
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