6.- Flor sin retoño

Siempre creí que ver a mi padre morir fue lo peor que me había pasado hasta el día que Luciano abuso de Victoria, la impotencia y el dolor que sentí por mi hermanita en esos momentos iba a matarme, yo quería gritar, partir el mundo en dos con tal de evitarlo pero no pude, por más que luche y llore no conseguí que ese hombre le quitará las manos de encima.   

Ha pasado tres días y Victoria aún no se despega del teléfono, se la pasa todo el día haciendo llamadas o dando órdenes para que ni un centímetro de la casa este sin protección y en las noches no para de llorar, mamá y Tomasa la acompañan pero no pueden tranquilizarla, llora hasta el amanecer y yo quisiera entrar y decirle algo para ayudarla pero no me deja, me huye, a Mauricio y también a Helena, mi hermanita está tan asustada y confundida, no sabemos cómo decirle lo que pasó y ella no entiende porque no puede salir, porque mi madre se encierra en las noches con Victoria, porque yo no puedo mirarla a la cara. 

Según me han dicho ella fue la que vio llegar a Victoria montada en Alazán, la vio llena de sangre, de tierra y trato de preguntarle que pasó pero ella solo salió corriendo a su habitación, mamá corrió a verla pero se encerró con llave, estaba bajo la regadera con el agua helada tratando de limpiarse y después llegamos nosotros, la conmoción fue aún mayor, no podíamos ni mantenernos en pie, aún así lo intente y trate de llegar con Victoria, al verla caí de rodillas a sus pies pero ella solo se alejo de mi y terminé inconsciente.

Al despertar todos empezaron a hacer preguntas, solo a mamá y Tomasa les dijimos las verdad, mamá me soltó una bofetada y fue con Victoria, lloró con ella y le juro que iba a estar bien, que me entregaría ella misma y Luciano pagaría por todo pero mi hermana no quiso.

Victoria cree firmemente que ya está satisfecho, pero no se puede quedar así, yo lo voy a matar, algún se me presentará la oportunidad así como con Rosendo y está puedo ir a la cárcel en paz.

—Entra Rogelio, tu hermana nos está esperando —me ordena mi madre en un tono muy frío.

Debería acostumbrarme, siempre me verá así de ahora en adelante, soy un asesino y soy el causante del dolor más grande mi hermana, merezco todo lo que me pase de ahora en adelante. 

Entramos al despacho y veo a Mauricio muy atormentado leyendo unos documentos, supongo que son los que el abogado trajo por la mañana, algo va muy mal.

—Siéntense —nos ordena Victoria quitándole los papeles de las manos. 

—Victoria no lo hagas —le suplica su esposo.

—No pedí tu opinión —le pasa los papeles a mi madre junto con una pluma—. Mamá necesito que firmes esto en nombre de Helena.

Mamá toma los papeles con las manos temblorosas, los empieza a leer y la cara que pone me preocupa más, enfoco lo mirada para intentar ver qué es pero mamá no me lo permite. 

—¿Qué es esto Victoria? —le pregunta algo enojada. 

Eso es muy raro, nunca le habla a nadie en ese tono, mucho menos a Victoria que es la máxima autoridad en esta casa. 

—Mamá por favor, lo dice claramente, es un contrato de compraventa —le señala el encabezado del documento y después unas líneas más abajo—. Aquí esta la cantidad de dinero que le corresponde por la herencia de papá, también dice que me comprometo a depositar en una cuenta cada mes una pensión para que pueda vivir sin preocupaciones, pagaré su universidad y los gastos de hospedaje mientras dure, después solo recibirá su pensión. 

—Victoria, ¿por qué quieres hacerle esto a tu hermana? —mi mamá no debería preguntar eso, todos aquí lo sabemos.

—Tengo que sacar a Helena de aquí —a Victoria le está doliendo mucho hacer esto—. No voy a quedar a esperar que ese hombre venga por ella, sobre mi cadáver. 

Si ese hombre se atreviera a tocar una vez más alguna de mis hermanas yo simplemente voy a tomar lo primero que tenga cerca y lo voy a matar, eso es lo que voy a hacer, ya no voy a preguntar, no voy a esperar el momento oportuno, no me voy a quedar de brazos cruzados como ahora, solo voy a matarlo y no me va importar lo que pase después, ya estoy muerto en vida.  

—Vamos a la policía, esto no se puede quedar así —le pide mamá de nuevo.

Yo sé que esto por Helena, mis padres siempre han querido protegerla del mundo, esto le va a doler tanto o más que a mí pero es necesario, mi padre ya no está aquí para evitarle sufrimiento, está vez dejo a Victoria para eso y yo confío en lo que está haciendo, por eso es que ni siquiera me atrevo a hablar.  

—Mamá si hago eso inmediatamente van a venir por Rogelio y Mauricio, entonces lo que me hizo no tendrá razón de ser, por favor respeta mi decisión respecto a esto —mi madre me voltea a ver y asiento, sabe que aunque quiera cobrarle lo que pasó por el momento es lo mejor—. Luciano primero mato a mi padre y después abuso de mi, quiere verme muerta de dolor. Lo que más desea es que me convierta en la pobre víctima de su venganza pero no, jamás lo seré. De mi obtendrá lo contrario, voy a luchar. Se arrepentirá de habernos dejado con vida.

—Victoria necesitas ayuda, dejar esto así no es lo mejor —es la primera vez que mi mamá va en contra de la voluntad de mi hermana—. Ambos tienen que pagar por lo que hicieron y ese hombre aún más, esa es la mejor manera de protegerte y a tu hermana. 

Mi madre es muy ingenua, demasiado. Papá siempre dijo que no era fuerte, que realmente mi madre nunca se había enfrentado a la vida y está vez me demuestra que no, mi madre desea hacer las cosas como se debe pero ir a la policía no garantiza que Luciano se quede encerrado, al contrario corremos el riesgo de que quiera desquitarse. 

—No mamá, la ley me falló una vez y lo hará de nuevo —Victoria sabe mejor que nadie lo corrupto que es el sistema—. Si voy y digo lo que me hizo van a dudar, aunque hay testigos no me van a creer, no nos van a creer y yo no podría con la vergüenza, no puedo con ello —le ofrece de nuevo los papeles, quiere que sea rápido y mamá debería querer lo mismo—. Por favor firma y vete a vivir con Helena a la ciudad de México. 

—No vas a ganar nada con esto —mamá hace un último esfuerzo pero cuando Victoria le pasa la pluma se rinde y firma todas las hojas del contrato. 

—Lo haré, necesito poder, influencia, respeto y solo será así, si soy la única dueña de esta hacienda —de cualquier manera aquí no existe más autoridad que ella— y algún día lo voy a destruir… —se detiene al escuchar que alguien toca la puerta—. Adelante. 

Juan José entra al despacho y se detiene primero al ver el moretón que tiene Victoria en la mejilla izquierda, luego observa a Mauricio, con el labio roto y la nariz hinchada y por último me observa a mi, con toda la cara morada.

—Victoria… pero… ¿Qué les pasó? —se acerca hasta llegar a unos centímetros de ella, Victoria inmediatamente se aleja de él y entonces Juan José se va en contra de Mauricio, lo sostiene por la camisa dispuesto a matarlo— Si usted se atrevió a ponerle una mano encima…

Mi madre se levanta de mi lado y se interpone entre los dos, Victoria se acerca para alejar a Juan José de su esposo.

—Mírame —le ordena Victoria, él lo hace aún muy molesto—, ¿crees que se lo permitiría?

—No, por eso que te pregunto, ¿Qué pasó? —Victoria le sostiene la mirada pero Juan José me ve a mí— Rogelio, contéstame.

—Yo… —la voz me tiembla— Juan José, Mauricio y yo…

—Nos asaltaron en la carretera, eso paso —contesta Victoria rápidamente, sabe que él querrá lo mismo que yo y no podemos permitir que se meta en este asunto—, eso le dirás a todo el mundo.

—No me mientas, sabes que no me puedes engañar, ¿Qué te hizo? —vuelve a mirar a Mauricio pero él es como una estatua, solo hablara si Victoria se lo permite— No me harías volver de mi viaje por un asalto.

—Mauricio no hizo nada, tampoco Rogelio y si te hice venir es por trabajo, ¿recuerdas? —Juan José aprieta la mandíbula—. Eso es lo único de lo que podemos hablar tú y yo.

Desde hace mucho tiempo he notado que Juan José cada día está más distante de Victoria, sabe que la perdió, sabe que ahora es imposible que la recupere pero aún así tiene la esperanza, nunca se ha resignado por completo a la idea de que mi hermana ya no lo ama y eso es lo que siempre nos va a dificultar las cosas. Mi papá creyó que separándolos evitaba una tragedia pero ahora no estoy tan seguro. 

—Habla entonces —murmura Juan José.  

—Yo me retiro Victoria, no soporto mas esto y tengo que hablar con Helena —mamá se aleja de Mauricio rumbo a la puerta pero mi hermana la detiene antes de salir.

—No, quiero ningún drama —le dice a mamá y ella solo huye. Victoria le hace una seña a Juan José para que se siente a mi lado y regresa a su lugar—. Juan José mi madre me acaba de vender la parte de la hacienda que le correspondía a Helena y Rogelio hará lo mismo, lo que significa que de ahora en adelante soy la única persona a la cuál todos le rendirán cuentas.

—Pero eso no puede ser —Juan José me voltea a ver pero no puedo verlo a la cara, no o de otra manera terminaré por soltar la sopa—, Victoria ¿por qué? 

—Eso no es tu incumbencia —si va a pedirle un favor no es conveniente que use ese tono—. Juan José estás aquí porque tú serás mi mano derecha, serás la única persona con autoridad además de mi, tendrás muchas más responsabilidades que antes y necesito saber si puedes hacer esto.

—Me estás diciendo que… ¿quieres que tome el lugar de Rogelio? —en pocas y resumidas cuentas. 

—Así es, no te preocupes por tu sueldo que también ya lo contemple —lo que me gustaría saber es de dónde va a sacar tanto dinero—. Ganarás un cincuenta por ciento más. 

Juan José me voltea a ver, esperando que me niegue o que le pida ayuda pero no, no haré nada de eso. Confío enteramente en Victoria, ella sola puede con esta hacienda, los planes que tenga son buenos y yo estaré ahí, aunque a lo lejos. 

—Juan José hazle caso y por favor acepta —le pido sin mirarlo.

—Rogelio yo no quiero hacerte esto —nuestra larga amistad se lo impide pero si supiera que yo colabore para separarlo de ella no dudaría.

—No, Juan José hazlo por favor —él asiente confundido. 

—Está bien, está bien —mira a mi hermana quien no denota ninguna emoción—, ¿cuándo quieres que les diga a los demás?

—En una semana cuándo los documentos estén listos hablaré con los demás por ahora te pido que busques gente confiable y que además sepa usar armas —eso no le gusta mucho a Juan José pero entenderá que es necesario—. Aquí ya han pasado muchas desgracias y no quiero una más cerca de esta casa, doce hombres serán más que suficientes.

En un principio Mauricio intento no darles armas a los trabajadores, teme que nos metamos en más problemas si a alguien se le escapa un tiro pero eso no va a pasar, quienes portan las armas las saben usar, yo también e incluso Victoria aprenderá.

—Los tendrás mañana mismo —Juan José ya no está cómodo y Victoria también lo nota. 

—Puede retirarte, aún me falta algo importante que hacer —se levanta y después de una última mirada a nosotros cierra la puerta, y aquí es cuando me toca—. Rogelio firma por favor.

Me pasa los papeles y la pluma, yo no necesito saber la cantidad o las condiciones del contrato, no me importa, lo único que deseo es lo único que mi hermana no me dará nunca. 

—¿Algún día vas a perdonarme? —le pregunto antes de firmar.

—¿Me vas a poner condiciones ahora, te atreverías? —nunca y por eso le firmó, le devuelvo sus documentos y veo como suspira tranquila—. Bien, que bueno que no me compliques las cosas. Rogelio, sabes que no debería ni tener fuerzas para mirarte a la cara, otra en mi lugar te mandaría lo más lejos pero eres mi hermano, te quiero a pesar de todo, además estás mejor en dónde pueda verte.

—No es un animal de establo para que le hables así —le reclama Mauricio acercándose un poco—. Victoria detente por favor.

—¿Acaso ustedes se detuvieron, por Helena, por mi madre, por mi? No, hiciste algo malo, yo lo pague por ustedes así que ahora no vengan a decirme como debo actuar. Estamos vivos por algo y tienen dos opciones, tu sobre todo —va a encarar a Mauricio—, se quedan bajo mis condiciones o se largan y no me vuelven a ver nunca. El abogado va a preparar un divorcio rápido, ni siquiera lo notarás, nadie nunca recordara que nos casamos.

Eso los mataría a los dos lentamente, Victoria no puede vivir sin Mauricio y lo sabe muy bien, se convertiría en una flor sin retoño, nada la haría volver a sonreír; si él no se queda, ella no mejorará y Mauricio la ama demasiado como para dejarla. Su amor es lo único que puede vencer el odio que tiene dentro de su corazón, pero yo no tengo la última palabra. Yo solo los observó, veo sus corazones salirles por los ojos.

—Yo me quedo, yo siempre estaré contigo —intenta tomarle la mano pero ella no lo deja.

Por ahora no podrá hacerlo, quizá en mucho tiempo no pueda tenerla cerca pero no puede darse por vencido, él no, tiene una oportunidad que yo he perdido, yo ya no puedo amar a nadie.  

—Explícale a Rogelio que tiene que hacer, como usar su cuenta de banco…

La puerta del despacho se abre y entra Helena, enfurecida, aún más que Victoria. Papá decía que ella podía sentir más que cualquiera de nosotros dos, que ella se rompería muy fácil, que por eso necesitaba de nuestra guía para no desviar su camino y ahora tendrá que hacerlo sola, enfrentar la vida de esta manera por mi culpa.

—¿Qué es eso de que ahora eres la única dueña de la hacienda? —pregunta acercándose peligrosamente a Victoria— Contesten, ¿Qué les da derecho a despojarme? 

La reacción de mi hermana es completamente normal, ella quiere una buena explicación pero aunque podamos dársela no se dará por vencida, ella es la única que puede truncar los planes de Victoria, es por eso que también la quiere lejos.

—La tierra es de quién la trabaja, tú nunca has movido ni un solo dedo para hacer prosperar este lugar, eso me da derecho —le contesta Victoria con un tono demasiado arrogante como para que Helena lo deje pasar—. Y además, no se le llama despojo a volverte rica, pagarte una carrera y un departamento. Deberías estar feliz, puedes irte a dónde quieras y no regresar nunca. 

En las circunstancias que vivimos actualmente quizá no sea una mala idea, Helena es joven y puede construir una vida diferente, olvidar todo lo que tiene aquí y seguir adelante sin la sombra de nuestro padre, de Rosendo, de Luciano, de Victoria. Helena nació para un futuro más grande del que nosotros podamos imaginar y aquí no lo va a lograr, eso siempre lo supo.

—Las cabras siempre tiran al monte —Helena parece no querer darse por vencida, la entiendo porque yo en su lugar haría lo mismo—. Victoria dime qué está pasando. Llevas días deambulando por ahí como muerta en vida y ahora haces esto… habla conmigo, déjame ayudarte. 

—Si Mauricio y Rogelio no pudieron ayudarme muchos menos tu —Victoria la hace aún lado y Helena se queda ahí, sin saber bien que hacer—. Te vas en unos meses así que disfruta tu tiempo aquí.  

—No soy una inútil, voy a pelear por esto —le advierte antes de que se vaya— y Rogelio me va a ayudar, ¿verdad?

—No puedo —le contesto y su mirada se apaga—. Lo siento pero esto es lo mejor para ti. 

—¿Por qué? ¿Por qué separarme de ustedes sería bueno para mí? —porque lo único que nos mantiene con vida ahora es la venganza— Díganme, hablen o les juro que haré temblar está casa hasta sus cimientos, no me voy a detener hasta saber que pasó.

Va a tomar del brazo a Victoria para que no salga de la habitación, Helena la sostiene fuerte y aún así Victoria se aparta con brusquedad se ella, voy a agarrar a Helena antes de que esto se ponga peor, Mauricio también se acerca, quiero creer que por más dolida que este mi Victoria no se atrevería a levantarle la mano a Helena.

—Te diré lo que quieres —le murmura a Helena—. Pasó que ahora estoy muerta, ellos me clavaron un cuchillo en el corazón y Luciano Altamira lo retorció hasta que me dejó hecha un guiñapo. 

Victoria sale de la habitación dejándonos atrás, dejando a Helena aún más confundida y a nosotros nos deja la carga de enterarla de la verdad. 

—¿De que está hablando? —le exige a Mauricio— ¡¿Qué pasó esa noche?!

—Hay que decirle Rogelio, merece saber porque su hermana está así —me dice evitando la mirada de Helena.

—Está bien, siéntate y escúchame por favor —le llevo hasta el escritorio del despacho y hago que tome asiento, me arrodilló delante de ella y Mauricio se queda a mi espalda—. Esa noche cuando salimos a la carretera Luciano nos emboscó, nos estaba esperando porque nosotros fuimos quiénes mataron a Rosendo —Helena se hace un poco para atrás, no sé si por sorpresa o miedo—… escúchame Helena, ese hombre lo sabía, nos tenía en su mano y decidió que no nos mataría simplemente, él quería destruirnos de otra manera y tomo a Victoria…. Abuso de ella. Abusó de Victoria en nuestra cara. 

Se cubre la boca para reprimir un grito, cae al suelo, es como si toda su fuerza la hubiera abandonado, llora y a diferencia de Victoria si me deja sostenerla, la abrazo como quisiera hacerlo con mi otra hermana. 

—Voy a matarlo —intenta zafarse de mi pero no la dejaré, de mi cuenta corre que Luciano no la lastime. 

—No, no puedes —Mauricio se arrodilla delante de nosotros, quiere ayudarme—. Victoria tiene algún tipo de plan que aún no nos ha dicho pero tú no vas a intervenir, vete Helena y quizá algún día, cuando esto pase quizás puedas volver.

Helena niega con convicción, ella no es igual que yo, su voluntad es igual a la de Victoria, fuerte, decidida.

—Yo no me voy a resignar —se aleja de mi y de Mauricio, se pone en pie—. Nunca me voy a resignar. 

Es curioso como un simple segundo cambia la vida de tantas personas; cuándo mate a Rosendo creí que había acabado con todo el mal que rodeaba mi familia pero solo logré destruir la vida de mi familia, esta vez por completo.

Gracias por seguir leyendo. 

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