47.- Échame a mi la culpa
Hace cinco minutos que mi hermana llegó pero no sé ha aparecido por el jardín trasero de la hacienda, esperábamos que viniera corriendo a buscar a su hijo pero nos equivocamos por eso me ofrecí a traerla pero cuando llego a la sala de estar ella ya está hablando con mi nana, no creo que sea de su sorpresa porque Victoria no se ve feliz.
—Ya imagino nana —murmura Victoria al mismo tiempo que se jala los dedos de las manos, está sumamente nerviosa—, solo que ahora necesito que llames a Rogelio y a Helena al despacho, que nadie más se atreva a venir.
—¿Para que Victoria? —pregunto saliendo de las sombras.
Ella voltea a verme y lo hace con algo muy parecido al dolor, pero es un dolor distinto al que la acompaña constantemente, este es un dolor que viene con la tristeza, no con la ira y con el rencor. Viene hacia mi pero solo lo suficiente para verme a los ojos, le sostengo la mirada, no entiendo que es lo quiere, ni siquiera se digno a decirme a dónde fue y eso me preocupa, no me gusta que salga sola.
—Ven conmigo —me ordena—. Nana no importa que escuches no quiero que nadie entre, ni siquiera Mauricio y mi hijo debe estar muy lejos, por favor.
Tomasa se va rápidamente y ella solo se da la vuelta para ir al despacho, yo la sigo de cerca, estoy muy intrigado con su comportamiento. Hace que me siente y va directamente a la caja fuerte en dónde están los documentos más importantes, hay algunos que solo conocemos nosotros, que Mauricio ni siquiera sabe que existen, de ahí saca un sobre bastante nuevo, no vamos a hablar de la hacienda.
Cuando el silencio se me antoja insoportable Helena me salva entrando rápidamente al despacho, estaba muy ilusionada con la fiesta para Victoria pero ya no me parece algo tan bueno.
—Que bueno que llegaste… —mi hermana se detiene cuándo ve su rostro— Está bien, ¿ahora que salió mal?
Helena toma asiento a mi lado pero Victoria se queda de pie mirándome.
—Fui a ver a Isela —nos revela después de un largo suspiro—. Tenía que convencerla de estar en la junta que viene y accedió.
No puedo imaginar que clase de métodos utilizo para que accediera pero se lo agradezco, me está dando una oportunidad de explicarle que pasó, ya solo quedará en mi hacer que me escuche.
—¿Con que condición? —pregunta Helena.
—Ninguna pero entenderán que para que pueda entrar a la junta necesita tener acciones.
Por supuesto, Isela no es socia solo se ha limitado a trabajar con nosotros pero es la persona más indicada para estar al lado de Victoria en esa junta, cuenta con credibilidad y una imagen intachable, tiene el poder de sus padres en mano así que está es una buena decisión.
—Cédele las mías —le digo.
Victoria niega pero sin mirarme a los ojos.
—Si hago eso, ¿con que derecho entrarías tú a la junta?
Tampoco es que me necesite tanto ahí, ella lleva gente solo porque necesita respaldo, para tener más voces que puedan apoyarla y sé que me necesita pero Isela la ayudaría mucho más, estoy seguro.
—Entonces que sean las mías —le pide Helena—. Tu no puedes perder poder y yo no sirvo de mucho en esa junta, lo sabes, para mí no hace ninguna diferencia.
Esa también es una muy buena opción, yo representaría a Helena en la junta, así nos puede sacar a los dos y los demás no sentirán nuestra presencia como intrusión, como lo que es, un plan para desestabilizarlos y lograr que le den por completo la espalda a Luciano.
—Está bien, haremos el papeleo en la semana pero realmente ese no fue el tema que trate con ella.
—¿Hablaron de mi?
—Por supuesto y por una parte me arrepiento, no tenía derecho a pedirle nada —eso se lo dije desde el primer día, lo que pasó entre ella y yo solo es nuestro asunto— y por otra parte también le agradezco porque me hizo comprender algo que no había querido ver y es que nadie más que tú puede hacer algo por ti.
—¿A qué te refieres?
Suspira y viene a pararse delante de mi, se cruza de brazos y se sienta sobre el escritorio, no me gusta la manera en la que me está mirando, siento mucha lastima.
—¿En los últimos días cuántas veces, además de la noche de ayer has estado sobrio? Ahorita estás a nada de empezar a decir incoherencias —voltea a ver a nuestra hermana que está empezando a sentirse incómoda—. Helena no me va a dejar mentir, ¿desde que estás aquí cuántas veces se excusa de salir temprano porque tiene resaca? ¿Cuántas veces se ha excusado de venir a cenar porque está perdido de borracho? Contéstame por favor, ¿cuántas veces lo has visto beber hasta perder el conocimiento?
Es cierto que yo he estado bebiendo de más pero es porque últimamente me siento mal, todos los días lucho por olvidar todo lo que hecho y no puedo, ya no puedo.
Mis pensamientos me atormentan, me hacen daño pero cuando bebo eso se detiene por un momento, me siento más ligero, a veces hasta me siento feliz, me da un consuelo que ya no tengo en otros, que no puedo buscar en mis hermanas porque no es justo que a abrumarlas con esto, ellas tienen sus trabajos, a sus parejas, Victoria además tiene un hijo, no puedo venir aquí a darle un mal ejemplo Vicente, no puedo permitir que ese niño me tenga lastima o que vea que soy un bueno para nada, no quiero que nadie me vea llorar.
Victoria lo sabe, no puedo llorar delante de las personas porque me da pena, si de por si ya me consideran un completo inútil, no puedo soportar que la gente piense que soy un inútil porque no lo soy, es solo que estoy muy cansado. Todos los días amanezco con ganas de que todo termine y desaparezca, quiero que el dolor desaparezca pero no lo hará porque el problema soy yo, siempre lo he sido, debí hacer más por esta familia y menos por mi orgullo.
Porque lo mate por orgullo, por ganas de hacerlo, creí estúpidamente que esa podría terminar todo y no fue así, solo detone algo más horrible, algo que los ha costado toda la felicidad y si yo hubiera sido una persona buena, arrepentida de verdad me hubiera entregado sin importar las consecuencias, pero ya es muy tarde para eso.
—Más veces de las que me gustaría admitir —responde Helena en un susurro, está apenada.
—El problema está ahí Rogelio, solo tienes que verlo, aceptarlo y hacer algo —me dice Victoria poniéndose nuevamente de pie—. Eres un adulto pero eres irresponsable, no tienes ni ambición ni ganas de vivir y eso es mi culpa, te orille a ese pozo de dolor y no he podido sacarte pero tengo que hacerlo porque ya no me queda nada —la voz se le corta por un momento—. Mi padre está muerto y mi madre nos dejó, lo único que nos queda somos nosotros mismos y no te voy a perder ni por una botella y mucho menos por ese hombre.
Furiosa es que va hasta la licorera y toma la primera botella que tiene a su alcancé y con todas sus fuerzas la tira al suelo, una tras otra saca las botellas, de reojo veo a mi hermana menor y está completamente asustada, no se atreve a moverse y yo no quiero pero tengo que detenerla.
—Cálmate Victoria, suelta eso —me acerco a ella y la rodeo con los brazos, repentinamente empieza a temblar, grita y me da un codazo en el estómago para zafarse, sale corriendo al otro lado del despacho y poniéndose una mano en el corazón mira a todos lados confundida, la asuste—. Lo siento… lo siento mucho.
—¿Qué demonios fue eso? —pregunta Helena poniéndose de pie, solo que no sabe con quién ir, no puede escoger.
—Es que a veces cuando alguien me toca así… yo olvido quien es o lo que pasa a mi alrededor —contesta Victoria temblando—. Pero estoy bien, no es su culpa.
—Por supuesto que sí lo es… —es hora de que Helena sepa el daño que ha sufrido nuestra hermana— Todo ese miedo constante es por mi, dile que Mauricio ni siquiera puede abrazarte, que si se atreviera a levantarte la voz saldrías corriendo, dile cuántas noches te has salido de tu habitación porque no toleras tenerlo a tu lado —eso probablemente ni Mauricio lo sabe, entiende su comportamiento pero ha sido muy difícil para todos el contacto físico, si lo hacemos de una manera muy brusca ella tiene una reacción espontánea de miedo, de asco—. Dile cuántas veces vomitaste después de que te dio un beso. Yo te hice eso, ¿por qué me quieres salvar?
Su odio es lo único que de verdad merezco, lo que me gane el día que no pude partirle la cara a Luciano, el día que solo pude bajar la mirada mientras ese hombre abusaba de ella, en lugar de seguir luchando me rendí y permití que mi hermana se convirtiera en esta mujer que no soporta que ni siquiera yo le ponga una mano encima.
—Porque te amo —contesta mirándome a la cara— Porque tienes más alma que salvar que yo y porque si muero solo tú puedes cuidar de mi hijo, eres todo lo que él tiene en la vida.
Intentando controlar el temblor en sus manos camina de nuevo al escritorio y toma la carpeta que sacó de la caja fuerte para entregármela, me ofrece el sobre y lo primero que hago es abrirlo, saco los documentos y cuando los leo me quedo completamente frío, ella nunca debió hacer esto.
—Imposible —murmuro y Helena viene a mi lado para quitarme los papeles.
Al leerlos lo hace con la boca abierta, totalmente asustada y debe estarlo, Victoria debe estar muy convencida de que va a morir si ya ha hecho un testamento, pero esta mal hecho, lo que estipula aquí es una completa tontería.
—Está es la más grande prueba de confianza que puedo darte y sé bien que cuidarías de Vicente mejor que yo —dice aún temblando— pero para eso es necesario que estés sano, que todo el mundo sepa que lo estás o Mauricio se lo llevará.
—Mauricio es su padre Victoria, tendría todo el derecho —replica Helena.
Mauricio ama a su hijo, apartarlo de él sería un acto de crueldad que no me veo capaz de hacer.
—Y eso solo lo ataría a mi de por vida, si algo me pasa yo solo quiero que Mauricio se deshaga de mi recuerdo, que viva feliz lejos de aquí —eso jamás pasará, mientras él viva nunca podría olvidarla—. Te necesito Rogelio, ayúdame a ayudarte.
Busca la mirada de Helena para que diga algo, están comunicándose silenciosamente, muy pocas veces lo hacen pero casi siempre funciona, lo que no sé es que pretenderán hacerme.
—Escúchala Rogelio o… tendremos que tomar otras medidas —intenta sonar intimidante pero el temblor en sus palabras la delata—. No me gustaría dejarte en una clínica de rehabilitación.
Para eso tendrían que amarrarme las manos y los pies y eso jamás lo voy a permitir, antes prefiero que me maten a que me vuelvan a inmovilizar.
—¿Me estás amenazando?
—Solo te diré que apoyaré a Victoria en esto —contesta esta vez con firmeza—. Mi papá te pidió que cuidarás de nosotras pero ahora yo te pido que nos dejes cuidar de ti, solo por una vez.
Es que eso no es posible ellas tienen cosas más importantes que hacer que estar siguiéndome los pasos día y noche.
—No te voy a encerrar en ningún lado, hablé con mi terapeuta y vendrá a verte cada semana, me aseguro que puede ayudarte solo si estás dispuesto —es que yo dudo mucho que un loquero pueda sanar el dolor que siento, la profunda herida que tengo en el alma—. Solo piénsalo porque está es la única manera en la que vamos a poder vivir en paz después de lo que nos han hecho.
La esperanza es la única cosa que ella no se ha permitido perder, en algún lado de su corazón la guarda celosamente, la oculta en un lugar seguro y apartado, aún sueña con una vida feliz y llena de amor, con todos nosotros pero ya no sé si sea posible, he hecho tantas cosas malas que no creo que tenga derecho a la salvación, a la paz o a la promesa de una vida tranquila pero ellas si, la necesitan y tengo que darles aunque sea un poco de eso y tengo que mantenerme alerta y sobrio para seguir adelante con mis promesas, porque ellas quieren que yo siga siendo el mismo niño que si se caían las levantaba, quién cuando su padre murió les tomo las manos y le juro que daría su vida para verlas felices, quién sobre una tumba lloro en silencio y a solas prometiendo que nunca estarían solas, quién le suplico perdón de rodillas a Victoria y quién le aseguro que el culpable de todos su sufrimiento pagaría con lágrimas de sangre el haberse metido con ella, quién abrazo a Helena mientras le juraba que regresaría a su hogar, ellas quieren a ese hombre, aunque esté roto, aunque ya no tenga ganas de vivir.
Me necesitan y yo no puedo darles la espalda porque sería darme la espalda también a todo lo que soy y a lo que quería ser para Isela también; y aunque ella ya no esté aquí yo voy a ser esa persona, lo seré para que el día de mañana cuando le pregunten no sienta vergüenza de admitir que estuvo enamorada de un idiota, para que por lo menos sepan que alguna vez hubo un hombre que estuvo dispuesto a dar su vida por ella, para sientan miedo si se atreven a dañarla y me tendrán miedo porque ya tengo las manos manchadas de sangre y todos lo sabrán, tarde o temprano tendrán que saberlo.
—Está bien, que venga tu terapeuta pero todo será bajo una condición —Victoria asiente esperando—. Entrégame a la policía, échame a mí la culpa y diles que yo mate a Rosendo.
—No, ese hombre no va darse el gusto de verte en la cárcel.
Esto no lo hago para se haga justicia por Rosendo, lo hago para se haga justicia por ella, para no permitir que ese mounstro vuelva a ponerle las manos encima a otra mujer.
—Pero no es un gusto, él se defenderá con todo lo que tiene, si por alguna razón piensas que no tienes salida hazlo —eso le dará toda la credibilidad que necesita para que la escuchen y por fin hagan algo—. Te voy a firmar una declaración de culpabilidad.
Si vamos a empezar a hacer las cosas bien quiero pagar mis deudas con la sociedad, no importa si con ello me quedo encerrado la mitad de mi vida, por lo menos así podré estar tranquilo, por lo menos así no tendré el rostro sin vida de Rosendo acosándome a dónde quiera que vaya.
—Si llegamos a esos extremos te juro que agotaremos todos los recursos que tengamos para verte libre —me asegura Helena tomando mi mano—. No vas a pagar con toda tu vida un error de un instante.
Mejor dicho, la cobardía de un niño que lo único que quería era que no quería que le arrebataran a su hermana al único hombre que podía hacerla feliz.
—Aunque no la tengan, no duden ni por un segundo en hacerlo.
Las cosas no se darán de una manera limpia, esto será una masacre y aunque nosotros tengamos a muchas personas dispuestas a matar por nosotros no es justo y además las autoridades ya deben empezar a ganarse su sueldo.
—Está bien, pero te yo te juro que entraré a esa casa viva y saldré de la misma manera y después voy a quemar esa misma casa hasta sus cimientos, por mi padre y por ti.
Ni quemando todo el mundo sería suficiente para pagar por su sufrimiento pero puede intentarlo, si eso la hará sentir mejor que lo haga y espero que de esas cenizas renazca nuevamente.
—Todos vamos a morir —murmura Helena intentando romper la tensión en el ambiente.
—Pues entonces hagamos de este el mejor cumpleaños de mi vida —por lo menos no vamos a desperdiciar el pastel.
Por un momento nos abrazamos los tres, Helena ahora parece hacerlo con algo de cuidado, espero que con un poco más de tiempo Victoria pueda superar por completo su problema con el contacto físico, porque si vamos a ser felices todo el tiempo habrá abrazos y mucho amor que tiene que recibir.
Al final nos separamos cuando la puerta se abre y Mauricio entra, al ver todas las botellas rotas solo niega y suspirando se acerca a nosotros.
—No quiero saberlo, ven acá —Victoria pone los ojos en blanco y camina hacia él y deja que la abrace por un pequeño momento—. Feliz cumpleaños mi amor.
Ella le sonríe y le da un beso en la mejilla, si pudiéramos estar así todos los días seríamos muy afortunados, no nos importaría estar en la miseria si nos tenemos los unos a los otros.
—¿En dónde está mi príncipe? —le pregunta mi hermana a su esposo.
—Esperando que salgas al jardín para sorprenderte —le dice Mauricio sonriendo—. Así que vas a tener que fingir sorpresa y llorar cuando te cante las mañanitas.
—¿Ismael está afuera? —todos asentimos— Ya voy a contratarlo de planta, está trabajando aquí prácticamente cada fin de semana.
—Y la semana que viene es el cumpleaños de Tomasa así que agárrate —le advierte Helena.
Antes si celebrábamos las fechas especiales pero desde que Helena regreso trajo consigo una especie de alegría que nosotros no tenemos, siempre procura hacernos reír, cantar y olvidar la tristeza.
Helena es mi alegría, Victoria es mi fuerza e Isela es mi inocencia, mi amor.
—Mejor me agarró yo —porque verlos festejar será muy difícil porque yo pretendo dejar mi enfermedad a partir de este momento.
—Estarás bien —me dice Victoria—, vamos a dar un paso a la vez y cuándo menos lo sientas todo habrá terminado.
Que así sea.
Gracias por seguir leyendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top