38.- Sufriendo a solas
Hay recuerdos en mi memoria a los que les temo, me producen terror porque están teñidos de sangre, en mis manos, en sus caras; son recuerdos que prefiero olvidar pero existen también las memorias que me han salvado la vida.
Por ejemplo mi infancia al lado de mis hermanas, los juegos que nos hacían reír, el trabajo que nos hizo madurar o el amor que llegó a mi vida para darle sentido.
Conocí a Rosa Isela cuando tenía catorce años, éramos apenas unos niños pero la atracción siempre estuvo ahí, el amor nació poco a poco, con cada visita, con cada risa y con cada sueño, y luego los sueños se me convirtieron en pesadillas a causa de mis propios actos y es hora de que asuma esa responsabilidad.
Ver los planes de mi hermana me afecto, saber que es capaz de cualquier cosa me hizo acelerar mis planes, tengo que sacar a Isela de este lugar de una buena vez y no por miedo a que Victoria le haga algo, a Isela no le tocaría un pelo pero, Luciano se sentirá acorralado y hará uso de cualquier cosa que tenga para detenernos y no voy a permitir que la use a ella, a mis hermanas por lo menos las tengo aquí cerca, lo mismo con mi madre que pese a que se irá estará bien, mi novia es el único cabo suelta que queda.
Aunque nadie esté de acuerdo. Victoria se quedó en silencio, prefiere no decir nada pero no está de feliz, Mauricio y Helena dicen que debo mantenerme hasta el final pero ya los quisiera ver en mi lugar y hasta el momento la única que sigue insistiendo en que me detenga es Helena.
—¿Estás completamente seguro? —pregunta mi hermana por milésima vez.
—Si Helena, por favor vete, tengo que hablar con ella a solas —hace rato me dijeron que ya está de camino.
Mi hermana suspira derrotada y molesta, sigue muy afectada por lo que paso con Victoria, está buscando la manera de ver cómo la frena pero eso implica dejar todo como está y eso tampoco le gusta.
Uno no puede comer chicharrones sin matar al cerdo. Claro hay métodos menos escandalosos, menos crueles y a ellos vamos a tener que recurrir porque no pienso permitir que Victoria terminé por corromperse.
—Voy a en las caballerizas, por favor no te eches la culpa de lo que paso.
Sonrió al escucharla decir eso, es que me impresiona su capacidad para ignorar lo malo que hay en mi, me quiere demasiado como para aceptar que he hecho cosas malas.
—Helena, pero si la tengo.
Y no sólo respecto a los Altamira, si no también a ellas, les he mentido por mucho tiempo para ocultar la culpabilidad que tengo en la destrucción del compromiso de Victoria y Juan José, por si fuera poco también le mentí a Victoria cuando le ayude a Mauricio a falsificar las pruebas de paternidad de Vicente, siempre estoy haciendo cosas a espaldas suyas y ya no quiero seguir así, ya no quiero mentir, y si no le digo a Juan José y a Victoria lo que sé, es para evitar que Helena salga herida, no voy a provocar que se odien entre ellas y mucho menos por un hombre.
—No, hay algo mucho más… —Helena se queda un momento considerando mejor lo que dice— Rosendo y Luciano mataron a mi papá por otras cosas, por algo que nadie nos dice, o que nadie más que ellos saben.
Ciertamente, es el único secreto que mi padre nunca me reveló y todos nosotros siempre nos hemos preguntado, ¿qué hizo, papá? ¿por qué lo llevo a la muerte? Y hay muchas opciones, algunas veces creímos que era por mamá pero a ella la conoció después, también creímos que quizá papá le quitó clientes o terrenos pero eso tampoco nos convence, y si hay una razón solo Luciano la sabe.
—¿Y eso que importa ya, Helena? —nosotros ya también cometimos nuestros errores— ¿Le vas a pedir disculpas por lo que les hizo mi papá?
El que busca encuentra, yo no voy a ponerme a investigar solo para descubrir que mi padre no era la persona buena que yo conocí, que Helena misma adora aún, la misma a la que tanto respeto le tiene Victoria. Yo no quiero dañar más mis recuerdos, no podemos perjudicarnos de esa manera.
—No pero si sería justo saber porque te condenaron, a Victoria, a mi —es ley de vida, siempre pagan justos por pecadores— Nuestra hermana se está desequilibrando por ello. Me doy cuenta un poco tarde pero aún estamos a tiempo de averiguar qué pasó.
No, el tiempo para las averiguaciones se terminó, todo el plan ya está en marcha, es cuestión de días para que termine de concretarse el primer paso y en seis meses todo terminará y el pasado ya no importara porque las deudas estarán saldadas, porque el corazón de uno de nosotros va a detenerse y en ese instante todo acabará y veremos de nuevo la vida correr delante de nosotros, seremos participes de nuestros sueños, de nuestros anhelos y si tenemos suerte también del amor que nos hemos negado.
—Helena tienes que aceptar que esto se acabó, nadie puede cambiar lo que ya está escrito con sangre.
—Nunca —dice ferozmente—. Voy a descubrir que pasó, necesito saber si vale la pena todo esto y si no lo hace… ¡Maldita sea mi madre tenía razón! Al final no voy a poder mirar a otro lado, no podemos dejar que Victoria lo mate.
—¿Y si no descubres nada? ¿o si lo que encuentras es todavía peor? —ya no tenemos opciones— Ese pasado ya cobro dos vidas Helena, y si, puede cobrar una más, una más, y es porque así lo quiso Luciano, pudo entregarme, tenía la posibilidad porque no iba a negarlo pero prefirió hacer una maldad más, violo a nuestra hermana, entiéndelo es algo que ella no deja pasar por alto, y tienes razón no debe matarlo pero tú, Helena, no te puedes poner en medio para evitarlo.
Luciano no es una persona inocente pero Victoria si, ella tiene que salir limpia de todo esto, aún no se cómo pero tiene que hacerse a un lado y dejar que alguien más lo haga, tiene que ceder en eso sí quiere ser feliz.
—Veremos —murmura y se dirige a la puerta, la cual se abre antes de que ella la toque.
Isela es quien abre, la mira un momento extrañada y Helena solo baja la mirada, no piensa darle la cara y no tiene porque, aprovecha que Isela se mueve un poco y sale corriendo, va a refugiarse, a pensar cuál es la mejor manera de salvarnos.
—¿Qué le paso? —me pregunta acercándose a mi— Y tú, te ves muy mal, ¿estás enfermo?
—Si, estoy enfermo de dolor, de odio —su expresión se torna aún más sombría y llegando delante de mi levanta una mano para tocarme pero la sostengo antes de que pueda hacerlo—. No me toques, ya no me toques.
Un nudo en mi garganta crece y siento como como mi estómago se aprieta, siempre quise decirle la verdad pero ahora que estoy aquí no se por donde empezar, yo no quiero matarla de dolor pero no hay otra manera, si no lo hago encontrara una excusa para que su amor por mi justifique mis actos y no me lo merezco.
—Rogelio me estás asustando —murmura soltándose de mí.
—Y deberías, deberías tenerme mucho miedo —cierro los ojos y doy dos pasos atrás—. Una persona como yo puede hacerte mucho daño.
—¿De que estás hablando?
—Te acuerdas lo que paso antes de la boda de Victoria —niega—. Alguien mato a Rosendo Altamira y lo dejo en medio de la carretera, tenía dos heridas de bala, una en la pierna y una más en medio de la frente.
Mucho se dijo de esa noche, verdades a medias y cosas totalmente falsas solo Mauricio y yo conocemos toda la verdad. Rosendo me estaba apuntando, yo me le fui encima porque quería quitarle el arma pero quién la tomo fue Mauricio, para separarnos él lanzó un tiro al aire, eso funcionó pero entonces Rosendo se puso de pie para ir por él, Mauricio reaccionó y le dio en la pierna, cayó al suelo y fui yo quien le arrebató el arma a Mauricio, fue ahí cuando Rosendo saco una navaja y yo le dispare porque tenía miedo, me dio miedo que pudiera hacer algo, sin pensarlo mucho dispare y le di justo en la frente, murió y lo deje ahí, le quite su cartera, incluso la chaqueta y sus zapatos para que pasará como un asalto, traje a Mauricio a casa y me fui directamente al río para quemar mi ropa y enterrar el arma, al volver a casa nadie me vio, subí a mi habitación a dormir y al despertar todo había estallado y no tenía más opción que callar por la felicidad de mi hermana y la de Mauricio, que solo fue una víctima de las circunstancias.
—¿A qué viene todo esto?
—Yo lo mate —le confieso—. Esa noche fue a pelear conmigo y con Mauricio, lo acuse enfrente de todos de matar a mi padre, me siguió pero yo fui más listo que él.
—¿Y por qué sigues con vida? Luciano se habría enterado, te habría matado en el primer instante.
—Lo hizo —una parte de todos nosotros murió esa noche—. Cuando te deje en casa esa noche yo regrese para poder despedirme de Victoria, me ofrecí a llevarla hasta el aeropuerto pero Luciano se nos atravesó en la carretera,
—Entonces no los asaltaron.
La razón por la cuál se reforzó la teoría de que Rosendo había sido asesinado por asaltantes fue porque todos creyeron que a nosotros también nos habían atacado, sin querer inventamos una excusa que justificara ambos incidentes.
—No, Luciano iba a matarme pero Victoria se puso en medio, le ofreció todo lo que teníamos para evitarlo, Mauricio incluso se echó la culpa pero no fue suficiente, no para él —cierro los ojos porque me niego a ver su rostro cuando sepa lo que paso con mi hermana—. Él abuso de Victoria, en nuestra cara.
Nunca me ha quedado claro si él lo planeo o si solo se le ocurrió en el momento, sigo sin entender porque tenía que desquitarse con ella si bien sabía que ignoraba todo. Luciano no midió las consecuencias de sus actos ni las repercusiones que tendrían, solo hizo en el momento lo que creyó nos dolería más y por años se ha mantenido quieto, es como si estuviera esperando el contraataque. Eso es lo que más miedo me da, que él de alguna manera lo sepa y nos de la vuelta, no hemos pensado en eso, tampoco en lo que vamos a hacer si el demente ese decide de pronto que quiere al niño, por eso es que Victoria aceleró las cosas, porque sabe que Vicente ya no está a salvó.
Al abrir los ojos la veo llorando, derrama pequeñas lágrimas y tiene una mano sobre el pecho, levanta su mirada hacia mi y siento que algo se oscurece ahí, se acerca nuevamente y me da una bofetada, uno de los golpes que más me han dolido en la vida.
—¡¿Cómo lo permitiste?! —me grita enfurecida— ¡¿Cómo?! Es tu hermana, Rogelio, debiste morir antes de permitir que algo como eso hubiera pasado.
La puerta de mi casa se abre y Victoria entra rápidamente para ponerse en medio de nosotros dos, no sé porque está aquí si tiene cosas mucho más importantes que atender.
—Isela cálmate y déjame explicarte —mi hermana la toma por las muñecas para mantenerla quieta—. Luciano lo golpeó hasta casi matarlo, lo tenía con las manos atadas, era imposible que me ayudara, yo lo ví llorar y gritar por mi, tienes que creerme.
—¿Por qué me lo ocultaste? —pregunta herida.
—Por protegerlos —asegura Victoria—. Cometieron un delito, ya me había usado, no le iba a dar el gusto de… —Isela se suelta y le grita.
—¡¿Cuál gusto?! ¡Tenías que hablar, pedir ayuda!
—Pero no lo hice, preferí callar y ese es mi castigo —dice Victoria.
—¿Y cual es el tuyo? —se suelta de mi hermana y haciendo a un lado a Victoria me empuja golpeándome en el pecho— Decidiste castigarte conmigo, ¿no es cierto?
—Isela, ya déjalo —Victoria vuelve a ponerse entré nosotros dos, levantando las manos para mantener su distancia—. Yo fui la que le pidió que se mantuviera en silencio, le exigí que callará y que me entregará la hacienda. Yo debía tenerte de mi parte y si te enterabas de todo no accederías.
—Victoria —le llamo pero niega.
—No Rogelio, déjame terminar —agradezco lo que intenta pero lo quiero que las mentiras se detengan—. Yo use la culpa que sentía para obligarlo a usarte. Lo hice porque necesito deshacerme de Luciano, él ya intuye que Vicente es su hijo, es cuestión de tiempo, solo necesitará verlo una vez más para averiguarlo, te pido perdón por lo que le he obligado a hacer.
Ella nunca debe pedir perdón por algo que no ha hecho, nunca ha tenido la culpa de nada y no puedo permitir que se humille de esta manera, más cuando desde un principio se opuso a que Isela estuviera metida en esto.
—No fuiste tú —replica Isela con la voz seca—. Nunca le hubieras permitido decirme la verdad, lo obligarías a cualquier cosa hasta llegar a las últimas consecuencias. Me mintió porque quiso hacerlo pero se acabó, ninguno de los dos me volverá a utilizar.
—Ahora no podemos sacarte de los contratos porque…
Victoria se detiene cuándo ve a Isela reír. Yo sé que mi hermana tiene a Isela en un concepto de caprichosa pero no es así, ella sabe que negocios le convienen y cuáles no, sabe perfectamente que lo que estamos haciendo ahora le dejara muchas ganancias y por mi no las va a perder.
—No soy estúpida Victoria, ni tampoco tan inmadura como crees —le espeta aún con su sonrisa agridulce—. Me voy a Monterrey, queda todo en tus manos, haz y deshaz como se te pegue la gana y cuando acabes asegúrate de no volver a poner mi nombre en tus negocios. No voy a seguir siendo su juguete.
En realidad no se le puede llamar juguete, nosotros nunca hicimos ni un mal negocio y tampoco arrastramos su nombre por el fango si no todo lo contrario, nosotros, todos juntos sacamos las dos haciendas adelante, las volvimos fuertes y productivas, por lo menos debe quedarse con eso, con lo bueno que le traerá tener su hacienda funcionando.
—Rogelio te ama, lo sé porque lo conozco tanto como me conozco a mi.
Cuando yo ni siquiera sabía que era lo que sentía Victoria si, y ella fue quien me animo a hablarle, a pedirle una oportunidad, incluso llegamos a escogerla como madrina de bodas.
—Ya sé que yo lo conoces como nadie, y debí saberlo, de unos años para acá me di cuenta del como lo mirabas, podía notar el rencor en tus ojos Victoria, la manera tan fría e incluso cruel con la que lo tratabas pero prefería ignorarlo, buscar cualquier excusa para justificar sus actitudes y ahora que la tengo no sé qué decir —en su voz hay mucho resentimiento, más del que nunca había escuchado—. No sé si siento lastima o miedo, asco, o solo una profunda decepción y no es por lo que hayas o no hecho, Rosendo no te dejo opción, todo el daño que me has hecho es por las mentiras, porque ninguno de los dos fue capaz de confiar en mí.
—Yo solo quería protegerte —le aclaro.
No quiero que se vaya de aquí pensando que solo la estuvimos usando todos estos años, no puede pensar así de mis hermanas y de Mauricio, todos aquí la queremos y la apreciamos por las persona que es, no por el dinero que tiene.
—O solo querías que no viera tus defectos, querías que alguien te siguiera amando porque ella ya no podía pero ahora, no sé qué cambio pero ella ha vuelto a quererte —quito a Victoria de delante de mi, no tiene porque soportar esto—. Ha vuelto a mentir para protegerte, es de nuevo tu hermana y por eso ya no me necesitas. Con tu permiso.
Con la frente bien en alto sale de la casa y Victoria intenta ir por ella pero no se lo permito, este era solo nuestro asunto, no tenía porque intervenir como lo hizo, por una parte lo agradezco porque logré lo que quería, ella se irá con sus padres y estará bien lejos de nosotros.
—Debiste echarme la culpa —murmura mi hermana.
—No puedo mentirle más —espero que está vez si le quede claro—. Sabía que se iría lejos por eso insistí, no puedo tenerla cerca mientras le picamos las costillas a Luciano.
Por lo menos en eso debe entenderme, si fuera Mauricio o su hijo los que estuvieran al alcance de ese hombre entonces haría cualquier cosa para esconderlos, lamentablemente Isela es una adulta que no puedo obligar a esconderse, está era la única manera de tenerla a salvó.
—Va a volver Rogelio, algún día tendrá que hacerlo —me asegura Victoria.
—Eso ni tú te lo crees —Isela tiene su orgullo y tiene además muchas otras cosas que pueden reemplazarme, le espera con sus padres una vida mucho mejor de la que tendrá a mi lado, ella se dará cuenta de eso y eventualmente nunca volverá—. Déjame solo por favor —le suplico y abre la boca para oponerse pero no le estoy preguntando—. Por una vez Victoria, haz lo que te pido.
Asiente y se va rápidamente, yo casi nunca le he hablado de esa manera pero está vez no estoy de humor para preocuparme por lo que ella piense de mi, lo único que quiero es sufrir a solas, necesito sentir este dolor y sacarlo de dentro de mi para poder seguir viviendo.
Gracias por seguir leyendo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top