36.- La primera piedra

A veces me gusta pensar que soy como una flor, a la cual transportan de una lado a otro, que arrancan de la tierra para llevarla a exhibir y después vuelven a replantar para que pueda seguir viviendo. 

Cuando puse un pie en la hacienda me sentí curiosamente llena de vida, ahora lo que por años he tenido en la mente está ocurriendo paso a paso tal cual lo planeado, pero si quiero que siga así entonces tengo que tomar unas cuantas cartas en el asunto. Es imposible que esto salga bien si no me ensucio las manos y por eso una vez que ví a mi madre y a mi nana arrastre a Rogelio y Helena a la camioneta, como lo había esperado Mauricio también quiso venir y con él también se pegaron Valentín y Maximiliano.

El lugar a dónde estamos no es bonito y lo que vamos a hacer tampoco es legal pero no lo sabrán, ellos ni siquiera se darán cuenta pero para evitar problemas perdí en la carretera a Maximiliano, fue una suerte que decidiera irse en su propio auto. 

Veo a mis hermanos y a Rogelio mirar la cantina de mala muerte que está a las afueras del pueblo con algo de asco, ellos jamás entrarían por propia voluntad y lamento ser yo quien los obligué.

—¿Qué hacemos aquí? —se atreve a preguntar mi hermana desde el asiento trasero.

No es algo que se vea a simple vista pero tampoco es sencillo de explicar, Rogelio y Mauricio lo entenderían al entrar pero Helena no, ella de hecho sabe muy pocos detalles y creo que merece saberlos, si soporta escucharlos. 

—Nunca te hemos dicho lo que paso —le contesto mirándola por el retrovisor—. Solo sabes que el abuso de mi pero nunca te dimos detalles.

—Y no los necesito —me responde evitando mi mirada.

—Si no te lo digo no entenderás lo que vas a ver allá adentro —suspiro y yo también bajo la mirada, no puedo verla a los ojos—. Esa noche Luciano se puso en medio de la carretera con sus hombres para emboscarnos, caímos en esa trampa y luego nos arrastro en medio del campo para evitar que alguien nos viera, logró que nos bajáramos porque nos rodeo con seis hombres armados. Luego vino la pelea, esos hombres estaban dispuestos a matarlos a golpes y después… —carraspeo para tragarme las lágrimas— ya sabes lo que hizo conmigo, el caso es que la gente que lo ayudo ni siquiera tuvo piedad de mi, esos hombres jamás dudaron en ayudarlo, aún escuchando mis gritos, el llanto de Rogelio y de Mauricio, nada los hizo cambiar de opinión, cuando estaban por irse me vieron, sucia, llorando de rabia y con la ropa hecha trizas… ninguno de ellos tuvo ni un poco de compasión, ni siquiera lastima, sonreían, burlaban —suspiro nuevamente para controlarme, no puedo perder la calma en este momento, si no hago esto con cuidado y con la cabeza fría nada de lo que planeo servirá—. Ellos son testigos de lo que me hizo, aunque no me guste necesito tenerlos de mi lado, o esto no va a funcionar, ahora están aquí, vine a pedirles de una manera no tan amistosa que trabajen para mi.

—No puedes confiar en esa gente —protesta Rogelio de inmediato. 

—Lo sé y no lo hago —menos ahora que sé todo de ellos—. Helena, ¿en dónde estarán tus enamorados? Los voy a necesitar.

Ya que se colaron tienen que ser de ayuda. 

—Mira por la ventana —me indica y veo a Maximiliano estacionarse delante de mi.

Todos bajamos de nuestros respectivos autos y nos reunimos en la banqueta mirando la fachada de este feo lugar, de verdad que no entiendo cómo es que la gente se la puede pasar bien en un lugar estrecho, maloliente y oscuro.  

—Victoria, este sitio no es para gente decente. 

Ya sé que está acostumbrado a los mejores lugares pero está vez no tiene opción, vino aquí para hacer lo que yo diga.

—Maximiliano has estado en peores lugares estoy segura —todos por lo menos una vez en la vida caemos en lugares inapropiados—. Bien, ustedes van a entrar ahí y van a vigilar las entradas y salidas, si alguien sale corriendo de la parte trasera me lo agarran —Maximiliano y Valentín se ven el uno al otro sin saber que decirme y lo mejor será que no me pidan explicaciones porque no se las daré—. No tienen que entenderlo, solo háganlo y Valentín, ni una palabra de esto a Juan José.

Este no es su asunto y además me mataría si se entera que traje a su primo a este lugar, para colmo a enfrentarse a gente de Luciano. 

Al final aceptan entrar y cuando estoy segura de nadie nos ve llevo a mis hermanos y a mi marido a la parte trasera del establecimiento, ahí ya me está esperando la persona que contraté para esto.

—Carlos Benavides, ¿cómo terminaste aquí? —le pregunta Rogelio. 

Carlos era hijo de uno de los trabajadores de la hacienda, se fue hace algún tiempo para ser policía, las cosas no salieron muy bien, su trabajo no era lo que esperaba y decidió volver, quería seguir siendo peón pero estudio en la academia, pensé que podía ser de más utilidad en otro lado, así que después de platicarle la situación, de explicarle paso a paso lo que quería de él acepto, dijo que estaba en deuda conmigo, que haría cualquier cosa para ayudarme y así fue como lo puse a trabajar en la hacienda Altamira. Su objetivo era crear una rutina entre la gente de Luciano, buscar los puntos débiles en su personal, meter cizaña en ellos para que fueran abriendo la boca y lo hicieron, sin saberlo me dieron todas las armas para llevar a Luciano a la ruina. 

—Eso no es importante, lo importante es lo que pasará a continuación —le contesta Carlos—. Sus retoños están listos, doña Victoria.

Asiento y él abre la puerta para dejarnos entrar a una habitación algo tétrica, se ve en efecto como un cuarto de tortura.

—¡¿Qué demonios es esto Victoria?! —me pregunta Mauricio furioso. 

Es normal porque lo primero que ve es a tres hombres amarrados a unas sillas, totalmente inconscientes, Helena reprime un grito cuando ve a otras tres personas encapuchadas salir del fondo de la habitación, todo esto se ve  mal pero hay una buena razón para ello.

—Solo les pido que guarden silencio —les digo y le hago una seña a mis hombres para que los despierten. Uno a uno les dejan caer baldes de agua con helada, los tres despiertan y al verme se quedan mudos—. Buenas noches.

Les sonrió, ellos se ven cada vez más confundidos, pero también me dejan ver la ira y solo un poco de miedo. 

—Luciano se va a enterar de esto —me dice el capataz.

Yo sabía que me respondería de esa manera, cree que Luciano es todo poderoso y ya es hora de mostrarle que no, yo me metí prácticamente hasta la cocina de su casa, lo manipule sin estar presente para que firmara un contrato que asegura que en caso de un fraude Luciano tendrá que responderme con su hacienda, y si eso hice con Luciano no puede empezar a imaginar lo que le ya le hice a él. 

—Cuento con ello Joel —le respondo sonriendo aún más.

—Ese no es mi nombre —me contesta con la voz temblorosa.

—Lo es, usted no se llama Ramiro si no Joel Balbuena, lo buscan en Sinaloa por tráfico de sustancias ilícitas, por violencia intrafamiliar, por delitos contra la salud, específicamente por uso de clembuterol en ganado bovino. 

El aire se le va por un momento de los pulmones, llevo mucho tiempo investigando esto, jamás hubiera actuado sin conocerlo.

—Está loca —me responde con un hilito de voz.

Me muevo hasta estar delante del segundo hombre que evita verme a los ojos pero eso no sirve, ya también lo conozco a la perfección.

—No, porque si estuviera loca no sabría que a Simón Díaz lo buscan por lo mismo que a usted, además de asalto a mano armada y tiene unas cuantas deudas de juego que se van a cobrar con la casa de su madre —camino un poco más para ir con el último de los criminales que escogí para esto—. Y para terminar, que Dionisio López se dedica al transporte de los animales que usted contamina, resulta que si ponen alguna queja, este hombre los amenaza con sus familias, dígame, ¿qué opina su hermanito de eso? Está estudiando en Jalisco, ¿verdad?

Son un trío bastante particular, hay otros tres más que también me serán de utilidad pero no tienen tanta porquería a sus espaldas, ellos van a recibir, por el momento un trató más amable.

—Si va a matarnos entonces solo hágalo, no nos provoca ningún tipo de terror, como el que Luciano le provoca a usted —dice Joel llamando mi atención—, ¿o es que se quedó con ganas de más?

Siento un poco de presión en el pecho, el gesto se me endurece y hago lo que me jure que no iba a hacer, voy delante de él y sin que se lo espere lo jalo por el cabello para golpearlo en la nariz con mi rodilla. En este momento no puedo dejar llevar por la rabia pero se lo ganó, además la poca sangre que le saco de la nariz es nada comparada con la que ha derramado. Le levantó la cara aún jalándolo por el cabello para que pueda verme a los ojos, en ellos encontrará algo muy parecido al infierno. 

—A mi nadie me va a poner ni un mano encima nunca mas, ¿me entendiste, pendejo? —lo suelto no sin antes darle un puñetazo— Ya no soy la misma tonta indefensa, ahora puedo romperte los huesos uno por uno si se me pega la gana.

—Hija de… —Carlos se acerca por detrás para darle un golpe en la cabeza.

Levanto una mano para que se alejé, esto es mi asunto y además no estamos aquí para esto, vine a producirles solamente terror psicológico. 

—Antes de que otra idiotez salga de tu asquerosa boca voy a explicarte, a los tres, porque están aquí —inhalo para tranquilizarme un poco—. Ustedes bestias, fueron sus cómplices, se deleitaron con mi desgracia a pesar de que tienen madres, esposas, hijas… y ahora es por ellas que les ofrezco una oportunidad, claro si quieren que sus familias sigan a salvó.

Y la verdad es que siento en el fondo de mi alma que a ellos no les importan sus familias, no después de ver cómo los han tratado pero es la mejor carta que tengo, porque justamente por ese egoísmo es que sus familias aceptaron ayudarme a mi.

—Usted no se atrevería —me contesta Dionisio.

—No tienes idea de lo que soy capaz, por ejemplo la familia de Joel ya no está en casa.

No fue fácil convencer a su esposa pero después de la última golpiza que le dio hace unos días acepto que Carlos la llevará a un lugar mejor, con sus dos niños, allá estarán a salvó de Luciano, de mi y de Joel.

—¿En donde los tiene? —me pregunta Joel y está vez parece genuinamente preocupado.

Él cuenta con qué su esposa jamás lo abandonará pero se equivocó, ella ahora prefiere alejarse de él para salvar su vida y la de sus hijos, ha llegado a un límite y aunque me beneficia su situación lamento mucho que tuviera que pasar por todo eso.

—En donde no vas a poder encontrarlos, si quieres verlos de nuevo será mejor que empieces a escuchar —traga saliva y asiente bajando la cabeza—. Usted es experto en el uso de clembuterol, ha trabajado con mucha gente, con la mayoría de los socios de Luciano, va a seguir haciendo eso, se va a asegurar que todo su ganado este contaminado, quiero que la entrega del grupo HCE este contaminada totalmente.

Y a mi no me hace ninguna gracia tener que estar drogando al ganado pero es la única manera, esto no puede seguir pasando, me he tardado mucho para actuar en contra de lo que Luciano ha hecho toda la vida, quién sabe cuánta gente ha salido perjudicada por ello. 

—¿Cómo sabe de eso? —pregunta Joel más asustado que intrigado.

—Eso no es importante, haga lo que Luciano le pida, asegúrese de que todo lo incrimine y si lo hace bien lo llevaré con su familia pero si no igual lo haré —ojala algún día me perdonen lo que voy a decir—. Los va a visitar en el panteón. Y ustedes van a correr con la misma suerte, su trabajo va a consistir en desviar el primer pedido, Carlos les dirá los detalles pero quiero algo más, necesito que me saquen los planos de esa casa, especialmente de los túneles. 

La hacienda Altamira es de las pocas que sobrevivieron a la revolución, los grandes hacendados en ese tiempo las construyeron de manera que pudieran escapar de los ataques de los campesinos, desde tiempos inmemoriales los Altamira han sido unos cobardes. 

—No sabemos en dónde están —responde Simón—, pueden estar clausurados.

Puede ser pero si Luciano es como creo aún le da algún uso a esos túneles.

—Pues eso quiero que lo averigüen, no importa como —si los escogí es porque son las personas de confianza de Luciano, podrán sacarle esa información. 

—¿Y si Luciano nos descubre? No es un imbécil —a Joel le gusta provocarme. 

—Miren imbéciles, esto puede acabar de dos maneras solamente y en las dos ganó yo, se los aseguro —aunque yo me muera se va a ir al infierno conmigo— pero si los descubre y me delatan van a pagar ustedes, su descendencia y cualquier persona que intente ponerse en mi camino. Les doy dos segundos para pensarlo.

Una llamada de Carlos basta para que a los tres los metan a un hoyo del cuál no se les va a permitir salir, y si, las cosas van a salir mal para mí también pero ya no tengo miedo de estar delante de él.

Se miran los unos a unos con gestos que no me gustan, no están seguros pero ese es su problema, de aquí o se van para la hacienda a cumplir mis órdenes o para la cárcel, los conozco y sé que valoran mucho su libertad.

—Aceptamos, mi familia, ¿Cuándo vuelve? —me dice Joel.

No es tan fácil, nunca voy a permitir que su mujer vuelva a vivir con él, a menos que ella quiera pero lo dudo mucho, nadie debería querer volver a una casa en dónde solo recibe golpes y humillaciones, yo sé que no puedo retenerla en dónde está pero le pido al cielo que la haga entrar en razón y decida de una vez por todas alejarse de un hombre como él. 

—Cuando acabe nuestro trato, por lo mientras inventé que escaparon de usted porque ya no soportaban sus golpes, seguramente le van a creer —lamentablemente en este lugar eso no es nada raro— y en cuanto a ustedes va lo mismo y les voy a dar un consejo, dejen de ser tan hijos de puta, repóngale la casa a su madre y usted cuide más de su hermano antes de que se vaya por el mal camino. 

—Si, patrona —contestan al unísono.

—Perfecto, si hacen sus trabajos bien puede que les dejé un regalito, uno que les garantice puedan escapar y estar bien al finalizar esto —el dinero es lo que los ha movido todo este tiempo, yo lo tengo y lo voy a aprovechar al máximo, los voy a dejar vivir un rato más creyéndose dueños de la situación—. Carlos, los va a cuidar por mi, está noche los va a acompañar en su fiesta y mañana empiezan a trabajar, él les dará su recompensa y también su castigo si no me obedecen.

—Por supuesto, patrona —Carlos aprovecha para apretar un poco el cuello de Joel y de Dionisio—. Todo se hará cuando usted quiera.

Esto se lo voy a agradecer toda la vida, aún recuerdo cuando íbamos juntos a la escuela, siempre fuimos amigos, él y su padre me ayudaron a resolver los trámites de defunción de mi padre, le debo mucho a él y creo que hay personas que pueden ayudarlo de nuevo a entrar a la policía, está vez en un lugar en dónde no quieran aprovecharse de él.

—Nos estamos viendo —le digo a Carlos y el solo asiente en mi dirección, me doy la vuelta—. Vámonos. 

Les digo a mis hermanos y a Mauricio sin verlos. Salgo de esa habitación lo más rápido posible e inhaló profundamente, lo que acabo de hacer es un arma de doble filo.

Antes de poder seguir a la camioneta alguien me toma bruscamente del brazo y cuando miro a mi espalda es Helena, como era de esperarse, Mauricio y Rogelio nunca me tocarían de esa manera.

—¿Qué pasó ahí? Victoria, ¿por qué hiciste eso, en dónde está la familia de ese hombre?

Me suelto y la jalo para ir rumbo al estacionamiento para que no nos escuchen, lo que menos necesito es que esos hombres crean que no puedo no controlar a mi hermana.  

—A salvó de él, si vieras como esa bestia le deja la cara esa pobre mujer lo hubieras matado tu misma —algún día verá que lo hice no es del todo malo—. Lo mío son solo amenazas y tampoco se van a quedar libres, van a pagar por lo que han hecho y les voy a agradecer lo que harán cuidando no de ellos si no de sus familias, no tienen la culpa —ya no van a pagar por lo que esos hombres han hecho—. Háblale a Maximiliano y a Valentín, que salgan ya de ahí.

—Es la última vez que nos arrastras a algo como eso, nos vemos en la casa —me dice Helena jalando a Rogelio, él se ve consternado pero no me dirá nada, no es quien para lanzar la primera piedra. 

—Te espero en la camioneta —murmura Mauricio aún furioso, me espera una noche muy larga.

Sé que nadie está de acuerdo con lo que hice pero en este momento no importa y tampoco lo hará en un futuro, esto no va a salir de aquí, esos hombres primero preferirían morir antes que aceptar que les hice pasar la peor noche de sus vidas. 


Gracias por seguir leyendo.

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