2.- Amar y vivir

La sangre sigue cayendo por la herida de bala en su cráneo, no para y Rogelio lo mira con algo parecido a la alegría, él está feliz, sonríe y no siento remordimiento alguno por lo que acabamos de hacer. 

«Mauricio»

Me llama desde lejos, el amor de mi vida me llama pero no puedo moverme, no quiero ir con ella con esta sangre en mis manos. 

«¿Qué has hecho?»

Me grita, se escucha rota, ella nunca se ha lamentado así, nunca.

Logro darme la vuelta y ahí está, mi Victoria, mi corazón está llorando, por mi, por su hermano, incluso me atrevería a decir que por el hombre al que hoy le arrebatamos la vida. 

«Asesino»

—¡No, yo no lo mate! —grito al despertar.

Estoy sudando mucho, en parte por el sueño, en parte por el calor que hace. Me siento recto en la cama intentando tranquilizarme lo suficiente para levantarme de la cama.

La puerta de mi habitación se abre y quién entra es Rogelio, asustado, no durmió mejor que yo. 

—Chingada madre, Mauricio —me dice bajito para no llamar más la atención— Date de santos que yo fui quien te escucho. 

Viene a sentarse a mi lado, nunca lo había visto tan pensativo, tan atormentado. Él y Helena son muy alegres, siempre están gastándole bromas a todos y verlo así ahora solo hace que mi angustia se acrecenté. 

—Dime por favor que solo fue una pesadilla —niega aún muy serio. 

—Sabes que no —murmura—. Ya todo el mundo lo sabe, todo el maldito pueblo y cada persona en la hacienda lo saben. 

Un escalofrío recorre mi espalda y en mi cerebro de pronto un torrente de recuerdos se agolpan, el disparo, la sangre, el cuerpo sin vida.

—Tenemos que hablar con Victoria —le digo y se levanta de mi lado furioso. 

—¿Estás demente? Nos va a entregar —nosotros debimos hacerlo desde un inicio—. A ella no le importa que sea su hermano o tu el hombre con el que se pretende casar en unas horas.

—Pero… Rogelio matamos a un hombre.

Eso es algo que no vamos a poder ocultar, ese hombre era una basura, sí, un ser despreciable pero no teníamos porque matarlo, lo que hicimos nos va a costar caro.  

—No Mauricio yo lo mate —eso no quita el hecho de que yo no lo impedí, que participe—. Lamento que estuvieras pero ante todo el mundo, si nos llegan a atrapar yo seré el culpable, eso sí encuentran el arma y para eso van a tener que buscar debajo de las piedras. 

Yo ni siquiera vi en dónde metió la pistola, nos separamos y al regresar él ya venía limpio de la sangre, sin el arma. 

—Pero su hermano, ese Luciano… me han dicho que es como el diablo, ¿crees que se quedará tranquilo?

Ciertamente Rogelio no se quedó tranquilo y quieto cuándo mataron a su padre, llevaba años esperando el momento de su venganza pero yo nunca creí que de verdad sería capaz de arrebatar una vida y yo en mi vida imaginé que podría disparar un arma.

—No puede hacernos nada —ojala fuera cierto—, no tiene ninguna prueba y si la tuviera es contra mi.

—No puedo dejarte solo en esto —mi conciencia no me lo permitiría nunca. 

—Lo harás —me sentencia en un tono que me hace sentir como un niño—. Vístete, no quiero que Victoria sospeche que algo anda mal.

Sale de mi habitación, seguramente va a prepararse también para la boda, tengo que decírselo, solo voy a dejar que pase un tiempo, que las cosas se enfríen y entonces voy a convencer a Rogelio, tenemos que hablar con la verdad, ella no nos condenaría, no a su hermano, lo ama demasiado para ello. 

Trato de despejar mi mente cuando mi teléfono suena, eso es un gran milagro, es muy raro que la señal de teléfono agarre bien, pero voy a solucionar eso pronto, voy a traerle la modernidad a esta hacienda, a todos les vendrá bien.

—¿Qué pasó mamá? —le contesto con un poco más de buen humor, no le daré ningún motivo para que empiece a molestar. 

Desde que le dije que Victoria era la mujer de mi vida se opuso, nunca va a estar de acuerdo en que me venga para acá a vivir y que deje todos nuestros negocios, mi vida que nunca fue buena, no hasta que la conocí. Mi madre no entiende lo infeliz que me sentía, rodeado de todo y vacío por dentro, como una piedrita de rio, ahí mojándome pero igual de seco por dentro.

Esa vida de lujos, de cosas brillantes palidece totalmente con Victoria, parece algo sucio y vulgar en comparación con la mujer que amo. Si bien la hacienda no es el lugar que hubiera escogido para mí vida no me quejó, aquí hay un sinfín de oportunidades, podemos explotar estás tierras como se debe, llevar el nombre de los Caballero aún más alto, tengo tantas cosas que hacer aquí que ya no me aguanto las ganas de que llegue la próxima semana, después de nuestra luna de miel, empezaré a construir el futuro patrimonio de los muchos niños que tendremos, los veré jugar, crecer, amar, no estarán solos como yo lo estuve.

—¡Mauricio! —grita mi madre sacándome de mis cavilaciones—. Se cortó la llamada ¡Mauricio contesta!

—Si mamá, debiste llamar al teléfono fijo —es la única forma segura de comunicación.

—Nadie me contestó, me sorprendería saber que efectivamente saben usar un teléfono pero eso no importa, ¿a qué hora piensan venir por nosotros? —solo espero que no diga ese tipo de cosas delante de Victoria, si algo valora es a su gente y no va a permitir que nadie los ofenda— Con la distancia que hay entre este nido de pulgas y la hacienda nos llevará medio día llegar. 

Solo es media hora en camioneta, desde un inicio les dije que la pensión del pueblo estaba lejos de ser el hotel cinco estrellas al que están acostumbrados, se los dije y no me hicieron ningún caso, se negaron a quedarse en la hacienda por soberbios y ahora se les hará tarde. Aunque si soy sincero no me importaría mucho si no llegan.

—No exageres madre, ya mando a alguien —le cuelgo porque tengo demasiadas cosas en la mente para preocuparme por ella también.

Aún tengo un par de horas antes de la boda, no me llevará mucho tiempo estar listo así que mejor voy a darme una vuelta y verificar que todo este en su lugar.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras hasta estar en la entrada de la hacienda, ahí me encuentro a la nana de Victoria, está igual de tensa que los demás, no me sonríe como siempre.

—Buenos días, Tomasa —solo asiente en mi dirección—. ¿Sabe en dónde está Juan José?

Le sorprende mucho que pregunte por él, pero para el asunto de mis padres solo él me puede ayudar, es el capataz de la hacienda, el hombre de mayor confianza de Victoria y después de Rogelio es quien más rango tiene.

—Está en el despacho dejando todo listo para antes de salir, como sabe se tomará unas vacaciones —en un muy mal momento.

Rogelio no tiene cabeza para manejar la hacienda ahora, pretendía alargar mi luna de miel con Victoria pero con esto no se va a poder. 

—Gracias, ¿Victoria ya está lista?

Ahora así que me sonríe con ganas, ama con todo su corazón a los niños que ayudó a criar, doña Elisa, la madre de Victoria dice que no imagina su vida en este lugar sin ella. Me parece que es un poco como mi madre, Rogelio dice que aún hay cosas que le molestan mucho, como por ejemplo que sus hijos lleguen llenos de lodo y que se lleven tan bien con los trabajadores. 

—En eso anda, se verá más hermosa que nunca —tanta belleza me va a dejar ciego—. En un momento mando a qué le suban el desayuno, tiene que estar fuerte para soportar el día. 

—Muchas gracias, nos vemos al rato y usted también se verá muy guapa —me tomo el atrevimiento de tomar una de sus manos y darle un beso, un gesto solamente para darle las gracias por apoyarme cuándo todos me querían lejos de aquí—. Recuerde que usted no es una simple empleada, estará con nosotros como parte de nuestra familia.

Ya me encargue de ello y cuando vaya a su habitación encontrará que mandé a comprarle un vestido muy elegante, Victoria me ayudó a escogerlo, ambos queremos que esté a nuestro lado, se lo merece más que nadie. 

Al final Tomasa se aleja algo avergonzada, no debe estar acostumbrada a tanta galantería, pero de ahora en adelante yo la trataré como la madre que hubiera querido. Mi madre no es mala pero hasta que se haga a la idea de mi matrimonio podremos vernos sin ningún reproche.

Voy al despacho y antes de poder entrar sale el hombre que necesito, con su habitual expresión de desagrado hacia mi, sé que a muy poca gente por aquí le caigo bien pero este hombre debería hacer un esfuerzo por conocerme, de perdida tolerarme, en los años venideros trabajaremos juntos casi la mayoría del tiempo y para Victoria él es como un hermano más.

—Señor Valencia, ¿qué se le ofrece? —me habla como si siempre le pidiera las perlas de la virgen.

—¿Sabe si mandaron a alguien por mis padres?

—Se fueron hace media hora, apenas estarán llegando —entonces mamá llamo en vano—, ¿algo más antes de que me retire?

Le pediría que se quedará a la recepción para intentar limar asperezas pero hoy no quiero ver malas caras, con las de mis padres y supuestos amigos será más que suficiente. 

—No, es todo. Buen viaje —asiente pero antes de quitarme del camino quiero que entienda que aquí las cosas van a tener que cambiar, es mejor que vaya pensando en ello—. Juan José, cuando regrese quiero su opinión acerca de los nuevos proyectos, sabe que es muy importante que todos trabajemos juntos. 

No deseo ser un tirano, ese no es mi estilo y sí, me gusta que las cosas se hagan a mi manera pero yo no sé trabajar en el campo, él tiene que enseñarme, ambos podemos aprender mucho del otro. 

—Haré lo que la señorita Victoria me mande —como todos aquí—. Con su permiso, señor Valencia. 

Me hace a un lado y lo dejo ir, por ahora no tiene ningún caso que lo provoque, no me conviene enemistarme con el.

Ya más tranquilo subo a mi habitación, el desayuno que Tomasa me prometió ya está aquí y con calma desayuno, me concentro en mi novia, en guardar la compostura y ver la manera de ayudar a Rogelio, yo fui testigo, algo debe poder hacerse fue en defensa propia. Eso va a ser así y si no, bueno que de algo sirva la fortuna que hice con mi padre. 

Pensando en mis padres es que los invocó al poco rato que terminó de desayunar escucho a mi madre dando órdenes, también piensa darle su toque personal a esta boda, me toca la puerta y no le abro, alego que estoy vistiéndome, por supuesto vuelve cuándo estoy a punto de terminar y entra ya sin pedir permiso. Me ve de pies a cabeza, feliz porque estoy usando un esmoquin y no un traje de charro como le había amenazado, es cierto que aquí la charrería está presente en todos lados, la mayoría de los caballos que crían son para practicar la charrería pero aún así Victoria no quiso que eso estuviera tan presente, pero si lo estuviera ese no es asunto de mi madre, ella ya tuvo su boda y fue totalmente a su gusto. 

—Beatriz, nos están esperando abajo —anuncia mi padre entrando sin tocar—. Bueno, por lo menos este si eres tú. 

Sus comentarios me empiezan a sacar roña. 

—No puedo creer que te vayas a casar con una campesina —dice mi madre con algo de sorna—. Mauricio aún puedes escapar, con el desastre que hay nadie lo notará.

—Victoria no es ninguna campesina mamá, es una mujer muy inteligente y trabajadora —ella es más de lo que merezco—, y será mi mujer en menos de una hora, te juro que si haces un comentario más acerca de ella voy a terminar por cortar todo lazo con ustedes.

Y no es una amenaza, no soy ningún niño caprichoso, hace mucho tiempo que ellos saben cómo es que me manejo, siempre supieron que no era como los demás, como esos hombres blandengues que dejaron ir a su amor por dinero, yo me sé lo suficientemente capaz de salir adelante por mis propios medios, no necesito ni de mi apellido, ni fortuna.  

—No te preocupes que una vez que termine este teatro nos vamos inmediatamente a la ciudad de México —me asegura mi padre, él tampoco se anda con sentimentalismos—. No soporto un día más en medio de la nada.

—Bueno, en ese caso será mejor que nos demos prisa —me separó lo más gentilmente que puedo de mi madre—. Te espero en la capilla, mamá. 

Me doy la vuelta para salir pero antes de que poder abrir mi papá me toma con mucha fuerza del brazo, si eso no le funcionó cuando era un niño pequeño mucho menos ahora que ya soy un adulto, sus amenazas no sirven conmigo.

—¿Hasta donde estas dispuesto a llegar por esa mujer? —me pregunta furioso— Recapacita Mauricio, el matrimonio no es ningún juego. 

Por lo menos no es el tipo de juegos que a él le gustan, mi padre es un hombre que juega con las personas, les ofrece tratos demasiado buenos para despreciarlos, después de eso empieza a mover sus piezas hasta ganar, no voy a negar que si hubo un tiempo en el que también era partidario de ello pero eso cambio en el momento que decidí cambiar de vida.

Ahora entiendo que amar y vivir no son como él me enseñó, al amor no depende del dinero y tampoco la vida, no sé cómo mamá soportar eso, a un hombre tan ambicioso. 

—Escúchame papá, mi vida en tu casa si es juego, uno de apariencias, en dónde todo lo hacemos por sacar el mejor partido —ya saqué lo suficiente para empezar de cero aquí con Victoria y no necesito más—. No quiero seguir así, ya me cansé y si de verdad quieres saberlo, por Victoria soy capaz de matar. 

Me pesa un poco en el alma decirlo, ahora que está probado no me enorgullece, sé perfectamente que el matar a alguien no es una prueba de amor y me arrepiento mucho pero lo haría una vez más si con eso logro salvar a Rogelio, si él muere Victoria sufrirá y no lo permitiré.

Me suelto de mi padre y me voy lo más lejos que puedo, no puedo ver a Victoria hasta la ceremonia o de lo contrario terminaré por decirle todo lo que pasó y aún no es tiempo, está vez haré las cosas a gusto de Rogelio, él es un hombre inteligente, seguramente tiene un plan para sacarnos de esto, debe tenerlo.   

Sin saber cómo llego hasta las caballerizas, veo a los trabajadores mejor vestidos, espero que se diviertan ya que yo pretendo hacerlo, en los pocos meses que llevo aquí se han mostrado muy respetuosos, la mayoría aún me mira con recelo pero por lo menos lo intentan y como prueba de buena voluntad es que fui quien les pidió que asistieran a la boda, nadie nos deseará mejores cosas.   

—¿Se le ofrece algo, don Mauricio? —me pregunta Joaquín, uno de los peones cuando me ve. 

—¿Ya ha llegado alguien? —es lo único que se me ocurre, es lo único que debería importarme. 

—Solamente tus invitados, los demás estamos listos hace una hora —me contesta Rogelio a mi espalda—. Joaquín, por favor ve con los demás y entren a la capilla recuerden que hoy nadie trabaja más.

Joaquín acepta las órdenes de Rogelio quien también escogió un traje, se ve como uno de mis amigos, Rogelio con esa cara y carácter haría cosas maravillosas en la cuidad de México, claro si hubiera hecho una carrera, él dice que sabe lo que necesita para vivir pero eso no es excusa, Victoria estudio veterinaria y Helena planea estudiar diseño de modas, lo cierto es que a Rogelio no le interesa nada más que su familia y su hacienda, si acaso algún día se casará con la vecina pero fuera de eso no tiene ninguna ambición.

—¿Mi mujer ya está lista? —cuestiono para romper el silencio.

—Aún no citadino, aún no es tu mujer —eso es cuestión de formalismos, una firma papel, una bendición y listo—. Mauricio mamá te manda esto. 

Que raro y al mismo tiempo agradable recibir un regalo de ella, tomo la caja que me ofrece y al abrirla veo un reloj que me parece demasiado familiar.

—Rogelio esto era de tu papá yo no puedo aceptarlo —es el reloj que siempre veo en las fotografías del padre de Victoria— ¿Por qué mejor no lo llevas tú? Te pertenece.

—Nadie te lo está regalando, Victoria solo quiere que lo utilices hoy, para ella es importante que papá este, aunque sea solo de esta manera —me apena mucho el saber que hoy no será como siempre lo imagino—. Quisiera decirle que al fin hice justicia por él, pero no le agradaría la idea, le hubiese gustado más que la policía lo encerrará, la muerte es lo mejor que le pudo pasar a ese hombre. 

—Rogelio ya basta de eso —me pone de nervios que cualquiera nos escuché—. Lo vamos a solucionar.

—Mauricio, ya te dije que cualquier culpa recaerá sobre mi, seré el único responsable —eso si que no—. El corazón se le romperá a Victoria si sabe que estás involucrado, solo te pido que cuides a mis hermanas y a mi madre. Promételo o no dejaré que te cases con mi hermana. 

Lo que pide es un arma de doble filo, esto se va a saber y los pagaremos por ello, pero ahora no, simplemente necesito tiempo para pensar en la mejor solución y odió hacer promesas que no podré cumplir pero está vez es necesario. 

—Lo prometo.

—Entonces vamos.

Me señala el camino hasta la capilla, y juntos vamos a dónde su hermana seguramente nos está esperando. Me preparo para verla a los ojos y fingir que todo está bien.

Gracias por seguir leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top