18.- Marioneta
—¿No me van a decir nada? —pregunta Victoria.
Citó a Juan José, Rosa Isela, Mauricio y a mi para informarnos su decisión respecto a quien se quedará a cargo de la hacienda y creo que nunca nos habíamos quedado todos mudos.
Este cambio de actitud de mi hermana hacia Helena no lo ví venir pero me agrada, está es la casa de Helena, tiene todo el derecho de quedarse y parece que ya le ha llegado al corazón a Victoria y si esto solo es una prueba entonces yo la voy a ayudar a superarla, además con esto me está quitando un peso de encima.
Oficialmente a la partida de mi hermana a la ciudad de México Juan José sería el encargado pero me dijo que me dejaría a mi y realmente no es algo que yo quiera, no ambiciono tomar un lugar que no me corresponde y que además no merezco.
—¿De verdad quieres saber lo que pienso? —replica Juan José molesto.
—Juan José, por favor cálmate —le pide Mauricio antes que Victoria pueda contestarle—. Por eso los citamos aquí, ustedes son quienes tendrán la responsabilidad sobre ella, y sí, queremos tu opinión.
—¿Cómo les explico? —pregunta enfocándose en Victoria— Helena no es una niña y tú no eres su madre para recompensarla por hacer bien su tarea, es absurdo que ella maneje un lugar de estos sin saber absolutamente nada, dos meses no son suficientes para aprender.
Es que no ha entendido que aunque no sea suficiente podrá hacerlo, Victoria tenía dieciocho años cuando se empezó a hacer cargo y sabía solo un poco más que Helena ahora, aquí mi hermanita solo necesita apoyo, porque el carácter ya lo tiene bien puesto.
—No me gustan las metáforas Juan José —le responde Victoria—. Mira Helena quiere aprender y yo darle una oportunidad, entre más gente me ayude mejor marcharán las cosas para todos, y… ¿de que te quejas? Tú mismo la has apoyado desde que llegó aquí.
Eso ni como negárselo. Juan José la trae junto con Valentín de arriba, abajo, no paran en todo el día; a veces he llegado a creer que está preparando a su primo para dejarlo aquí y eso estaría bien, él merece una vida lejos de la sombra del amor que le tuvo a mi hermana. Ya merece ser feliz y aquí no lo va a conseguir, sin embargo jamás nos dejaría a nuestra suerte.
—Si, yo la ayude y lo seguiré haciendo es solo que estoy harto de que todo el mundo pase por encima de Rogelio.
Solo está perdiendo su tiempo al defenderme, Victoria es de oídos sordos a la mayoría de cosas que tengan que ver conmigo.
—Yo siento decirlo pero está vez estoy de acuerdo con Juan José —interviene Isela—. Rogelio, eres tú quién debe manejar la hacienda, tu la conoces mejor que nadie.
Claro además creé que aún soy dueño de una parte de la hacienda pero aunque fuera así yo no aceptaría e Isela tiene que entenderlo, yo no he nacido para dar órdenes, aquí la palabra de Victoria para mí es una ley sagrada que no estoy dispuesto a romper por nadie, ni siquiera por la mujer que amo.
—Por mi no tienen que preocuparse, yo estoy de acuerdo con Victoria —les aclaro para que dejen de insistir en algo que no va a pasar—. Helena es todo lo que esté lugar necesita, además saben que a mi no gusta dar órdenes, a ti Juan José tampoco, no queda nadie más con capacidad, ¿o ustedes tienen una opción mejor?
Aquí todos sabemos que la única con la fuerza y carácter suficientes para llevar las cosas exactamente como Victoria es Helena, además yo le hice una promesa, le dije que la ayudaría, eso haré, una vez que Victoria regrese y todo este bien empezaré con los preparativos para construir su casa, para que esté feliz y tranquila de una vez por todas.
—Entonces no hay más que hablar —sentencia Victoria cruzándose de brazos—. Helena se quedará al frente de la hacienda y solo es porque la gente necesita a quien ver cómo autoridad, ya que aquí todos saben perfectamente que hacer. Entiendan que lo único que le estoy dando es nómina y la chequera.
Ahí está otra razón para ella se quede a cargo, yo no sé cómo manejar eso, si llega a haber un problema con los bancos o los papeles Helena sabrá solucionarlo, lleva mucho tiempo administrando su propio dinero, yo con trabajo sé contar del uno al diez.
—Ustedes son los dueños, saben lo que hacen —contesta Isela aún más molesta que Juan José que solo indica con un gesto que mantendrá la boca cerrada—, el otro tema que teníamos que tratar, ¿qué va a pasar con la gente para la cosecha?
De eso si puedo encargarme yo. La gente viene de paso para la cosecha, van de estado en estado trabajando, por lo general aquí viene la misma gente, a veces más, a veces menos pero siempre hay trabajo para todos, aquí hay varios lugares a donde trabajar pero nosotros tenemos preferencia porque les pagamos más y este año Victoria los va consentir con un pequeño aumento para que nos ayuden a preparar nuestras nuevas tierras.
—Hazlo como siempre, la única diferencia con esto es que llevarán todo a mi bodega —contesta mi hermana restándole importancia—. Cuando recolecten la totalidad de la producción vendrán por ella para llevarla a la trilladora y se acabó, lo demás son los procesos científicos.
Esos son los más importantes, si la cebada no sirve para la fabricación de la cerveza estamos perdidos, aunque no hay mucho de que preocuparse ya que a pesar de no conocer esos procesos científicos nosotros sabemos cómo cultivar, conocemos cada grano, cada una de las hierbas malas y de las plagas que pueden arruinarlo todo, somos muy cuidadosos y por eso la cebada que producimos es una de las mejores del país.
—Eso está resuelto —concede Juan José—. Ahora, el tema de las palomas, no puedes ir a firmar contratos si no tienes la propiedad.
En eso estoy de acuerdo, estamos a merced de ese maldito hombre y si queremos cumplir con el contrato que Victoria va a firmar primero tenemos que tener la propiedad, preparar la tierra lleva tiempo, después hay que arar, sembrar, es un proceso que lleva tiempos específicos.
—Eso es lo primero que vamos a arreglar llegando a la capital —le responde Mauricio—. Yo les llamaré para decirles en que momento pueden empezar a preparar la tierra.
Pues solo tendrá una semana a partir de que salga de aquí, está muy confiado y eso no me da buena espina, el viaje, sus supuestos negocios, sus amigos, la nueva hipoteca, todo me parece demasiado bien armado, ya que todo lo tiene que resolver en la capital, es demasiada coincidencia y yo no creo en eso.
—¿Van a comprar a través de un prestanombres? —le cuestiona Isela.
—Me reservo el derecho de decirles por ahora —responde Mauricio.
Victoria no se ve muy feliz, lo que quiera que esté haciendo también es a espaldas de ella y la idea del prestanombres no es mala pero tampoco creo que sea totalmente legal.
—Consíguela como quieras pero eventualmente el viejo Epitacio lo sabrá cuando nos vea entrar con nuestra gente —digo para bajar la tensión del ambiente.
—Para ese momento será demasiado tarde y le conviene cooperar con nosotros —contesta Victoria—, eso si quiere seguir viviendo con comodidad.
—Y ahí está lo que él no quería, que tuvieras poder sobre su hogar —Juan José está demasiado exaltado hoy.
—No, yo no quiero quitarle su parcela y mandar sobre ella, yo tengo cientos de hectáreas de tierra —su cachito de tierra nos es inservible—, quiero convencerlo de trabajar para mí como una especie de vigilante; ese lado de la hacienda está muy desprotegido y no me gusta, por ahí casi meten una plaga.
Porque no nos hacen tontos, nosotros sabemos que intentaron una vez más envenenar nuestros cultivos pero no contaban con que diario se hacen recorridos para preservar el bienestar de la cebada, aprendimos de nuestros errores y ya no somos unos niños a los que pueden perjudicar.
—En eso tienes mucha razón, ahora más que nunca necesitamos tener bien segura la producción —concede Isela.
Antes de que Juan José pueda hacer una protesta más, Joaquín entra al despacho, no es la única plática que mi hermana tiene está semana para cerrar todos sus asuntos.
—Patrona, ya llegaron de la federación —anuncia Joaquín.
Como el día del charro está muy cerca la federación mexicana de charrería mando a su gente para ver los caballos, para que mi hermana pudiera conocer también a uno de sus jinetes más importantes pero quién al final lo juzgará es Juan José, es una autoridad en el tema y me atrevería a decir que él fue —o es todavía— el mejor charro después de su padre.
—Diles que un momento voy, gracias —espera a qué Joaquín se retire para dar por terminado esto—. Bien es todo, antes de irme volveremos a hablar de esto —se levanta para ir a la puerta—. Juan José vámonos.
—No me queda de otra —murmura por lo bajo y va detrás de ella.
—Yo voy con ustedes —anuncia Isela poniéndose de pie—, tengo que arreglar algunos asuntos para tener todo listo para la recolección —me da un beso en los labios y corre junto a mi hermana—. Me llamas al rato, te amo, hasta luego Mauricio.
Ahora que nos dejaron solos y que a nadie le importamos me va a decir que hay detrás de ese viaje, está situación ya lleva tiempo vibrándome mal.
—¿Por qué me miras así? —pregunta cuando siente mi mirada sobre él.
—Te conozco Mauricio, siempre que estás haciendo algo a espaldas de Victoria tienes la misma actitud —esta tenso y ni siquiera se atreve a alzar la mirada, tiene miedo hasta de su propia sombra—. Mira yo no te voy a reprochar nada, solo voy a recordarte que todas las mentiras que has dicho son conmigo a tu lado, ¿qué está pasando con las palomas?
Ahí empezó todo, mi hermana se empecino en compararla porque la necesitábamos, hicimos todo lo posible pero no funcionó y después empezaron a llamar de la capital, yo siempre creí que eran solo llamadas de sus padres para conseguir que los visitaran pero ahora eso ya no me convence.
Victoria dice que Mauricio va a cerrar sus negocios, inversiones personales pero no es así, él solo ha invertido aquí en la hacienda, me lo dijo hace tiempo y ahora estos negocios misteriosos, la negativa de decirnos cómo comprará la finca me hace creer que hay una mano detrás de todo esto moviéndonos a su conveniencia.
—Si te lo digo promete que no lo sabrá, por ahora tu hermana no debe saber a qué vamos en realidad a la capital —me responde algo preocupado—. Cuando mi madre empezó a mandar las invitaciones de su aniversario la gente empezó a recordarme, entre esa gente hay algunos amigos, ellos ahora están en muchos problemas y necesitan mi ayuda a cambio de eso me darán las palomas.
Lo sabía, puede que ahora la mayoría de las personas crean que solo soy la marioneta de Victoria pero está marioneta no es estúpida, yo siempre estoy atento a todo lo que hacen y dicen.
—¿Por qué no hablas de esto con Victoria?
—A Victoria no se le habla, se le reza, es una diosa.
—No estamos para jugar, Mauricio.
Él sabe en dónde está mi lealtad, mi prioridad es la seguridad de Victoria, por lo tanto necesito saber a dónde y con quién la lleva, si no me lo dice no saldrá de esta casa.
—Lo sé, este tema es delicado y me por eso quiero que ellos se lo expliquen a Victoria. El favor que le pedirán no es sencillo e implica que ellos sean los dueños de la propiedad —esto me huele cada vez más mal—. Lo que quieren es una casa de seguridad para sus hijas, solo desean que estén a salvó y la finca esta muy bien ubicada, podremos fácilmente rodearla y nadie llegara ahí sin que lo sepamos.
Es cierto que tenemos la propiedad sitiada, son muy pocos los puntos ciegos en la seguridad que montamos pero nuestros hombres no están capacitados para ser guardaespaldas, además es muy peligroso, no vamos a meternos en quién sabe que problema solo por esa finca.
Hay opciones, cerca de la hacienda de Isela hay tierras, no tan buenas y no tan cerca de nosotros como nos gustaría pero son una opción viable.
—Mauricio, ¿sabes lo que está en juego con eso? —asiente algo exasperado— Yo no conozco a tus amigos pero imagino que tipo de problemas tienen y no estoy dispuesto a permitir que mi hermana se meta en eso, que traigan aquí un nuevo infierno.
Ya tenemos suficiente con Luciano y además este no es un lugar seguro para nadie, no hasta que acabemos de una vez por todas con él.
—Son niñas Rogelio, tendrán su propia seguridad privada, la cual podemos también utilizar a nuestro favor a cambió de informarles todas las mañanas como están —no si a mí no me preocupan ellas, el verdadero problema es a quien van a atraer—. Si Victoria acepta entonces podremos ocupar la finca de inmediato y cuando ellas se vayan me cederán la propiedad, eso sin pagar un centavo.
Aunque eso suene bien nosotros vamos a pagar lo que nos digan, a Victoria nunca le han gustado los regalos, menos de este tipo y él día que ella hablé con esos hombres estará molesta y aún más si ellos están enterados de lo que pasó aquí.
Mi hermana está avergonzada —aunque no debería— por lo que le hicieron, le cuesta mucho enfrentarlo, todos los días mientras trabajamos veo como ella se aleja de todos, se muestra amenazante para que no se le acerquen y eso también la hiere pero lo prefiere, así que si ellos saben la atrocidad que le hicieron no les dejara decir ni una palabra.
—Todo eso suena perfecto, pero, ¿ellos saben lo que esta pasando con nosotros?
—No, sin embargo están bien consientes de que tu padre murió en un supuesto asalto, que Rosendo de la misma manera, pero también saben que los ladrones desaparecieron cuando tu hermana empezó a montar la seguridad —seguramente creen que lo hicimos por el bienestar común— y a pesar de eso, de los antecedentes, ellos aún quieren traerlas aquí, ¿sabes que es lo que más les gusta de la finca? —niego, con esos antecedentes de asesinatos a sangre fría yo no traería a nadie aquí— Que todos los caminos dan directamente a las autopistas del país.
Por supuesto, en caso de un peligro potencial solo hay que sacarlas a la carretera, de ahí pueden irse a dónde quieran y nadie podría rastrearlas, eso está bien pero insisto en que dentro de la propiedad no están seguras. Mauricio debería ser sincero respecto a este tema, más ahora que estamos a punto de empezar a provocar al diablo.
La puerta del despacho se abre y caminando a saltitos entra Helena, desde que Victoria le dijo que estaría al frente de la hacienda tiene un humor muy alegre, así hasta parece una niña.
—Mauricio, como hoy me liberaron de mis obligaciones para poder ir por tu traje me gustaría sacar un rato al niño —esa es una buena idea—, solo le compraré un helado.
Vicente se la pasa aquí encerrado y aunque tiene mucho espacio para jugar no es lo mismo, Victoria siempre lo tiene detrás de sus faldas y no es justo para el niño, él merece tener la misma infancia que nosotros y yo sé que eso por el momento no es posible pero algún día, cuando ese mounstro ya no esté Vicente podrá salir y ser un niño y no un blanco, porque eso es en este momento, está en peligro y aunque yo ayude para despistar a todo el mundo no es suficiente.
—No lo sé Helena —responde Mauricio—. Victoria no deja que el niño salga sin su consentimiento y ahora no podemos molestarla.
Aunque lo hagamos ella les pondrá a diez personas a seguirlos y eso no es cómodo, lo sé por experiencia propia, Helena en este momento pasa totalmente desapercibida y así está bien, el niño tiene que sentirse normal y aunque sea por esta vez creo que debemos llevarle la contraria.
—Iremos con Valentín en la camioneta, será rápido —le súplica mi hermana—. Por favor, ni siquiera notará que nos fuimos.
Eso espero o me meteré en un gran problema.
—Con mucho cuidado Helena —ella me sonríe, pero antes de que salga hay una cosa más que decir—. Espera —se regresa y centra su mirada en mí—, quiero que cuides lo que haces, no creas que no nos damos cuenta de que te la pasas coqueteando con Valentín.
—No lo estaba ocultando y tampoco necesito tu permiso para ello, Rogelio.
Yo ya no le doy permisos a nadie, lo único que quiero con esta conversación es que ella entienda en lo que va a meterse cuando Juan José lo sepa.
—No pero es importante que recuerdes quién es él y quién eres tú —pone los ojos en blanco, me está malentendiendo—. Valentín es primo de Juan José y tú la encargada de esta hacienda.
Algún día, cuando ella esté lista vamos a hablar del amor que siente por Juan José, es algo que tenemos que hablar porque ya no tolero la carga de la traición que cometí, ayudar a mi padre a separar a Victoria y Juan José es mi primer crimen y posiblemente el más grave que cometí.
—Sé como manejar eso y no eres el primero en decirme que debo cuidarme —solo espero que ese chisme no salga de esta casa—, solo déjame Rogelio, yo no haré nada malo.
Sale del despacho rápidamente, como para demostrar que no necesita la aprobación de nadie para nada, en el fondo sigue siendo una niña, una muy mimada.
—¿Vamos por un trago a tu casa? —pregunta Mauricio cuando Helena cierra la puerta.
—Nada me haría más feliz.
Borracho no siento ni culpa, ni dolor.
Gracias por seguir leyendo.
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