15.- María bonita

—¡Maldito viejo! —grita Victoria estrellando el puño contra su tocador.

—¡Victoria! —le riñe su madre.

—¡¿Qué mamá?! No sé quién le metió esas ideas en la cabeza, ¿quién le dijo que lo que quiero es construir sitios de lujo y departamentos? —yo también quisiera saberlo para reventarlo a palos— Cree que quiero vender todo esto para convertirlo en un parque de diversiones para millonarios. ¡Maldito viejo demente!

—Victoria, deja de llamar así a don Epitacio —pide su madre una vez más—. Era amigo de tu padre, no admitiría que uses ese lenguaje con él.

Si es así, entonces don Epitacio con más razón debería saber que eso que le dijeron no es cierto. Victoria aprecia demasiado este lugar para transformarlo; aunque siendo objetivo la hacienda está muy bien ubicada, la cercanía con las cuevitas de Apán es un atractivo muy fuerte para los turistas, además el arroyo que cruza una parte de la hacienda también se podría explotar, yo mejor que nadie lo sé porque cuando vine a cobrar la hipoteca de la hacienda estuve averiguando, mi padre estaba interesado en la hacienda por esa razón pero ahora que estoy aquí, no voy a permitir que eso se haga.

Hay muchas razones para ello y las más importantes son, el impacto ambiental que traería y el segundo punto, no menos importante es que dejaríamos sin trabajo a las familias que viven de la hacienda, eso sin contar la gente que trabaja con Rosa Isela y la que aún labora en las palomas.

—Lo sé mamá pero no lo entiendo —responde mi esposa un poco más tranquila—, todos aquí saben que amo estás tierras, que las defendería con mi vida si fuera necesario.

—Tiene razón doña Elisa —ya me toca ayudarla—. Epitacio sabe que necesita dinero y aún así no acepta nuestra oferta, lo único que impide en este momento que Luciano compre las palomas es que lo odia más que a nosotros. 

Eso también nos los dijo a la cara, a su lado hasta Victoria parece un ángel y la verdad es que yo no creo que nos odie, ese hombre tiene miedo, le da pavor ver a una mujer como mi esposa al mando y no solo eso, sabe que manejo proyectos grandes, que si por mí fuera las cosas serían un poco más industriales. Meter máquinas aquí también implica el recortar el personal y eso no me lo van a dejar hacer, si Epitacio me hubiera escuchado sabría que no pretendemos acabar con todo lo que él conoce, nosotros solo buscamos más oportunidades de crecer.

—Mauricio, ¿cuánto más podemos subir la oferta? —me pregunta Victoria. 

Lo que ofreció ya le alcanza para vivir cómodamente el resto de lo que quede de vida, no es ambición la del señor, es su mente cerrada la que no le permite vendernos. 

—Podríamos ofrecerle un cincuenta por ciento más y él no va a aceptar. 

Lamentablemente no podemos simplemente darnos por vencidos, hemos estado firmando contratos con varias empresas cerveceras, el próximo tenía que ser por una cantidad mucho mayor de la que podemos producir, todo se vendrá abajo si no tenemos esa finca. 

—Victoria, ¿de dónde piensas sacar todo ese dinero? —inquiere doña Elisa algo preocupada. 

Aún no queríamos decirle lo de la hipoteca pero me parece que es necesario, ya todos saben que nos vamos un mes de la hacienda para conseguir ese préstamo, a cerrar otros negocios y un asunto que me lleva dando vueltas la cabeza desde que me llamaron.

—Mi padre nos hará préstamo grande pero sin intereses, solo un pagaré firmado por mi —eso es más una formalidad para que no haya malos entendidos después—, ni siquiera le vamos a entregar las escrituras de la hacienda, lo haremos con mi casa de Cuernavaca.

Mi padre jamás volverá a tener poder sobre la casa de mi esposa y de mi hijo, ahora más que nunca debemos tener cuidado con las personas que nos rodean, con nuestros acredores, con nuestros socios, debemos ser fuertes en todos los aspectos para evitar una desgracia.

—Mamá deja de angustiarte que todo va a salir bien —le intenta tranquilizar Victoria, alguien toca la puerta y se asoma el primo de Juan José, a él lo estábamos esperando—. Valentín, ¿ya llegaron mis hermanos?

—Si patrona, dicen que estarán en la casa del señor Rogelio.

Festejando seguramente, Helena es la adoración de Rogelio y tenerla aquí le hará bien, espero que nos ayude a qué su hermano empiece a recuperarse de lo que pasó. Siempre le insistí para que tomara la terapia junto con Victoria pero no quiso, decía que él solo mejoraría el día que Luciano este muerto pero yo no creo eso.

Rogelio ha visto mucha sangre derramada, no solo la de Rosendo al matarlo, si no también la de su padre, lo vio morir, vio también como abusaron de su hermana, como ese hombre la uso hasta cansarse y si a mí me ha costado superarlo, no me imagino lo que representa para él.

Ojalá cuando vuelva de la ciudad de México por fin me deje hablar, hoy en día conozco a más personas, hay muchas organizaciones que pueden ayudarlo, necesita salir adelante así como lo hizo Victoria, le costó mucho tiempo, lágrimas, noches en vela pero lo hizo, ya no le asusta quedarse a solas con sus trabajadores, conmigo, ama a su hijo. Juntos hemos salido de un bache enorme, nuestro amor ahora es más fuerte y ya nada lo vence. 

—Voy a ver a mi Helena —anuncia doña Elisa poniéndose en pie para salir de la habitación.

—Valentín ve con los peones y diles a todos que la noche vamos a tener una comida por mi hermana, que se vengan todos —el muchacho sonríe más que feliz por la noticia de que habrá fiesta.

—Está bien doña Victoria —y se va corriendo a decirle a todos.

Yo también estoy muy feliz de que ella esté aquí, ahora más sabiendo que Victoria hasta va a celebrar por ello. Yo quiero que se reconcilien, que estemos todos juntos como una familia, que nos olvidemos del daño que nos han hecho.

Siendo sincero me he cansado de que todo lo que hemos trabajado es por una venganza y no por nosotros, nuestra vida debería girar en torno a nuestro amor, a nuestro hijo, a nuestros sueños y sé que lo que Luciano nos hizo no puede quedar impune pero hay otras maneras y por eso es que también iré a la cuidad, quiero saber si podemos terminar esto por una vía legal, no importa si voy a la cárcel, Luciano también lo hará y así por fin todos viviremos en paz.

—Doña Victoria —murmura mi esposa con algo de hastío—, ¿cuántos años tengo? Cincuenta.

Me levanto del rincón en dónde estaba sentado para ir con ella, hoy luce especialmente hermosa. 

—Ya sabes lo que se dice por ahí —le contesto abrazándola—. Dicen que te pareces a María Félix.

Han hecho de Victoria una figura casi mítica, para bien o para mal, hablan de ella, le temen, la respetan, la admiran y la ven como lo que es, algo completamente inalcanzable para ellos. 

—No es cierto —me responde en medio de una carcajada.

Quizá no sea la viva imagen de la diva de la época del cine de la época de oro mexicano pero sin duda si Agustín Lara la hubiera visto también le hubiera compuesto una canción tan hermosa como María bonita. 

—Mírate en el espejo —le doy la vuelta para que pueda observarse mejor, yo me pegó a su espalda para poder seguir susurrándole al oído—. Mira ese cabello negro tan sedoso y bonito, esos ojitos cafés tan lindos, esa cara, tan bella con esos rasgos altaneros, esa boca que me grita que la bese —bajo una de mis manos por sus caderas— y este cuerpo…

Intentó acariciar la piel de su vientre pero ella se aleja de mi lo más que puede, va hasta el otro lado de la habitación algo asustada. No es la primera vez que se aleja así de mi pero siempre me hace sentir mal, yo debo ser cuidadoso cada que la toco, cada que la beso, incluso cuándo camino hacia ella. 

—Lo siento, yo lo siento mucho pero cuándo me tocas así… —la voz se le corta por un nudo en la garganta— a veces yo no puedo…

—Lo sé mi amor, entiendo cómo es que te afecta —no puedo ser insensible o intolerante con estás cosas.

Me lo dijeron muy bien la primera vez que Victoria asistió a terapia, que mi comportamiento con ella tenía que ser delicado, que no podía mostrarme impaciente, ni tampoco agresivo, ahora a pesar de que ya está mejor no puedo olvidar eso, Victoria siempre va tener en mente lo que le hicieron y yo no puedo pasar de los límites que ella me permita.

—Mauricio, tengo miedo —confiesa con un hilo de voz—. Helena siente que las cosas no son tan fáciles y en realidad no lo son, Luciano irremediablemente vendrá por mi, y lo hará de manera que puede… él puede hacerme daño y está vez voy a morir.

Lo sé, Victoria no soportaría que ese hombre la toque una segunda vez, moriría y yo con ella, por eso es que he tratado de hacer que lo olvide, que todos lo hagan pero parece que su orgullo es más fuerte, el honor de familia es algo que valoran más que su vida. 

—No sé va a acercar a ti, está vez estamos listos para todo —ya que aunque nunca me ha gustado la idea de la venganza tomamos clases de tiro y Victoria también tomo algunas clases de defensa personal, ya no la pueden lastimar tan fácilmente—. Todos allá afuera saben que ese hombre no puede ni siquiera acercarse al primer círculo de seguridad, solo se acercará si así lo decides. 

—Lo sé, pero Luciano me destruyo de muchas maneras, por su culpa me hice arisca, me endureci tanto que ahora las personas me ven con miedo y eso me duele, me duele lo que dicen, como piensan de mi… —se detiene un momento para respirar y ordenar sus ideas— Epitacio cree que soy la peor persona que conoce y no es el único, a veces cuando voy caminando por el pueblo la gente agacha la cabeza, como si fuera a comérmelos con la mirada, los demás siempre prefieren la compañía de Helena, ahora que está aquí lo veo más claro que nunca, ¿Qué hay en mi que les provoca esas reacciones? ¿Soy tan mala?

Yo sé de primera mano lo imponente que es mi esposa, lo duro que es intentar hablarle pero también sé que cuando lo haces de buena manera no hay nada que temer, es una persona buena.

—Aquí todos te aman, te tienen en un lugar de santa pero a las personas que están afuera, aquellas que escuchan de Victoria Caballero se sienten pequeños ante la mención de una mujer fuerte como tú —ya que como Epitacio, hay más personas que al verla se asustan por el poder que parece tener y que realmente tiene—. Se hacen pequeños ante la idea de alguien con tal poder y fuerza, eso sumado a tu carácter y belleza, les provocas envidia y por consiguiente miedo y mi amor, que no te preocupe lo que dice ese hombre, ya caerá. Tengo un plan.

Uno al que no tenía intenciones de recurrir, hay mucha más gente de lo que cree pendiente de nosotros, que anhelan verla y conocerla, esa gente con la que nos vamos a ver en la ciudad de México es poderosa, muy peligrosa si se les provoca, así que tenemos que estar de su lado, a como de lugar.

—Para ese plan tenemos dos meses, quiero dejar todo listo antes de irnos a la capital —me advierte.

La verdad es que con una llamada las palomas estará prácticamente en nuestras manos, al ir a la ciudad de México solo estaríamos cerrando algunos pequeños detalles en la sociedad a la que vamos a tener que entrar si queremos esa finca.

—No te preocupes por nada Victoria, te aseguro que cuando regresemos esa finca será tuya —levanta una ceja, está asombrada e incluso creo que desconfía de mi.

—Estás muy raro, desde que acepté ir con tus padres —eso no lo pedí yo pero me cayó como anillo al dedo—, ¿Qué negocios vas a cerrar allá?

—Solo lo que ya te dije, tengo mis propias inversiones Victoria —eso si es una completa mentira, absolutamente todo el dinero que tenía lo he invertido aquí—. Todo el dinero que podamos conseguir es bueno y sabes que mis papás quieren estar cerca del niño, si ellos vienen aquí entonces…

—Lo sé, es que no me hago a la idea de estar un mes fuera de mi casa —a mi también me cuesta trabajo imaginar cómo será todo ahora que estemos allá—. Además Helena quiere trabajar aquí, ¿en dónde la voy a ubicar? Es mi hermana no la puedo poner a trapear pisos. 

Lo cierto es que no hay en dónde ponerla, toda el área administrativa la manejo yo, juntó con Juan José, ahí no puede mover nada, lo único que le queda es ayudar en la casa o con los demás en el campo.

—Entonces que Juan José se encargue de ella —que la ponga con Valentín a organizar cualquier cosa, que Helena este distraída con alguien será lo mejor por ahora—. Quizá solo necesita aburrirse, además en cualquier momento la llaman de la capital para trabajar.

Yo sé las razones por las cuales ella no se quedó, me temo que tienen mucho que ver con los negocios que vamos a cerrar.

Ahora mismo hay mucha gente trabajando para destapar un montón de cloacas que dejamos cerradas, en los últimos meses he escuchado susurros de nombres de amigos que desaparecieron a la mitad de una noche terrible, a nosotros están llegando esos fantasmas que preferimos olvidar, todo está pasando de nuevo, va a volver y tengo miedo de que arrase con todo.

Yo no debí aceptar el trato que me propusieron, debí negarme para proteger mi vida aquí pero hay una cosa que me impide hacerlo, mi padre, él tiene mucho que ver con todos esos fantasmas, con aquellos muertos que estamos desenterrando. 

—Ojala tengas razón —dice Victoria sacándome de mis pensamientos y también el rechinar de la puerta, por ella se asoma una pequeña cabeza sonriente, nuestro hijo—. Mi amor, ven acá. 

Vicente corre hasta donde su madre lo espera con los brazos abiertos, lo alza y Victoria le llena la cara de besos, me acerco a ellos para agarrar al niño, no es muy grande pero si pesado y su mamá no puede solo con él. 

—Mamá, nana Tomasa está haciendo mucha comida, ¿vamos a tener una fiesta? —pregunta mi hijo con alegría.

Al igual que Rogelio disfruta mucho de las celebraciones, ahora que mi mamá lo vea lo va a llevar por toda la ciudad, de parque en parque de diversiones, ambos lo disfrutaran y con suerte no hará muchas preguntas, aunque si las hace no vamos a tener ningún problema. Nuestro hijo ha crecido lejos de todos nuestros problemas y rencores, lo hemos criado con alegría, con todo el amor posible, así que por ese lado no tenemos nada que temer. 

—Si príncipe, será una pequeña celebración porque tú tía Helena está en casa —le respondo rápidamente. 

—¿Es su cumpleaños?

—No, pero si es como si fuera el mío —le dice Victoria—. Yo la extrañe mucho y ahora que está aquí quiero hacerle una fiesta para que vea cuánto la quiero, ahora ve con Milagros y dile que te ayude a bañarte, en un rato voy por ti para bajar a la fiesta.

Victoria le da un beso en la mejilla y bajo al niño, así como vino se va escaleras abajo, a prepararse. A veces voy a su habitación en medio de la noche solo para comprobar que siga ahí, que lo que vivo hoy día sea real, en parte porque yo mentí.

Le mentí a Victoria para que se quedará con nosotros pero era necesario, Vicente tenía que crecer aquí, con sus padres, es lo único que hace que Victoria no salga con una pistola de aquí y vaya a matar a ese hombre, tener al niño fue algo que la hizo serenarse y es lo que la hace detenerse cuando más mal está, no me arrepiento de nada de lo que he hecho. 

—Victoria —le llamo para que me vea, es necesario que me escuché—, te amo, mucho.

Sonríe ampliamente, por esa sonrisa he sido capaz de matar, para tenerla de vuelta tuve que mentir y para conservarla voy a tener que luchar. 

—Yo también te amo.

Sale de la habitación dejándome solo, seguramente va cerciorarse de que todo esté bien para festejar a su hermana, yo me quedo en dónde estoy pensando un rato más en el pasado, en aquellos que deje atrás al venir aquí.

A diferencia de las demás personas involucradas en esta historia, yo no perdí nada, en mi caso solo me todo ser un testigo de traiciones, avaricia, dolor pero también mucho amor y es por ese amor que las heridas están por abrirse de nuevo.

Suspiro y me quedo delante de la ventana toda la tarde, el tiempo pasa rápido y cuando menos lo espero mi hijo ya me está llamando a gritos para que vaya a la fiesta, al bajar veo que están llevando mesas y sillas para afuera, el tiempo es agradable, además poco importa el clima, todos tenemos que celebrar que de nuevo estamos juntos, que está vez es para bien.

—No tenías porque hacer todo esto —le dice Helena a Victoria—, sobre todo porque realmente no me quieres aquí.

—Helena por favor, si te queremos aquí es solo que volviste en un mal momento —le contesta Rogelio—. Ahora, disfruta de esto porque mañana empieza el trabajo duro. 

Victoria ya nos dijo en dónde pretende ponerla a trabajar, Rogelio estaba dispuesto a oponerse porque es un trabajo demasiado pesado pero al final terminó por aceptarlo, él siempre acata las órdenes de Victoria. 

—Hoy quiero brindar por ustedes, porque siempre estén juntos —dice don Sergio llamando la atención de todos—. Don Vicente, allá en el cielo, está también celebrando que hoy estamos todos juntos.  

Todos están muy felices de verlos a los tres juntos, es como si creyeran que de ahora en adelante volverán a ser los mismos pero se equivocan.

—¡Por los Caballero! —festejan al unísono los demás levantando sus copas para celebrar el inicio del fin.

Gracias por seguir leyendo.

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