10.- Por un amor

Un migraña terrible me acompaña desde que amaneció, principalmente por los gritos del niño, intente darle pecho pero no quiso y como algo tiene que comer le pedí a mi nana que le prepara una mamila y mientras tanto yo me como las uñas.

La otra razón de mi migraña es que hoy llegan las pruebas de paternidad, al fin sabré que hacer, si es hijo de Mauricio yo voy a poder amarlo sin restricciones, voy a darle todo lo que tengo pero si no entonces me temo que mi rencor será cada vez más grande. No puedo tener un hijo de Luciano, no importa lo que los demás digan o piensen de mi, yo no puedo, no quiero tener un recordatorio permanente de lo que me hizo aquella noche.

Tocan la puerta de mi nueva habitación sacándome un susto, no me acostumbro a estar aquí. Al llegar del hospital mi mamá insistió en cederme la habitación principal de la hacienda, en la que durmió con mi padre mientras estaban casados, yo no quería porque eso significaba que tendría que dormir con Mauricio y no puedo, con trabajo acepté que trajeran la cuna del bebé porque es demasiado pequeño para quedarse solo en su habitación, no me perdonaría que algo le pasará por mi culpa.

Tocan de nuevo y está vez abren la puerta, es Juan José, no sé que quiera pero es bueno que este aquí, quizá pueda sacarme de la casa.

-¿Todo está bien? -me pregunta al mismo tiempo que da un paso adelante.

-Si, ¿por qué? -ya sé que creen que estoy loca pero desde que regrese del hospital no he hablado con nadie allá afuera.

-El bebé está llorando, Victoria -eso es evidente-. Por eso subí.

Desde aquel día de mi boda solo entra a la casa cuando es estrictamente necesario, lo entiendo, cree que lo odio a él, que por eso he tenido esa actitud tan hosca pero no es verdad, yo lo quiero, es mi amigo y si pudiera contarle lo que pasó quizá está carga que llevo a cuestas sería menor; estoy segura de que él encontraría una manera de explicarles a todos el porque Helena y Rogelio me cedieron la hacienda pero no es conveniente, iría inmediatamente con Luciano, lo mataría, la policía vendría por él, por Mauricio, por Rogelio y yo nunca voy a permitir que mi hermano y mi esposo vayan a la cárcel, menos ahora que tengo un hijo que puede ser de él, no está seguro y yo sola no puedo protegerlo.

-No lo has visto, ¿verdad? -niega y da un paso más adelante, está vez dejaré que se acerque, solo por esta vez- Ven a verlo, dime a quien se parece.

Se acerca a la cuna y no intenta como los demás tomarlo en brazos, solo lo observa detenidamente, sonríe de medio lado y después me mira a mi.

-Se parece a Rogelio -siempre que pregunto eso quiero que me digan cosas distintas, siempre anheló que digan que de la noche a la mañana tiene la cara de Mauricio-. Victoria, ¿no piensas cargar al niño?

-Voy a esperar que Tomasa venga con la mamila -ya tardo demasiado.

-No lo quieres, ¿verdad?

-¿Qué?

Intento hacerme la loca porque no quiero que sepan que no me gusta estar con mi hijo, y no es que no lo quiera, yo siento algo muy especial por él, pero hay algo que me impide amarlo por completo, le tengo miedo a mi propio hijo esa es la verdad, y sé también que no debería porque es un bebé pero no lo puedo evitar, lo que siento es más fuerte que yo.

-Me acuerdo cuando Tomasa encontró a Pancho, estaba chiquitito -su mamá murió al parecer de una pulmonía, estaba solo en su casita y si no fuera porque Tomasa fue a verla el niño también habría muerto-, estaba enfermo y no tenía a nadie más, tú apenas podías con la hipoteca de la hacienda pero eso no te importo y lo trajiste aquí, recuerdo que no soportas verlo llorar, era un extraño y lo consolabas, y a este niño, que es tu hijo no lo volteas ni a ver, lo dejas llorar y no creo que sea porque no quieres que se acostumbre a estar en brazos.

A Pancho no le tenía miedo, él era un huérfano que terminó en las manos de mi familia por capricho del destino, es un niño al que veo de vez cuando ya que siempre anda por el monte, que Tomasa cría pero lejos de mi porque no quiere que él crea que por estar aquí es uno más de nosotros, al contrario de este niño que lleva mi apellido, al que tengo que amar porque ya está aquí, porque tengo una obligación con él. Pancho no me pide nada y este niño si.

Yo con todo el gusto del mundo le daría mi amor en otras circunstancias, pero ahora no puedo, tengo siempre presente en mi mente que es hijo de Luciano y no lo toleró, es demasiado cruel la idea de que llevé en mi vientre al hijo de uno de los hombres que mataron a mi padre, el que además abuso de mi. Es mucho para procesar, hay demasiado en mi mente como para poder darle paso sin más a mi amor.

-No sabes nada, Juan José -y por su propio bien nunca lo sabrá.

-No, realmente no se que pasó en una noche para que cambiarás de esta manera pero no creo que valga la pena -lo vale, mientras los hombres que amo estén bien todo vale la pena-. Está no eres tú, apenas y te reconocemos, todos estamos muy preocupados.

-Tu no deberías estarlo, sabías que no era tan fuerte como siempre he aparentado -ahora que lo veo fue bueno no contestarle ese día-. Victoria Caballero no es más que una ilusión, una que se rompe muy fácil.

Decirlo en voz alta es mucho más difícil de lo que creía pero tengo que hacerlo, Juan José tiene que empezar entenderme para así poder calmar a todos los que están allá afuera, ellos deben entender que lo que pase dentro de mi casa no les debe importar, no mientras cada quincena les llegue su cheque y de eso me encargado siempre, a pesar de mi dolor nunca he dejado de verlos y de preocuparme por mi gente.

Juan José es quien habla por mi ahora, en quién he depositado mi confianza, si me encuentro bien con él lo demás va a fluir solo.

-Victoria, ese día estaba despechado, dolido y por eso dije cosas que realmente no siento -pero que lamentablemente ahora son ciertas-. Te conozco, por eso es que soy paciente, te pasa algo que, por alguna razón no puedes decirme pero si puedo ver lo que haces y no está bien. Si continúas usando tu fuerza y poder de esta manera vas a echar a perder todo. Solo piénsalo -le dedica una última mirada a mi hijo y después se dirige a la puerta-. Por favor calma a ese niño o se quedará afónico, no tiene la culpa de tus males. Con permiso.

Sale dejándome pensativa. Últimamente todo el mundo me dice lo mismo y yo lo sé, mi bebé no tiene la culpa de nada, la del problema soy yo, no puedo conmigo y por eso no me le acerco, si estoy lejos de él no le haré daño y aún así me acerco, lo tomo en mis brazos antes de que alguien más crea que lo estoy lastimando. En cuánto lo tengo cerca de mi su llanto cesa un poco.

-Así que no tienes la culpa, ¿por qué no la tendrías? -primero se queda quietecito mirándome, hasta llego a imaginar que me entiende, más cuando se ríe de mi, es la primera vez que le veo mostrar las encías- No me sonrías, no así, yo no sé si seas hijo de Mauricio pero tienes el mismo efecto en mi.

A menudo me encuentro mirándolo, más cuando no hay nadie cerca, intento encontrar en él lo que todos ven, eso que hace que todo el que lo ve lo ame.

-¿Mi niña? -la voz de Tomasa me saca otro susto, estaba tan concentrada en el niño que no la sentí llegar.

Mi nana se acerca a mi con la mamila, me sonríe como cuando era niña y me cachaba haciendo alguna travesura, pero esta vez no hice nada, solo conversaba con mi hijo, quiero una razón, una más fuerte que el odio que tengo instalado en el alma.

-Tomasa ya dejó de llorar pero tiene que comer así que... -se lo ofrezco pero niega, no lo va a agarrar- ¿ahora por qué no lo quieres?

Si desde que lo vio siempre lo quiere traer en brazos, sabía que incluso querría hacerla de su nana, yo quisiera que ya dejara de trabajar pero no, por lo menos no lo hará hasta que Pancho pueda mantenerse por si mismo.

-Lo quiero mucho pero tú debes alimentarlo -me siento en la cama y ella me pasa la mamila y a diferencia de hace rato acepta el alimento-. No sabes cuánto tiempo voy a estar en este mundo y es mejor que empieces a aprender.

Aunque sepa hacerlo yo la quiero conmigo toda la vida. La verdad es que no sé que haría sin ella, la sola idea es terrible y por lo tanto yo prefiero creer que es inmortal. Mi madre es única, le agradezco todo lo que ha hecho por mi pero Tomasa, ella es algo distinto, es una mujer tan sabía, la admiro por su fortaleza, por sus ganas de vivir y por la sabiduría que tiene. Es una mujer que apenas sabe leer y escribir pero sabe más de la vida que muchos hombres que andan por ahí dándoselas de eruditos.

Bien dicen que más sabe el diablo por viejo, sin mi nana yo me habría muerto con mi padre, quería que me enterraran con él pero ella me salvó, me dijo cosas que hicieron salir y levantarme, ahora tiene que hacer lo mismo.

-Tomasa, ¿por qué me convenciste de quedarnos con Pancho? -necesito saber que es lo que me movió en ese instante.

-Nadie te convenció, tú solo dijiste que era una criatura inocente y me pediste que lo cuidara -de eso sí me acuerdo pero no entiendo cómo es que sentí cariño por él-. Pancho no tenía a nadie, su mamá murió y nadie sabe quién es su padre.

Aquí pasa muy seguido, más en el tiempo de la pisca de la cebada, se contrata gente que viene de paso para recoger el cultivo y muchos no vuelven por aquí, supongo que a Nadia, la mamá de Pancho, le pasó así, sus padres la corrieron de su casa cuando supieron que estaba embarazada, le di trabajo aquí para que ayudará a Tomasa y un día no vino a trabajar, mi nana fue a ver qué pasó y ella estaba muerta, su hijo estaba solo, casi muerto y no había nada más que hacer que darle un hogar y ya que mi nana no tuvo hijos se lo quedó y ahí anda el niño, a veces trabajando, a pesar de que yo le he dicho que solo tiene que estudiar, de mi cuenta corre que tenga una vida mejor, quiero que mi nana este orgullosa de él.

Eso es lo que debería querer para mi hijo, una vida feliz y plena, la tendrá pero no lo quiero lejos de mi, ahora que estoy a punto de saber la verdad tengo un nudo en la garganta que no me deja respirar. Tengo miedo de esas pruebas, mucho miedo.

-Tomasa, has pensado en lo que dije hace tiempo -niega-. Si te pongo una casa en Apán, ¿te irías con Vicente y Pancho?

-Me iría si es lo que quieres, pero sin tu dinero -ese orgullo está fuera de lugar, lo que le dé es para mi hijo-. Mija, si lo dejas no te lo voy a devolver, no es juguete, es un niño y es tuyo, si lo abandonas y te arrepientes será muy tarde.

-Pero es que... -siento mucha vergüenza, mucho dolor al recordar cada que me veo al espejo como Luciano me uso.

No podría ver a mi hijo sabiendo que no vino al mundo de la manera que esperaba, que intenté dejarme morir para que no naciera, si algún día llegará a enterarse no podría verlo a la cara; si está lejos no me querrá y por lo tanto no le afectará lo que venga de mi.

-Mi niña sé lo que te hizo, pero no eres la única en el mundo a la que le ha pasado, no eres la única a la que le han marcado la vida de esa manera -y eso es algo malo, nadie debería pasar por algo así- pero Victoria no eres como las demás, nunca una tragedia te hizo chica y está no debe ser la excepción -es nadie me había herido nunca de esa manera, nadie se había logrado colar en mi mente, en cuerpo y en mi alma-. Luciano Altamira no puede contra ti, sácalo de tu cabeza o va a matarte y si tú mueres no solo dejaras desamparados a tus hermanos, si no también a este niño y tampoco te irás sola a la tumba te vas a llevar a tu mamacita santa y a ese hombre que te ama más que a su vida.

Mis responsabilidades cada día son más y más grandes, si no morí esa noche fue precisamente para seguir cuidando de todos, tengo la firme creencia de que a eso he venido a este mundo, si ese es mi destino entonces lo acepto, pero no puedo sola, ya no, la carga que llevo es insoportable para mí en este instante, estoy muy mal por dentro, no me saco de la mente su cara, sus palabras, su manera tan asquerosa de tocarme, es más fuerte que yo.

-Yo también lo amo, con toda mi alma pero ya ni siquiera puedo estar con él, no soporto ni que me toque -la simple idea de que un hombre ponga una mano encima de mi me hace querer vomitar.

En este tiempo nunca ha intentado ni darme un beso, yo creo que sí llegara a hacerlo lo mato y nuestra relación no puede ser así, él debe tener necesidades que yo no puedo satisfacer, que quién sabe en cuanto tiempo no podré.

-Para eso hay solución -me dice poniendo una mano sobre mi hombro, el niño está tan callado, parece que quiere que escuche todo lo que me están diciendo-, ahora hay muchos médicos que pueden ayudarte, tu marido es un hombre de mundo, que conoce de eso y que no te va a dejar, ni a su hijo.

-Pero si no es de él... -Mauricio no tiene porque criar al hijo de otro hombre solo porque es mío.

A lo que le temo con respecto a eso es que el día de mañana me lo reproche, que cuando él quiera de verdad un hijo trate mal a mi Vicente por culpa de su padre biológico, yo no toleraría eso, me moriría en ese instante.

-Lo es, porque lo cuido cuando estaba en tu pancita, lo trajo aquí y cuida su sueño, es más padre que muchos hombres que tienen hijos a montones -eso también lo tengo presente pero no tengo la certeza de que siempre sea así-. Deja ese asunto en manos de Dios que esas pruebas no te ayudarán en nada, anda Victoria, Mauricio ya las tiene.

Tiemblo un poco y hasta la mamila del niño sale volando de mis manos, Tomasa se burla de mí y levanta la mamila y también me quita al niño de los brazos, me está dando la oportunidad de elegir que es lo que quiero y yo quiero a mi hijo, lo necesito conmigo, él es mi oportunidad, para bien o para mal me mantuvo cerca de Mauricio.

Ahora los voy a escoger, a ellos, a mis hermanos, a mi familia y a mi gente. Ellos son mi fuerza y no me van a dejar con la carga sola, tampoco con mi venganza, porque me voy a vengar de Luciano, él me humilló poniéndome de rodillas ante el y yo haré lo mismo, ese hombre pagará con sangre mis lágrimas, las de mis hermanos, los meses de angustia, de miedo. Dejo de llamarme Victoria Caballero si no lo destruyó.

Le doy un beso a mi nana y bajo corriendo las escaleras al despacho, ahí es en dónde Mauricio se mete para escapar un rato del infierno que estamos viviendo; abro la puerta y ahí está, sentado en mi lugar, tiene una hoja en la mano y llora.

-Mauricio, Vicente es... -no me atrevo a decirlo.

Mi esposo se levanta y se acerca a mi, no sé cómo interpretar su expresión, me entrega la hoja e intento leerla, hay tablas y cosas que no entiendo bien y hasta el final, en letras resaltadas está el resultado.

Nombre del padre: Mauricio Valencia Arizmendi.
Nombre del hijo: Vicente Valencia Caballero.
Relación: Padre/ hijo.
Resultado de la prueba: Positivo.

Caigo de rodillas en suelo y lloro, me permito llorar de felicidad, de alivió por no tener un hijo de ese maldito.

-Es mío, Victoria, es mío -Mauricio intenta levantarme del suelo y lo apartó de mí pero no más, ya no quiero seguir alejándolo, no a él.

-Lo siento pero no puedo -su mirada se entristece pero no por mucho tiempo- pero quiero poder besarte, quiero que cuando me toques no me de miedo y para eso necesito ayuda, iré a donde sea, con quién sea -me acerco lo más que puedo a su rostro, Incluso tomo su mano-. Ayúdame a ser esa mujer de la que te enamoraste y esta en la que él me convirtió, yo no puedo cambiar lo que he hecho porque solo así mis hermanos estarán seguros.

Helena está lejos de ese maldito y Rogelio con el dinero que tiene cualquier día puede irse, yo me quedaré por las promesas que he hecho y por venganza, solo por eso.

-Pero Victoria... -protesta.

Sé que no es la mejor manera pero si la que está funcionando.

-No Mauricio, esto es así, solo puedo deshacerme de él acabándolo poco a poco, vamos a adueñarnos de esta parte del mundo -me ve algo confundido, me cree loca pero es la primera vez que veo las cosas con completa claridad-. Primero vamos a estar en los espectáculos de charrería, necesito que está hacienda se conozca en el país, después vamos a aumentar la producción ganadera y agrícola, cuando pase eso empezaremos a quitarle a sus clientes -no lo dejaré respirar, voy a hacer que me vea hasta en la sopa que coma-. Hace mucho tiempo hablé con Rosa Isela para asociarnos, ella está en mi mano, después voy a adquirir la finca que está aquí cerca, la hacienda Altamira estará en medio, lo dejaré sin agua para sus cultivos, para sus animales lo voy a acorralar hasta que todo lo que tiene sea mío.

-Eso llevará tiempo, acabas de gastar todo tu dinero en Helena -acepto que al principio mi dolor no me dejó ver el terrible endeudamiento que contraje-. Nuestro capital está puesto enteramente en la producción de esta temporada.

Eso no me preocupa, ya salí una vez en peores condiciones y además si es necesario volveré a hipotecar la hacienda, no tengo miedo de eso.

-Lo sé, pero si lo hice es porque también sé que vamos a salir adelante y no importa que lleve mil años voy a tener mi venganza -Mauricio asiente no muy feliz, si él no está de acuerdo entonces no sé que voy a hacer-, ¿estás conmigo?

-Hasta el final -me besa la mano y lucho por no apartarlo-. Vamos por nuestro hijo.

Me levanto del suelo y él conmigo, siempre conmigo.

Por un amor, por su amor es que casi destruyen quien soy, pero ahora por él, por ese mismo amor es que me volveré más fuerte.

Gracias por seguir leyendo.

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