CAPÍTULO 4
Israel nos llevó a los asilos, donde nos encontramos con Gonzalo, Daniela, Colette y Kaze. Al menos aquí teníamos donde dormir.
— Me siento realmente mal por ustedes, chicos —les dijo Ficseto—. Les prometí llevarlos a sus hogares y estamos atrapados otra vez.
— No te disculpes, Ficseto —le dijo Gonzalo—. Como le hemos dicho a Cetta, no es su culpa que nosotros estemos aquí.
— Sí es cierto —agregó Daniela— estamos aquí casi voluntariamente, tú no te preocupes por eso.
Ficseto sonrió un poco.
Lo tomé de la mano y lo llevé más cerca de mí. El asilo era un lugar amplio, y puede encontrar un espacio para hablar con él a solas.
— ¿Te sientes bien? —le pregunté.
— ¿Por qué lo dices?
— Porque te he visto tomar el liderazgo de lo que estamos haciendo con mucha responsabilidad, pero eso es también sé que es una gran carga. ¿Te sientes bien? —insistí.
— Sí —dijo poco convencido— me siento muy bien. Sí es una gran responsabilidad la que estoy tomando, pero creo que es a lo que me atengo, ¿no? —Estaba mirando al piso—. Pero eso no importa ahora mismo, me gustaría saber cómo escapaste de Tardius.
— Pues usé un momento donde estaban siendo atacados y perdieron la energía eléctrica, pude salir, y corrí. Llegué aquí buscando asilo, pero, no sé cómo, se dieron cuenta de que soy una estrella y no una persona. Y aquí estamos, ahora todos juntos.
— Oigan, amiguitos —nos llamó Cetta— no quiero interrumpir su mágico reencuentro y su momento romántico, pero creo que todos deberíamos de estar juntos ahora. No sólo Ficseto estuvo buscando a Lífsero.
Nos acercamos un poco a ellos. El asilo guardaba diez camas a lo largo de él, era muy acogedor, tenía muros y pisos de madera, y supuse que sería para los heridos, aunque ahora lo estábamos usando nosotros y éramos prisioneros. Todos estaban reunidos en las dos camas contiguas junto a la ventana, a través de ella se veía mucho movimiento, era de día y todos estaban haciendo sus actividades y yendo de un lado a otro.
— ¿Por qué sólo vinieron ustedes? —les pregunté.
— Si crees que no somos suficiente para ti —bromeó Cetta— traemos a todo el planeta. Tú sólo pídelo.
— Fue por efectos prácticos —dijo Gonzalo—. Pensamos que sería mejor que sólo fuéramos unos cuantos, y no que viniera toda la flota.
— De hecho —agregó Kaze— a nosotros nos trajeron porque vivimos en éste planeta, si no, también nos habríamos quedado.
— Y entonces —habló Ficseto— los ayudaremos a regresar cuando podamos salir de aquí. Sólo deben autorizarnos hacerlo.
— ¿Con quién debemos hablar para conseguir ese permiso? —pregunté—. Se supone que no somos prisioneros, pero no me siento más libre que cuando estuve en ése calabozo.
— Debió haber sido horrible estar ahí, ¿no es cierto? —me preguntó Daniela.
— Fue más bien desesperante —le respondí, mirando al suelo—. No tenía oportunidad de hacer nada, o de comunicarme con nadie. Ni siquiera tenía la menos porque se quedó en la nave de Tardius. Si no hubiera estado atrapada, habría podido tratar de buscar ayuda con ella.
No me gustaba estar quieta, necesitaba hacer actividades, sobre todo si había algo importante de por medio... no poder hacerlo me quitaba mucha energía, aunque sonara extraño, si no estaba en movimiento, entonces perdía el ánimo de seguir haciendo otras cosas.
— ¿Cómo están las cosas en Álligi? —pregunté.
— No están mal —respondió Ficseto—. Pero podrían estar mejor. La verdad es que perdimos el control de la misión. —Los demás asintieron—. El Consejo Regidor de Álligi armó una reunión después de que cesó el ataque en la ciudadela de Clar, y aunque estuvimos presentes, en realidad no tuvimos voz ni voto.
— ¡Olvidaron que todo lo iniciamos nosotros! —agregó Cetta—. Los pocos simpatizantes de los países que Tardius se llevó escaparon con él cuando vieron lo que hicieron en la capital, entonces no pudieron reunirse de nuevo como Consejo, sólo fueron las cuatro dirigentes y los dos presidentes restantes, y en cuanto estuvieron ahí, nos volvimos invisibles.
— ¿Qué es el Consejo lo que sea? —preguntó Daniela—. Nunca me quedó realmente claro.
— El Consejo Regidor de Álligi —le dijo Sonos— es una organización que regula un millar de cosas referentes al planeta entero, tratados de paz, cooperación internacional, actividades internacionales y esas cosas. Tengo entendido que tienen un representante por país y en el Área de Nacimiento, y de ahí se guían para solicitar reuniones y todo. Más que nada, es para los presidentes de cada país y discuten cosas importantes.
— Y se juntaron esta última vez para discutir cómo reparar los daños de Clar —añadió Ficseto, para todos— sobre cómo proceder ante la amenaza de muerte de nuestro sol. Estuvieron ahí los de Eclipse, tuvieron que dar explicaciones sobre por qué no dijeron nada al respecto...
— Fue muy dramático —agregó Cetta.
—... pero acordaron que ahora todos apoyarían a la Resistencia y nos ayudarían; aunque eso no ayudó mucho, porque algunos civiles tomaron sus naves y fueron a seguir a Tardius. Pero luego el Consejo Regidor de Álligi se quedó con el control de todo. Empezaron a organizar movimientos ellos mismos y no nos dejaron aportar nada más. Incluso nos prohibieron buscarte. —Ficseto me tomó las manos.
— ¿Entonces cómo llegaron hasta acá?
— Tuvimos que escapar —me respondió Sonos— ideamos todo desde la Resistencia, sólo porque nos dejaron conservar las instalaciones, pero no el mando, y todos acordamos que sería mejor buscarte por nuestra cuenta sin que ellos se enteraran. La nave en la que llegamos no estaba registrada porque era de La Planta, pero nos persiguieron cuando despegamos.
— Arriesgaron demasiado —dije, sintiéndome culpable.
— Nunca es demasiado el peligro cuando lo arriesgas todo por quienes amas —dijo Cetta poniendo su mano en mi hombro.
— Cetta Coelho, 2018 —se burló Daniela.
Aunque la broma me pareció divertida, me di cuenta de cuánto tiempo había pasado hasta entonces: Recuerdo bien que Kano dijo que Los Combates de Astéri comenzarían el primer día del sexto mes del año 3017, que era el 2017 en la Tierra, para el momento en que estamos aquí, después de todo lo que hemos pasado, y contando los más de tres meses que Tardius lleva en la Tierra, estábamos ya en el primer mes...
— No celebramos tu cumpleaños, Cetta —dije.
— ¿Qué día es tu cumpleaños? —le preguntó Gonzalo
— El Diecinueve del Duodécimo mes —dijo él, con pocos ánimos—. Ni siquiera me había dado cuenta de las fechas. Significa que también nos pasamos el de Sonos. El suyo es el Veintidós.
— Cuando acaba azul —dijo Sonos— y comienza Negro. La Estrellas de la Media Noche. La de dos colores...
— Recuerdo bien eso... —le dijo Ficseto.
— También nos pasamos los de Luna y Lored, incluso el de Lífsero —agregó Sonos—. No pudimos hacer nada en realidad...
— El mío fue casi cuando acabamos los Combates —dije— había cosas más importantes para pensar.
— Esto está costando más de lo que pensamos que sería...
Estuvimos meditando lo que descubrimos por un momento sin decir nada, hasta que la puerta se abrió. Teresa entró acompañada de un hombre mayor, él se veía más inquietante que todas las personas que había visto: Tenía la mandíbula cuadrada, era muy alto y sus hombros muy fuertes, tal vez tendría unos cuarenta o cincuenta años, era muy intimidante. Ninguno de los habitantes de este grupo llevaba verdaderas armaduras, llevaban ropa de civiles cualquiera, y tal vez un arma en su cintura o espalda si es que se lo podían permitir, pero él llevaba ropa diferente, como un uniforme del ejército combinado con ropa de campo.
— Hola, chicos —habló primero Teresa— él es Marcial, es nuestro... ¿líder?
— No me gusta esa palabra —dijo él, con tono afable— somos un equipo, aquí no hay mayores que otros.
Cosa extraña de mencionar, ya que Teresa, aunque tenía el nombre de oficial, en realidad podía dar órdenes a otros.
— La oficial Teresa me contó su historia —mencionó dubitativo— quiero ver qué es lo que dicen que pueden hacer. Todo eso de mover objetos con la mente o controlar no sé qué tantas cosas. Necesito verlo...
Todos miramos a Ficseto y él asintió hacia nosotros.
— Mire, señor Marcial... —fue interrumpido.
— Sólo dime Marcial.
— Está bien, Marcial —se corrigió— nosotros tenemos habilidades que pudimos obtener después de algo de entrenamiento, como lo son la telequinesis...
Ficseto levantó una de las camas sin siquiera hacer esfuerzo, Marcial hizo un gesto que delató su sorpresa, incluso puso a Teresa tras él.
— No hay de qué temer —Ficseto levantó su otra mano— no tenemos planeado herir a ninguno de ustedes, de hecho, todo lo contrario. Por ahora sólo mostramos nuestras habilidades.
» También podemos hacer algo llamado proyección astral —Ficseto asintió hacia Cetta y él de regreso. Cetta se quedó dormido—. Mi amigo, ahora mismo está con nosotros, pero no es visible. Haz algo por favor.
Marcial se estremeció un poco, y miró a su costado.
— ¿Sentiste eso? —le preguntó a Teresa—. Me dio un escalofrío.
— Seguramente fue Cetta. Hace poco desarrolló su potencial, y ahora su versión astral puede proyectarse de modo físico —Cetta apareció a un lado de Marcial— además de poder interactuar con su entorno vivo sin problemas. Los demás no podemos hacer eso.
Marcial miraba primero a la versión astral de Cetta, luego a su versión física sentada en la cama frente a él. Incluso yo estaba sorprendida, todavía no me acostumbraba a lo que podía hacer.
— También tenemos la habilidad del control de emociones —Ficseto cerro los puños tras él— tal vez mi amigo Sonos pueda apoyarme con esto...
Sonos se puso de pie con expresión nerviosa, seguía siendo el mismo de siempre. Se giró un poco hacia mí, y yo asentí hacia él para apoyarlo.
— Puedo... —Sonos señaló a Marcial.
— Oh... sí, sí. Adelante.
Sonos tragó aire y cerró los ojos. Tan solo un par de segundos después Marcial comenzó a reír, la risa era inofensiva, siempre y cuando no pasara lo mismo que con Lored aquella vez en La Planta. Marcial no paró de reír durante un rato, tal vez un minuto, hasta que Ficseto puso su mano sobre el hombro de Sonos, y finalmente la risa cesó.
Después de recuperar el aire, Marcial dijo:
— ¿Eso fue tu amigo? —lo señaló bafeando— ¿Él hizo eso?
— Como dije, tenemos la habilidad de control de emociones, él lo hizo reír tan solo con el poder de su mente.
— Es increíble... —Marcial estaba realmente sorprendido—. Pero Teresa me dijo que había una de sus habilidades que se rehusaron a mostrarle, ¿me parece que era telepatía?
— Es correcto, Marcial —Ficseto se paró más cerca de él.
Marcial era muy amable para la imagen que proyectaba, porque incluso era muy alto, y eso podía resultar intimidante, Ficseto debía mirarlo hacia arriba para poder hablarle, y aun así no se veía asustado ante él.
— Uno de los Llegados se llama Girio Vertic, él tiene las mismas habilidades que nosotros tenemos, pero potenciadas a niveles que pueden resultar catastróficos. Hemos estado frente a él y sabemos lo que puede hacer. Abrir nuestras mentes para demostrar que tenemos telepatía revelaría nuestra posición, ya que él podría leerlas sin ningún problema. El riesgo es demasiado alto.
— Supongo que deberé aceptar eso. —Marcial comenzó a caminar de lado a lado por la habitación—. Nuestra armada es pequeña —dijo finalmente— hemos perdido mucha gente por diferentes razones y no podemos arriesgar a más. Podemos dejarlos libres, con una condición.
Ficseto se giró hacia nosotros, como pidiendo autorización para escuchar, nosotros asentimos un poco y él regreso la mirada al frente.
— ¿Cuál es? —preguntó.
— Queremos que ustedes se queden en nuestro escuadrón. Serían una gran ayuda para todos nosotros y podrían seguir tratando de ayudarnos a nosotros también. Es un trato que nos beneficiará a los dos grupos.
— Me parece que debemos hablarlo antes, si no le molesta.
— Tómense el tiempo que sea necesario —hizo una seña a Teresa—. Estaremos afuera esperando una respuesta.
Marcial y Teresa salieron del asilo y nos dejaron solos. En cuanto cerraron la puerta Ficseto abandonó la postura que usaba para hablar cuando debía ser diplomático y se aproximó a nosotros.
— ¿Qué opinan ustedes? —nos preguntó.
— Ya no estoy seguro de confiar en nadie —dijo Sonos.
— Entiendo qué quieres decir —le dijo Kaz— pero no podemos desaprovechar oportunidades ahora.
— Yo digo que busquemos otro modo de salir de aquí —dijo Gonzalo sin mirar a nadie—. Esta gente no me da confianza.
— Yo no les veo problema —les dije— me tuvieron capturada, pero gracias a eso pude verlos actuar, sé cómo pueden moverse. Pero deberíamos poder comunicarnos con la Resistencia, entonces —seguí— ya sea si nos ayudan o no, podríamos tener refuerzos por fuera.
— No podemos confiar en cualquiera, amiguitos —Cetta movió sus manos frente al grupo— y ¡por favor! ¡Se llama Marcial! ¿Ése nombre en tiempos de guerra y liderando un batallón? No puede ser de confianza.
— Yo opino que no estaría nada mal —dijo Daniela— podemos pedir que nos den libertad necesaria para hacer lo que necesitemos también.
— ¡Sí! —apoyé— Pedir que nos dejen llevar a las personas a sus casas...
— No a nosotros —habló Daniela
—... y que nos permitan comunicarnos con la Resistencia, o hacer nuestras propias misiones y otras cosas. Además, tendríamos su equipo para nuestro uso, podríamos aprovecharlo.
— ¿Quiénes están de acuerdo con quedarnos con ellos? —preguntó Ficseto finalizando.
Durante un par de segundos nadie dijo nada, nos miramos unos a otros, tan solo, y luego, Sonos dijo:
— Es arriesgado pero podemos tratar —y levantó la mano—. Si están de acuerdo levanten la mano.
Sonos nos sonrió a todos, su sonrisa era muy cálida, inspiraba confianza, como si él supiera que era lo mejor para todos, así que también levanté la mano. De ahí me siguió Ficseto, Gonzalo negó con la cabeza, Colette hizo un gesto con la boca, pero no levantó la mano, Daniela los vio y volteó los ojos y suspiró, luego levantó su mano, Kaze la levantó un poco, y Cetta se encogió de hombros, pero tampoco levantó la mano.
— Pues son cinco votos contra tres —Ficseto nos miró a todos—. Cero que sabemos qué es lo que tenemos qué hacer, ¿no?
— ¡Pues hagámoslo! —me levanté.
Los que sí estuvimos de acuerdo con quedarnos nos pusimos de pie y fuimos directo a la puerta.
— ¿Están seguros de que es lo que quieren hacer? —preguntó Ficseto con la mano en el picaporte.
Sonos volvió a sonreír, y asintió con la cabeza.
— Hay que hacerlo, amiguito —le dijo Cetta, y puso su mano en su espalda.
Ficseto abrió la puerta, a unos metros, Teresa y Marcial, que estaban hablando, voltearon a vernos, y se acercaron un poco.
— Vamos a quedarnos en el escuadrón —le dijo Ficseto a Marcial.
Ambos se sonrieron y asintieron.
Hola!
Lindo jueves! Aquí tienen el nuevo capítulo, espero que les guste mucho!
Cómo creen que sea el futuro para nuestros amigos? Qué creen que venga ahora que están con el campamento? Déjenme saber qué piensan y también déjenme saber si les gustó!
Valar Morghulis!
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