CAPÍTULO 30 FINAL
Estábamos parados sobre un escenario, con miles de personas rodeando nuestra vista, vitoreándonos y aplaudiéndonos mientras nos colgaban medallas del cuello y honraban a los caídos. En las pantallas estaban las fotos de Marcial, Marco y Vivian, de un lado, y Sonos, Lordo, y Flia del otro; me hubiera encantado, y mis amigos estaban de acuerdo, ver en esas pantallas a Macguilda y Draco, pero sólo estaban premiando al escuadrón que se adelantó a la guerra final contra Tardius.
Teresa Saga Villalobos. Israel Sepúlveda Rodríguez. Daniela Saga Londoño. Gonzalo Saga Londoño. Lífsero Swir. Luna Mileno. Ficseto Hesra. Cetta Kundera. Den Tes. Lored Adasén. Cada uno de nosotros sonriendo porque estábamos inmensamente felices, pero sin poder dejar de ver las pantallas que nos recordaban que nuestros amigos se fueron antes de poder llegar a este momento.
Las personas que habían participado en la asamblea donde decidirían si podíamos quedarnos, una semana después, tuvieron una segunda reunión entre ellos para determinar las condiciones y luego exponerlas a nosotros, entre todas estas se dijo que debíamos contactar a todos los que habían participado en la última batalla, y seríamos galardonados y reconocidos como héroes.
Sí, estaba feliz, pero no podía dejar de pensar en cosas que ni yo comprendía.
Cuando bajamos del escenario después de haber agradecido nuestros reconocimientos, pudimos abrazarnos entre todos, porque no nos habíamos visto en mucho tiempo, y antes de la ceremonia no nos habían permitido estar juntos.
— ¡Me da mucho gusto verlas! —abracé a Ter y Daniela sonriendo.
— Me alegra tanto —respondió Daniela—. La última vez que estuvimos juntas fue hace tanto tiempo.
Abracé también a Gonzalo e Israel después de que ellos saludaran a los gerlos, era placentero vernos a todos juntos de nuevo después de varios meses. En tiempo de la Tierra, habían pasado ya casi tres meses después de lo sucedido, y habían sido de los meses más largos de mi vida, estuve encerrada en la hacienda durante todo ese tiempo sin posibilidad de salir, pero por fin podía pararme a la luz, y tener la certeza de que las personas estaban apoyándome y no tratando de matarme.
El día 20 de mayo nos darían la luz verde para comenzar a traer estrellas de Álligi, dijo Daniela que ese era el Quinto Mes, y que debía adaptarme a que cada uno tenía un nombre, era aún, 10 de Mayo, y aparentemente se hizo nuestra premiación al mismo tiempo que el día de celebrar algo que llamaron Día de las Madres.
— ¿Creen que las cosas serán mejores ahora? —le pregunté.
Pero no era una pregunta desde la tristeza, sino desde la esperanza, de verdad esperaba que ellos supieran que yo sí veía que cosas buenas pasarían entonces, y que estaba muy feliz de lo que logramos.
— Creo que lo que viene es pura luz —dijo Ficseto—. Para todos nosotros.
Me abrazó desde la espalda, luego mis demás amigos se acercaron a mí rodeándome con sus brazos.
— Vienen cosas buenas para todos —dijo Lored, pero no era un chiste.
Pasamos un buen rato estando juntos, alegres de estar en una especie de festejo mexicano donde había comida y bebidas gratis por todos lados, cosa que Israel llamó kermés. Estábamos en un área libre en Guadalajara, había un kiosco mucho espacio y luces por todos lados; y aunque algunos edificios seguían estando dañados, y había varias partes que faltaban en el asfalto del suelo, se notaba que ya se estaba trabajando para restaurar los perjuicios causados, aunque probablemente sería una tarea muy difícil.
La gente del lugar parecía no notar eso, se divertían y celebraban porque podían hacerlo, pero esto me pareció algo muy bello, era obvio que sabían que algo estaba mal, pero eso no les impedía tomarse un rato de relajación, y eso era justamente lo que yo necesitaba.
Mis amigos y yo corríamos de un lado a otro por el lugar, probando los diferentes platos que había, Ter, Israel, Gonzalo y Daniela nos decían qué platillo era cada uno, y cada cierto tiempo, alguna persona que lo servía nos daba la advertencia de "¡Aguas, está picoso!" y no me podía sentir más contenta de escucharlos. Cetta se volvió loco cunado vio las enchiladas y corrió a comerlas sin pensarlo dos veces.
Fue la mejor noche que tuve durante mucho tiempo, casi un año transcurrido desde que entré a los Combates hasta el momento en el que me sentí realmente libre, que tenía aire fresco en mi cara, y podía convivir con las personas sin que estas me temieran o tuviera que decir que vengo de otro planeta. Era simplemente bello poder disfrutar de todo eso.
Entonces comenzó un evento que Kano dijo que solían usar, pero que jamás vi, una serie de explosiones de color iluminaron el cielo. Daniela se emocionó de sobremanera, Gonzalo sonrió y los apreció con ojos soñadores, Ter e Israel soltaron algunas risas al ver que las estrellas estábamos fascinados con cómo se veía aquel espectáculo. Entonces Ficseto tomó mi mano, luego me besó. Fue tal vez el primer beso que nos dimos en total desenfado, los otros fueron hermosos, pero este lo hicimos sabiendo que sólo vendrían las mejores cosas para nosotros, y que ya no teníamos nada de qué preocuparnos.
Cuando nos separamos, pude ver cómo las luces del cielo iluminaban el rostro de Ficseto, haciéndolo ver más lindo que nunca, y recordándome por qué lo amaba tanto.
— Te amo —le dije— más que nunca.
— Te amo —me respondió— más que siempre.
Y nos besamos de nuevo.
— Cetta también merece amor —escuché decir a Cetta.
Supuse que estaba besando a Lored, y no me equivoqué, porque Daniela soltó un grito diciendo que miráramos al cielo, y antes de mirarlo, vi a Cetta besando a Lored, tan enamorados que me enterneció.
Cuando me giré al cielo, esperaba ver más fuegos articules, pero no, vi algo que me dio aún más esperanza: Una lluvia de estrellas. Había presenciado pocas durante mi vida, y eran sólo unas cuantas estrellas fugaces moviéndose rápidamente, pero esta vez no, eran miles de ellas, y cada una se veía lo suficiente para ser apreciada.
— Pidan un deseo —dijo Gonzalo—. Cuando ven una estrella fugaz deben pedir un deseo.
No podía desear más de lo que ya tenía en este momento, me sentía plena, y sabía que estaba feliz a pesar de todo lo que no dejaba de pensar, sólo deseé que pronto pudiera ver a mis papás y reunirme de nuevo con ellos.
En Astéri, una lluvia de estrellas era un símbolo de unidad, el momento en que tus seres queridos te visitaban desde el cielo para presentarse ante ti, y recordarte que estaban contigo, que a pesar de no estar presentes, siempre estarían para ti. Ficseto y Cetta supieron que lo estaba pensando, y se reunieron a un lado mío, sujetando mis manos y sonriéndome a mí y a las estrellas.
***
La ONU y el Consejo Regidor de Álligi firmaron un acuerdo que decía, entre otras condiciones, que las estrellas tenían un límite de tiempo para llegar a la Tierra, ya que obviamente no podrían traerlas a todas de un solo viaje, y no todas estarían dispuestas a hacerlo, pero teníamos hasta el año 2035 para que ellos llegaran aquí, lo que no representaba un verdadero problema.
Se dio hasta esa fecha, porque se pronosticó que sería entonces cuando los daños estrían totalmente restaurados, además de que pensaron, según los estudiosos de la Tierra, que exponer a los habitantes de Álligi más tiempo a un sol que se extinguiría pronto, podía ser perjudicial para ellos y por ende, para los habitantes de la Tierra. Daniela dijo que leyó un libro donde eso pasaba y luego todos se volvían muerto vivientes.
El acuerdo también estipulaba que las estrellas podrían hospedarse sólo en los países que conformaban a la ONU y auxiliar al país donde estuvieran si tenían el conocimiento requerido, fuese arquitectura, botánica, o incuso plomería. Las estrellas podrían vivir en casas de humanos, o en lugares que se convertirían en refugios colectivos hasta que estas pudieran conseguir capital para habitar una casa propia.
Las estrellas deberían ser registradas en entrada con su nombre, día de nacimiento, e incluso si poseía o no habilidades, y algunos otros datos. Y así mismo, teníamos permitido salir del plantea con un permiso o si llevaríamos a alguna persona, porque ellos también podían visitar Álligi como parte del acuerdo, sólo hasta el 2030.
Pero la más importante de todas, en el tratado se pactaba un acuerdo de paz, donde las estrellas no podían arremeter de manera violenta, llamando así a los conflictos armados o con uso de las habilidades, contra los humanos, y de igual modo, las personas tenían estrictamente prohibido agredir a las estrellas en cualquier sentido.
Cetta, Ficseto y yo queríamos darle un último vistazo a Astéri antes de quedarnos en la Tierra, porque nosotros éramos casi una especie de canal de comunicación entre ambos planetas, y nos necesitaban en la Tierra, por eso es que solicitamos un permiso para salir por última vez, y llevar a nuestros nuevos amigos Ter e Israel a que conocieran a nuestro planeta, y a Daniela y Gonzalo para que se despidieran de él.
Astéri se sentía lejano cuando estuvimos en él, seguía siendo parte de nosotros, pero estaba diferente, no literalmente, sólo se sentía diferente, y los tres lo notamos. Eso no nos impidió disfrutar nuestra visita, vimos a nuestros padres, todos ellos felices de vernos de nuevo, abrazándonos hasta casi sacarnos el aire y diciéndonos cuanto nos amaban, y que estaban muy enojados porque algunos escaparon sin aviso.
— Si hubiéramos avisado — les dijo Cetta— no habría sido escape.
Ter se quedó con nosotros durante casi todo el tiempo en que estuvimos ahí, a donde íbamos nos seguía, decía que gustaba la idea de estar ahí, pero que le preocupaba perderse o algo por el estilo. Eso, hasta que el cuarto día se encontró a una gali mientras nos esperaba afuera de un establecimiento de comida, y a partir de ahí siguió hablando con ella con una mira que le compramos para poder comunicarnos por si de verdad se perdía.
El más entusiasmado por estar en Astéri era Israel, quien no dudó en recorrer cada centímetro que pudo. Nos quedamos una semana ahí, y eso le dio mucho tiempo para explorar museos y muchas áreas que le interesaban, estaba de verdad emocionado de poder conocer el planeta, y se notaba desde el primer día en que hablé con él.
Gonzalo y Ficseto visitaron los museos con Israel, pero Gonzalo lo hizo con el fin de conocer el arte de Astéri y cómo difería o se relacionaba con el de la Tierra, haciendo un análisis de cómo se podría ver el arte cuando las dos culturas se mezclaran en el futuro. Fue muy interesante escuchar sus teorías, que decían cosas que no comprendía del todo, pero que no podía dejar de admirar, todo eso mientras Daniela le llamaba hipster.
Pero fue Daniela misma quien más me sorprendió, yo no lo supe hasta que nos lo dijo. Nos pidió a todos que nos reuniéramos porque tenía algo importante que decirnos.
Daniela aún tenía el frasco donde había guardado el polvo de estrella de Sonos, porque él le pidió que lo llevara a sus mamás, y que ellas sabrían en dónde le habría gustado que sus días terminaran, agregó que él le mencionó que no debíamos dudar en acompañarlas hasta ese lugar.
Darles la noticia de que Sonos ya no estaba fue difícil, aunque ellas ya lo sabían porque lo vieron en los recuerdos que dieron los miembros del Consejo, y les contaron la historia sobre cómo venció a un ejército casi por sí mismo. Nosotros le dijimos nuestra versión, y contamos detalles que ellas no sabían, y algunas palabras de aliento.
— Dio su vida para salvarnos —le dijo Daniela—. Jamás podremos pagarle eso.
— Fue muy valiente —agregué—. Nunca había visto tal temple antes.
Las lágrimas que salieron de sus ojos fueron de felicidad, aunque claramente estaban destrozadas por haber perdido a su único hijo. Agradecieron lo que les dijimos. Entonces Daniela les entregó el frasco y les dijo lo que Sonos le solicitó, cosa que terminó con ellas, pero de igual manera nos llevaron hasta el punto donde Sonos pidió.
Para cuando llegamos era de noche, viajamos en un par de calides hacia un acantilado donde el océano se extendía hasta donde la vista alcanzaba, el agua se veía clara a pesar de la oscuridad, y en un área pequeña, había un pico que sobresalía al resto del acantilado, donde todos nos detuvimos.
Se dijeron algunas palabras, que era valiente, un buen amigo, que había algo más que amistad, que siempre fue fuerte, que tenía mucho ánimo por todo aunque lo escondía, pero nada de eso se acercaba al verdadero Sonos.
Entonces Daniela pidió a las mamás de Sonos que le permitieran ser parte del momento en que abrieran el frasco, ambas dijeron que sí, una de ellas lo abrió, y dejó que las otras dos pusieran la mano en la tapa, respiraron, y dejaron el polvo de estrella salir.
El viento se llevó el brillante polvo de estrellas lejos de nosotros, el llanto era felicidad pura, aunque me dolía mucho haberlo perdido, Ficseto estaba llorando abiertamente, Cetta trataba de sostenerlo un poco, yo finalmente aprendí que no podía dejar mi dolor dentro de mí, así que lo dejé salir, abracé a Ficseto y a Cetta, juntos lloramos hasta que nos dolieron los ojos.
Y en el cielo, una estrella comenzó a brillar más que el resto.
— También te extrañaremos, Sonos —dije, soltando mis últimas lágrimas.
***
Cuando regresamos a la Tierra, cada uno de los tres tenía a sus familias consigo, yo a mis papás, Ficseto a su mamá y su papá, y Cetta a su madre. Estábamos de nuevo en la hacienda, sintiendo que ya era demasiado aprovecharnos de Emy, pero un hombre con un cargo político alto, dijo que se nos regalaría una casa a cada uno de los "héroes" y a sus familias para que no sufriéramos por buscarla. Todas nuestras casas quedaban seguidas en la misma calle.
Yo fui a casa con mis papás, nuevamente me abrazaron, y yo los abracé a ellos. Pasamos la noche ahí, hablando de las cosas que no nos habíamos podido contar, y después fuimos a dormir hasta que me di cuenta de que algo me faltaba. Así que salí de mi cama y me dirigí a la puerta de la nueva casa, donde, al abrir, encontré a Ficseto y Cetta en pijama, apunto de tocar la puerta.
— ¿Ya es hora de salir a jugar? —preguntó Cetta sonriendo.
Era de madrugada, tal vez las cinco o seis, y estaba a punto de amanecer; no había nadie en la calle, y todo estaba oscuro excepto por la cálida luz de una farola afuera de mi casa, donde los tres nos sentamos en el suelo bajo la luz, yo en medio, Ficseto a mi izquierda, abrazándome por la espalda, y Cetta a mi derecha con mi cabeza recargada en su hombro.
— ¿Es el momento de decirnos lo mucho que nos queremos? —pregunto Cetta—. Porque si es así, voy a vomitar.
— Es el momento del silencio —le respondió Ficseto.
Pasamos un rato en silencio, mirando cómo se asomaba el sol, creando un hermoso brillo naranja, que se sentía como un abrazo.
— Los amo a ambos, gerlos —les dije a los dos, sin dejar de mirar al cielo.
Percibí que ambos me miraron, pero no les regresé la mirada, ellos me abrazaron más fuerte, y yo sentí que de nuevo era feliz.
Hola!
Amigos, el último de los capítulos finalmente llegó, estoy feliz de haber podido compartir esto con ustedes, sólo nos queda el epílogo.
Qué les pareció éste último capítulo? Cómo creen que cerró la historia? Qué piensan de la trilogía en general?
Ya saben que me gusta mucho recibir sus comentarios y sus votos, espero que puedan decirme lo que quieran!
Valar Morghulis!
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