CAPÍTULO 29
Después de todo lo que tuve que pasar al fin podía tener un descanso. Estaba en la hacienda de Emy, sorprendentemente intacta, teniendo malos recuerdos de lo que había pasado, y tratando de evadirlos para no tener un ataque de ansiedad. Y aunque estaba descansado, no estaba relajada, aún nos quedaban pendientes por cubrir, teníamos que hacer ver a las personas que las estrellas no éramos seres de guerra y destrucción, y que los que quedamos merecíamos una oportunidad.
Ficseto y Cetta me habían contado lo que pasó después de que Tardius murió, dijeron que, todas las estrellas en su ejército y cualquier criatura u objeto que venía con ellos desaparecieron en una muy enorme explosión.
— Fue como ver una supernova —me explicó Cetta—. Pero más parecida a la de Sonos. Se volvió una esfera de luz morada y se tragó todo, excepto a quien no iba con Tardius.
Me contaron que no quedó rastro de nadie o nada, y que inmediatamente después, las estrellas y personas celebraron su triunfo, pero que ellos dos fueron totalmente incapaces de hacerlo, porque corrieron hacia mí, buscando alguna señal de vida, cual fuera, y que lloraron hasta que Dansú Yin, la regidora del sector de salud del Área de Nacimiento, les aseguró que seguía con vida.
Me llevaron hasta una de las naves, que tenían escondida detrás de las montañas donde tenían un pequeño refugio para atender a los heridos, me pusieron hidrógeno para respirar, curaron con mucha dificultad las heridas que tenía, y tuvieron que proceder casi a cirugía para evitar que muriera. Dansú dijo que afortunadamente no había recibido daño en ningún órgano vital, y que tenía mucha suerte. Yo no paraba de pensar en que Sonos dijo que no era mi tiempo.
Pasé dormida más de dos días, y debía estar en reposo por, al menos, dos semanas, mientras veían cómo avanzaban mis daños. Luego Cetta hizo una broma sobre que Lored se levantó a pelear en cuanto despertó después de su disparo en el abdomen, y Dansú le riñó y le dijo que moriría joven, seguidamente de asegurar que sólo bromeaba.
La gente de los campamentos nos ayudó a esparcir la voz sobre que estábamos a salvo, y sobre todo, a decir que había un grupo de estrellas que ayudaron a la Tierra a terminar con los Llegados. Kenerea y algunos otros miembros del Consejo Regidor de Álligi habían dicho que mandaron a otros cuantos soldados a pelear contra otros ejércitos pequeños que Tardius tuviera alrededor del mundo, por lo que asumí que sería más sencillo que más personas supieran que estábamos de su lado.
No pasó mucho tiempo antes de que varios representantes de países se reunieran en donde estábamos nosotros para interrogarnos acerca de nuestra participación en la guerra y qué tan cierto era que nosotros éramos aliados y no enemigos. Les explicamos todo lo que sabíamos, incluso que los Llegados murieron todos juntos, no fue difícil hacerles saber eso, porque varios de ellos presenciaron cómo ellos desaparecían; sólo para luego decirnos que de todos modos debían estar todos los países de acuerdo para que nos quedáramos en su planeta. Al menos treinta presidentes asistieron a la hacienda de Emy en el transcurso de una semana, y cada uno de ellos dijo lo mismo que el anterior.
Para ese momento estaba descansando de todo eso, Ficseto y Cetta tenían una reunión con el Consejo Regidor de Álligi junto a varias estrellas más para dictaminar qué sería lo que propondrían a las personas para que nos dieran la oportunidad de quedarnos en su planeta, pero yo no pude asistir, y me sentía mejor estando en casa que en una reunión tan grande. No nos habían dejado recuperar el control de los hechos, pero esta vez nos pareció mejor, ahora sólo los profesionales estarían a cargo y nosotros finalmente podíamos tener un poco de paz.
Seguía bajo reposo, me quedaban aún tres o cuatro días, me dolía moverme o levantarme, así que necesitaba ayuda para muchas cosas. Mis amigos también habían recibido daño, algunos huesos rotos, heridas suturadas, o simplemente rasguños para los más afortunados. Pero, según todos nosotros, yo era la más dañada por recibir una espada en mi abdomen. Yo sabía que al morir, el poder que había dentro de mí, pasaría a Tardius, por eso es que se lo di, eso sólo provocaría que se cargara demasiado, pero lo que no sabía era que mi propio poder se iría junto con lo demás.
Me di cuenta de ellos cuando quise hablar con Ficseto por telepatía y no sentí ni siquiera la habilidad. Dansú dijo que podría ser psicológico, que tal vez sólo tendría que pasar el trauma, pero no descartaba la posibilidad de que se fueran por completo. Yo sabía que no era así, porque sentía que aún quedaba algo de ellos dentro de mí, sobre todo cuando creía que volvía a escuchar la mente de Ficseto quien volvió a dejarla abierta todo el tiempo, como hacía antes, cuando éramos libres.
Cetta y Lored estaban mucho más juntos que antes, salían juntos más continuamente, y cada vez se veían más cercanos. Ellos eran perfectos uno para el otro, no me sorprendía su unión y estaba muy contenta de que pudieran tener al fin una vida de pareja normal.
Por otro lado, Den se veía cansado, él decía que estaba bien, pero se notaba que no era así, Macguilda era muy cercana a él al igual que Sonos, y de vez en cuando se culpaba por haber permitido que Flia se soltara aunque fue ella misma quien decidió hacerlo. Tal vez, internamente, él fue el más afectado, porque no se perdonaba muchas cosas que no eran su responsabilidad, aunque él creía que efectivamente eran culpa suya.
Gonzalo y Daniela habían vuelto a su casa, decían que no se vio tan afectada como otras, pero que del mismo modo debían reparar algunas partes de la estructura o reforzar otras, y que ellos, claramente, debían ayudar en eso, por eso sólo los había visto un par de veces durante mi tiempo de reposo.
Ter e Israel habían vuelto al campamento para auxiliar a las personas que sobrevivieron, aparentemente fueron la mayoría, o eso dijo Israel, y debían protegerlos mientras las cosas se estabilizaban en la Tierra. Algunos de ellos habían decidido que regresarían a sus casas, y agradecieron a Ter por cuidarlos, y le dijeron que también estaban agradecidos con Marcial, aunque ya no estaba para decírselo. Pero primero debían los gobiernos decidir cómo seguirían de entonces en adelante, después de eso, los que restaban volverían a sus hogares.
Mi recuperación fue paulatina, pero para el último día de reposo programado, dijeron que ya estaba lista para salir, Ficseto estaba justo a mi lado cuando recibimos la noticia, por eso, en cuanto lo supo se alegró y me llevó hacia el aire freso. Me hacía mucha falta un respiro de verdad y sólo me di cuenta cuando mi piel tocó el sol de detrás de la casa donde estaba habitando. Sabía que era afortunada, porque muchas personas volvieron a los campamentos, y que algunas estrellas se vieron obligadas a volver a Álligi, yo tenía donde refugiarme mientras me reponía.
— Me alegra mucho verte a la luz del sol —me dijo Ficseto—. Siempre he pensado que te ves mucho más hermosa con su brillo.
— A mí me alegra verte sin que alguien deba estar cuidándonos —me reí.
Pasamos la tarde juntos, caminando por el pasto de la hacienda, quería salir, pero al mismo tiempo pensaba que aún no sería prudente hacerlo, y aunque tenía esa preocupación, no me sentía atrapada, sentía que finalmente, después de todo este tiempo, por fin era, por lo menos un poco, libre.
Después de varias horas estando juntos, decidimos volver adentro, donde estaban las pocas estrellas que restábamos, Cetta, Lored, Luna y Den, cuando nos miré como los únicos que estábamos en la sala en la que algún día estuvimos presentes más de veinte estrellas al mismo tiempo, y ahora sólo éramos seis, no pude evitar llorar.
Mis amigos se acercaron rápidamente hacia mí y me abrazaron, sentí amor, pero también ausencia, en un momento como este, Flia estaría diciendo algo bonito para alegrarme, Draco estaría tratando de cambiar el tema para hacerme sentir mejor, Sonos tendría su mano en mi hombro mirándome comprensivo, Macguilda me diría que no llorara porque ella también lo haría, incluso extrañé que Lordo dijera algún comentario molesto, o tal vez algo bueno, ya que se había logrado redimir en los últimos meses. Pero no estaban más aquí, y eso era lo que me dolía más, que perdiéramos a tantos y que no volvieran, eso era lo que me hacía sentir peor.
Mis amigos trataron de consolarme diciéndome que no se habían ido en vano, que cada uno de ellos se fue para cumplir la misión en la que ahora nosotros habíamos concluido, que por eso es que sus muertes significaban algo, pero no podía dejar de pensar en que tal vez pudimos hacer más por ellos.
Tratamos de buscar algo de comida alrededor del lugar, pero parecía que no había mucho, ya llevábamos dos semanas aquí, y Dansú nos había dejado un enfermero para cuidar de mí, así que la comida que no se había caducado se terminó pronto. Las personas que trabajaban en la hacienda, obviamente, se habían ido, y no las teníamos para obtener más alimentos. Sumado a eso, Emy nos dijo que las tiendas recientemente volverían a abrir, así que comprarla tampoco era opción, aunque de todos modos, no teníamos dinero de la Tierra, en realidad, ni siquiera teníamos sínero de Astéri.
Ficseto cumplió finalmente los diecinueve años de existencia el veintidós del Cuarto mes, y sólo supimos en qué día estábamos porque Den llevaba la cuenta de los días sin decírnoslo, él fue quien dijo que día era, ni siquiera Ficseto estaba consciente. Fue uno de los pocos días de encierro en que estuvimos no tan desanimados.
Un día, entre las tres y cuatro semanas, llegó un hombre rodeado de muchos más que lo protegían, se presentó ante nosotros con un nombre que prefirió que nosotros no mencionáramos después, nos dijo que las personas estaban dispuestas a negociar nuestra estadía en la Tierra, y que debíamos presentarnos en un par de semanas más para una reunión enorme, pero que trajéramos a los representantes de nuestro planeta.
El hombre dijo que ellos eran parte de algo que llamó la ONU, y nosotros le mencionamos que teníamos algo parecido en Álligi, que era el Consejo Regidor de Álligi, pidió que los contactáramos para que se reunieran entre ambas organizaciones y así determinar si era o no factible que las estrellas permanecieran en la Tierra o si deberían devolvernos a nuestro planeta y dejarnos ahí.
Él dijo que conocía nuestra historia, y que nosotros ayudamos a vencer a los Llegados, dijo conocer nuestras intenciones, pero a mí me pareció que no conocía las razones por las que las estrellas necesitaban un nuevo hogar, porque él mismo contempló la posibilidad de hacer que regresáramos a Álligi, no creí que el supiera que en tan sólo algunos años más, ya no habría un Álligi. Y si efectivamente hacía que regresáramos, todo lo que hicimos habría sido en vano.
Después, cuando vio que no teníamos mucho más para comer, hizo que nos trajeran alguno víveres y alimentos que podíamos consumir después, dijo que por el momento, nos trataría como damnificados, y que podríamos recibir la ayuda que necesitábamos, también nos ofreció reunirnos en un lugar de acopio para que no estuviéramos lejos del mundo, pero cuando le dijimos por qué no creíamos que sería una buena idea para este momento, comprendió y nos pidió que nos quedáramos hasta el día de la asamblea.
Muchas historias sobre cómo una guerra terminaba llegaron a mi mente, y me hicieron notar que no todas ellas hablan sobre cómo es la vida para una ciudad después de éstas, y peor aún, no te decían cómo debías actuar o qué debías hacer una vez que lograbas ganar dicha guerra. Justo en ese momento, estaba sintiendo una especie de vacío extraño que me rehusaba a aceptar, debería estar feliz por nuestro triunfo, pero aparentemente, esto aún no había terminado para nosotros.
***
La asamblea se celebró un mes después, para entonces, las comunicaciones se habían restablecido casi por completo y crecían gradualmente, así como el transporte y los puestos políticos. Se reunieron muchísimos individuos en un solo lugar, los representantes de la ONU, presidentes de países, y el Consejo Regidor de Álligi, es decir, los cinco presidentes y las cuatro regidoras del Área de Nacimiento. No nos dijeron dónde estábamos, dijeron que era por protección para nosotros, pero asumí que la realidad era que se estaban protegiendo ellos mismos. A las seis estrellas en la hacienda nos llevaron en avión, y luego en coche hasta el lugar, pero no supimos dónde era. Del mismo modo, al Consejo Regidor de Álligi sólo se le dieron coordenadas, no nombres.
Fuimos recibidos en la entrada por un guardia vestido de negro, y desfilamos hasta la puerta mientras escuchábamos varias de las voces de las personas gritando por que se nos dejara vivir en el planeta, y otras más que exigían que nos expulsaran del mismo. Me sentía muy extraña rodeada de tanta gente, pero era algo que debía enfrentar de todos modos.
Nuestro desfile no terminó con las personas fuera del lugar, sino que continuó con las personas dentro de la sala que, sentadas por grupos en mesas con el nombre de su respectivo país, nos miraron durante nuestra caminata hasta la mesa a la que nos guió el guardia. Ahí, ya estaban reunidas las nueve estrellas que representaban al nuestro planeta, eran muchas más de cien grupos de la Tierra, contra sólo dos de Álligi, y seguramente no nos dejarían hablar a nosotros seis.
La asamblea comenzó cuando el hombre que nos visitó apareció al frente de todos nosotros, nos pusimos de pie para salúdalo y él nos pidió a todos que nos sentáramos. Inició dando un discurso sobre el tema que tratarían, aunque todos los presentes sabíamos cuál era.
El hombre contó una historia sobre cómo fue que la Tierra vivió la primera invasión. Dijo que en el pasado se habían logrado avistar algunos movimientos peculiares, pero que no habían tenido real importancia porque no representaban un verdadero riesgo, y no se habían visto estragos durante estos días. Entonces llegó la verdadera invasión, el día que Tardius apareció con sus naves, dijo que la NASA, como la llamó él, notó la gran cantidad de objetos acercándose al país México, e incluso mencionó que dicha ubicación fue peculiar, pero que de igual modo se alertó a sus ejércitos y a los de otros países.
Las naves se dirigían a México, al mismo lugar donde Girio había estado durante mucho tiempo, pero algunas tomaron otros rumbos para dirigirse a otros países que pudieran usar para ellos. Los ejércitos trataron de mantener contacto con las naves, pero ningún soldado de Tardius respondió, por lo que tuvieron que llegar directamente a donde ellos estaban, aunque fueron los Llegados los primeros en abrir fuego antes de que las personas pudieran si quiera acercarse.
Trataron de evacuar las ciudades, pero al ser tantas personas yendo por un mismo lugar, sin rumbo real, la mayoría creó destrucción entre ellos, chocaron sus vehículos, se lastimaron tratando de ser los primeros en alejarse, e incluso hubo quienes destruyeron establecimientos de venta de suministros para su propio consumo, y les fue imposible a los ejércitos y gobiernos mantener el orden. En el primer día, la mayoría de los decesos ocurrieron por parte de los propios humanos y no por las armas de los Llegados, y eso continuó los días siguientes.
Las comunicaciones se perdieron porque ya no había quién las manejara, el hombre mencionó que todos en la Tierra esperaban que fueran los Llegados quienes las cortaran, pero fueron los humanos quienes dejaron de dar mantenimiento a éstas, y por ende, dejaron de funcionar. Por eso fue que comenzaron a usas radios como los que nos dio Ter, tanto portátiles como unos muy grandes que iban en mesas. Mencionó que las computadoras podían seguir funcionando de manera remota, pero que no tendrían todas sus funciones, tal vez por eso fue que en monitoreo podían hacer uso de las mismas después de la invasión.
Los humanos se vieron obligados a reunirse dentro de los sistemas de drenaje, en casas o vecindarios donde pudieran protegerse entre ellos, bajo tierra, en bunkers o en campamentos aislados de las ciudades, como hicieron Ter y su padre, pero que estar solo no era una opción viable para ellos, como nos dijo Ella. Y que varios de ellos trataron de levantarse contra los Llegados, pero la mayoría de ellos fracasaron.
Bajo estadísticas, se estimó que hubo una pérdida de un treinta por ciento de la población humana, lo cual equivalía a alrededor de dos mil trescientos diez millones de muertes, contando a los que se mataron entre sí al principio, los soldados de ejércitos, los que murieron de enfermedades no tratadas después de la invasión, y los que se atrevieron a levantarse contra los Llegados, durante su estancia en su país, antes de que estos viajaran a otro a hacer lo mismo que habían hecho en el anterior.
Cuando pensé que este discurso sólo estaba siendo un indirecto ataque hacia nosotros, el hombre agrego que hubo estrellas que llegaron a defender a los humanos. Parecía que no todos estaban al tanto de esto, porque varias personas en el público tragaron aire, sorprendidos. Mencionó que hubo una participación activa de nuestro lado para terminar con los que fueron parte de la invasión de manera hostil, y que llegaron hasta donde había mayor concentración de Llegados para atacarlos. También hizo hincapié en que trataron de atacarlos hasta que notaron que no estábamos ahí para violentar al planeta Tierra.
Después agregó que hubo testimonios de varias personas alrededor del mundo que predicaban que había alienígenas, que fue el nombre que usó, que trataron a los humanos con pasividad, ayudándolos a regresar a sus hogares, asegurando que no dañarían a nadie y cumpliendo dicha palabra. Defendió a las estrellas con vehemencia, haciéndonos ver como los héroes de la guerra, y premiando nuestra valentía con palabras de agradecimiento.
Posteriormente por fin le tocó hablar a Álligi. Decidieron que la representante sería Kenerea Terdad, porque pensaron que ella era la más apta para hablar con el público, pasó al mismo lugar donde estaba aquél hombre antes y desde ahí comenzó su discurso.
— Agradezco a todos ustedes que nos permitan ser escuchados. —Ken se veía muy fuerte ahí enfrente.
Las personas se veían muy interesadas en lo que ella diría, se sorprendieron al ver que se comunicaba con todos ellos y cada uno podía escuchar lo que decía como si lo dijera en su idioma propio, algunos llevaban unas orejeras que se suponía traducirían sus palabras, pero se las retiraron cuando la oyeron fuera de estas. Y aunque mostraban atención, muchos de ellos también expresaban un recelo potente.
— Antes que nada —siguió Ken— quiero pedirles a cada uno de ustedes una disculpa por las acciones que los habitantes de Álligi llegaron a tomar —esto sólo hizo que la gente se viera menos receptiva— juramos que los que estamos aquí somos pacíficos. —Ken estaba muy nerviosa—. La razón por la que estamos aquí, es porque cada uno de nosotros anhela la supervivencia de nuestra raza, la cual está en riesgo de extinguirse debido a la muerte solar de nuestro sistema. Eso fue lo que impulsó a Tardius, quien organizó la invasión hostil, a realizar sus atroces actos.
Las personas en la sala no estaban contentas, muchas de ellas tenían expresiones que denotaban odio hacia la figura de Ken, claramente, llevados por la ira de la creencia de que aún éramos parte de los Llegados, y las palabras de Ken sólo los alteraban más.
— Debido a esto —continuó— nosotros, los miembros de la Resistencia, imploramos ante ustedes un pacto que podría salvarnos a ambos planetas de muchas formas. —La personas no aceptaría lo que ella pediría—. Ofrecemos nuestros conocimientos y recursos, a cambio de que ustedes nos permitan habitar el planeta Tierra.
La gente estalló.
Nadie nos querría como cohabitantes, todos reventaron en gritos poco civilizados, no podía entender lo que decían, pero definitivamente no era nada bueno. El hombre que inició la reunión trató de calmar a todos los presentes pero no fue escuchado, el barullo era lo suficientemente poderoso como para ahogar sus palabras, y no parecía que nadie fuera a escucharlo.
No lo soporté, no podíamos volver a Álligi y esperar nuestra muerte, tal vez muchos de los que estábamos ahora no podríamos llegar hasta el año 3070, o seríamos muy ancianos para cuando esto ocurriese, pero no se trataba sólo de nosotros, se trataba de las nuevas generaciones, las estrellas de hoy y las del mañana, y claro, las que se habían ido debido a lo que tuvimos que enfrentar, a los que se sacrificaron y los que perdimos, era por todos, no sólo por unos cuantos. Por lo que me levanté, tomé los aparatos que usaban para escucharse para toda la sala y corrí hacia donde todos pudieran escucharme.
— ¡BASTA! —grité con toda la fuerza que tuve.
Ficseto y Cetta no trataron de detenerme, ellos me miraron con confianza, incluso detuvieron a las otras estrellas cuando trataron de detenerme a mí, agradecí que ellos estuvieran ahí, porque eran mi mejor apoyo, eran con quienes me sentía segura, y en ese momento necesitaba mucha seguridad para hacer o que iba a hacer.
Los gritos cesaron, todos me miraron parada sobre una mesa muy grande y amplia que claramente no estaba hecha para eso, el hombre de la ONU y Ken me miraron impactados desde su podio, el resto se detuvieron como si se hubieran congelado.
— Todos ustedes —dije—. ¡Es suficiente!
Lentamente se fueron sentando de nuevo en sus respectivas mesas, sus miradas no habían cambiado, y podía sentir el odio que tenían acumulado. Las manos me sudaban como si las tuviera cubiertas por tres pares de guantes, el corazón me latía como si fuera a explotar, y tenía miedo de experimentar otro ataque de pánico, pero debía seguir adelante.
— Ustedes deben escucharnos —les dije—. Cada una de las estrellas presentes en esta asamblea está tan asustada como lo están ustedes, nos sentimos inferiores porque somos muchas menos que ustedes, y tenemos tanta incertidumbre como ustedes. Las estrellas y las personas no somos tan diferentes —parecía que entendían que con estrellas me refería a nosotros— ambos buscamos que todo esto acabe ya. Sobretodo nosotros.
» Perdimos a muchos de nosotros con esta guerra. Nuestro planeta sólo se conformaba por mil millones de habitantes, de los cuales casi la mitad decidieron unirse a Tardius contra ustedes, todos ellos murieron cuando Tardius murió, sin contar a los que cayeron cuando nuestro planeta fue atacado por las mismas estrellas que invadieron el suyo, y a nuestros amigos que se fueron durante la gran guerra.
» Por lo menos, en nuestro grupo, éramos once antes de llegar al este planeta en la invasión, ahora sólo quedamos seis de nosotros, perdimos a muchos en la misma guerra que ustedes también perdieron a muchos.
Las personas comenzaron a calmarse, sus expresiones no se modificaban, pero no se veían tan alterados como antes.
— Nosotros no venimos aquí para atacarlos, de ser así, lo habríamos hecho desde que esta asamblea comenzó, o tal vez antes. Nosotros estamos aquí porque esperamos un poco de comprensión por parte de ustedes. Nuestro planeta se extinguirá con todos su habitantes porque nuestro sol morirá en el año 3070, que es el 2070 para ustedes, nos quedan sólo cincuenta y dos años de vida y a ustedes varios miles o millones.
» Queremos que sepan que si ya los ayudamos una vez, podemos serles útiles una segunda. Esperamos que la Tierra sea la sede de la unión de dos razas, ustedes celebran la unión de sus países en esta organización, y podemos ampliarla con nuestra cultura.
Las personas por fin estaban cambiando su expresión, se veían más calmadas y dispuestas a escuchar.
— Tenemos escuelas, hospitales, museos, somos como ustedes, pero también somos diferentes, tenemos mucho que enseñarnos unos a otros y podemos compartir lo que nosotros conocemos para que su planeta crezca. Sólo pedimos que nos permitan crecer con ustedes. Si unimos nuestros mundos, podemos ser una civilización mestiza creciente, ustedes podrán avanzar, y nosotros podremos prevalecer y no irnos con una llamarada que destruirá a cada uno de nosotros.
La gente finalmente estaba calmada del todo. Escuchaban atentos y se mostraban comprensivos, sentía que estaban aceptando lo que les decía, y aun así estaba al borde de un ataque de nervios.
— Sabíamos que no teníamos garantía de que las personas nos aceptaran, y aun así decidimos arriesgar nuestras vidas para salvarlos de los que pensaban que eran inferiores. Amigos muy cercanos se fueron, estrellas a las que amábamos. Y sé que ustedes también perdieron a quienes amaban, y de verdad siento que haya sido así, me hubiera gustado poder seguir con el plan que teníamos mis amigos y yo de pedir hospitalidad de manera pacífica, pero lastimosamente tuvimos que llegar a este punto donde debimos perder a una gran parte de nuestros habitantes, aunque era lo que tratábamos de evitar.
» Pero ahora terminó. Estamos frente a ustedes pidiendo un favor que, aunque es enorme, y que también es la salvación de un planeta, así como nosotros hicimos para ustedes. De verdad, queremos que todo esto termine ya, saber si tenemos la oportunidad de quedarnos y sobrevivir, y hacer que todas las vidas que perdimos puedan ser la representación de algo, o si tan sólo debemos tomar nuestras cosas e irnos de su planeta a morir al nuestro, y fingir que esto nunca pasó esto.
No sabía adónde quería llegar, en realidad no quería convencerlos a todos de dejarnos quedarnos, sólo quería externar mis sentimientos, porque no podía retenerlos más, estaba tan aliviada después de eso, que sólo bajé de la mesa, y caminé de nuevo con mis amigos. Cuando llegué a ellos, Ficseto y Cetta me abrazaron tan fuerte que me sentí protegida.
— Pase lo que pase —les dije— quiero que sepan que estoy feliz de estar con ustedes.
Sabía que me estaban viendo; todas las personas presentes estaban observando que estábamos abrazados, pero no me importaba lo que pudieran pensar ahora, sólo quería, como había dicho tantas veces antes, que todo acabara ya.
El moderador pasó de nuevo al frente y retomó el control de la asamblea, no dijo mucho, pero pidió a todos que emitieran un voto, cada representante de un país debía mencionar si estaba o no de acuerdo con permitir que las estrellas entraran a la Tierra y la habitaran. Nos informó que, al menos dos tercios de los participantes deberían votar por la misma moción para aprobarla o desaprobarla según sea el caso. Sólo nos quedaba esperar. Entonces se contabilizaron los votos.
Las estrellas sí obtuvimos autorización para poder quedarnos en la Tierra.
Estábamos totalmente contentos, evitamos gritar sólo por estar en un lugar que era muy formal, aunque todos habíamos gritado antes, pero no consideramos profesional hacerlo entonces.
Podríamos quedarnos, podríamos disfrutar eso por lo que tanto luchamos, Ter, Israel, Gonzalo y Daniela estarían igual de contentos que nosotros. Podríamos celebrar que las cosas salieron como esperábamos.
Fue liberador, aunque ya no me sentía tan atrapada como antes, ahora me sentía mucho más libre que nunca.
Hola!
Jeje, perdón! De verdad perdón! No fue mi intención dejar pasar el día de publicación usual, es que regresé ya a la universidad y se me dificultan los horarios!
Estamos a ya sólo un capítulo de terminar! La verdad es que me estoy poniendo algo triste por eso.
Les gustó el capítulo? Qué piensan de esta situación que tuvieron que pasar después de la guerra?
Valar Morghulis!
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