CAPÍTULO 27
Kenerea del Área de Nacimiento se acercó a mí junto con Dansú, y me entregaron un comunicador para mi oído, dijeron algunas palabras y pude escucharlas dentro de mi cabeza, les dieron lo mismo a Ficseto y Cetta, luego pedí que también entregaran uno a quienes restaban de los que habíamos venido al principio.
Luego Nara y Elia pasaron repartiendo uniformes iguales a los que llevaban todas las estrellas de nuestro lado, una chaqueta color rojo con dorado, sólo le dieron a mis amigos de Astéri, porque no hacía falta diferenciar a los humanos que venían todo vestidos con ropa de diario y no uniforme de ningún ejército. Los habitantes de Álligi tenían el uniforme completo, a nosotros sólo nos dieron las chaquetas.
Procuramos no tardar demasiado haciendo esto, y no fue ni un minuto lo que nos duró la paz de vernos a todos de nuevo, porque de nuevo tuvimos que dirigir nuestra mirada hacia la amenaza que todos íbamos a enfrentar. El ejército de Tardius era inmenso, eran más del doble de los que éramos nosotros, con diez mil personas, y según Moira cien mil estrellas, contra los que serían mucho más que sólo doscientos mil Llegados.
Respirando hondo, con los ánimos hasta el sol, y mis nervios trabajando de nuevo, solté un grito que indicaba que era el momento y, junto conmigo, todos los demás se unieron a la voz y avanzamos al mismo tiempo.
Las tropas de Tardius no se detuvieron a vernos, avanzaron al mismo tiempo que nosotros lo hicimos, todos juntos, las estrellas corrían, las naves avanzaban, y las bestias eran liberadas, pero tenía confianza, no nos detuvimos hasta que estuvimos ambos ejércitos juntos, y cuando llegó el choque, la verdadera guerra comenzó.
Soldados y humanos se encontraron, llevaban armas de todos tipos, algunas blancas otras de fuego, podía escuchar el bullicio como si todo ocurriera dentro de mis oídos, balas, golpes, gritos, gruñidos; y finalmente me enfrenté a alguien. Un soldado que parecía ser una gali, corrió directamente hacia mí, buscando embestirme, pero antes de que pudiera hacerlo, con telequinesis la hice caer al suelo y la dejé ahí, corrí hacia adelante para llegar con ella y tener un enfrentamiento de verdad.
No usé más mis habilidades, ansiaba un enfrentamiento físico real, ella era muy ágil, tenía mucha velocidad y sus golpes eran constantes, pero ninguno lograba impactarme, porque yo también era buena esquivando. Entonces la tomé de brazo, la jalé hacia mí y levanté mi pierna para propinar una patada justo en su abdomen. Soltó un grito, pero también tomó mi perna y me hizo caer con ella. Se colocó sobre mí, pero no me sujetó bien, por lo que pude moverme rápidamente hacia un lado, y salir de su área. Entonces la sujeté desde su costado y la empujé, quedé encima de ella esta vez y pude soltar un par de golpes antes de que alguien más vinera a defenderla.
No le vi venir, por eso me embistió como si hubiera volado hacia mí, sentí el impacto del suelo casi en todos mis huesos, y le vi poniéndose de pie antes que yo, quiso darme una patada, pero yo no prometí ahorrar mis habilidades con cada soldado que me atacara, entonces hice que volara con telequinesis, y cayó justo en medio de un grupo de personas aporreando a una estrella.
Del otro lado vi a mis amigos golpear y gritar contra los Llegados, varios de ellos eran los que yo ya conocía de La Planta, y entonces me sorprendí al ver a un grupo de desconocidos usando nuestras habilidades como si hubieran estado ahí con nosotros. No era el momento para detenerme a recordar quién fue, pero alguno de mis amigos me dijo que a las estrellas les estaban enseñando a usar las habilidades para cuando este momento llegara, y una gran parte de ellos estaba haciendo uso de éstas.
Entonces di con Lored y Den al mismo tiempo, ellos estaban peleando juntos espalda con espalda contra un grupo de Llegados mucho más grande que ellos, por lo que me uní a su dúo y les brindé mi ayuda. Corrí hacia uno de los Llegados y le di un fuerte golpe con mi hombro, esto lo lanzó hacia Lored, quien sólo levantó su brazo le propinó un puño en la cara. Tomé del cuello al que estaba justo al lado de mí y me dejé caer dando un giro, lo que provocó que éste diera una vuelta que lo hizo volar sobre mí y caer de espaldas al suelo.
— ¡Arriba! —me gritó Den, aunque no estaba señalando nada.
Entonces levantó un soldado y lo lanzó al aire, el soldado cayó desde lo alto, pero no lo dejé llegar al suelo, con telequinesis lo lancé hacia otros dos guerreros que estaban frente a mí. Nosotros ya no teníamos armas, por lo que sólo dejábamos lo suficientemente inmóviles a los contrarios para que los nuestros terminaran lo que iniciamos.
No tuve que esperar mucho antes de que una persona que no reconocí entrara en nuestro perímetro disparando hacia los soldados. Desde el otro lado llegó alguien más y nosotros corrimos, quise quedarme con ellos, pero cada uno tomó un camino distinto.
En el mío logré ver a un gerlo gigante de gris golpeando a otro con chaqueta roja, por lo que corrí hacia ellos para ayudar, pero justo ante de llegar, el gris sacó una especie de cuchillo muy largo y ancho, con el que tajó el cuello del de rojo, me miró pateó el cuerpo del soldado, Moira llegó hasta donde estaba él, y el gerlo nos mostró la cabeza como si fuera un trofeo.
Eso me enfureció, tenía miedo de que me hiciera lo mismo, pero no podía detenerme por eso. Corrí de nuevo a él, y sujetándome con telequinesis di un salto que me elevó varios metros, el gerlo quiso lanzarme el cuchillo, pero no llegó a mí porque me moví rápidamente, extendí las piernas y dejé mi peso caer sobre su pecho como una bala.
El gerlo cayó al suelo sin siquiera soltar un grito, pero no se movió cuando me levanté. No, hasta que traté de irme de ahí, que sujetó mi pierna, y me jaló como si fuera un trapo, estrellándome en el suelo. Antes de poder subir a mí, tomó su cuchillo, pero Moira lo sujetó con telequinesis para que él no pudiera usarlo, y lo lanzó. Me arrepentí en ese mismo momento de no haber podido usarlo, porque soltó su puño para golpearme, pero me moví a la derecha y sólo dio contra el piso.
Entonces lo sentí de nuevo, energía, pura y fuerte energía, no sabía si podía controlarla o no, pero traté de que toda fuera a mis piernas. Todo se volvió lento, fue como si yo me moviera más rápido que cualquiera en el lugar, sentí un escalofrió que recorrió hasta la punta de mis pies, y, a través de mis zapatos, vi que estaban brillando. Vi al gerlo tratar de golpearme de nuevo, y a Moira corriendo hacia él, pero di un jalón a mis piernas, y lo golpeé un poco, lo que no fue suficiente porque justo después solté una patada con ambas piernas directo en el pecho del gerlo y este salió disparado lejos de mí.
— Eres una buena guerrera —me sonrió Moira—. No sé por qué no estabas a cargo cuando estaban en Astéri. —después de eso, corrió lejos.
Escuchar a Moira decir eso me hizo sentir muy plena. Seguramente ella no lo sabía, pero recuerdo haber tenido una fuerte e infantil envidia hacia ella porque pensé que todos la consideraban más fuerte y más lista, y eso afectó mis sentimientos, pero entonces dijo lo que dijo, y entendí que nunca trató de quitarme "quien yo era" como lo pensé una vez.
Me puse de pie una vez más, a lo lejos, un Videx que trataba de dar un zarpazo a un grupo de personas que buscaban atacarlo, un Mertra tenía a alguien bajo su cuerpo y lo estaba comiendo como si no fuera más que un pedazo de carne. Y más cerca, unos gerlos y galis golpeaban a un ser invisible que asumí que era un Engendro Azul.
La guerra en el aire no era diferente, había naves disparando a naves, unas cuantas con humo volando por agujeros que, pensé, seguramente provocarían que cayeran pronto. Y no me equivoqué, una de las naves de Tardius comenzó a desplomarse después de un impacto de uno de esos rayos morados que le partió un ala y estaba descendiendo en diagonal hacia un grupo de estrellas.
Corrí para tratar de ayudarles, y justo cuando llegué vi a las dirigentes del Área de Nacimiento acercarse también, llevaban diferentes armas cada una, no sabía que todas ellas eran capaces de pelear. Juntas llamamos la atención de los que estaban en el área de impacto de la nave y los ayudamos a correr. Lastimosamente también había Llegados, y tuvimos que detenerlos y enfrentarnos a ellos.
— Lleva a los civiles —le dijo Nara a Ken—. Yo me quedo a pelear. Dansú, quédate con nosotras —Nara me miró para saber que estaba conmigo.
Nara era la dirigente encargada del ejército, así que ella tenía el conocimiento previo de combate; Dansú la del área de salud, y asumí que debió enfrentarse algo por lo menos parecido antes. Los Llegados trataron de alejarse, pero no se los permitimos, con las armas de ellas, y unas vigas de madera que encontré, comenzamos a atacar a los soldados. Ellos trataron de defenderse, pero se veían más inquietos por la nave. Cuando esta por fin cayó, nosotros corrimos, ellos no pudieron.
— Bien hecho, soldado Lífsero —me dijo Nara.
Asentí hacia ella para agradecer.
La nave se destrozó en varias partes, como había pasado antes en los campamentos, por lo que ya sabía qué debía pasar ahora, todas sus partes serían usadas como armas, y yo no haría lo contrario.
Un vídex se acercaba con velocidad hacia mí, me asusté, pero puse mucho esfuerzo en mi telequinesis para levantar un gran trozo de metal y lanzarlo sobre el videx. Creí escuchar un rugido antes de que el silencio se hiciera debajo del metal.
Un grupo grande de soldados llegó hacia mí, ya no tenía apoyo de las dirigentes, por lo que debía enfrentarme a ellos, pero eran demasiados, venían corriendo y no se veían nada felices. Me preparé para atacar fuese como fuese, tenía miedo, pero no dejaría que lo vieran. Uno de ellos llegó primero que todos, le di unos cuantos golpeas antes de tener que lidiar con los demás. Corrí unos pasos buscando una alternativa para pelear, pero no veía nada. Entonces sucedió algo inesperado: Una luz morada llegó desde el costado de todos ellos, antes de cerrar los ojos, vi que algunos comenzaban a arder. Me giré para ver el origen del disparo, provenía del arma que estábamos construyendo en la hacienda, previo a ser capturados, una especie de cañón que se colocaba sobre el hombro, y a Emy detrás de ella con un detonador en la mano.
— A mí también me llamaron —me dijo— Igual que a las estrellas. Nunca estuve con Girio en esto.
Le creí, pero no quería verla por el momento porque me recordaba el día en que Girio nos traicionó.
— ¡Vete ahora! —me dijo, y no tarde en hacer caso.
Corrí de nuevo. ¿La llamaron? ¿Qué quería decir eso?
Avancé hacia un trozo de nave alto, para poder ver desde arriba de éste. Muy a lo lejos pude ver a Tardius, quien estaba histérico usando todo su poder para atacar a todos los soldados que se le acercaban. Loco. Eso me decía su expresión, él mismo lo dijo, las muertes también afectaban su salud mental.
— Tardius está casi al borde de las montañas —dije por el comunicador—. Si lo matamos a él, todo el ejército cae.
— ¿Cómo sabes eso? —preguntó alguien que creí que era Moira.
— Él mismo me lo dijo —respondí—. Debo acercarme, necesito apoyo.
Varias voces se ofrecieron a auxiliarme aunque no pude reconocerlas a todas. Yo corrí hacia donde Tardius estaba. Era un camino bastante largo el que tendría que recorrer hasta alcanzarlo, tal vez un kilómetro, que podía no sonar mucho, pero tratar de atravesar todo eso en medio de una guerra desatándose lo haría mucho más complicado.
No me detuve, seguí avanzado a pesar de ser consciente de lo que venía, estaba decidida a que así debía terminar, yo matando a Tardius, y los dos muriendo juntos. La energía estaba de nuevo dentro de mí, creía que ya podía tener conocimiento de cómo utilizarla, pero no estaba segura y no me detendría a pensarlo.
Entonces hice que toda la engería se dirigiera mis brazos y piernas, corrí a una velocidad que ni yo sabía que podía alcanzar, brazos y pernas brillando. Esto llamó la atención de varios soldados, quienes comenzaron a correr hacia mí. Estaba tan inmersa en mi misión, y tenía tanta fuerza acumulada que casi ni sentí cuando golpeaba a los soldados que se me acercaban. Unos corriendo, tratando de embestirme y yo esquivándolos, otros dispuestos a golpearme y yo arremetiendo contra ellos con el hombro o dando vuelta para golear por la espalda, y otros más osados llegando desde detrás de mí para derribarme, lo extraño fue que sentí que venían hacia mí, y puede girarme para golpearlos.
Entonces logré ver el apoyo que solicité, Daniela, Ter, Elena y Jose con grandes fusiles en las manos corriendo hacia mí, Ken, Dansú, Elia y Nara acercándose desde el otro costado con sus chaquetas rojas provocando que resplandecieran. Moira, Sorly, Syt, Yer, y Luna, cada una de ellas con sus gestos de telequinesis dispuestas a atacar, hechas un circulo asaltando desde el frente para abrirnos paso.
Esta vez, imparables, fuertes y juntas, comenzamos a atacar a cualquiera que trataba de acercarse a nuestro equipo. Un grupo muy grande de soldados se dieron cuenta de que estábamos todas en el mismo movimiento, por lo que también corrieron por el frente para detenernos. La única barrera que había entre Tardius y nosotras eran unos con soldados y varios monstruos.
Ninguna se acobardó, las chicas con fusiles fueron al frente y dispararon hacia algunos de los soldados. Las de Área de Nacimiento avanzaron más rápido que las demás, Ken con una lanza, Nara con una jabalina muy larga y gruesa, Dansú con cuchillos largos y Elia con una especie de espada con mango central y dos lados de filo, atacaron con éxito a un videx que no resistió más de un momento, luego cada una por separado contra los soldados. Las chicas de fusil avanzaron con arma apuntando y disparando, las otras galis con distintos movimientos de telequinesis haciendo volar a varios soldados, o inmovilizándolos.
Entonces salí yo, con las manos tan brillantes que parecían esferas de luz, corrí hacia los que nos atacaban, uno de ellos trató de golpearme, pero le tajé un golpe en la cara. Otro llegó desde mi costado, y me agaché para dar una patada y terminar con un puño cuando casi tocaba el suelo. Vi a uno de los soldados tratando de acercarse cuando se percató de que ataqué a los demás, con telequinesis lo sujeté para que no se moviera, y usé su propio cuerpo para golpear a otros soldados. No hice esto mucho tiempo pues era más difícil para mí.
— ¡Sigue avanzando! —me gritó Daniela.
— ¡Llega hasta Tardius! —agregó Ter.
Los soldados eran cada vez menos, y sólo me quedaba algo de espacio entre Tardius y yo, por lo que hice lo que me dijeron y avancé.
Justamente me encontré al borde de los Llegados, cuando Tardius estaba eliminando al último de nuestros soldados que trataba de atacarlo, él me miró, y seguí corriendo hacia él. Sus ojos estaban rojos, y tenía una fuerte bruma morada alrededor, era todo ese poder que se había almacenado en sus soldados que ahora morían, regresando a él y llenándolo con más del que necesitaba, pero eso también lo hacía ver vulnerable, porque era demasiado poder, tal como se lo dijo Kano.
Entonces, como hice antes, di un salto y me sujeté con telequinesis para llegar más alto, y que él no tuviera oportunidad de atacarme antes de poder acercarme. Logré exactamente lo que quería. De nuevo estaba cara a cara con Tardius, quien irradiaba más poder que nunca, pero yo tenía una fracción de su misma fuerza, podía sentirlo todo, tal como él lo dijo, yo era parte de su poder, y estaba resintiendo la fuerza de todos ellos.
No pasó ni un segundo que estuve junto a su rostro ahora enloquecido, para que él atrajera un montón de materia que no supe qué era, hacia nosotros. Me giré y me agaché, en un movimiento desde el suelo, pasé por debajo de sus piernas y me coloqué detrás de su espalda, lo que ocasionó que todo lo que había atraído para golpearme, se estrellara directamente en él, y como él fue lanzado por la fuerza del impacto, también me empujo a mí detrás de su cuerpo.
En ese momento llegaron las demás chicas y galis, me quité a Tardius de encima, y lo empujé hacia donde estaban ellas. Sin recelo, los disparos iban directo a él, pero no le ocasionaban gran daño, luego, todas juntas nos acercamos para golpearlo, pero él, sin el más mínimo esfuerzo, golpeó a una por una de ellas y cayeron al suelo, hasta dejarme a mí sola con él. Quiso golpearme, pero sólo me hizo girar un poco sin sentir dolor.
Me sentía más poderosa, y sabía que podía estar casi a la altura de la fuerza que él poseía en ese momento, pero no podía usarlo del mismo modo, yo tenía mi propio poder desde la mente, pensé.
— ¡¿El poder desde tu mente?! —Tardius me gritó la pregunta.
¡¿Qué?! ¡¿Me escuchó?!
— ¡Sí! —me respondió—. Te escuché. Y sé cómo sacarte es poder de tu mente.
Tomó mis manos empuñadas, yo estaba anonadada, probablemente escuchó mi mente por el poder que estaba experimentando en ese mismo instante, pero no esperaba que lo hiciera. Presionó mis manos, y todo el brillo que tenían se apagó. Comencé a gritar, porque me dolía su agarre, y empezó a arderme la cabeza, toda mi energía volvía a mi mente, y trataba de salir con más fuerza que la última vez.
Entonces lo hizo: Una explosión de luz surgió de mi cabeza, todos los objetos sin vida volaron mucho más lejos que la vez anterior en que esto pasó, la explosión fue varias veces más intensa, incluso me lastimó a mí, las chicas fueron lanzadas varios metros y las galis sólo un poco de distancia menos. Incluso varios soldados que se acercaban a donde estábamos recibieron el impacto de la onda de choque, y no pudieron llegar hasta nosotros.
Tardius me arrojó al suelo, estaba totalmente adolorida, los oídos me zumbaban y quería explotar como lo hizo mi cabeza. Entonces lo vi con el puño arriba, venía directamente a golpearme, y no podía dejarlo vencerme. No aún. Fue cuando una espada llegó directamente a su hombro, lo escuché gritar, pero no ocasionó gran daño, me giré y vi a Elia que había arrojado su espada de doble filo.
Tardius se sacó el lado de la espada que tenía enterrada en el hombro, aparentemente no le afectó tanto, y estaba a punto de lanzarla de nuevo a Elia, pero me puse de pie y golpeé con fuerza en su abdomen. Fue tan doloroso como golpear un muro, sobretodo porque ya no tenía la energía adentro, pero de todos modos logré hacer que cayera al suelo.
La espada de Elia tenía dos lados de filo para atacar y el mango estaba justo al centro de esos dos, por lo que la sujeté tratando de no herirme, y me lancé hacia Tardius. No supe cómo, pero se puso de pie en un solo instante, y cuando traté de enterrar la espada en su pecho la sujetó, empujándola hacia mí.
Para ese punto, ambos teníamos casi la misma fuerza, él ya no era mucho más poderoso, éramos iguales, pero seguía siendo pesado empujar la espada hacia su pecho. Él la sostenía hiriendo sus propias manos, y la empujaba con fuerza hacia mí.
La bruma morada se intensificó aún más, era casi imposible ver más allá de Tardius, sentía que se hacía más fuerte, estábamos perdiendo esa igualdad que me dio ventaja, las estrellas seguían muriendo, y todo el poder se lo estaba quedando Tardius.
Luego unas manos salieron desde detrás de Tardius, unas manos blancas que reconocí porque las había visto toda mi vida, Cetta estaba sujetando la espada para acercarla más al pecho de Tardius, y justo a mi lado, Ficseto apareció para empujar junto a mí.
El grito que Tardius soltó me sorprendió porque no habíamos logrado enterrar la espada en él, y no gritaba de dolor, sino que estaba usando el grito para darse fuerza, eso lo comprendí cuando sus ojos se volvieron morados y apareció un destello en su boca brillo del mismo color. Dio un salto que arrojó a Cetta lejos de él, y elevó la espada para que Ficseto y yo voláramos lejos de ella.
El suelo provocó un dolor casi mortal en mí, Ficseto estaba a punto de desmayarse.
— ¡Te lo dije, Lífsero! —me señaló con el dedo—. ¡No puedes vencerme así! Uno de los dos debía morir para que el otro muriera, y ese no sería yo. Ahora tengo tanto poder que nada de lo que hagas podrá detenerme.
Entonces lo comprendí. Yo no podía vencerlo con mi poder, yo no podía vencerlo estando viva, y nada de esto acabaría si no usaba su propio poder en su contra y moríamos los dos. Juntos. Yo no moriría cuando él muriera, yo debía morir para vencerlo. Miré a Cetta desde el otro lado de Tardius, y me entregó una mirada triste porque él sabía lo qué seguía, luego miré a Ficseto, y su mirada me destrozó, todo el dolor que irradiaba era igual de doloroso para mí. Giré mi cabeza para ver la espada, y Ficseto lo entendió, dejando salir sus lágrimas, atrajo la espada hasta mis manos, y fue cuando cerró los ojos.
Tardius supo qué estaba haciendo, tal vez lo vio en mi mente, o tal vez lo intuyó por la forma en que me miró Ficseto. Antes de que la espada llegara a mis manos, él se lanzó a correr para alcanzarla primero que yo, cuando estuvo muy cerca de mí, la espada llegó hasta mi palma, y sin pensarlo dos veces la enterré en mi abdomen.
El dolor fue cegador, traté de sostener el grito, pero me fue imposible y lo dejé salir, tan fuerte que me lastimé la garganta, Tardius estaba ya cerca de mí, pero se detuvo en seco por la sorpresa, entonces yo corrí los con mis últimas fuerzas hasta donde estaba él, y de un movimiento, la espada también entró en su cuerpo.
Toda la bruma morada dentro de mí comenzó a salir, siguiendo el camino de la espada, y entrando en Tardius, él soltó un grito tan poderoso como el mío, pero el suyo fue furia pura.
Lo último que vi estando consciente, fue un resplandor morado que nos absorbió a ambos.
Valar Morghulis!
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