CAPÍTULO 25
Durante la guardia vimos un grupo de soldados rondando el área, y tal vez la poca cantidad de luz fue la razón de que pasaran desapercibida nuestra cueva, las rocas la habían cubierto bien, Ficseto y yo los vimos a través de ellas, y en ningún momento se dieron cuenta de que estábamos ahí.
Nuestro turno duró hasta que llegó el amanecer, por lo que nos tocó despertar a todos los que seguían durmiendo, cada uno de ellos mientras despertaban daba ligeros gemidos y se quejaban por las posiciones que habían adoptado al dormir. Cuando Daniela despertó dijo algo sobre no querer ir a la escuela antes de recordar que estábamos en la cueva, Cetta dijo algo similar.
— Chicos —llamó Ter— hay algo que tratar ahora.
Tardaron un poco en despertar del todo antes de reunirse para escuchar lo que Ter iba a decir, y cuando ya estábamos todos juntos, los demás aún tenían expresiones de sueño y dolor de espalda.
— Hoy viene el resto de la gente de los campamentos —continuó— por lo que debemos estar totalmente preparados para recibirlos. —Ella se veía justo como Marcial cuando iniciamos el recorrido—. No tenemos forma de comunicarnos con ellos, y no tienen idea de si estamos o no vivos, sólo esperemos que no hayan regresado.
— ¿Y qué podemos hacer? —preguntó Lored— El resto de la gente está de aquel lado del campo mortífero de la nave de Tardius —señaló hacia atrás— y nosotros estamos literalmente del otro lado.
— Además de que Tardius —agregó Cetta— probablemente tenga a sus secuaces del mal merodeando por el camino del valle.
— Por eso —respondió Ter— nosotros no iremos por el valle. —Todos la miramos confundidos—. Las montañas son lo suficientemente altas para ocultarnos de ellos, y lo suficientemente bajas para no correr peligro yendo sobre ellas.
— Por eso son cerros —le dijo Israel— no montañas.
— Todos estamos de acuerdo en que suena mejor montaña que cerro, ¿verdad? —preguntó Cetta y todos le dimos la razón.
— El nombre es lo de menos, chicos —interrumpió Ter—. Lo importante es que si vamos sobre las montañas en vez de a través, tenemos más posibilidad de legar a salvo hacia donde está el ejército.
— Pues a mí me suena razonable —dijo Gonzalo—. Yo digo que lo hagamos.
— Gracias —Ter señaló efusiva a Gonzalo.
— Usaremos un poco de telequinesis para subir —afirmó Den— supongo.
— Si nos permiten hacer uso de ella —respondió Ter— eso haremos.
— No somos muchos —agregó Israel—. Será fácil ir sobre los cerros.
— Tienes razón, Israel —le dijo Luna anonadada—. Ya no somos muchos.
Todos nos quedamos callados. En efecto, ya no éramos tantos como cuando salimos del campamento, éramos un total de dieciséis al partir, y luego fueron cayendo, Marcial, Vivian, Lordo, Sonos, Marco y Flia, sólo quedábamos diez de nosotros, seis estrellas y cuatro personas, con la esperanza de seguir todos vivos y no perder a nadie más.
— Por eso tenemos que hacer esto —les dije—. Por ellos. Por todos ellos. Por cada estrella que cayó en La Planta, por cada persona perdida en la invasión, y por cada uno de los que se fueron a lo largo de nuestra guerra. —Me puse frente a ellos—. Cada uno de ellos habrá muerto por algo, no será en vano.
» Todos juntos —seguí— nosotros y los caídos unidos contra un mismo mal. Vamos por Tardius.
Las caras de mi amigos se llenaron de ánimo calmado, después de todo irían a enfrentarse a lo que podría ser su muerte, pero se veían decididos, estaban conscientes de lo que enfrentarían y estaban dispuestos a hacerlo, incluso yo, que daría mi vida en esta pelea.
Antes de salir de la cueva Ficseto y yo revisamos el área, había unos cuantos soldados rondando por el lugar, tal vez cuatro, Ficseto hizo unas señas para que saliera de la cueva, me giré hacia el interior y con el dedo en los labios les dije a mis amigos que no hicieran ruido. Salí de la cueva pegada a la pared de piedra tratando de no hacer ruido al pisar, justo al lado había una roca sobresaliendo del suelo de la montaña, donde Ficseto se había ocultado, y yo caminé hasta donde estaba.
Ficseto apuntó con su dedo hacia un cúmulo de rocas en la parte de debajo de la montaña que estaba más alejada de la nuestra, hizo puño una de sus manos, y la otra la puso abierta hacia arriba, luego dejó caer su puño en la palma, indicando que tiráramos esas rocas. Asentí con la cabeza, ambos nos giramos hacia las rocas, eran una cantidad bastante generosa, harían un ruido lo suficientemente fuerte para llamar la atención de los soldados.
Al mismo tiempo, con nuestra telequinesis, él sin hacer nada más que mirar, y yo con apoyo de un gesto de mis manos para enfatizar el poder, hicimos que las rocas cayeran todas juntas. El sonido que provocaron fue mucho más fuerte de lo que esperaba, había más rocas sobre las que movimos, por lo que, cuando las primeras cayeron, las de atrás las siguieron y provocaron el doble de ruido. El derrumbe retumbó en mis oídos, fue como si hubieran explotado en lugar de sólo caerse. Los soldados dieron un salto con el ruido, y se giraron rápidamente, luego corrieron en dirección a las rocas.
Era un lugar algo retirado, por lo que nos daría tiempo de huir, pero del mismo modo, debíamos ser silenciosos. Caminamos un poco para llegar a la cueva, pero un mal paso hizo que mi pie resbalara. Estuve cerca de gritar cuando me vi a punto de caer de la base de piedra donde estábamos parados, pero Ficseto rápidamente me sujetó con las manos, y me hizo subir de regreso.
— Gracias —le susurré.
Miré de nuevo hacia abajo antes de dar la vuelta, luego dimos los últimos pasos hasta la cueva. Desde afuera hicimos unos gestos para que salieran en silencio. Al estar Ficseto completamente consciente, subió por su cuenta hasta la cima de la montaña con sus habilidades. No era muy alta, tal vez unos treinta o cuarenta metros más arriba de lo que ya estábamos, así que cuando estuvo arriba, sin problema alguno subió a Ter, quien dio un ligero respingo por el miedo, a Gonzalo y a Daniela. Yo ayudé a Israel a subir, y Den ayudó a Luna, luego Ficseto nos subió a Lored a Cetta y a mí, y mientras yo subía, también subí a Den.
Los soldados seguían del otro lado del área, bastante retirados de nuestra posición como para vernos, pero Ter sugirió que debíamos seguir de modo sigiloso, porque no sabíamos si había más soldados, ni tampoco cuánto tiempo tardarían en darse cuenta de que no había nadie donde estaban ellos. Por lo que caminamos más hacia el centro de la meseta tratando de evitar ser vistos.
El camino era muy difícil caminar por el lugar, en algunas partes era una planicie, pero de pronto se volvía rocoso y dificultaba la caminata. Además de que los uniformes que estábamos usando eran algo calurosos y nos quitaban más energía.
— Creí que este era el camino fácil —se quejó Cetta.
— Dijimos que sería conveniente —le respondió Israel— no fácil.
— Mejor hay que bajar y morirnos —Daniela fingía que lloraba.
El camino se volvió un poco más llano mientras seguimos avanzando, fue cuando no dimos cuenta de que en realidad la montaña estaba volviendo a descender. Tuvimos que buscar una nueva elevación para volver a mantenernos arriba y fuera de vista, no tardamos mucho, subimos a la que estaba casi al lado de ella.
— ¿Estamos seguros de que vamos por el camino correcto? —preguntó Den — siento que las montañas me confunden y no sé hacia dónde voy.
— Creo que mientras sigamos viendo el valle —le respondió Ter— estaremos bien.
— ¿Te escuché decir creo? —le cuestionó Lored
Ter no respondió.
— ¿Corrimos por diez años? —preguntó Cetta— ¿O por qué no hemos llegado ya?
— Ya llegamos —le respondí—. ¡Agáchense!
El camino se extendía sólo un poco más antes de llegar al lugar exacto donde estaba la nave de Tardius, no la habíamos visto porque estábamos muy dentro de la montaña y eso nos bloqueó la vista. A partir de aquí, todo movimiento que tomáramos sería crucial para lo que estábamos haciendo.
— Debemos tener cuidado —dijo Ter en voz baja—. Desde ahora, caminamos lento, y miramos hacia todos lados, sin ruidos y con las armas preparadas.
— ¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos al terreno de Tardius? —preguntó Daniela.
— Preocupémonos por una cosa a la vez —le respondió Ter, dándose ánimos a sí misma.
Debíamos caminar agachados, no arrastrarnos, pero tampoco caminar erguidos, lo cual era cansado, pero también era nuestra única opción. El ruido de los soldados comenzaba a intensificarse, lo que indicaba que cada vez estábamos más cerca, y por lo tanto debíamos ser más sigilosos.
Entonces llegamos directamente al punto donde estábamos sobre la base enemiga, la nave de Tardius justo debajo de nosotros, el área llena de soldados con un bullicio que parecía una ciudad completa, y unos quinientos metros entre nosotros y la entrada de las dos montañas que ocultaban a las estrellas dentro de ellas.
— Ahora sí no podemos detenernos —nos dijo Ter—. Daniela, preguntaste qué haríamos, pues no nos queda de otra, debemos mezclarnos de nuevo, pero desde las alturas. Miren —Ter señalo a un grupo de estrellas sobre las montañas—. Vean, ellos están haciendo guardia —nos informó— y la mayoría de ellos se mueve de un lado para otro, podemos fingir que hacemos lo mismo.
— Somos diez —contradijo Den— ellos van de uno en uno.
— Podemos separarnos —propuso Ficseto— luego fingir que llaman a uno de nosotros, y ese nos llama a los demás. Así podremos bajar sin hacer escándalo.
— ¿Y cómo se baja de aquí? —preguntó Lored.
Alrededor sólo se veía la altiplanicie, no se veía por dónde bajar. Pero Cetta hizo algo ímero como lo que solía hacer:
— Oye, ¿cómo hago para bajar de aquí? —le preguntó a una de los soldados— es que nos acaban de llamar, y todos somos nuevos, ya sabes.
— Ah, ¿son de la última nave que vino? —la gali se quitó la máscara—. Escuché que eran todos jóvenes. Mira, bajas por aquél lado —le señaló un camino apenas visible.
— Gracias —Cetta le sonrió—. Qué amable es usted, señora.
Se acercó ufano hacia nosotros, todos estábamos completamente estupefactos, ni siquiera pudimos decirle nada cuando llegó al frente del equipo y sonriendo nos indicó el camino.
— ¡Eso fue fantástico! —le dijo Daniela cuando estuvimos abajo.
— Vamos hacia las casas —nos dijo Ter.
Corrimos hacia el lugar por el que habíamos llegado, ya habíamos avanzado mucho de nuestro camino cuando pudimos escuchar un potente sonido de pasos por detrás de nosotros donde, al girarnos, vimos a un grupo de unos treinta soldados, liderados justamente por Tardius en el centro de la unidad.
Hola!
Ahora sí! Inicia la cuenta regresiva para el final! Sólo cinco capítulos más! Estoy muy emocionado!
El jueves tendrán capítulo doble porque el que sigue viene con toda la fuerza, y no podría dejarlos a la expectativa!
Valar Morghulis!
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