CAPÍTULO 24
La pared de metal posterior de nuestras celdas se abrió, dejando otro muro de energía como remplazo. Durante un segundo estuve mirando cómo empezaba a moverse saliendo de la nave, hasta que reaccioné y supe que debía hacer algo. Ficseto fue más rápido, lo vi bajando su meñique y la capsula se detuvo en seco, una nave más pequeña se acercó al borde de su celda y la sujetó con una especie de pinza, entonces todos los demás comenzaron a usar su telequinesis, entre ellos yo.
Ficseto vio que estaba haciendo mi gesto de telequinesis, y por un momento estuve segura de que él sabía que no quise traicionarlos, entonces Cetta se dejó caer al suelo, y de la nada apareció justo frente a Tardius. Cetta golpeó un par de veces a Tardius, quien trataba de hacer que la nave siguiera su curso, pero él no pudo golpear de vuelta a Cetta.
Estaba histérica, no sabía qué hacer, Tardius no podía golpear la proyección de Cetta mientras no lo fuera él también y mis amigos trataban de hacer que la nave no se fuera, yo quería comunicarme con ellos y decirles que estaba de su lado aún, pero la telepatía no me estaba funcionando del todo bien. Veía a mis amigos, gritar, a las personas refugiadas en un rincón, a las estrellas usando sus fuerzas con expresiones que delataban su cansancio, quería hacer algo, pero estaba totalmente atrapada. Y de pronto sentí algo en mi cabeza, era como la energía de la telepatía, pero potenciada, como si buscara salir de mí, empujando las paredes de mi cráneo, no sabía de qué se trataba, pero rogaba por salir, así que se lo permití.
La energía de mi mente brotó como una onda de luz de color blanco, provocando un fuerte sonido seco que no podía describir, como un boom pero muy bajo, no chocó con las paredes de energía, sino que las atravesó rompiéndolas, lo mismo con las de las demás, provocó que la proyección de Cetta regresara de golpe a su cuerpo, lanzó a Tardius como si lo hubiera golpeado una calide en movimiento, y a sus soldados los sujetó como si les estuviera drenando desde dentro, hizo un hueco en el suelo donde yo estaba parada, y los muros de metal se doblaron. Todo eso, mientras la plataforma de metal (que dejó de ser sujetada por los muros de energía cuando estos desaparecieron) se desplomaba con mis amigos en ella.
Rápidamente traté de sujetarla con telequinesis, deteniéndola antes de que llegara al suelo, cuando vi a Ficseto con ambos meñiques doblados supe que él lo había hecho y no yo. Tardius seguía en el suelo, como si hubiera quedado inconsciente, Ficseto me miró y entendí que quería que los siguiera. La nave seguía abierta, así que bajé de mi plataforma, y me acerqué al borde de la nave por donde el metal se había deformado, y sentí cómo me sujetaban y me dirigían a la plataforma de mis amigos, que seguía descendiendo hacia el suelo fuera de la nave de Tardius.
Las expresiones de mis amigos eran confusas, diez miradas directamente hacía donde yo estaba parada, algunas confundidas, otras molestas, pero todas sobre mí.
— Hablamos de eso luego —dijo Cetta—. Tenemos que correr.
Algunos soldados se acercaban desde dentro y fuera de la nave, habíamos ocasionado demasiado ruido y atrajimos la atención de varios ellos. No dudamos mucho en correr, salimos de ahí bajo la lluvia de disparos de energía y gritos, corrimos tan rápido como pudimos, pero los soldados salían por todos lados y era difícil ocultarse de ellos. De vez en cuando girábamos para dar algunos disparos o tratar de atacar con telequinesis, pero eran muchos más que nosotros.
De las montañas también salían soldados, no podíamos llegar a ellas y no había bosque para escondernos, sólo podíamos seguir corriendo. Habíamos avanzado una gran distancia cuando cuatro calides a toda velocidad comenzaron a salir desde detrás de la nave de Tardius, los soldados se movían para permitirles el paso, nosotros aceleramos el nuestro.
Ficseto me miró con el meñique doblado y volteó hacia la calide que estaba mucho más cercana de nosotros, entonces hice mi gesto, luego él dirigió su mirada a Cetta, quien también hizo el suyo, vi a Ficseto asentir entonces los tres giramos un poco haciendo que la calide se volcara. Rodó en vertical chocando con el suelo, dos de las calides lograron esquivarla, pero la última no tuvo la misma suerte y chocó directamente con la que volaba. Lo peor vino cuando las dos que restaban comenzaron a disparar.
Los disparos eran más directos que los de los soldados en la tierra, porque salían de armas que estaban en la calide y no de los soldados dentro de ellas, además de ser disparos de balas de verdad, que daban en el suelo y hacían un ruido ensordecedor. Cada cierto tiempo volvíamos a tratar de volcar las que quedaban, pero no era factible ahora que venían tan cerca y atacándonos. De la nada me elevé en el aire, no sabía cómo, pero estaba ya volando a unos metros del suelo, fue cuando vi a Ficseto que hacía lo mismo, gritando que sujetáramos a los demás. Había sólo cinco estrellas más entre nosotros, por lo que cada uno sujetó a otro de los que quedaban en el suelo, tanto con los brazos, como con telequinesis como hacía Ficseto. Las personas estaban protegidas, la única que no lo estaba tanto era Flia, que se había sujetado de Den cuando éste la sujetó a ella.
Le dije a Flia por telepatía que tratara de derribar alguna de las calides que estaban justo debajo de nuestro vuelo, avanzando a la misa velocidad que Ficseto nos llevaba, él le gritó a Den que lo sujetara fuerte, y se giró hacia los vehículos, con las manos levantadas, hizo que algunas rocas volaran porque ella sola no podía volcar una calide así de grande, y comenzó a estrellarlas contra una de ellas, las armas de esta se vieron afectadas, y pronto tuvo que detenerse, mientras que la otra, hizo que las armas se dirigieran hacia nosotros.
Estábamos cerca de las montañas, podríamos evadirlos desde ahí si llegábamos antes de que ellos nos atraparan, le dije a Ficseto que tenía que acelerar el vuelo, él respondió que no podía hacerlo porque llevaba mucho peso incluso para él, pero comenzó a moverse de lado a lado, tratando de evadir los disparos, Ter, que era a quien yo sujetaba, gritaba cada vez que Ficseto hacía una nueva onda en su camino. Yo prácticamente podía retener mis gritos. Flia siguió tratando de golpear la calide con lo que fuera que encontrara en el camino.
— ¡Ya no puedo! —gritó Ficseto.
Me giré para verlo, tenía una fuerte expresión de dolor y se notaba cansado, estaba sujetando todo nuestro peso mientras volaba todo con el mismo poder de telequinesis, era imposible que no se cansara. Vi a Flia tratando con más fuerza de volcar la calide pero todos sus esfuerzos eran inútiles.
Flia miró a Den, Den la miró de vuelta negando con la cabeza rápidamente, luego Flia gritó algo que no logré entender en ese momento, y Den le respondió gritando que no. Fue cuando Flia hizo un gesto de esfuerzo, levantó dos rocas gigantes, gritando casi de dolor, y luego Den hizo un gesto de resignación, aunque se veía dolor en él.
"Fue un placer, chicos" dijo por telepatía mientras caía.
Flia voló por sí sola durante dos segundos o menos, sujetando las rocas con todo el esfuerzo que imprimía en su gesto, las armas de la calide se dirigieron hacia ella, que se logró bloquear con las rocas; y luego, con lo que pareció ser su misma telequinesis, dio un empujón de energía que hizo que tanto las rocas como ella misma, bajaran a toda velocidad directamente sobre la calide, y explotaron todos juntos en una ola gigante de fuego y humo.
Ficseto fue bajando lentamente, tratando de mantener el curso, pero cuando estábamos a poca altura del suelo, nos dejó caer. Rodamos un poco por el suelo, yo ya había soltado a Ter, quien rodó individualmente un poco menos que yo. En cuanto me detuve, no me permití sentir dolor y corrí dando tropiezos hasta donde estaba Ficseto, quien estaba de cara al suelo y no se movía.
— ¡Ficseto! —grité y me lancé sobre él.
Aún estaba respirando muy agitadamente, podía notar el agotamiento en su cara, y casi no habría los ojos.
— ¡Agua! —grité.
Daniela corrió con su mochila abrazada, y llegó hasta nosotros, abrió la mochila y sacó un bote con lo último de agua que nos quedaba para el viaje. Luego buscó un poco más hasta encontrar el frasco de Sonos, todavía ileso.
— Dale toda el agua —me dijo Israel.
Levanté la cabeza de Ficseto un poco y puse mis piernas debajo de él, luego le abrí la boca y poco a poco fui vertiendo el líquido en ella, chorros pequeños, pero continuos. Estaba de verdad asustada, él disminuyó su respiración, pero ahora era demasiado corta, casi no respiraba. Podía sentir que su pecho se relajaba, pero sus latidos iban extremadamente rápidos, estaba de verdad preocupada. Comencé a llorar, tratando de contener mi estrés vertiendo agua en su boca como mi última esperanza, hasta que abrió muy poco los ojos y me sonrió.
— Sabía que me salvarías —me dijo.
Sonreí de nuevo cuando lo escuché, entonces me lancé a él y lo besé. Estaba realmente feliz de ver que seguía conmigo, no quería sepárame de él, aunque de vez en cuando lo hacía para decir que estaba feliz, luego lo besaba de nuevo, y me volvía a quitar para decirle que era un tonto, y lo volvía a besar.
— No vuelvas a hacer eso —le dije antes de recostar mi cabeza en su pecho—. ¡Estaba muerta de miedo!
— ¿Lo logramos? —preguntó—. ¿Lo logramos todos juntos?
Entonces volvimos a la realidad, habíamos caído a varios metros de una de las montañas más lejanas de donde estaba Tardius, giré mi cabeza hacia atrás y vi a los demás hacer lo mismo, lejos de nosotros, la nube de humo seguía elevándose como una sombra gigante, el fuego se había propagado por los costados de la explosión haciendo un muro de fuego, donde, de nuevo, podía ver ese resplandor color morado.
— No todos —le respondió Den, y se alejó un poco.
— Esa cosa nos va a delatar —nos dijo Gonzalo, mirando el humo—. Tenemos que escondernos ya.
— ¿Dónde? —le preguntó Luna.
— ¡Por aquí! —gritó Den
Se había acercado a la montaña donde había una cueva a unos cuantos metros de alto, Ter hizo una señal para que lo siguiéramos, Cetta y yo levantamos a Ficseto y lo llevamos al borde de la colina, todos los demás llegaron antes, y ya estaban subiendo hacia la cueva. Eran unos diez metros de alto para llegar al hueco entre las rocas, se subieron unos a otros utilizando telequinesis, hasta que nos tocó a nosotros, tuvimos que subir a Ficseto y alguien más nos ayudó desde arriba, luego subimos nosotros.
Cuando estábamos dentro, Ter me detuvo para preguntarme sobre Marco, cuando le respondí sólo bajó su mirada un poco. Con ayuda de una linterna que estaba en la mochila, logramos recolectar algunas rocas y muchas hiervas que crecían dentro de la cueva, Ter e Israel las acomodaron a manera de volcán, y juntos comenzaron a golpear otras rocas para crear fuego.
— Cubran la entrada —nos dijo Ter.
Cetta y yo salimos, y con algunas rocas de afuera, y hiervas de adentro hicimos que la entrada pareciera sólo un montón de basura sobre una montaña, con algo de suerte, los soldados de Tardius no nos verían aquí. Nos sentamos al lado de Ficseto, quien se veía aún agotado, tenía los ojos cerrados, pero respiraba normalmente.
No sabía cuánto tiempo habíamos pasado dentro de la nave de Tardius, pero ahora, ya en la calma de la cueva, estaba comenzando a oscurecerse el día, sería de noche pronto, así que agradecí que tuviéramos un refugio. No fue sino hasta que me acomodé en el suelo que noté que todas las miradas seguían sobre mí como cuando salimos de la nave.
— Creo que todos tienen algo que decirme —les dije incómoda.
— Más que decir —contradijo Luna— preguntar. ¿Qué fue eso que hiciste cuando nos iban a llevar? Esa... explosión —rectificó dubitativa.
— No lo sé —le dije—. Salió de mí como una fuerza fuera de mi control.
— ¿Qué fue? —preguntó ahora Lored—. Fue como una explosión, casi como lo que hizo Ficseto peleando contra Girio.
— Fue diferente —le dijo Ficseto susurrando— esto fue eléctrico, como si viniera desde sus nervios.
Traté de hacer memoria sobre cómo me sentía cuando sucedió, recordé todo mi estrés y mis ganas de hablarles, además de la sensación en la cabeza, y eso mismo fue lo que les dije, que no sabía qué era, pero que se sentía totalmente como energía y fuerza desbordada.
— Tal vez es porque eres más fuerte ahora —dijo Ter—. Dijeron que sus poderes van creciendo, tal vez ahora puedes hacer eso.
— ¿Pero qué es? —pregunté—. No lo controlé yo.
— ¿Y cuándo controlamos nuestros poderes cuando los conocimos? —preguntó Cetta—. Cuando Ficseto pudo hacer telequinesis golpeó a Lordo con pelotas, yo ni siquiera sabía que podía ser visible como proyección hasta que te vi a ti, era tu turno de no saber nada.
— ¿Dices que pudo venir de sus nervios? —le preguntó Daniela a Ficseto.
— Sí —respondió él—. Por eso digo que fue eléctrico. ¿No lo sintieron? Yo sí sentí electricidad cuando la onda nos tocó, y de hecho, algunos soldados se retorcieron como si los hubiera tocado un cable suelto.
» Lífsero tiene el poder mental —le costaba hablar— y el cerebro es el sistema nervioso central, sentimos porque tenemos una especie de electricidad en los nervios, o algo así, tal vez haya sido eso.
— Y se activó porque estaba alterada —agregó Gonzalo—. Hace sentido para mí. No soy biólogo ni nada de eso, pero suena coherente.
— ¿Y podré controlarlo? —pregunté.
Nadie respondió al principio, todos lo meditaron durante un rato.
— Supongo que no —Israel rompió el mutismo—. Si viene de tu sistema nervioso, no lo creo, sólo saldrá cuando estos se exalten, y tal vez no sólo para mal.
— Asombroso —bufé.
Aunque agradecía que nadie lo hubiera mencionado, en mi mente rondaba el pensamiento de que todos ellos se reservaban el preguntarme por qué los entregué, no quería que nadie lo dijera, pero tampoco podía dejarlo pasar. Tomé valor, respiré profundo y les dije:
— Quiero pedirles una disculpa, chicos.
Todos giraron sus cabezas hacia donde estaba yo, Ficseto abrió un poco los ojos, y tomó mi mano, tenía el corazón en la boca y los sentimientos a flor de piel, ya no sabía si lo que había hecho era o no lo correcto, pero de todos modos, tenía que disculparme con ellos.
— Lo que hice estuvo muy mal —seguí— y aunque tal vez no lo justifique, sentí que no tenía otra opción.
Todos sabían a qué me refería, estaban todos mirándome tratando de entender por qué las cosas fueron como fueron, en Ter podía ver un poco de decepción, y me dolía casi tanto como si viniera desde Ficseto o Cetta, aunque ellos me veían diferente, en sus ojos había comprensión, ellos sabían que lo hice por una razón, podía sentirlo.
— ¿Por qué lo hiciste, Lífsero? —me preguntó Den—. Nos entregaste a todos, dejaste que Tardius nos atrapara y casi nos matan por eso.
— ¡Lo sé! —respondí—. ¡Y lo siento! De verdad lo siento. Pero es que él me dijo algo que me revolvió la cabeza, estaba actuando sin pensar porque él no me permitió reflexionar, era casi vida o muerte.
— ¿Pero qué te dijo? —inquirió Daniela—. ¿Qué fue tan grande para que te rindieras?
Su pregunta parecía premeditada, porque me hizo sentir débil, más no culpable como lo que dijo Den, Daniela había dicho que me rendí, no que los entregué, y sólo con eso supe que no había rencor, por lo menos en ella.
— Ustedes seguramente no lo notan —contesté— Tardius dijo que no todos lo veían, dijo que sólo él y yo, aunque tal vez alguien más podía...
Les expliqué todo lo que Tardius me dijo, sobre cómo hizo que su poder se resguardara en su ejército, y que entre todos estuve yo, sobre cómo siempre supo que nos dirigíamos hacía él y los experimentos que trató de hacer cuando me tuvo en la celda. Les conté sobre los recipientes y cómo yo era uno de ellos, y después con más calma les dije qué sería de sus recipientes si él moría.
Todos bajaron la mirada.
Ninguno dijo nada, la mano de Ficseto presionó la mía, el brazo de Cetta se pasó por detrás de mi espalda, me sentía de nuevo encerrada, una vez más en lo que iba de estos últimos días, pero al mismo tiempo me sentía plena, antes había tenido la misma sensación, la diferencia era que esta vez tenía apoyo, a mis dos mejores amigos conmigo, por lo menos a ellos dos en medio de todos los presentes, y para mí eso era más que suficiente.
— Entonces no podemos seguir peleando —por fin habló Israel—. Se suponía que veníamos a detener todo esto, y ahora estamos contra la espada y la pared.
— No te vamos a dejar sola, Lífsero —dijo Gonzalo esta vez—. Vamos a encontrar a los campamentos y retirarnos.
— Ya perdimos mucho hasta ahora —agregó Ter— demasiado para contarlo, no podemos perder a nadie más.
— Pero no lo entienden —les dije—. Yo sólo me quise disculpar por lo que hice, pero no podemos detenernos sólo por uno de nosotros. —Ficseto, como pudo, se levantó para quedar frente a mí, Cetta retiró su mano de mi espalda y la colocó en mi hombro, y todas las miradas volvieron a mí—. Tenemos que seguir. Entendí eso cuando Tardius quiso matarlos, no podemos sacrificar a todos por uno solo, Sonos y Flia entendían eso, y se sacrificaron por el resto. Si yo he de morir por salvar a todos ustedes, y a la Tierra, estoy dispuesta a tomar esa responsabilidad.
— No puedo dejarte, Lífsero —espetó Ficseto—. ¡No puedes irte!
— Ficseto, es necesario —le dije—. Sabíamos que esto podía pasar, es el momento de que esto suceda.
— Pero no lo soportaríamos —dijo Cetta—. No podemos perderte.
Sonreí un poco. Eso era justo lo que yo buscaba, seguir siendo querida, que quienes yo amaba me amaran, y escucharlos decir estas cosas me hacía sentir muy bien, pero por mucho que me gustara, no era lo más idóneo para todos.
— Yo tampoco soportaría perder a ninguno de ustedes —les contesté— pero es lo único que nos queda ahora mismo, ya no tenemos opción para seguir de otro modo, es así como debe terminar.
Ficseto y Cetta me abrazaron muy fuerte y yo los abracé de vuelta, sentía que lloraban, yo casi podía sostenerlo. Por un momento no existió nada más, sólo estábamos nosotros tres como cuando éramos niños, los tres abrazados pensando en cuál sería nuestra siguiente aventura después de comer en la casa de alguno de nosotros. Sentí que de verdad era fuerte, aunque estaba sumamente triste, tal como ellos lo estaban. Cada uno de ellos a un lado mío, diciéndome que me querían, y abrazándome con fuerza.
— Son las mejores estrellas que pude conocer —les dije—. Siempre recuerden lo mucho que los amo.
Entonces Ficseto me besó, sujetando mi cabeza entre sus manos, y luego besó mi frente, Cetta se acercó un poco más y me abrazó de nuevo.
— Eres la estrella más fuere que conozco, Lífsero —me dijo—. Pero sigues tenido el segundo puesto de belleza de nosotros tres.
Reí un poco y lo volví a abrazar, luego extendí mi brazo para que Ficseto también se uniera. Cuando por fin terminamos de abrazarnos y decirnos lo mucho que nos queríamos fuimos conscientes de que seguíamos en la cueva con el resto de la unidad.
— ¿Entonces es oficial? —preguntó Luna—. ¿Te vas?
— Sí —traté de sonreír con las lágrimas en las mejillas—. Pero no me voy sin que Tardius caiga conmigo.
— Entonces asegurémonos de que así sea —Ter me sonrió.
***
Tuvimos que pasar la noche dentro de la cueva, el humo de la fogata debía esparcirse, por lo que retiramos las plantas de la entrada, pero no las rocas. Ya no teníamos casas de campaña o bolsas de dormir, sólo nuestro propio calor, el de los abrigos de los uniformes de los soldados, y el de la fogata que se estaba extinguiendo. Comenzó a hacer frío unas horas después del anochecer, y debíamos dormir.
— Ter —la llamó Gonzalo.
Ter reaccionó rápidamente, y se veía tan sorprendida como lo estaba yo.
— De este lado hay más calor de la fogata —le dijo—. Y Daniela ya se está quedando dormida, puedes recostarte aquí, si quieres.
Ter me miró rápidamente, sin esperar respuesta, giró hacia Gonzalo de nuevo, su expresión era muy peculiar, sabía que no podía rechazarlo, pero tampoco quería ser abusiva, me miró de nuevo, le hice una rápida seña de que se levantara, y volvió con Gonzalo.
— ¡Sí! —le dijo, y sonrió—. ¡Sólo si no tienes problemas!
— A mí me gusta más el frío —le respondió él y se puso de pie—. Puedo sobrevivir con poco calor muy fácil.
Ter y Gonzalo intercambiaron lugares del lado de la cueva, el rápidamente se volvió a acostar para dormir, ella se quedó sentada un momento sonriéndome, yo también estaba feliz, tal vez era un gesto pequeño, pero por lo menos Gonzalo ya estaba logrando hablar con ella después de lo que pasó con su papá.
Ficseto estaba a un lado mío, ya dormido, descansando. No podía creer a lo que se había sometido cuando nos persiguieron, una vez nos ayudó a volar, pero sólo fueron aterrizajes, esta vez estaba huyendo cargándonos a todos al mismo tiempo, se merecía ese descanso.
Cetta estaba recostado al lado de Lored, y aunque traté de no escuchar su conversación, ellos estaban muy cerca de mí.
— Si todo sale bien —decía Lored.
— Cuando todo salga bien —le corrigió Cetta.
— Cuando todo salga bien —modificó sus palabras— tú y yo vamos a hacer algo muy loco. No sé qué será, pero tenemos que salir corriendo de donde sea que estemos, y gritarle al mundo que Cetta y Lored sobrevivieron al apocalipsis y pueden contra todo.
— ¿Qué más podemos hacer? —le preguntó Cetta—. Ya subimos a naves en movimiento y saltamos de ellas, enfrentamos un ejército, viajamos por el espacio, e hicimos muchas cosas más.
— Tal vez podemos viajar por este plantea —le respondió Lored— para empezar.
— Voy contigo a donde tú digas —le contestó Cetta y los vi besándose,
Del otro lado estaban Den, Israel y Luna, que hacían guardia juntos porque los tres dijeron que no podrían dormir, se veían muy animados y estaban platicando entre ellos.
— Me parecen una especie demasiado interesante —les decía Israel—. Siempre pensé que la vida en otros planetas existía, pero nunca pensé que podría presenciarla.
— En Álligi se sabe que sí hay vida fuera del planeta —le respondió Den— y existen estrellas que se dedican a estudiarla, pero la Tierra era un misterio para nosotros.
— Estoy totalmente fascinado por esto —dijo Israel, luego miró afuera—. Bueno, obviando el hecho de que algunos nos quieren muertos —se rió con desgana.
— En cuanto terminemos esto —le dijo Luna— me aseguraré de que puedas saber todo lo que quieras al respecto de las estrellas.
Logré dormir un rato, esta vez sentí que descansé a diferencia de la noche anterior, no fue mucho, pero me sentí mejor, necesitaba ese descanso. Ter y Gonzalo me despertaron, ya habían hecho guardia también ellos, y me tocaba a mí, Ficseto se despertó junto conmigo, y ambos cuidamos la cueva.
Nos acomodamos al borde de la entrada sentí el aire fresco y eso me reconfortó, afuera había un absoluto silencio y el cielo estaba lleno de estrellas, podía escuchar los grillos y todo me relajaba.
— ¿Recuerdas que Lordo me habló hace un tiempo? —me preguntó Ficseto.
— Un poco —le dije— no lo recuerdo bien.
— Habló conmigo en dos ocasiones —no me estaba mirando— la primera donde se disculpó por su comportamiento pasado, que fue cuando Cetta, tú y yo nos quedamos afuera de monitoreo después del ataque de Kano. —Me miró cuando notó lo que dijo—. Perdón por recordarte ese día.
— No hay problema.
— La segunda vez fue antes de empezar el camino —siguió—. Ese día dijo que pasara lo que pasara, yo debía recordar que soy un gran guerrero.
— ¿Eso te dijo? —pregunté sorprendida.
— Sí —afirmó con expresión desconcertada—. Justamente eso fue lo que dijo. Que él siempre creyó que yo era muy fuerte y me admiraba por eso. No supe qué decirle, y antes de responder me dijo que no hacía falta que lo hiciera, que solamente quería decírmelo, y luego me abrazó.
— No esperaría algo así de él —le dije.
— Y por supuesto que yo tampoco —negó con la cabeza—. Pero así fue, y luego, cuando Girio trató de atacarme, Lordo se colocó en medio de nosotros dos y recibió el cuchillo. Él se sacrificó por mí, Lífsero —ahora sí me miraba—. Yo no lo odia, ni siquiera seguía mínimamente molesto por cómo se comportaba conmigo en La Planta, para mí eso fue hace mucho tiempo, incluso aprendí a lidiar con él aunque fuera un color incompatible, y tú sabes que eso es duro para un Verde. Pero yo no sentía que el fuera mi amigo, ¿sabes? Yo no lo veía como amigo, y aun así se sacrificó por mí. ¿Cómo debo tomar eso?
— Nunca entendí a Lordo —le respondí—. Y no tengo idea de por qué hizo lo que hizo, pero por lo menos puedes agradecerle haberlo hecho, estamos vivos aún, y es una gran ventaja.
Hola!
Cada día más cerca, amigos! La verdad viendo llego a esta parte de la publicación me pongo sentimental!
Qué les pareció éste capítulo? Cómo creen que resulten las cosas ahora que Lísfero sabe que debe morir?
Díganme todo lo que piensan!
Valar Morghulis!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top