CAPÍTULO 21
Todas las historias se dividen en una cierta cantidad de partes, varían según a quien le preguntes, algunos dicen que tres, otros dicen que son seis; pero todos a quienes preguntas parten de la misma base: Una Inicio, Un Desarrollo y Un Final. Cada una de estas partes supone estar iniciada y finalizada por un evento que cambia la dirección de la trama, y que logra que quien lea, vea, o escuche la historia logre sorprenderse y mantenerse interesado.
También dice que le final debe ser la parte más rápida de la historia, tan sólo el clímax de ella; solamente la parte culminante de los acontecimientos y la resolución de estos.
Estar tan cerca de la nave de Tardius se sentía como un final para él y para nosotros, pero yo estaba segura de que aún nos faltaba mucho por recorrer y no sería tan sencillo como sólo entrar y terminarlo, esto era diferente, era como un comienzo a algo aún más grande que todo lo que ya estábamos haciendo.
El área alrededor de ella estaba plagada por un mar de estrellas, naves más pequeñas y algunas calides. Era totalmente diferente a ver un campamento: Con las personas predominaba el desorden, siempre estaban en movimiento y se escuchaban gritos, los lugares eran sucios y todo era poco uniforme; en donde estaba la nave de Tardius era más claro, había luz, limpieza y mucho orden, se sentía apacible y como si nadie fuera capaz de herir a otro de su raza o de cualquier otra. Algunos conservaban la ropa que tenían en el planeta Álligi, otros tenían el uniforme de ejército, y algunos más combinaban la ropa como si fueran personas de la Tierra.
Acercarnos sería muy complicado, con tantas estrellas viendo, cualquiera podría darse cuenta de que estábamos fuera de lugar, por lo que propuse acercarnos por donde las casas estaban, tal vez no nos ocultaran del todo, pero que nos evitaran ser vistos, por lo menos hasta estar dentro de las montañas que dividían la seguridad de los Llegados, y debíamos aprovechar cualquier ventaja que pudiéramos tener, porque seguramente no tendríamos muchas a partir de que cruzáramos esa división.
Las viviendas se hacían más escasas y había más distancia entre cada una de ellas conforme avanzábamos, algunas se tornaban en destrucción, otras simplemente quedaban en cimientos, por lo que estar muy cerca de la división era más difícil. Afuera de esta, junto a un puñado de arbustos, había un grupo de soldados con el uniforme puesto, Ter sugirió que podíamos acercarnos a ellos y luego tomar sus uniformes para pasar desapercibidos dentro de las instalaciones del área, claramente no proponía pedirles que nos prestaran su uniforme, sino algo más. Eso mismo hicimos, nos acercamos a saludar.
— ¿Qué hacen aquí? —nos preguntó uno de los soldados—. ¡Deberían estar dentro del cuartel!
— Nos envió el general —le dijo Ter— nos pidió que los llamáramos.
— ¿Todos juntos? —inquirió alguien más.
No se veían confiados de nosotros, sobretodo una de ellos, que paseaba su mirada por las caras de algunos de nosotros, concentrándose de vez en cuando en la mía.
— Órdenes directas —respondió Ter—. Deben acompañarnos.
Conté a siete soldados antes de que se pusieran de pie después de mirarse dubitativos unos a otros, estaban por dar un paso, cuando la gali que estaba viéndome amplió los ojos y gritó:
— ¡Son ellos! —levantó su arma—. Los que quieren llegar a Tardius.
Los demás reaccionaron rápidamente levantando su armas casi al unísono, nosotros también levantamos las que teníamos, al mismo tiempo que vi que la estrellas de mi equipo preparaban sus gestos de telequinesis para atacar. Nadie disparó, pero tampoco bajamos nuestras armas.
— Bajen sus armas —dijo la gali—. ¡Ahora!
Ninguno hizo lo que pidió.
— Escúchenme bien, asquerosos pedazos de mierda —dijo Marco— van a ser ustedes quienes bajen sus armas, somos más que ustedes, ¡podemos matarlos ahora mismo! Decidan cómo quieren morirse.
Los soldados se miraron unos a otros antes de ceder y bajar sus armas. Sin mover las suyas, Ter, Israel y Marco avanzaron hacia ellos, los despojaron de su armamento y los arrodillaron en el piso. Los soldados se veían compungidos y no levantaban sus rostros para mirarnos, entonces me acerqué a la gali que nos veía, toqué su cabeza y pensé en somnolencia, lentamente la soldado fue rindiendo su fuerza hasta que cayó al suelo dormida. Hice lo mismo con otros dos, mientras mis amigos repetían la acción con el resto de los soldados.
— Ahora podemos tomar sus uniformes —sonrió Daniela.
— Pero son sólo siete —nos informó Gonzalo—. Nosotros doce.
— Además —agregó Israel— no podemos sólo dejarlos aquí, van a despertar.
— Tengo una idea —se acercó Marco-. Tomen los uniformes ustedes —nos señaló a mí, a Ficseto y a Cetta— a ustedes los reconocen, y con las máscaras pueden cubrirse, los otros cuatro úsenlos ustedes —se dirigió a las personas— necesitan protegerse.
— ¿Qué hay de ti? —le preguntó Gonzalo—. Somos cinco humanos, y sólo hay cuatro uniformes.
— Puedo avanzar sin él —respondió solemne— además, prefiero no tener armadura cuando me enfrente a Tardius. No olviden decirme quién es ese bastardo cuando lo vean.
Marco había perdido a Marcial justo en el último enfrentamiento en el que estuvimos, tratar de apagar la flama de su deseo de venganza sería muy difícil, además de inútil; por lo que me guardé el pensamiento de que él no podría contra Tardius y simplemente dije:
— No dudes que lo haremos.
El asintió hacia mí.
Retiramos partes de los uniformes de los soldados que dormían a nuestros pies, dejándolos sólo con lo esencial, nosotros nos llevamos la chaqueta, los pantalones, las botas y la máscara, ellos se quedaron en unos shorts ajustados y una camiseta que portaban bajo lo que tomamos. Llevamos sus armas con nosotros, porque ya no teníamos más municiones que las pocas que quedaban dentro de nuestras armas, y Lored nos dijo que volviéramos a usar nuestra habilidad para que durmieran mucho más tiempo.
— Es la misma tela que los uniformes que llevaban en la nave de Tardius —nos dijo Den— pero son diferentes. —Den toqueteaba la tela—. Se siente que se endurece cuando la toco con brusquedad, pero no es lo mismo que estando en Astéri, es más frágil.
— ¿A qué te refieres? —le preguntó Israel con genuino interés.
— Estas telas se usan en uniformes militares —le respondió— porque se endurecen al recibir impactos de balas, cuchillos y otros ataques que protegen a quien la porta. Pero esta se dobla muy fácil.
— ¿A qué se debe? —cuestionó de nuevo.
— No lo sé... —seguía moviendo su chaqueta.
— Dijiste que había un modo de disolverlo, ¿no? —le preguntó Luna—. Cuando estábamos en la nave, dijiste que sabías disolver ese efecto.
— Sí, pero es una combinación de varios procesos muy difíciles de conseguir que crean un gas tóxico, se llama dióxido de carbono.
— Eso no es difícil de conseguir —replicó Ter— es lo que producimos al respirar.
La cara de Den cambió drásticamente, la miró y luego sonrió.
— ¡Es cierto! —se alegró— las personas respiran oxígeno, nosotros respiramos hidrógeno, y no es tan fácil encontrar el suyo en Álligi, por eso es que no se suele usar este método, pero aquí hay dióxido de carbono por todos lados, ustedes están hechos de carbono.
— Sí... —Israel se veía confundido— pero tenía entendido que las estrellas también tenían oxígeno y carbono...
— No somos exactamente iguales a las estrellas del cielo —le dijo Ficseto— somos sólo seres compuestos de polvo y gas, más o menos como las estrellas de verdad.
— Necesito investigar más de ustedes.
— Habrá tiempo después —le dijo Marco—. Ahora tenemos algo más importante por hacer.
Terminamos de vestirnos y encerramos a los soldados en una de las casas que seguían suficientemente en pie, cubriendo la puerta con varias partes de madera y atrancándola con un palo. A continuación, con el uniforme que me quedaba grande, y las botas que me quedaban algo pequeñas, llamé a mis amigos para que comenzáramos avanzar, acercándonos lentamente al hueco que había entre las dos montañas, y entramos directamente al otro lado. A partir de aquí, no habría vuelta atrás.
Estar dentro de campamento era una sensación totalmente diferente, sabía que eran mis nervios, pero podía sentir que todos nos miraban, como si llamáramos demasiado la atención, por lo que también estaba segura de que nadie se daba cuenta de que estábamos por aquí, ya que lucimos exactamente igual a ellos.
El lugar era mucho más grande que todos los campamentos porque no estaba delimitado por cercas, albergaba a miles de estrellas, era como estar de nuevo en Astéri, además todos tenían sus naves en el área, siendo la nave de Tardius la más lejana a todas, al igual que la más grande e imponente. Dentro del lugar ya no se veía como afuera, dejaba de ser sólo pasto, era un campo abierto con mucha vida y luz natural, pero no era parte del bosque ni era el campo, era una combinación de ambos, donde el aire era templado por la combinación del calor del sol y el aire fresco de los árboles alrededor.
— ¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó Daniela.
— Creo que lo mejor será sepáranos —dijo Ter—. Unos que se queden aquí en el área fuera de la nave, para analizar a qué nos enfrentamos, otros que vayan a la nave.
— Nosotros subimos —dijo Ficseto, señalando a Cetta y a mí— y que nos acompañe alguien más, los demás se quedan abajo.
— ¿Y si nos quedamos juntos? —propuso Luna—. Ya saben, porque unidos somos más fuertes.
— Y más propensos a ser capturados —debatió Flia— entre menos estemos juntos en el mismo lugar será mejor. Si nos capturan, será sólo a unos cuantos y no a todos. Tres grupos de cuatro. Uno sube, dos se quedan, y van por cada lado.
— Repito —insistió Ficseto— nosotros arriba, y alguien más.
— Voy yo —Marco se plantó frente a nosotros.
Con una sola mirada me di cuenta de que Ficseto y Cetta pensaban lo mismo que yo: Sería totalmente imprudente llevarlo con nosotros porque estaría fuera de control en cuanto viera a Tardius, pero ninguno le contradijo, y aunque nuestros gestos eran muy expresivos, él decidió no los tomarles importancia, mas sí los notó.
— Entonces ustedes vayan a la nave —nos dijo Ter— Israel, Luna y Lored vendrán conmigo; Flia, Den, Daniela y Gonzalo vayan por la derecha y estén atentos a qué ven.
Asentimos, di la vuelta para ir hacia la nave, pero la voz de Ter me detuvo.
— Chicos —llamó—. Tengan cuidado.
Hola!
Entramos a la cuenta regresiva! Los últimos diez capítulos están siendo publicados y no quiero que esto termine!
Qué esperan de lo que viene? Qué les gustó hasta ahora? Quiero saber todo lo que piensan!
Valar Morghulis!
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