CAPÍTULO 14
Segunda horda que enfrentaba, segunda vez que terminaba en el suelo inconsciente, ¿cómo esperaba hacerle frente a una guerra masiva cuando no podía mantenerme despierta hasta que todo se arreglaba por completo?
Estaba en los asilos, una vez más, sentía como que estaba despertando pero no podía moverme de verdad, sólo pude abrir los ojos un poco, quería moverme, pero estaba algo paralizada, miré en la periferia, y lo que vi me hizo dar un salto: Al lado de mí, estaba Miguel, tosiendo sangre. Ni siquiera sentí cuando ya estaba de pie en el filo de la cama gritando y tratando de alejarme de él, pero él ya no estaba ahí.
Una de las personas que estaban cuidando a los heridos corrió hacia mí, yo me había dejado caer, así que ella se tuvo que agachar, me sostuvo de frente diciéndome que estaba bien, que me tranquilizara pero yo no podía hacer eso. Me sentó en la cama de la que me acababa de levantar y trató de tranquilizarme, me dio unas pastillas y dijo que esperaba que funcionaran en mí porque era una estrella y no humano; después me explicó que tuve un ataque de ansiedad cuando vi lo que pasó, y que mi amigo no sobrevivió.
No quería escuchar eso, era muy duro para mí pensar que Draco ya no estaba, así que corrí. Salí de ahí corriendo sin mirar a dónde iba. Mientras atravesaba el campamento, sentí algunas miradas iguales a las de la última vez, pero eso no me detendría entonces. La noche seguía, tal vez era de madrugada, y las personas recogían partes de las cabañas de madera que se habían caído cuando nos atacaron. Seguí corriendo, pude ver la salida del lugar, desvié mi mirada un poco, y vi a Elena afuera de monitoreo, eso significaba que Ter estaba adentro, y tal vez Marcial, por eso preferí ser valiente, y desvié mi camino hasta ahí.
Entré sin esperar autorización, creí escuchar a Elena llamándome, pero no me detuvo, así que fui hasta la puerta que estaba dentro de la cabina.
— Tenemos que irnos ahora —les dije cuando vi que efectivamente estaban adentro—. No podemos quedarnos aquí.
Todos se sorprendieron al verme, no sólo estaban ellos dos, sino que también Ficseto, Cetta y Sonos, de pie detrás de ellos; junto con tres de los líderes de campamento que estuvieron antes, Marco, Vivian y Jose, que sólo estaba sentado Marco, junto a Ter y Marcial. Seguía totalmente oscuro por la noche, y afuera ya se había activado la electricidad. Ficseto quiso ir hacia mí cuando me vio, pero Sonos lo detuvo.
— Lífsero —me dijo Ter—. ¡Qué alegría que estés bien!
— Por favor toma asiento —me pidió Marco.
Justo frente a mí había una silla libre, como si estuviera preparada para que yo la usara, me senté como me pidieron, y me recargué en la mesa, estaba temblando y me sudaban las manos, quería mantenerme firme, pero mis manos se dirigían a mi cabeza contra mi voluntad.
— ¿Te sientes bien? —me preguntó Ficseto.
— Lo suficiente para pedirles que nos vayamos de aquí —le respondí—. Todos nosotros —dije también para los de campamento.
— Explícate —ordenó Marco.
— Tardius sabe que estamos aquí —le dije— él envió a su ejército al campamento porque sabe dónde encontrarnos. —Veía claramente que no me creían—. ¡Por eso mandaron a Kano! Él no se mediría contra nosotros, nos odia desde que estamos en La Planta, y nunca ha tenido piedad por nada, ¡no olviden que fue él quien mató a las estrellas que no pudimos salvar durante los combates! ¡Y el que inició el ataque en Clar! Sabía que estábamos aquí, y lo mandó a él para matarnos. ¡Tenemos que irnos ahora! —eso último salió más fuerte de lo que esperaba.
— Lífsero —comenzó Cetta— tuviste un ataque de ansiedad hace sólo un par de horas —se compadecía— tal vez estás paranoica.
— ¡Cetta, no lo estoy! —repuse—. ¡Él me habló! Cuando abrí mi mente para llamarte porque empezó el ataque, él me habló, me dijo que él lo envió, y quería decir más, pero no lo permití.
— ¿Estás segura de lo que escuchaste? —me preguntó Ficseto.
Estaba en mal estado, y no me veía nada bien, sabía que mi credibilidad estaba por los suelos y no podía cambiarlo, pero necesitaba que me creyeran.
— Tú más que nadie deberías creerme —le dije Sonos.
Sonos me miró como asustado, y volteó a ver las caras de los otros cuando se dio cuenta que todos lo estaban observando.
— Yo... —tartamudeó—. Te creo —dijo—. No he visto nada al respecto, pero te creo.
— Entonces —sumó Cetta— estoy con él. Lífsero no está paranoica ni nada, dice la verdad.
— ¿Y a dónde iremos? —preguntó Marcial—. Somos demasiados como para estar protegidos, necesitamos un plan.
— Vamos directamente a la nave nodriza —dijo Ter mirando la mesa—. Desde la última vez que la atacamos cambió su ubicación, y no hemos buscado de nuevo —se levantó un poco—. Podemos encontrar... —se interrumpió— ¡Luis! —no esperó a que él entrara—. Podemos encontrarla e ir directamente a atacar.
— ¿Ir directamente a él? —preguntó Marco en tono de burla—. ¡Por favor! ¿Y si mejor nos matamos de una vez? ¡Nos vamos a morir antes de llegar!
— La chica tiene un punto —apoyó Vivian—. No esperará que lleguen, podrán sorprenderlo y superarlo.
— ¡Es una estupidez! —repuso— ¡No pudieron contra unos cuantos estando solos, no van a poder contra el ejército completo!
— Tienes razón —le dije—. No podemos solos, pero podemos si nos unimos todos.
Vivian, Jose y Marcial sonrieron, se veía que ellos estaban de acuerdo con ir juntos hasta el lugar.
— ¡No me voy a unir a ustedes! —tajó Marco—. ¡Un montón de mujeres no van a venir a decirme qué hacer! ¡Yo controlo mi campamento como quiero!
— Recuerda que éste grupo de mujeres —replicó Vivian— te ayudó a que no se muriera tu gente en tu campamento. —Hizo énfasis en ambos "tu"— ¡Estás aquí también por nosotras!
— Estoy aquí porque mi ejército estaba preparado para ese ataque, no por ustedes.
— Bastado malagradecido —le dijo Jose— No se te olvide que nosotras arriesgamos nuestra vida por ti, y que esa chica —me señaló— junto con sus amigos fueron quienes te advirtieron que te iban a invadir. ¿Un montón de mujeres te pueden decir qué hacer sólo cuando te conviene? Vaya hombre...
— ¿Esa chica? —cuestionó—. ¡Es una Llegada! ¡Y mató a uno de mis hombres!
— ¡Basta! —gritó Ficseto.
— ¡Cállate! —grité a la par.
— No —Marco golpeó la mesa— ¡tú cállate! No te quieras hacer la lista aquí, Lífsero, porque no te corresponde. Eres sólo un alien en este planeta, y una habitante en este campamento. No deberías tener ni voz ni voto.
— Te ayudé —le dije y me puse de pie— ¡Peleé por ti!
— ¿Por mí? —se rió— ¿O por ti? ¿Crees que no conozco a las de tu tipo? Lo único que quieres es sobresalir, ser la mejor en todo, y nadie puede ser como tú, ¿o me equivoco? —me miraba directo a los ojos—. Tal vez eso fue en tu planeta, pero aquí es la tierra y tendrás sólo lo que te toca.
— Pues entonces tendrá mi apoyo —Vivian se puso de pie también—. No te voy a permitir que le hables así a la chica —su tono era muy potente— si eso quieres, te metes conmigo también.
— Y nosotras —repuso Ter, y Jose se levantó con ella.
— No me hagan reír —se mofó— Una exconvicta, una huérfana y una viuda, todas juntas con la extraterrestre, ¡mucho gusto equipo!
— ¡No te permito hablarme así, Marco! —Vivian levantó la voz.
— ¿Me vas a matar también? —cuestionó—. Adelante, tal vez de nuevo ganes por convencer a todos de que fue en defensa propia.
La cabeza de Marco se giró más de noventa grados arrastrando su torso con ella, después de la bofetada que Vivian soltó sobre su mejilla. Cuando Marco retomó su postura tenía odio irradiando de sus ojos.
— Si quieres quedarte —continuó Vivian— hazlo. Pero mi campamento y yo nos vamos con los —hizo comillas— extraterrestres. Tal vez el mundo sea mejor si lo habitan ellos y no cerdos como tú.
— Retírate, Marco —ordenó Marcial mirando el suelo.
Marco se giró hacia él rápidamente, buscando apoyo que no recibió, miró a los demás presentes en el lugar, bufó unas palabras ininteligibles y se fue dando pasos largos y azotando la puerta.
— Lamento mucho su comportamiento —se disculpó Marcial—. Él no suele ser así todo el tiempo.
— Sí —respondió Jose— sí suele ser así.
— ¿Qué decías, Ter? —preguntó Vivian, evadiendo la situación.
Ter explicó lo que pretendía hacer, pero no sabía cómo, fue Israel quien hizo un plan improvisado sobre que debíamos rastrear de nuevo la nave de Tardius, viendo las direcciones por donde se aproximaban las naves de sus tropas desde los diferentes campamentos. Teníamos que recolectar información para lograr dar con ella, y luego juntar todos los datos obtenidos para trazar un mapa con la posible ubicación de Tardius.
Marcial prometió tratar de convencer a Marco de venir con nosotros, porque a fin de cuentas necesitábamos mucha gente para lograr lo que estábamos por hacer; luego nos comunicaríamos con otros campamentos para explicar nuestro plan y pedir que se nos proporcionara la información que necesitábamos. Todos estuvieron de acuerdo con lo propuesto y por fin pudimos salir de ahí.
Me sentía mejor que cuando acababa de despertar, pero en realidad no estaba del todo bien aún. Salí primero que todos porque estar encerrada me hacía recordar mis días en las celdas en las que tuve que pasar, y no quería pensar en eso con todo lo que estaba pasándome.
— Vivian —la llamé cuando la vi salir.
— Mande —me respondió sonriendo.
Detrás de ella vi a mis amigos saliendo del lugar, y cuando me vieron hablando con ella se detuvieron. Sonos se veía cansado, les dijo algo a los chicos y luego se fue.
— Quería agradecerte —le dije y reí— de nuevo, quiero decir.
— No hay ningún problema, Lífsero —me sonrió—. Ya sabes que para eso estamos, ése pendejo es un abusivo, no podemos dejarnos de él porque sí.
Algo que no había visto fue a Lordo esperando detrás de monitoreo, que se acercó a Ficseto y luego se fueron juntos. Cetta me hizo una seña sobre que me esperaba.
— De todos modos, gracias —recalqué—. Me has defendido ya dos veces y no puedo pagártelo, te debo mucho.
— No me debes nada —me dijo—. La vez anterior teníamos que ser un jurado objetivo, y esta vez también me estaba defendiendo a mí, no hace falta tomarlo personal, dijo cosas muy feas de todas.
— Dijo que tú... —no seguí.
— Sí —miró al suelo— eso dijo. Mira Lífsero, no quiero que se sepa, es algo que trato de mantener en el pasado, porque cada vez que alguien lo escucha se aleja. Pero sí, antes asesiné a alguien: Ella era una gran mujer, y tuvimos una muy bella relación, vivimos juntas mucho tiempo, de verdad la amaba. Pero un día un asqueroso gusano se aprovechó de ella... la violó, y ella no lo superó; lentamente fue perdiendo la cordura, hasta que un día, en un ataque de pánico me confundió con su agresor, y se lanzó contra mí con un cuchillo, y no pude hacer nada más.
» La policía llegó después, y se me hizo un juicio, donde se me condenó por homicidio en defensa propia, mi condena fue corta, pero fue intensa, salí justo unos meses antes de que esto empezara, y estuve un tiempo en el campamento de Marco, hasta que se enteró de eso y comenzó a atacarme, me fui de ahí, y varios del campamento conmigo, y luego fue creciendo, ahora tengo el mío, y nadie habla de eso.
» Tu caso fue parecido al mío, un ataque con cuchillo, y un asesinato en defensa propia, por eso sentí empatía por ti cuando te vi ahí sola en el juicio, sólo hice lo que hicieron por mí.
Vivian se veía muy afectada pero contarme la historia, pero no lloró ni se vio menos fuerte que antes, al contrario, se notó más estoica.
— Ahora sigue con tu camino —me dijo forzando una sonrisa—. Marcial nos dejó dormir en los asilos con los heridos, creo que yo me quedaré despierta para apoyar a los enfermeros. Ve a dormir.
Se fue. Estaba muy agradecida con ella, y me gustaba saber que contaba con más personas que me respaldaban, necesitábamos ese apoyo. Caminé hacia Cetta que estaba sentado en el suelo junto a monitoreo, y veía de lejos a Ficseto y Lordo hablando. Lordo tenía una venda cubriendo la mayor parte de su antebrazo como recuerdo del último ataque.
— No me da mucha confianza que Lordo quiera hablar con Ficseto —me dijo—. Pero supongo que es mejor eso a que estén peleando. Aunque igual los estoy viendo para meterme si comienzan a discutir.
— Eres un buen amigo, Cetta —le dije— aunque no me hayas defendido allá adentro. —Bromeé.
— No lo necesitabas —se rió—. Tenías a tu ejército de galis inamovibles.
— Dijiste galis —le dije.
— Sí —se rió de nuevo—. Extraño Astéri, sólo quería recordármelo un poco. Pero no hay que hablar de eso, estabas idolatrándome diciendo que soy un gran amigo y muy guapo, continúa.
— Nunca dije que fueras guapo —me reí.
— Pero tampoco dijiste que no —hizo una expresión ufana—. Además, no puedes negar que soy el más tractivo del grupo. Yo, luego tú, y luego Ficseto. Claro que Ficseto piensa que eres la gali más hermosa de todo el universo, pero es porque está perdidamente enamorado de ti, yo te veo objetivamente.
— ¿Y cómo soy objetivamente? —pregunté sonriendo.
— Eres muy linda, Lífsero, pero seguirás teniendo el segundo lugar mientras esté vivo. Y tal vez estés más abajo si contamos a todos los que se involucran en el grupo, porque Luna les gana a todas ustedes, y por supuesto el primer y segundo lugar lo tenemos yo y Lored en ese orden.
— No sé cómo tomar eso —me reí un poco más.
Lordo dio un paso adelante hacia Ficseto con las manos un poco levantadas, pero cerró los puños y las volvió a bajar para meterlas en sus bolsillos, luego dio unos pasos atrás y se fue. Ficseto lo vio irse un momento, y luego se giró hacia nosotros, caminó y se sentó a nuestro lado, me tomó la mano y se recargó en el brazo de Cetta.
— Me encanta ser tu recargadero, amiguito —dijo él—. Sólo soy tu amigo para que te recargues en mí y yo pueda ser feliz.
— Me alegra ayudarte con tu propósito de vida —contestó Ficseto.
— Mi iligri iyidirti... —lo empujó—. Quítate.
Ficseto no se movió, así que Cetta se resignó y lo dejó seguir recargado en él.
— ¿Qué quería Lordo, por cierto? —le preguntó Cetta acomodándose para que Ficseto se recargara mejor.
— Dijo que quería disculpase por todo —dijo Ficseto como si no se lo creyera—. Por cómo me trató cuando nos conocimos, y todas las ofensas que en algún momento pudo hacerme.
— Estás jugando —aseguró Cetta.
— Nop —los ojos bicolores de Ficseto apuntaban al cielo—. De verdad dijo eso, que estaba tratando de ser mejor ahora que me conocía más y que se dio cuenta de que tal vez pasemos un largo rato juntos.
— Estoy impactado —Cetta exageraba lo que decía—. ¡Un Verde y un Escarlata pueden convivir en paz! ¡¿Quién lo diría?! ¡Yo no!
Reí un poco por su broma. Muchos de nosotros hemos convivido con colores que no son compatibles, como Sonos y Draco, que son Negro y Rojo y siempre tuvieron que estar juntos. No era increíble que así fuera, pero una característica Verde es que se apegan mucho a eso, y es difícil que convivan con los que no son compatibles, aunque Ficseto se veía mucho más abierto a hacerlo desde hacía un tiempo.
Recordé varios momentos que vivimos dentro de La Planta, cuando todavía éramos felices, antes de que los Combates acabaran; cuando conocimos a Sonos a Den y a nuestros entrenadores. Y también algunos momentos después de La Planta, en la Tierra, y con Daniela y Gonzalo; recuerdos que me hacían sentir bien. Pero también recuerdos que vinieron después, Macguilda, Draco, Miguel, Marco, Tardius y algunas situaciones horribles. Y me di cuenta de que la felicidad se puede perder en cualquier instante, y había que sentir los momentos en que la teníamos.
— Gerlos —hablé— me alegra mucho que sean mis amigos. Son las mejores estrellas que he conocido.
Pero ellos no supieron que era mi despedida por si algo malo nos pasaba de pronto.
Hola!
Las cosas van tomando forma con cada capítulo, y espero que los estén disfrutando mucho!
Díganme qué pensaron del capítulo y las diferentes escenas, a mí me gustó mucho escribir donde defienden a Lísfero.
Valar!
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