CAPÍTULO 12
Estaba asustada. Había polvo de estrella por toda el área, no sabía a quién pertenecía y me daba miedo averiguarlo. Estaba rodeada por grandes árboles en medio de la oscuridad, tan sólo iluminada por la luz de la luna y el escaso brillo del polvo que me rodeaba, se veía que era de una explosión reciente, por la cantidad acumulada tan cerca de mí.
Pude escuchar un ruido en la parte de atrás de donde yo estaba, giré rápidamente, pero no logré ver nada, estaba tratando de no sentir miedo, pero había algo que no me permitía calmarme, era una presencia, difusa y lejana, aunque estaba ahí, intimidándome y haciendo que me sintiera incómoda.
De pronto se postró frente a mí en la oscuridad, era una figura deformada por la tierra que tenía en su cuerpo, era humano, pero tenía patas de insecto, seis horribles patas de insecto en lugar de brazos o piernas. No lograba apreciarlo del todo por la falta de luz, pero en cuanto salió de las sombras, la vi bien: Su cara era la de Miguel, y tenía sangre en la boca.
Desperté sentándome de golpe aún en la sábana dentro de mi casa de campaña, creí que había gritado, pero vi que nadie despertó conmigo, por lo que asumí que sólo respiraba fuerte porque me faltaba el aire. Afuera, aún era de noche, así que salí sin hacer ruido, necesitaba aire fresco, aunque tenía frío.
Una vez fuera caminé al límite de la cerca, a lo lejos se veía un animal que probablemente se estuviera comiendo a otro, pero no había suficiente luz para poder verlo. Lo que sí vi fue una figura pequeña a unos metros de mí, no sabía qué era hasta que vi que la luna hacía brillar su pelo rojo, era Daniela, y se estaba acercando hacia donde yo estaba.
— ¿Tampoco puedes dormir? —me preguntó.
Por fin llegó hasta el punto donde estaba yo, se recargó en la cerca, también mirando al animal que consumía a otro.
— Estaba —confesé— pero tuve una pesadilla horrible.
— ¿De qué se trataba? —se giró para mirarme.
— Sinceramente, preferiría no mencionarlo —le dije, y volví mi vista al horizonte—. ¿Y tú? ¿Por qué estás despierta?
— No puedo dormir.
— ¿Por qué no?
— Preferiría no mencionarlo —me respondió.
No dije nada, seguí mirando a lo lejos. El lugar era relajante a esa hora de la madrugada, no había mucho ruido alrededor, el aire era agradable y la luz de la luna hacía un bello contraste con la oscuridad del campo abierto. Sólo se escuchaban los ruidos de los insectos y algunos extraños animales.
— ¿Qué son? —pregunté—. Los animales, quiero decir, los que se escuchan ahora.
— Grillos —dijo Daniela—. ¿No los viste antes?
— Los escuché cuando estábamos en la hacienda, pero nunca vi uno. —No mentía, no había visto muchos insectos de la Tierra—. ¿Y los otros? Los que suenan como "robob" —dije imitando muy mal el sonido.
— Son sapos —se rió— hay un lago a poca distancia de aquí, es normal que se escuchen. Eres muy mala imitándolos, por cierto.
Reímos sólo unos segundos y luego dejamos de hacerlo, a diferencia de lo que creí antes, quedarme en silencio con ella no era incómodo, de hecho era relajante, me hacía olvidar un poco lo que me estaba pasando. Daniela miraba directamente hacia el animal que comía, tenía una expresión meditabunda, pero dentro de sus ojos se escondía algo más profundo.
— Yo era una niña cuando pasó —me dijo, no sabía qué quería decir, pero no la detuve—. Lo quería bastante, ¿sabes? —miraba hacia donde estaba el animal comiendo—. Me enojé mucho cuando descubrí que tenía otra familia. Durante un tiempo mi mamá trató de ocultármelo, pero eso no es algo que se pueda guardar por mucho, y terminé enterándome.
— ¿Y cómo te sentiste? —pregunté—. Además de enojada, ¿cómo te sentiste?
— No lo sabía entonces —me respondió, pero seguía sin mirarme—. Tenía sólo diez años, era muy pequeña. Pero estuve enojada durante mucho tiempo por eso, de hecho, cada vez que lo mencionaban seguía molestándome, aunque fue hace casi nueve años.
El animal comenzó a comer con más rapidez y un poco de más violencia. Daniela sujetaba la cerca con las manos apretadas.
— Creí que lo había superado. Quiero decir, fue hace mucho tiempo, y tampoco pude convivir tanto con él como Gonzalo, él tenía catorce, siempre salían juntos y hacían de todo. Y él fue quien descubrió a Julio con sus otros dos hijos, así que a él le pegó más fuerte. Yo sin embargo, no lo recuerdo muy bien, es extraño, no era tan joven —hizo énfasis cuando dijo tan— pero sí hay cosas que olvidé. Su voz, la expresión de sus ojos, incluso su estatura.
» Hubo ocasiones donde quiso vernos, Gonzalo aceptó, de hecho él mantuvo algo de contacto con Julio después de todo, yo no quise, estaba muy molesta por eso. Recuerdo que cada vez que me decían que venía a la casa o que quería visitarme, yo hacía una serie muy larga de bromas para evadirlo, pero siempre terminaba escapando; a veces aún hago demasiadas bromas malas cuando estoy nerviosa.
Daniela se giró hacia mí, me miró y comenzó a acariciarse el pelo como reconfortándose.
— Seguí enojada con él todo este tiempo —suspiró— y quise llamarlo cuando llegué de nuevo a la Tierra, pero no tenía mi celular. Y cuando llegué a casa y me enteré que Ter era la otra hija de Julio me enojé todavía más, pero tenía la esperanza de poder verlo en el campamento y poder hablar con él; pero Ter me dijo que Julio murió.
Ter me contó esa historia antes, me platicó sobre cómo murió toda su familia menos ella, me pregunté cómo sería tener a Gonzalo y Daniela frente a ella recordándole constantemente a su padre.
— Murió y yo estuve enojada con él todo el tiempo —comenzó a soltar lágrimas—. No pude hablar con él. Preguntarle por qué lo hizo, o preguntarle si de verdad me amaba o si sólo era una mentira, o decirle que yo sí lo amaba aunque todo eso pasó... no pude decirle nada. Y ahora ya no podré hacerlo jamás.
Daniela recargó los brazos sobre la cerca y se dejó caer sobre ellos después, comenzó a llorar. Podía escuchar más fuerte los gruñidos del animal comiendo a la par de los sollozos de Daniela, puse mi mano sobre su espalda, no se lazó contra mí ni nada, se quedó llorando en la cerca, yo me puse justo a su lado, para que supiera que estaba con ella, y lentamente dejó de llorar.
— Lo extraño mucho, ¿sabes? —concluyó—. Y me siento algo culpable de no haberlo dejado quedarse en mi vida y alejarlo.
— No creo que sea tu culpa —le dije—. De ningún modo lo sería. Estabas en tu derecho de sentirte enojada —mi tono era bastante calmado—. Sólo debes saber si aún lo estás, o saber si estás dispuesta a perdonarlo por lo que hizo, y a perdonarte a ti por lo que hiciste.
— ¿Pero cómo? —me dijo—. Él ya no está, y yo ya no pienso que lo que hizo me afecte más, logré hacer mi vida sin él, y ya no le guardo rencor, pero no puedo dejar de pensar que se fue pensando que yo no lo quería.
Miré al cielo.
— En Álligi —le dije— sabemos que cuando nuestros seres queridos se van, en realidad nunca se alejan, ellos pertenecen al universo y se quedan con nosotros como Estrellas Divinas que son las que vemos en el cielo. Todos nuestros antepasados está ahí, mirándonos, nunca se van. Las estrellas aquí son diferentes, pero sé que están ahí arriba.
— ¿Qué quieres decir?
— Julio debe estar en algún lugar por el universo —le dije— nosotros nacemos de gas y polvo, por eso nos convertimos en estrellas y morimos como estrellas. Las personas son energía, por eso pueden sentirse mejor o peor alrededor de otras energías de otras personas. La energía no va a ningún lado, sino que se queda donde pertenece —señalé su corazón—. Julio está aquí... siempre. Es parte de tu energía, si quieres hablar con él, puedes hacerlo.
Daniela se acercó a la cerca de nuevo, primero miraba al suelo, después levantó la mirada a las estrellas, su mirada se iluminó, y sus ojos tenían lágrimas de nuevo, parecía que su cabello era una llamarada, levantándose con el viento e iluminándose por la luna; tomó aire y dijo:
— Fui muy egoísta al no permitir que te quedaras conmigo. —Su voz se quebraba—. Pero no podía, era muy difícil para mí hacerlo, estaba molesta y esa es la verdad, y tal vez estuve buscando culpables sin cesar y sin motivo, pero quiero que sepas que nunca pretendí alejarte de verdad. Quería tiempo para sanar, aunque no sabía cuánto tiempo requería.
» Ahora entiendo que es algo que necesitaba, no sólo por mí, sino para darme cuenta de que sí te amaba como creí que lo hacía. Y quiero que sepas, estés donde estés, que sí te amo, y que ya no quiero que pienses que no es así. Te alejé de mí, y me duele haberlo hecho. Estoy segura, donde quiera que estés, de que también me amas como yo a ti, y espero que puedas perdonarme por hacerte eso, así como yo a ti. Te quiero mucho, papá.
De nuevo lloró, con su mano en el corazón, el animal que comía a lo lejos dio un último ruido antes de limpiarse la cara y luego se fue, ella lloró con más fuerza, pero era un llanto diferente, se sentía pacifico. Se dejó caer en el suelo sentada, yo me senté a su lado y recargamos juntas nuestras espaldas.
***
Nos había atrapado el amanecer platicando después de que Daniela se calmara, fue gratificante hacerlo, ya que no había mantenido una conversación muy larga con ella en todo el tiempo en que nos conocimos, entendí por qué a Cetta le agradaba tanto, era muy divertida y hacía bromas similares a las de él.
Regresamos a dormir por lo menos un par de horas antes de que diera la hora de levantarse, por lo que no me sentí tan cansada cuando fui a comer. Era día de combate en el otro campamento, y yo me tenía que quedar en este para hacer actividades.
Un rato después, cuando se estaban preparando para irse y fui a desearles suerte, Daniela se compadeció de mí y dijo:
— Me quedo contigo —aseguro ella—. Te puedo ayudar con lo que te pongan a hacer, y sirve que acabas más rápido, ¿no?
— No sería justo —le dije— esto es un castigo, no puedo castigarte por algo que no hiciste.
— Ter —la llamó— Puedo quedarme con ella, ¿no? Digo, la última vez no hice nada en batalla, no creo que sea diferente ahora. Serviría mejor aquí.
— Yo no tengo problemas con eso —le contestó.
— Entonces también me quedo yo —dijo Flia—. Ustedes saben que las peleas nunca han sido lo mío. Luna es la fuerte.
— ¡Gracias, amiga! —gritó Luna desde donde estaba.
— Pues adelante —finalizo Ter— quédense, igual tenemos mucho apoyo, y después del último, sabemos que ahora también vienen otros campamentos con nosotros. Estaremos bien.
Les vimos irse cuando estuvieron listos. Marcial me dio la orden de ir con una mujer llamada Adela para que ella me pusiera actividades como castigo, no sabía bien dónde estaba ella, sólo que estaba entre los cultivos y el granero, porque ella era la encargada de esa área.
— Están listas para arruinar sus uñas y sus hermosos vestidos —nos preguntó Daniela.
— Me alegra ya no llevar ropa blanca desde que estoy aquí.
— ¿De dónde has sacado toda la ropa que usas? —preguntó Flia.
— Me la han regalado de gente a quienes ya no les queda o que perdieron —miré hacia abajo— estos tenis son de hombre.
— Qué suerte que arruinarás ropa que tú no compraste —se rió Daniela.
Llegamos hasta los cultivos, había un grupo de gente sentada al borde de la línea donde comenzaban las plantas, entre ellos, había sólo pocos hombres, la mayoría era mujeres.
— Hola —les dije— estamos buscando a Adela.
— Soy yo, mija —me dijo— ¿Pa' qué soy buena? —Adela se puso de pie y caminó hacia mí.
— Me llamo Lífsero —le dije— Ellas son mis amigas Flia y Daniela. Marcial me dijo que debía venir contigo porque tú me darías actividades por hacer.
— ¡Ah sí! —me señaló varias veces con el dedo— Ya me acordé de ti. Mira, mija, la verdad le dije que te pondría a hacer cosas nomás porque él me dijo. Yo no creo que sea justo, y no te quiero poner a hacer nada, vete a descansar, ándale.
— Mira, al final no tuviste que ensuciar tus tenis de hombre —me dijo Daniela.
— Pero tengo que hacerlo, señora —le dije— es un castigo.
— No tienes que —me dijo— antes ya habían hecho algo así. Lo que pasó fue... —se detuvo— ¿ellas saben qué hiciste?
— No lo creo —le dije, pero Daniela sí lo sabía.
— Bueno, un señor ya había hecho lo mismo —volteó con su grupo— ¿Cómo se llamaba ese güey que hizo lo que ella?
— Don Paco —le dijo una mujer entre el grupo.
— Ah sí —volteó conmigo— Don Paco hizo lo mismo, igual, fue un accidente, se confundió, estaba peleando contra los Llegados, e hizo lo mismo, pero a él no lo castigaron así.
— ¿Y por qué a mí sí?
— Pues no sé —se encogió de hombros—. A la mejor porque eres del espacio, ya sabes.
— No creo que se deba a eso —le dije—. Pero igual creo que está mal.
— Pues tú dirás si quieres hacer algo o no —me dijo—. Si quieres te pongo a que barras o algo así. Es que ya acabamos nosotros, aquí nos movemos desde las cinco de la mañana para que no nos agarre fuerte el sol.
— ¿De verdad? —preguntó Daniela sorprendida— ¿Y cuánto les pagan por eso?
— ¡No pues no nos pagan! —dijo ella riéndose—. Tenemos casitas pequeñas pa' nuestras familias, y podemos agarrar más comida, pero no nos pagan. Pero igual, nos protegen de que no nos agarren los Llegados. Si no estamos aquí, allá afuera nos morimos, y pues mejor así. Ni siquiera vivimos mal, ustedes duermen en casitas de campaña, nosotros tenemos una cama pa' cada uno.
— No está tan mal —dijo Flia poco convencida.
— Pero sí quiero hacer algo —le dije— por lo menos una actividad, para pasar el rato.
— Pues como quieras —me dijo—. Allá adentro —señaló un cuarto pequeño— hay escobas, sáquenlas y barran enfrente del granero, recojan todos los granos caídos, y ya cuando acaben se vienen para acá, y comen poquito pa' que descansen.
— Gracias —le dije.
Pasamos bastante tiempo barriendo los granos de maíz del suelo, Adela nos dijo después que debíamos ponerlos en una bolsa porque se iban a lavar para usarse después. Ellos se fueron al medio día, nosotras acabamos lo que estábamos haciendo a las cinco de la tarde. En realidad yo sólo buscaba una actividad para pasar mi tiempo sin pensar. No quería que mi mente regresara a Miguel, ni a la situación en que estaba atrapada. Tener algo que hacer me evitaría pensar. Después llevamos el maíz a lavar, lo que nos llevó un par de horas más, y luego ayudamos a cargarlo hasta el granero para evitar que los trabajadores se fatigaran más. Entonces pasó lo que no creí que pasaría:
Una nave de Tardius llegó a nuestro campamento.
Hola!
Las naves de Tardius invadieron el campamento! Pero, cómo?!
Déjenme saber sus teorías y opiniones, me encanta leer sus comentarios!
Valar Morghulis!
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