Cap 23. La Maldición de los Ases
A pesar del exhibicionismo que tuvimos la noche anterior, Kaoru estaba bastante recuperada al día siguiente, aun así Richard insistió en que se quedara en casa y si era muy necesario usara la laptop y se fue a trabajar junto con Mikael.
Acordamos que iríamos al lugar que nos dijo la persona de esa llamada durante la hora del almuerzo, así que fui a comprar un micrófono de escucha y una cámara.
Cerca de la hora acordada busqué la dirección y llamé a Kaoru, ella confirmó la dirección y cuando me reuní con mi novio fuimos directo al lugar.
Era una casa hogar bastante grande, pero estaba bien cuidada e iluminada, algunas señoras estaban haciendo jardinería y otras simplemente jugaban bádminton.
- Te espero aquí, si ves algo inusual ya sabes qué hacer.- dijo Mikael apretando mi mano con suavidad antes de entrar a una cafetería al frente.
Entré a la recepción y una joven enfermera me atendió.
- ¿Lanoir? ¡Ah sí! Son un matrimonio muy agradable ¿Es algún pariente?
- Si, algo así.
Por suerte no tuve problemas en que me dejaran visitarlos, aunque no tenía idea de lo que iba a decirles. Guardaba el naipe en mi bolsillo, tal vez lo mejor sería mostrarlo y esperar alguna reacción. Si no sabían nada simplemente diré que me equivoqué de persona, pero si sabían algo tendría que descubrir la verdad de una vez por todas.
- Me pregunto por qué demonios no había seguido investigando sobre los Cuatro Ases.- pensé mientras seguía a la enfermera hasta la habitación de los Lanoir.
- Porque estabas muy ocupado babeando por Prince sword, rogando porque te cogiera salvajemente en la azotea de los edificios.- respondió una vocecita en mi cabeza
- Cierto.- me sonrojé pensando en las palabras de mi conciencia.
Al principio si había querido ayudar a la gente, pero luego mi sentido de justicia desapareció para dar paso a un pervertido lujurioso que sólo quería coger con su novio....que verguenza.
- Es aquí.- la chica se despidió y se alejó, dejándome frente a una puerta marrón con el número 1032 grabado y un identificador con dos nombres.
Jhon Lanoir
Beatriz Lanoir
Respire profundo y toqué tres veces.
- ¿Si?
Una mujer de unos setenta años, con un conjunto de falda larga de flores y camisa blanca con delantal me abrió la puerta, aunque su cabello largo estaba totalmente blanco, su rostro no estaba arrugado, por el contrario expresaba mucha felicidad cuando me vió con sus ojos negros detrás de unos anteojos.
- ¡Hola jovencito!- dijo con una voz llena de vida.- Adelante por favor.
Aunque estaban en un hospital, el sitio era como un pequeño departamento; una salita con un televisor, un sofá de dos plantas y dos sillones con cojines azules y flores rosas, una mesita de té con fotos de niños y de la señora con jugando con ellos en un parque. Detrás del sofá había una puerta que parecía llevar a la habitación, del lado opuesto había una puerta hacia el baño y al lado había una mesa redonda con cuatro sillas, en donde un señor canoso de lentes con camisa a botones leía un periodico.
- ¿Necesitas algo jovencito?- me preguntó el anciano, no era un tono grosero pero demandaba respeto, tal y como hablaba mi padre cuando realmente se enojaba.
- Disculpen la interrupción.- dije nervioso.
- ¿Vienes de parte de Johana?- me preguntó la señora.- ¿Quieren preguntar si queremos algo? o ¿Volvió a perder su teléfono?
Supongo que se refiere a su hija.
- No, yo....- me rasque la cabeza nervioso.- ¿Y ahora qué hago?
Decidí jugarmelo todo y saqué el naipe.
- Me dijeron que tal vez ustedes sepan algo sobre esto.- dije sacando el naipe del Diamante.
El ambiente se tensó de pronto, la señora vio el naipe aterrada y el hombre se levantó de golpe.
- Tu....eres su nuevo dueño.- el señor Lanoir me miró con....¿Lástima?- ¿Cómo te llamas muchacho?
- Jacob Ricks.- me presenté.
- Dime Jacob ¿Cómo sabías que nosotros podíamos saber algo?
Les conté lo de la llamada y que la persona me dijo que viniera con ellos a averiguar lo de la Maldición de los Ases.
- ¿Por qué no te sientas, Jacob?- me dijo la señora Lanoir.- Voy a preparar un poco de té.
El hombre se sentó en el sofá y me invitó a que me sentara frente a él. Obedecí y vi a la señora Lanoir entrar en una habitación detrás de la mesa.
- Yo tuve esa misma carta hace unos treinta años más o menos.- explicó el señor Lanoir.- Supongo que tu debes ser Lord Diamond o como te dicen en las noticias.
- Eh....Sí.- me dio un poco de vergüenza pensar en el nombre que había tomado.
- Bueno, yo no soy quien para juzgar.- dijo limpiando sus lentes.- Hoy en día hay muchas pelis de superhéroes, yo no tenía esa imaginación así que simplemente me llamaba Diamante.
- Nunca fuimos muy creativos con los nombres.
La señora Lanoir llegó con una bandeja con tres tazas con té caliente y un azucarero blanco. Se sentó al lado de su esposo y me dio una taza, por el olor diría que era té de naranja y al probarlo sentí el sabor de la miel con la fruta, hacía mucho que no tomaba algo así.
- Supongo que usted también tuvo un naipe.- le dije a la Señora Lanoir.
- Así es, el del trébol.- dijo tomando su taza.- Aún recuerdo cuando peleabamos contra esas criaturas en los callejones de la ciudad.
- Tratábamos de que nadie lo supiera.- dijo el Señor Lanoir.- Los tres llevábamos a las criaturas lejos de la vista del público, peleabamos en callejones, las alcantarillas de la ciudad, sitios abandonados, era nuestra forma de pelear.
- ¿Los tres?
- En nuestro tiempo, nunca conocimos al portador del naipe del corazón.- explicó la señora.- Éramos Diamante, Espada y Trébol, puede que sea porque nos conocíamos en ese entonces y peleabamos a escondidas lejos de la vista de la gente, tal vez esa era la forma en que su portador también luchaba.
Ciertamente esa debería ser nuestra forma de combatir, pero hoy en día era imposible enfrentar criaturas así lejos del público, había cámaras, drones, etcétera. Sin mencionar que todo el mundo tenía celulares de última generación, un click y todo internet se llenaría de videos y comentarios sobre misteriosas batallas contra criaturas misteriosas. Ahora que lo pienso ha sido una suerte que no descubrieran nuestras identidades.
- Dime Jacob ¿Qué sabes del origen de los Cuatro Ases?- me preguntó el Señor Lanoir.
- Lo poco que sé es que alguien encontró una misteriosa caja que encerraba a Master y este fue derrotado por cuatro personas con poderes extraños.- expliqué recordando lo que leí en internet.-Master dijo que cada cincuenta años regresaría para vengarse, de ahí no se nada mas.
Los ancianos se vieron las caras y negaron con la cabeza.
- Temo que esa no es la verdadera historia.- dijo la Señora Lanoir.
- ¿Qué?- no me esperaba eso.
- Esa historia fue inventada para cubrir el verdadero origen de todo.- dijo el Señor Lanoir.- Hace cientos de años, mucho antes de que llegaran los primeros colonizadores. Esta tierra pertenecía a los indios. Una tribu olvidada en el tiempo practicaba rituales malignos para hacer que sus enemigos murieran a causa de terribles enfermedades, su odio y maldad hizo que surgiera un ser demoníaco, al que tu conoces como Master.
- Cuando los conquistadores llegaron a esta tierra, la tribu había desaparecido; el propio Master eligió a un grupo de personas que transformó en Demonios que acabaron con todos los habitantes de esa tribu.- prosiguió la anciana.- Junto a Master, esas cinco personas crearon una era oscura, alimentando los corazones oscuros de la gente, la época de la conquista pudo haber sido un poco menos sangrienta si ellos no hubieran intervenido.
- ¡Esperen un momento!- exclamé asustado.- Eso....¡Eso no tiene sentido! Todos sabemos que la época de la colonización estuvo llena de guerras y masacres ¿Para qué iba a intervenir una especie de criatura malvada si ya se estaban matando los indios y los conquistadores?-¿Master existió desde antes de la llegada de los europeos?- Y además ¿Cómo es que nadie escribió sobre eso?- traté de buscar algo que tuviera sentido.
- Muchacho dime una cosa.- dijo el hombre.- Si en tu escuela te hubieran dicho que durante la colonización los europeos peleaban contra monstruos gigantes o que estos se convertían en criaturas demoníacas ¿Qué hubieras pensado en ese entonces?
- ......pensaría...que estaban locos o que estaba leyendo un libro de ficción.- medité sus palabras y me di cuenta que si hubiera escuchado algo así cuando estaba en clases lo tomaría como otra fábula o un invento de alguna religión.
- ¿Lo ves?- dijo la señora Lanoir.- Simplemente lo verías como una fantasía.
No estaba seguro si lo que ellos decían era cierto, todo parecía tan irreal. Pero claro ¿Quién soy para decir lo que es real y lo que no? Yo, quien al usar el naipe me salen alas y ataco con plumas azules o dardos.
- Es lo que sabemos del origen de ese ser.- explicó el señor Lanoir.- Hubo muchas otras historias sobre él y sus aliados, pero preferían atacar en silencio, viendo como las guerras destruían esta tierra. Hasta que un grupo de viajeros decidió construir esta ciudad.
- Entre las personas que trabajaron en su construcción, hubo una joven, hija de un tabernero que solía cuidar animales enfermos.- dijo la Señora Laoir.- Un día encontró un cuervo herido y lo ayudó a sanar, pero resulta que esa ave era en realidad uno de los servidores de Master.
Me ahogué y escupí el té que tenía mientras me golpeaba el pecho y tosía como idiota ¿Qué acaba de decir?
- Ellos podían cambiar su apariencia a voluntad.- explicó el Señor Lanoir.- Así pasaron desapercibidos tantos siglos.- su esposa asintió.- Pero eso no fue lo más increíble, sino el hecho de que ese demonio se enamoró de una humana.
Vale no esperaba algo así, pero ¿Qué tiene que ver eso con los Ases?
- Cuando Master lo descubrió quiso eliminar a la mujer, pero el demonio se interpuso y la protegió con su vida.- susurró la señora Lanoir con tristeza.- Tres de sus compañeros se revelaron y lo ayudaron, pero el quinto ayudó a Master y atacó a sus amigos. Hubo una lucha entre bandos y ambos perdieron. Todos quedaron sumisos en un letargo, convertidos en cartas.
- ¡¿QUÉ?!
No pude evitar gritar ¿Estaban diciendo...? Las cartas eran....¿demonios?
- Eso....no puede ser- susurré buscando alguna refutación o algo lógico en todo esto.- Esto....es imposible.
- Master puede liberarse de ese sello, pero sólo por poco tiempo.- dijo la señora Lanoir.- Cuando eso ocurre, los cuatro demonios rebeldes buscan a cuatro personas que puedan controlar para detenerlo, pero mientras él tenga al quinto demonio de su parte...el circulo nunca terminará.
- Entonces....nadie a podido...derrotar a Master
No era una pregunta. Si lo que decían era cierto, entonces ningún As había podido detenerlo. Ambos me miraron resignados, sus rostros mostraban claramente mis temores, ellos tampoco habían derrotado a Master.
- Y...-ya no sabía qué decir.- ¿Cómo...?
- Muchacho, voy a hacerte una pregunta.- dijo el Señor Lanoir.- Tu tienes familia, amigos, tal vez una pareja ¿Quieres ayudarlos?- Asentí.- Entonces deshaste de ese maldito naipe.
- ¿Qué?
No estaba preparado para escuchar eso.
- Esta es una batalla de monstruos, no para simples mortales como nosotros.- insistió.- Si sigues dejando que ese naipe te domine, en cinco años morirás.
¿Morir?
- De eso se trata la maldición.- dijo la señora casi llorando.- Si no se detiene a Master, él volverá a ser un naipe si, pero se llevará las almas de los portadores de las cinco cartas al Infierno.
- ¿Qu-qué?
- Si no te deshaces de esa carta, comenzarás a debilitarte por cualquier enfermedad.- continuó.- Pronto tu cuerpo perderá toda su energía y entonces morirás. Los naipes pasaran a manos de otros y así seguirá el ciclo eternamente.- me tomó de las manos.- Pero puedes liberarte de la maldición si entregas el naipe a otra persona.
Otra persona...
Dejar que otro cargue con la maldición....para salvar mi propia vida
Tendría una vida normal al lado de Mikael.
A cambio de dejar morir a un inocente.
O este le daría el naipe a otro
y así eternamente
.....
- No
Me levanté y los miré.
- No puedo....no podría soportar la idea de que alguien tome mi lugar en la muerte.
Si huyo a nadie le importara.....
Pero entonces alguien más cargará con ese peso y mi conciencia quedará con el sentimiento de que maté a alguien.
- Darle a carta a otro es como sentenciarlo a muerte, eso me convierte en un asesino.
- Muchacho, eres joven y aún no entiendes las consecuencias.- dijo el señor Lanoir.- Pero esa carta en tu poder no hará ningún cambio en el mundo, esas criaturas no les interesa la lealtad o la devoción que le dediques ¡Sólo les interesa matar a su creador sin importar a cuantos se lleven por delante! Ni tu ni nadie podrá cambiar los hechos.
Miré el naipe sin poder pensar en nada más; mis poderes provenían del propio Master, todas las habilidades que tenía venían del mismo ser que tengo que destruir.
- Para ustedes nada cambiaría si la carta está en mis manos.- dije.- Pero, si no hubiera tenido este poder, a mi amiga la hubieran matado en un callejón o en el parque por ese minotauro, al dueño del AquaMarim lo hubieran asesinado y su novia hubiera sufrido graves daños emocionales y físicos.- Los miré sonriendo.- Si no hubiera tenido este naipe no habría conocido la naturaleza de la persona que amo, seguiría mirándolo en las sombras como un cobarde. Si Miss Heart no hubiera aparecido yo hubiera perdido todo lo que amo, si no fuera por Prince Sword hubiera dejado que el odio me dominara y hubiera matado a una persona, si no fuera por Clown Wizard hubiera muerto aplastado frente a un casino.- guardé el naipe en mi bolsillo.- Puede que sean malditas, pero somos nosotros quienes decidimos qué acciones tomar con ellas.
- Jacob.- la señora Lanoir me abrazó con fuerza.- Lo lamento, si hubiéramos pensado de esa forma, tal vez nada de esto habría pasado.
- Siento haberles molestado.- dije reuniendo todas mis fuerzas para no llorar, me sentía extraño, muchas emociones en tan poco tiempo.- Antes de irme quería preguntarles.- ambos me miraron.- ¿Quien es el quinto demonio?
- Supongo que debe tratarse de aquel que siempre ha estado a su lado.- dijo el Señor Lanoir.- El portador del naipe del Joker.
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(Pv Mikael)
Morir....
En cinco años moriremos a menos que le demos las cartas a otra persona....
- No lo haré
Si no fuera por las cartas no habría podido aceptar la realidad, no hubiera podido decirle a Jacob lo que siento, seguiría a las órdenes de mi padre.
- Buscaremos una solución.
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(Pv Kaoru)
- Darle la carta a otro para que muera mientras yo tengo una vida feliz...
No lo haré
Mis madres no me criaron para huir, aunque le tenga miedo a Katerine, no voy a huir de esto, si me dieron el naipe para matarme entonces enfrentaré la muerte como una buena amiga.
- Pero primero...- dije apagando el mircrofono y la cámara.
- ¡Ah Kaoru! ¿Cómo te sientes?
Richard llegó con una bolsa de un restaurante japonés, Macrapé se había quedado dormido a los pies de la cama panza arriba pero al escuchar a su dueño despertó y se acercó a él.
- Debo decirle la verdad.- pensé tomando mi mochila.- Richard.- él me miró curioso.- Hay algo que tengo que decirte.
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(Pv Jacob)
Un estruendo lejano en alertó, poco después se escuchó una voz por un altoparlante.
- ¡Atención! ¡Todas las personas que se encuentran en los jardines regresen a sus cuartos de inmediato! ¡Repito! ¡Todas las personas que se encuentran en los jardines regresen a sus cuartos de inmediato!
En eso suena mi celular, al ver el numero me doy cuenta que es Mikael.
- ¡Jake! ¡Hay un gorila gigante atacando la librería al lado de la casa hogar! ¡Voy adelantandome!
Colgó
- Con permiso, ya debo irme.- les dije amablemente.- Tengo que encargarme de esto.
- ¡Espera!- el señor Lanoir me detuvo.- La ventana de nuestro cuarto lleva a una calle poco transitada, puedes llegar a la librería sin problemas.
Me sorprendí al ver su mirada firme y serena, le di las gracias y me despedí de ellos, aunque no esperaba recibir un abrazo por parte de la señora Lanoir y un apretón de manos por parte de su esposo.
- Nos gustaría que nos platicaras más sobre tus aventuras.- dijo la señora.- Regresa cuando quieras.
- Lo haré, muchas gracias.- sonreí agradecido antes de entrar al cuarto y transformarme.
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Llegué a la parte trasera de la librería, los gritos que provenían de su interior me provocaron escalofríos.
Entré por una ventana del segundo piso y vi a Prince Sword bloqueando los golpes del gorila mientras protegía a un grupo de personas arrinconadas.
- ¡¿DONDE ESTAR CHICA CORAZÓN?!- gruñó el gorila.
- Lo siento ella no se encuentra ¿Quieres que le deje un mensaje?- se burló Prince Sword.
- Suficiente.
En la entrada, con los brazos cruzados estaba Slave-Bell.
- Hemos revisado la zona y no ha aparecido.- dijo.- Significa que no vive por esta zona exclusiva de la ciudad, era lo que necesitaba saber.
¿Exclusiva? ¡Ah! Es cierto esta zona era conocida por sus habitantes de clase media-alta, no era muy cara pero si tenía clubes y bares selectos, aparte de que era una zona "ecológica" al tener ventas de materiales reciclables y construcciones ecológicas.
- Eso explica por qué la casa hogar tiene "cuartos" parecidos a departamentos.- pensé.
- No voy a perder más tiempo contigo.- dijo mirando al gorila.- Acaba con él.
El gorila sonrió y lanzó un golpe a Mikael con todas sus fuerzas. Bloqueó el golpe con las manos pero el impacto lo hizo estrellarse contra un escritorio haciendo que el florero que tenía encima se rompiera y derramara el agua.
- ¡TÚ DESAPARECER AHORA!- gritó el gorila antes de volver a atacar.
- ¡Detente!
Salté y junté mis manos para bloquear el ataque, seguramente del golpe me los rompería pero protegería a Mikael y eso era lo único que me importaba.
El gorila me golpeó, pero...no sentí...¿Nada?
En eso, el monstruo comenzó a gritar de dolor, se agarraba las manos y se arrojó al piso.
- ¡AHHGG! ¡MIS MANOS! ¡ROMPER MIS MANOS!
- ¿Qué?- no entendía lo que pasaba.
- ¡Diamond! ¡Tus brazos!
Sword se me acercó y miró mis brazos y entonces lo comprendí.
Desde mis codos, hasta la punta de los dedos ¡Estaban cubiertos de una piedra blanca brillante! ¡Casi como....si fuera un diamante!
- ¡Maldita sea!
Slave-Bell se acercó a nosotros ignorando al gorila, la calma que tenía anteriormente había desaparecido en su rostro, ahora parecía furioso y preocupado.
- No es posible que ya desarrollaras ese poder.- dijo apareciendo un palo de billar.- Si ya puedes hacer eso, entonces voy a aniquilarte aqui y ahora.
- ¡No!
Mikael se interpuso entre nosotros, pero entonces el agua del florero saltó hacia Slave Bell directo a los ojos, haciéndolo gritar.
Era nuestra oportunidad.
Mikael se lanzó hacia el hombre de la máscara sacandolo de la librería mientras yo levanté al gorila como si fuera de juguete y lo arrastré hasta la salida.
Una vez afuera los arrojamos hasta una azotea para alejarlos de la gente y pelear. Ambos atacamos rápidamente, el gorila pronto fue derrotado por Sword y regresó a su forma humana.
Pero cuando intenté golpear a Slave para quitarle la máscara, este lanzó una bola de billar al suelo y desapareció.
- ¡Maldición!- grité frustrado.
- Tranquilo, creo que acabó peor de lo que esperaba.- dijo Sword.- Pero ¿De dónde salieron estos poderes nuevos?
- No lo sé.- dije mientras la librería se reparaba gracias a nuestros poderes.- Haber venido a este lugar fue de mucha ayuda, tal vez ellos puedan decirnos más sobre estos poderes.
- Es cierto.- respondió pensativo.- Pero aún me gustaría saber ¿Quién hizo la llamada esa?
Yo también quería saberlo ¿Quién sabía mi identidad? ¿También sabía la identidad de Kaoru? ¿Sería el chico Trebol? Todavía tenía muchas preguntas para tan pocas respuestas.
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(Pv ?????)
- ¿Esos dos en verdad están dispuestos a seguir peleando? ¿En serio van a arriesgar su vida por los demás? Vaya idiotas, y algo me dice que ella también lo hará.
Observé a esos chicos hasta que desaparecieron en uno de los callejones, luego de un rato salieron con su aspecto de siempre, francamente no entiendo cómo ella teniendo tanto potencial se junta con dos chicos como esos dos.
- Mientras sólo sean amigos.- dije.- Pero entonces tendré que salvarlos a los tres, ese será mi último trabajo con este naipe maldito.
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