El sillón vacío

Todos estos años que he pasado solo no he dejado de pensar ni un solo instante en ti. Cada mañana que pasaba sentado en el sillón miraba uno igual que estaba a mi lado, pero vacío, y me imaginaba cómo hubiera sido ver a todas estas personas contigo a mi lado.

Me gustaba figurar tu sonrisa cada vez que Guss se tropezaba intentando atrapar la pelota e idear el sonido de tu risa al escuchar los comentarios de los alumnos cada fin de curso. Pero aunque ha pasado el tiempo y he llenado mis días con las historias de la plaza, no se ha llenado el vacío que dejaste al marcharte, y el sillón a mi lado seguía vacío.

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