Capítulo 34 -El fuego y la resurrección-
Escucho los gritos agónicos que se propagan desde las plantas inferiores y superiores, siento el dolor de mis compañeros del Ghoarthorg, noto cómo sus vidas se apagan y percibo cómo la construcción los devora.
Sufriendo por ellos, padeciendo porque ya es tarde para ayudarlos, trato de que su dolor no me nuble la mente, aprieto los dientes y avanzo recorriendo a paso ligero los últimos metros de esta inmensa estancia repleta de grandes estatuas que representa a Los Ancestros.
—Pagareis —mascullo, deteniéndome delante de una compuerta de metal negro, manifestando el mandoble, notando cómo se desplaza por mi brazo la energía que proviene del reino de La Nada—. Os destruiré.
Incrusto la hoja en la gran puerta, atravieso el grueso metal, proyecto la fuerza que me ha sido concedida, cierro los ojos, me imagino las inmensas estatuas de Los Ancestros partiéndose en pedazos y escucho cómo se empieza a agrietar el material que les da forma.
Mientras abro los ojos, mientras veo cómo la compuerta explota, casi como si tuviera vida propia, percibo la magnitud del poder que me ha sido ofrecido.
—La Nada... —susurro.
Despacio, bajo los brazos, hago que el mandoble se desintegre y, oyendo el estruendo que producen los fragmentos de las estatuas al impactar contra el suelo, me adentro en una pequeña sala repleta de barrotes.
Sin girarme, sin detenerme, echo la mano hacia atrás y creo una película de energía negra que cubre el hueco de la compuerta e impide que entre la polvareda que causa la destrucción de las estatuas.
Cuando alcanzo la primera fila de barrotes, me detengo y me fijo en el metal que les da forma. Sintiendo que dentro de ellos hay mucho más que una compacta aleación, acaricio uno y busco qué es lo que esconde.
Tras varios segundos en los que lo único que noto es un ligero calor en las yemas, percibo una presencia familiar y escucho dentro de mi mente:
«¿Vagalat...? ¿Eres tú...?».
Al saber quien es el que está proyectando sus pensamientos, embriagado por una fuerte emoción, con los ojos vidriosos, contesto:
«Sí, soy yo, hermano...».
Valdhuitrg, desde su prisión, vuelve a contactar conmigo:
«Después del resplandor, Athwolyort, Karthmessha y yo aparecimos delante de Los Ancestros... Manifesté todo el poder de mi llama y me enfrenté a ellos, pero una Ancestro me derrotó con facilidad... Me humilló y se rio de mis desgracias... Me recordó cada pérdida y me dijo que todo eso pasó porque así lo habían planificado... Entonces...».
Al sentir su dolor como si fuera el mío, al ver que se calla, le pregunto:
«¿Qué pasó, Valdhuitrg? ¿Qué hicieron?».
Transcurren varios segundos antes de que me responda, segundos en los que los lamentos que proyecta su alma me alcanzan y hacen que sienta su sufrimiento dentro de mí.
«Corrompieron a Karthmessha... Le nublaron la mente y la usaron para que atacara a Athwolyort... Para que le atravesara el pecho con una espada de fuego...».
Cierro los ojos, aprieto los dientes y, mientras una lágrima brota del ojo y me recorre la mejilla, prometo:
«Lo pagarán... Haremos que lo paguen... Lo juro...».
Siento cómo el sufrimiento de Valdhuitrg aumenta.
«Nada me gustaría más que arrancarles las gargantas y hacerles tragar sus burlas... Si no me hubieran convertido en ceniza, si no me hubieran atado a estos barrotes, ya estaría hundiendo mis dedos en sus cuellos...».
Abro los párpados, inspiro con fuerza, me aferro a la imagen de Athwolyort, al deseo de venganza y digo:
«Te liberaré».
Me echo para atrás, cubro los ojos con una capa de energía oscura, doy forma al mandoble y observo cómo han atrapado en el metal el alma y el cuerpo de mi hermano. Notando la lenta vibración que proyecta la esencia de Valdhuitrg, memorizando el ritmo, espero a que baje la frecuencia, doy un tajo lateral con el espadón y lanzo
un haz negro que parte por la mitad los barrotes.
Mientras veo cómo el metal se agrieta y se convierte en un polvo grisáceo que crea una lluvia de miles de partículas, mientras veo cómo la energía del alma de Valdhuitrg hace que los diminutos granos metálicos brillen, mientras siento cómo mi hermano empieza a manifestarse en medio de la nube resplandeciente, desmaterializo el mandoble y aseguro:
—Nos vengaremos.
Valdhuitrg, que termina de tomar forma cuando la lluvia de partículas luminosas está alcanzando el suelo, aprieta los dientes, materializa su poder en forma de intensas llamas que le cubren el cuerpo, alza la cabeza y termina de absorber la energía que permanece aferrada a los restos del metal.
—Pagarán —repite varias veces—. Pagarán por lo que han hecho. —Se contempla la mano, aprieta el puño, suelta un bramido, concentra más energía y hace que la estructura tiemble—. Los mataremos —me dice, mirándome a los ojos, reflejando en ellos la rabia que siente.
Afirmo con la cabeza, lo observo y contesto:
—Lo haremos. Haremos que deseen no haber existido.
Valdhuitrg baja la intensidad de las llamas que lo rodean, examina la sala con la mirada, se da la vuelta, eleva la mano y apunta con la palma hacia una pared.
—Nunca nos pudieron arrebatar del todo lo que es nuestro, lo que vive dentro de nosotros: nuestra libertad. —Lanza un haz rojizo envuelto en llamas que impacta contra el muro y lo deshace—. Reclamaré el poder de la llama, el que han recluido en esta construcción cimentada con el sufrimiento de los encadenados del Ghoarthorg. Me fundiré con ella y abrasaré sus almas.
Cuando empieza a andar, cuando se acerca a la obertura que ha creado, entiendo a qué se refiere. Aunque hasta este momento me había pasado inadvertido, ahora soy capaz de sentir el poder que ha sido aprisionado aquí, en algún lugar de esta construcción erigida a imagen y semejanza de Los Ancestros. He empezado a escuchar el sonido que produce La Llama Azul mientras arde. Quizá solo sea una pequeña representación de ese fuego tan antiguo, pero es más que suficiente para fundirse con mi hermano y darle poder para reclamar la fuerza de su linaje.
En silencio, lo sigo, me adentro en mis pensamientos, me miro la marca que me recorre el brazo y pienso en los poderes que están interviniendo en esta guerra; poderes que no pensábamos que lo harían.
Sin decir nada, me pongo al lado de Valdhuitrg, dejo que la esencia de La Nada siga tomando forma dentro de mí y camino en busca del lugar donde se halla aprisionada La Llama Azul.
Tras pasar por varias estancias y dejar atrás grandes pasillos, nos adentramos en una inmensa sala negra que tiene el suelo cubierto por una densa capa de ceniza. Después de caminar varios metros, de la parte más oscura de la estancia emergen unos seres oscuros que miden algo más de un metro y tienen unos ojos que brillan con un fuerte rojo.
Las criaturas se mueven a gran velocidad, traspasando con sus garras la densa capa de ceniza, hundiendo las afiladas puntas en la superficie metálica que queda oculta tras ella. El pequeño ejército de pequeños seres monstruosos avanza emitiendo sonidos guturales.
Cuando estoy a punto de manifestar el mandoble, Valdhuitrg grita, materializa dos espadas de fuego rojo, carga contra las criaturas, comienza a dar tajos con las hojas ardientes y trocea a los seres. Con cada movimiento, de las armas incandescentes se desprenden gotas de magma que caen en los seres heridos arrancadores aún más sonidos de dolor.
Observando cómo Valdhuitrg va acabando con las criaturas, cómo manifiesta su fuerza, cómo intensifica la capa de llamas que le recubre el cuerpo, sintiendo cómo consigue controlar su poder como nunca antes había visto, susurro:
—La llama del mundo de ceniza se ha unido a tu alma... —Empiezo a andar viendo cómo mi hermano de armas lanza una de las espadas contra un grupo de seres que emerge de otra zona de la sala—. Tu poder aumenta a medida que la llama moribunda prende con fuerza en tu ser... —Observo cómo Valdhuitrg coge a una criatura del cuello y cómo aprieta la mano hasta separar la cabeza del cuerpo—. Los Ancestros te han empujado a alcanzar tu potencial...
Sin acelerar el paso, caminando despacio mientras veo a mi hermano acabar con los últimos seres, pienso en el largo camino que hemos recorrido y en lo poco que nos falta para acabar lo que empezamos en el mundo de Los Ancestros.
Al pensar en lo que hemos vivido, no puedo evitar visualizar la imagen de Laht con el cuello roto, no puedo evitar escuchar su último graznido. Ese recuerdo brota y me es imposible frenar el odio, las ganas de venganza y el deseo de recobrar mi alma y dotar de nuevo de vida a mi cuervo sagrado.
Con eso en mente, me acerco a mi hermano que se halla jadeando en medio de un círculo de cadáveres de seres, con la mirada perdida, apretando con fuerza la empuñadura de la espada de fuego, repitiendo:
—Os mataré...
Aparto con el pie a una de las criaturas sin vida, me pongo a su lado, pongo la mano en su hombro y le digo:
—Alcancemos La Llama Azul y destruyamos a Los Ancestros.
Valdhuitrg se queda varios segundos observándome, pensando en lo mucho que ha perdido y en lo mucho que les hará pagar a Los Ancestros, asiente, empieza a caminar y dice:
—Está aquí. Atrapada entre las grietas de la existencia. Ardiendo entre los distintos planos. Atada a este templo de corrupción. —Tras caminar una veintena de metros, se detiene, extiende los brazos y manifiesta un muro de llamas rojizas que se elevan hasta chocar contra el techo—. La Llama azul, un gran fragmento de ella, ha sido encerrada por la corrupción para mantener inestable la barrera que separa la existencia de la fuerza de la imperfección.
Mientras veo cómo va perdiendo fuerza el muro de llamas, mientras observo cómo al apagarse va alimentando una grieta casi translucida de varios metros que empieza a vibrar, digo:
—La habían sellado en el mismo plano donde existe, entre medio de la existencia del Silencio y la morada de la corrupción.
Valdhuitrg se adelanta, alcanza la grieta, incrusta la espada de fuego en ella y hace que la fisura crezca, dejando a la vista una débil llama azul que lucha por no extinguirse. Poco a poco, después de que la espada lo avive, el fuego azulado empieza a crecer y propagarse fuera de la grieta, surcando la superficie del arma de Valdhuitrg, dirigiéndose hacia el brazo, alcanzando la mano y fundiéndose con el alma del demonio.
Tras casi un minuto, en el que el fragmento de La Llama Azul atrapado entre las barreras de las dimensiones se une por completo a mi hermano, Valdhuitrg retira la espada, deja que la grieta se selle, se da la vuelta, se mira la mano, aprieta el puño, hace que se envuelva con una potente llama azulada y me dice:
—Démosles a Los Ancestros lo que tanto tiempo han estado buscando. —Eleva la mirada y la centra en mis ojos—. Mostrémosles lo que es el temor. Asegurémonos que aprendan lo que es sufrir.
Observando cómo los iris se le tornan azules, viendo cómo la fusión de las distintas llamas hacen que su fuego interno se vuelva verde, contemplando cómo las llamaradas de ese color le surcan la piel, manifiesto el mandoble y contesto:
—Hagámoslo. —Cierro los ojos, elevo el espadón y busco la esencia de Los Ancestros: el corazón de su poder—. Por Athwolyort, por los compañeros caídos del Ghoarthorg y por los hermanos que lucharon en las ruinas. —Al sentir cómo vibra la esencia de la imperfección, al notar cómo se proyecta desde dos plantas más arriba, inspiro por la nariz, calmo mi mente, dejo que el poder de La Nada me hable y lo proyecto—. Démosles lo que tanto han buscado, démosles el fin de una existencia, de su existencia.
Abro los ojos, pongo una mano en el pecho de Valdhuitrg, mantengo el espadón elevado, alzo la cabeza y transporto nuestras esencias moviéndolas a través de la construcción.
Apenas cesa el leve zumbido que nos acompaña durante el segundo que dura el viaje, apenas terminamos de materializarnos, escucho la risa de la Ancestro y la veo caminar cerca de una pared de huesos corroídos en los que se hallan incrustados los cadáveres descompuestos de varios seres ataviados con armaduras azuladas.
Mientras sonríe, la Ancestro me pregunta:
—¿Te gusta mi hogar? ¿Te gusta la cuna de mi especie?
Sin dejar de observarla, hago que el espadón se funda con mi brazo, doy un par de pasos, muevo la cabeza hacia la izquierda y digo:
—Un ataúd gigante. —Elevo la mirada, observo los centenares de cuerpos sin vida incrustados en las grandes paredes de la construcción y bajo la vista—. Un ataúd que compartes con tus hermanos muertos.
La Ancestro acaricia la armadura de uno de los cadáveres, me mira a los ojos y responde:
—Ellos quisieron alimentar la obra. Me imploraron fundirse con ella. Me dijeron, Ashurted, nacimos de un mismo lugar, pero somos hijos de otra esencia. —Vuelve a acariciar la armadura y materializa una pequeña criatura de llamas casi traslucidas—. A la familia siempre hay que tenerla cerca. Tanto en la vida como en la muerte.
El ser de fuego etéreo observa a la Ancestro y le pregunta:
—Ama Ashurted, ¿inicio el último ritual?
Ella, sin dirigirle la mirada, contesta:
—Ve y prepáralo. Ya tenemos a casi todos los invitados.
La criatura se desvanece fundiéndose con la pared repleta de cadáveres y la Ancestro se queda mirándonos con una sonrisa dibujada en la cara.
Valdhuitrg gruñe, manifiesta con fuerza su fuego interno, se pone a mi lado y espeta:
—Te gusta tener a la familia cerca, pues haremos que estés aún más unida a ella. Desmembrada. Con tus vísceras en una pared y tus huesos en otra. —Da forma a dos espadas de fuego verdes—. Vas a pagar por el dolor de cientos. Vas a pagar por mi familia, por mi pueblo y por mis hermanos. Vas a pagar por Athwolyort.
Ashurted se separa de la pared, camina un par de metros en nuestra dirección y pregunta:
—¿El enano? ¿La mascota que has llevado a tu lado todo este tiempo? ¿La que trajiste hasta aquí para que tu amiga diablesa pudiera herir de muerte? —Valdhuitrg aprieta los dientes—. No te preocupes por él, como todos mis juguetes, los mantengo con vida hasta que dejan de divertirme.
Con el poder de cientos de estrellas ardiendo dentro de él, Valdhuitrg avanza unos pasos y dice:
—No vas a jugar conmigo. No vas a jugar con mi esperanza. Vengaré la muerte de Athwolyort.
Valdhuitrg corre hacia ella, intensifica el poder que proyecta, se prepara para lanzar estocadas, pero, poco antes de alcanzarla, la Ancestro mueve la mano, crea una barrera de energía azul oscuro con cientos de pinchos en su superficie y la lanza contra mi hermano de armas.
—¡No! —bramo mientras doy forma al mandoble, mientras corro hacia Valdhuitrg, mientras veo cómo los filos de energía se incrustan en el cuerpo de mi hermano.
El demonio suelta un fuerte grito mientras los pinchos se hunden en su carne y le queman los músculos. Sin dejar de aferrarse a las empuñaduras de las espadas, con la mirada fija en la Ancestro, aprieta los dientes, da un paso soportando el dolor y mueve la barrera que está incrustada en su cuerpo.
—No vas a vencerme tan fácilmente... No voy a caer como la última vez... —masculla, dando otro paso, obligando al muro de pinchos a retroceder.
Viendo cómo Valdhuitrg deja un rastro de sangre al avanzar, alzo el mandoble y me preparo para golpear el muro de pinchos. Sin embargo, cuando apenas me falta poco menos de un metro para alcanzarlo, Ashurted mueve la mano y arroja un haz invisible contra mí.
—Maldita... —suelto, cubriéndome con la hoja del espadón, frenando un poco el impulso pero sin evitar que el haz me haga retroceder.
En el momento en que la fuerza de la Ancestro deja de echarme hacia atrás, bajo el arma y observo cómo Valdhuitrg sigue avanzando, envuelto en llamas verdes, forzando la barrera.
—Vas a pagar —sentencia mi hermano a poco menos de diez metros de la Ancestro.
—Lo dudo —contesta ella, dando un par de pasos, alzando el brazo—. Eres testarudo, pero eso no te servirá de mucho contra el poder de que emana de la señora. —Baja la mano de golpe, genera una nueva barrera repleta de pinchos a gran altura y hace que descienda contra Valdhuitrg—. Tu especie cumplió bien su papel. Por eso seré magnánima y te daré un final rápido.
Sin darme casi tiempo a reaccionar, observo cómo el muro de pinchos de energía desciende, cómo se incrusta en la cabeza de Valdhuitrg, cómo le fuerza a bajarla y cómo le alcanza los hombros.
—¡Maldita! —bramo, corriendo hacia él, viendo cómo la potencia de la barrera lo obliga a arrodillarse.
Cuando la Ancestro está a punto de volver a lanzarme un haz, doy una estocada en el aire y le arrojo un rayo cargado de energía surgida del reino de La Nada. Con una sonrisa en el rostro, Ashurted, mueve la mano y genera una barrera para protegerse.
—Eres un iluso si crees que... —La energía de La Nada la silencia al atravesar su defensa, golpearla y lanzarla contra uno de los cadáveres incrustados en el muro.
Sin detenerme, sigo avanzando hasta alcanzar a mi hermano, alzo el mandoble, golpeo las barreras que lo mantiene arrodillado y consigo quebrarlas un poco.
—Te liberaré... —repito mientras vuelvo a lanzar el espadón contra los muros de energía.
Valdhuitrg concentra un poder que no para de aumentar, termina de fundirse con La Llama Azul, genera un muro de fuego a su alrededor y se levanta obligando que las barreras retrocedan.
—No podréis pararme —sentencia, elevando los brazos, generando un intenso brillo y haciendo que las pinchos estallen.
Con los ojos entrecerrados, cubriéndome el rostro con el antebrazo, escucho los pasos que da mi hermano de armas hacia Ashurted y oigo la respiración agitada de ella. Por primera vez, siento cómo nace el miedo en la mente de la Ancestro.
Valdhuitrg la coge del cuello, la eleva y la mira dejando que se plasme en su rostro todo el odio y el rencor que ha ido acumulado durante toda su vida.
—¿Qué se siente al tener miedo? —le pregunta, lanzándola hacia el centro de la sala—. ¿Qué se siente al saber que te van a arrebatar todo lo que te importa? —Camina hacia ella—. ¿Qué sientes sabiendo que tu vida y tus planes llegan a su fin?
Ashurted se levanta, alza la mano y se prepara para lanzar un haz.
—Siento alegría por estar a punto de consumir al último de tu especie.
Valdhuitrg aprieta los dientes, arroja una de las espadas de fuego y brama:
—¡Calla!
Cuando la hoja de llamas atraviesa a Ashurted, cuando la sangre azulada cae a chorros en el suelo, veo cómo uno de los brazos se desprende del cuerpo. Con la mirada fija en los ojos de La Ancestro, contemplando su incredulidad y dolor, siento cómo aumenta el poder de mi hermano, cómo arde con fuerza La Llama Azul en su ser.
Despacio, viendo a La Ancestro debilitarse, observo cómo Valdhuitrg posa la punta de su otra espada en la barbilla de Ashurted y escucho lo que dice:
—Pídele a la corrupción que te conceda un lugar más allá de tu cuerpo y alma, porque hoy se extinguen ambas.
Con un movimiento rápido, con el rostro reflejando la ira que lo posee, le corta el cuello y se mantiene con los músculos en tensión mientras la cabeza de La Ancestro cae al suelo y rueda por él.
—Conviértete en polvo —dice, al mismo tiempo que eleva el puño, lo envuelve en llamas verdes y crea una hoguera de fuego rojo que consume el cuerpo de Ashurted.
A la vez que la armadura y la carne de la Ancestro se convierten en ceniza, notando cómo el poder de este lugar no mengua, cómo palpita proyectando una esencia oculta, me acerco a Valdhuitrg y le digo:
—Tenemos que demoler esta construcción y acabar la presencia que se oculta en ella.
El demonio me devuelve la mirada, asiente y contesta:
—Pongamos fin de una vez por todas a este templo de corrupción y a lo que representa. —Hace que las espadas se fundan con su cuerpo y aprieta los puños—. Venguemos a los caídos.
Valdhuitrg empieza a proyectar una gran cantidad de poder, a brillar envuelto en llamas verdes y a hacer que la construcción vibre. Sintiendo la fuerza de mi hermano, me preparo para proyectar la energía de La Nada y ayudarlo a demoler este lugar cuando veo cómo la ceniza que formaba el cuerpo de la Ancestro se eleva y se desplaza con rapidez hacia un extremo de la sala.
Valdhuitrg deja de canalizar su energía y se da la vuelta justo a tiempo de ver cómo la ceniza se funde dando forma a Ashurted. Antes de que podamos decir nada, escuchamos sus risas y sus palabras:
—¿Acaso creías que sería tan fácil? ¿Que podrías acabar con tanta facilidad con una Ancestro, con una catalizadora de la corrupción, con una sierva de Shastrmathnet?
Empiezo a caminar hacia ella, manifiesto el espadón y digo:
—Hubiera estado bien. Aunque no me quejaré por tener la oportunidad de ver cómo vuelves a morir.
Ashurted sonríe, anda hacia mí, cierra los ojos y los cadáveres de sus hermanos incrustados en las paredes empiezan a brillar.
—Sueños de alguien que nunca ha conseguido nada. —Alza la cabeza, abre los párpados y deja a la vista el intenso brillo azul que proyectan sus ojos—. Sueños de alguien que nunca ha sido capaz de entender que su lugar estaba enterrado en lo más profundo de un pasado remoto. —Manifiesta a Laht sin vida, me lo muestra y aprieta la mano hasta convertirlo en una pringue rojiza que se escurre por su puño—. Sueños de un iluso que creía en un mundo en silencio.
Al ver cómo cae al suelo la plasta en la que se ha convertido mi cuervo sagrado, no me puedo contener y me abalanzo hacia ella blandiendo el mandoble.
—Te haré pagar —escupo, preparándome para partirla por la mitad.
Ashurted sonríe, espera al último momento, esquiva la hoja y me golpea con el dedo índice en el pecho, haciendo que se desmaterialice el espadón y empujándome varios metros.
Jadeando, vuelvo a dar forma al mandoble, veo cómo Valdhuitrg se pone a mi lado, cómo materializa las espadas de fuego y corro junto a él, preparándome para acabar con la vida de la Ancestro.
Al mismo tiempo que esquivamos un haz, mientras nos separamos para atacar por ambos lados, Valdhuitrg intensifica el tamaño de las llamas que le recubren el cuerpo y asegura:
—Da igual las veces que renazcas, da igual las veces que quieras huir de tu destino, acabaremos contigo una y otra vez.
Doy un salto, lanzo la hoja del mandoble contra la Ancestro y sentencio:
—Te pudrirás junto a la corrupción.
Cuando el arma está a punto de alcanzarla, la Ancestro eleva la mano, la frena, carga el espadón de energía y lo hace explotar. Con los fragmentos del mandoble incrustados en el cuerpo, salgo disparado por el aire.
Mientras vuelo, mientras caigo y doy varias vueltas por el suelo, gracias a los sentidos aumentados percibo cómo Valdhuitrg lanza varios ataques con las espadas de fuego. Con cada estocada, escucho el ruido de las llamas al impactar contra el metal de la armadura que cubre el antebrazo de la Ancestro. Con cada ataque, siento cómo Ashurted extrae de mi hermano parte de la llama trasmutada sin que él se de cuenta.
Cuando cesa la inercia, cuando termino de rodar, flexiono los brazos, me pongo de pie y grito:
—¡Valdhuitrg, está absorbiendo tu fuego! —Al ver que mi hermano de armas no me escucha, doy unos pasos e insisto—: ¡Valdhuitrg, deja de atacar, blinda tu fuego!
Después de que Valdhuitrg sigua sin prestarme atención, al cerciorarme de que realmente no me oye, observo la cara sonriente de Ashurted y susurro:
—Está jugando con su mente...
Con el cuerpo dolorido a causa de los fragmentos del espadón incrustados en los músculos, empiezo a caminar para alcanzarlos. Sin embargo, apenas doy cuatro pasos, me topo con un muro invisible.
—Una barrera —suelto, posando la palma en la superficie—. No es la energía de la Ancestro...
Escucho unos pasos detrás de mí, me doy la vuelta y veo cómo surge de las sombras un Ancestro con una piel de un azul más oscuro que la de su hermana y una armadura que aun siendo del mismo tono roza la negrura.
—No, no es su energía —me dice—. Es la esencia pura de la corrupción.
Lo miro a los ojos, veo cómo resplandecen con un intenso azul marino, doy un par de pasos, me encaro a él y espeto:
—Da igual de dónde saques la energía, da igual de dónde la saque ella, vamos a acabar con vosotros.
Sin mover un músculo, sin tan siquiera pestañear, el Ancestro hace que mi cuerpo se eleve un par de metros, que vuele y que impacte contra la barrera. Tras el choque, tras sentir como si me partieran la columna, tras caer al suelo, aprieto los dientes, me levanto, vuelvo a mirarlo a los ojos y aseguro:
—No vais a vencer.
El Ancestro camina despacio, sin dirigirme la mirada, contemplando cómo su hermana está secando el fuego interno de Valdhuitrg.
—Tienes razón, no vamos a vencer. Ni siquiera combatimos. Esto hace mucho que acabó.
Meneo la cabeza, me concentro, hago que los fragmentos del espadón emergen de mi cuerpo, que den forma al arma, la blando y suelto:
—No vas a jugar conmigo. No me vas a engañar con tus palabras. —Concentro el poder de La Nada y hago que la hoja resplandezca—. Hemos venido a acabar con vosotros y eso es lo que vamos a hacer.
Avanzo los metros que me separan del Ancestro y lanzo un tajo con el espadón. Cuando la hoja está a punto de alcanzarle, el arma se detiene en el aire y empiezo a sentir como si mi cuerpo pesara toneladas.
Aguanto todo lo que puedo, pero, tras unos segundos, los brazos y las piernas me pesan tanto que soy incapaz de sostener el mandoble. Viéndome obligado a soltarlo, miro al Ancestro y digo:
—Tus trucos no me detendrán mucho.
Por primera vez, aparta la mirada de su hermana, la dirige hacia mí y contesta:
—No son trucos. Moldeo la realidad y utilizo tu poder en tu contra. —Toca la hoja del mandoble—. El ser que te dio esta arma es alguien poderoso, puede que incluso más que Shastrmathnet, pero su reino permanece cerrado, aún no puede reclamar los fragmentos polvorientos del Silencio, y por eso su poder es limitado aquí. —Con solo desearlo, hace que el mandoble se convierta en ceniza—. Hemos planificado durante muchos eones cómo traer de vuelta a nuestra señora y ni siquiera la personificación de La Nada podrá evitar que Shastrmathnet vuelva a respirar.
Aunque siento el poder que emana del interior del Ancestro, aunque sé que me supera por mucho, que ha neutralizado parte de mi fuerza, aprieto los dientes, cierro los puños y dirijo los nudillos contra su rostro.
—Nunca dejaremos de luchar —mascullo.
El Ancestro no dice nada, se mantiene inmóvil, esperando el golpe, con la mirada fija en mis ojos. Después de que mis nudillos alcancen su cara, cuando siento cómo los huesos de la mano se quiebran, en el momento en el que se me escapa un gemido, me arroja al suelo con su poder, camina hacia la barrera invisible, la atraviesa y dice:
—Lucha lo que quieras, no te lo impediré.
Sintiendo el brazo arder, me levanto, golpeo el muro invisible con el puño sano y bramo:
—¡Caeréis! ¡Tú y tu hermana!
Ignorándome, camina en dirección a Valdhuitrg y Ashurted. Cuando está lo bastante cerca, cuando deja de ocultar su presencia, mi hermano de armas se gira, lo observa, se da cuenta del muro invisible y murmura:
—Han estado jugando con nosotros. —Se mira el puño, ve cómo la llama verde pierde fuerza—. Me habéis estado usando. —Fija la mirada en la Ancestro y aprieta los dientes—. Siempre combatís usando las ilusiones.
Ashurted sonríe y dice:
—La unión de la llama de tu estirpe con la de la llama azul estaba predicha, planificada hace eones. La has alcanzado para ofrecérnosla.
Valdhuitrg aprieta los puños.
—Trucos... Ilusiones... Artimañas... —Cierra los ojos y, como si estuviéramos conectados por la cadena que nos unió en el Ghoarthorg, alcanzo sus pensamientos, veo que recuerda a su abuelo, a su mujer, a su hijo y a los compañeros que cayeron en las rebeliones que llevó a cabo—. Siempre... —Abre los párpados y fija la mirada en el rostro sonriente de la Ancestro—. No os bastaba con superar en poder a las criaturas que sometías, tenías que jugar con ellas, llenarles las cabezas de mentiras y hacer que sufrieran por las medias verdades.
El Ancestro se detiene a unos metros detrás de Valdhuitrg y dice:
—Obramos según deseamos.
—Sí... —masculla Valdhuitrg—. Obráis movidos por una naturaleza corrupta...
Ashurted extiende la mano y empieza a hablar:
—Danos el resto de tu esencia, fúndete con la fuente de poder que representa este cementerio sagrado y descansa con los tuyos. —Valdhuitrg observa la palma de la Ancestro, antes de elevar la mirada para fijarla en su rostro—. Acaba con tu lucha inútil. Entrégate y deja de sufrir. No vale la pena padecer más.
El demonio baja la vista, inspira por la nariz y asegura:
—Tienes razón... —Vuelve a mirar a Ashurted—. No vale la pena padecer más... No sirve de nada...
Cuando Ashurted sonríe, cuando cree que mi hermano de armas se va a entregar, Valdhuitrg extiende los brazos, canaliza una inmensa cantidad de poder nacido de su llama interna y hace que la estructura de la construcción tiemble.
Sintiendo cómo se incrementa la fuerza del demonio, notando cómo está incluso quebrando el muro invisible, susurro:
—La Llama Azul... La Llama Azul nació de la corrupción y de La Luz Perpetua... La Llama Azul puede reclamar parte de ese poder...
Ashurted manifiesta una decena de esferas oscuras y las arroja contra Valdhuitrg.
—Noto tu miedo —asegura mi hermano, creando un muro de fuego que deshace las bolas de energía—. Eres el eslabón débil. Eres prescindible.
El demonio manifiesta las espadas de fuego y se lanza contra la Ancestro.
—¡Esclavo! —brama ella, creando un muro de energía azulada.
Cuando las hojas de fuego impactan con la barrera, la defensa de Ashurted se agrieta y estalla.
—Nunca entendiste tu papel —dice Valdhuitrg—. Nunca supiste por qué tu hermano no te devoró como al resto de los tuyos.
Observo los cadáveres incrustados en las paredes, alterno la mirada entre Ashurted y el Ancestro, siento los pensamientos de Valdhuitrg, percibo cómo La Llama Azul le ayuda a adentrarse en la mente de nuestros enemigos y digo:
—Él preparó este momento... —Veo cómo el Ancestro se mantiene inmóvil, contemplando cómo los ataques del demonio hacen retroceder a su hermana—. Quería que ella almacenara parte del fuego de Valdhuitrg para que su muerte sirviera para incrementar la vibración de esta sala, para que se pudiera cargar con más energía...
Cuando Ashurted comprueba que su poder mengua, cuando se da cuenta de que Valdhuitrg la supera por mucho, mira a su hermano y pregunta:
—Zhahyustetth, ¿por qué? —Después de que el demonio le hunda la espada de fuego en el estómago, vuelve a dirigirse al Ancestro—: ¿Por qué le dejas? ¿Por qué conduces mi energía hacia el cementerio sagrado?
Valdhuitrg saca la espada de su cuerpo, ve cómo Ashurted cae de rodillas y responde:
—Tu hermano planificó tu muerte hace mucho.
Incrédula, observando a Zhahyustetth, Ashurted suelta:
—Prometiste que traeríamos juntos a nuestra señora.
—Te engañó —dice Valdhuitrg, antes de hundirle la hoja en el pecho e incinerarla—. Te usó, como al resto de los vuestros. —Retira la espada, ve cómo Ashurted se convierte en polvo y se da la vuelta y centra la mirada en Zhahyustetth—. Como has estado usando a todos. A mi pueblo, a mis hermanos del Ghoathorg, a Vagalat...
Cuando el muro invisible se quiebra y desaparece, avanzo sintiendo cómo el poder de La Nada vuelve a inundar mi ser; la marca del brazo se torna más intensa, el ser que me la trasmitió ha aumentado la cantidad de fuerza que puede filtrar desde su reino.
Observando de reojo a mi hermano de armas, viendo cómo me mira asintiendo, fijo la mirada en Zhahyustetth, manifiesto el mandoble y aseguro:
—Este siempre fue tu plan. Robarme la esencia de Las Ascuas Oscura, de los fragmentos de La Luz Perpetua y la del hermano que renegó de ti. —Valdhuitrg se pone a mi lado—. Tu plan era absorber los pedazos del Silencio y la unión de las llamas.
Zhahyustetth se mantiene inmutable, sin mover un músculo, sin parpadear, casi ignorando nuestra presencia. Tras unos instantes, el ser de fuego translucido que manifestó Ashurted se materializa a su lado y dice:
—Amo, la esencia de la última Ancestro se ha fundido con la grieta, el fuego ha comenzado a quebrar los restos de la última barrera.
Zhahyustetth hace que el ser se extinga, mueve ligeramente la cabeza, nos mira y dice:
—Vuestro papel en la resurrección ha dado comienzo.
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