Mi amada Carlota
Era uno de esos días de marzo en los que las nubes se movían a la voluntad del viento y el sol me abrigaba y acogía en su regazo. En el ambiente se podía oler el suave perfume de los azares y flores primaverales, las aves danzaban con una gran alegría.
Recuerdo constantemente por las noches su voz, su blanca piel como terciopelo, su pelo tan lacio y negro como la noche cayendo hasta su angosta cintura, sus ojos color marrón que al verme reflejado en ellos no pedía nada más en el mundo, y sus hermosos labios pétalos perfumados...
Quién soy? Mi nombre no es importante... porque si lo fuera Carlota aun estaría conmigo y seriamos tan felices como aquella tarde que ella decidió que debía conocer el mar.
Recuerdo como ella solía mirarme, con sus dos hermosos luceros, mis pupilas se dilataban tanto como la luna llena.. Pero ella ocultaba tanto detrás de sus ojos.. Sus ojos, ríos después de la lluvia, expresaban no sólo tristeza, también sed de venganza, lava derramada de la punta de un volcán en erupción ...
Ahora ya nada me importa.. Pues ella se ha ido y nunca más tendré la dicha de ver su belleza tan deslumbrante como el sol de la mañana. Cual ángel caído... nunca más la sentiré entre mis brazos como aquella brisa de verano... Carlota... no hay día que no estés en mis pensamientos; pues siempre el reloj me hablara diciéndome que te has ido...
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