Es del dominio público que Alondra es la mujer con quien decidí pasar el resto de mis días. Pero en un principio no existía semejante pensamiento. Alondra simplemente debía convertirse en la #5 de la lista de las mujeres con quien intentaba escapar del recuerdo de Carlota.

Cuando Carlota se fue, toque el fondo del abismo y me di una vida frívola; llena de esos lujos innecesarios, las cenas caras, las fiestas. Beber vino al despertar era un habito y tomar pastillas para dormir una necesidad.

Los romances de una semana, fugaces y arrebatados eran mi pasatiempo predilecto. Acababa de terminar de convencerme que los besos de Nadia no eran nada interesantes y que Daniela no era una opción de vida.

Entonces ella me encontró, abarrotado de trabajo. Agobiado y perdido en mi propia inmundicia. Elena no estaba más, Carlota jamás volvería. Yo era un penoso caso.

Ella se sentó a mi lado y al parecer miro algo más en mi de lo que todos suelen mirar. Ella insistió en estar a mi lado a pesar de mi poco interés en prestarle atención. Y yo en mi arrogancia deseaba solo pasar un par de días con ella y luego fingir que nunca la conocí.

Los días fueron pasando... Mirarla no me era un deleite, me parecía como mirar cualquier cosa. Hasta ese día en que mi curiosidad me guio hasta sus labios. Eran suaves... tersos... y pude notar como el color de sus mejillas se encendía. Ella era bella, divertida, considerada, romántica. Estaba perdida y yo con ella.

Así fue como los días se convirtieron en meses y los meses en años de amarla... Ella era todo lo que yo no tenía. Y eso me brindaba paz. Siempre y cuando ella estuviera conmigo.

Por miedo a no perderla, le he contado todo a medias. Nunca le decía como era todo antes de que ella llegara. Y Carlota simplemente es una mujer que un día yo conocí.

Me logre convencer a mí mismo que jamás volvería a ver a Carlota. Que ella posiblemente jamás estuvo. Que probablemente solo fue un sueño y había despertado.

Comencé a vivir para Alondra. Planear para Alondra. Así todos los sueños que existían con Carlota se quedaron en un cajón, del cual nunca deben escapar.

Cambie totalmente mi vestimenta, mis planes y mi forma de vivir por Alondra. Ella se volvió todo. Quizá un poco más...