•Especial III•

Comenzar a salir fue una travesía para los cuatro, más para JiMin que para sus alfas al parecer.

De por sí, Los Min tenían una reputación algo sobresaliente, ahora eran el centro de atención de todos pues los hermanos compartían a un único Omega, y no solo eso, sino que habían demostrado ser lo suficientemente posesivos para no dejar que absolutamente nadie de acerque con intenciones desconocidas.

A menos claro, personas dentro del grupo de amigos de su chico, como lo era TaeHyung o JungKook su novio.

Ellos tenían pase libre con los Min para estar tanto como gusten con JiMin, no tenían inconveniente alguno.

Pero con los demás era otro caso, aunque de los tres, el más violento era Agust, ya sean rumores o murmullos, si alguien hablaba mal de su chico inmediatamente entraba en conflicto y no de buena manera.

YoonGi y Suga eran más calmados y solamente en ciertos casos tomaban cartas en el asunto.

Cómo por ejemplo en esa ocasión, dónde JiMin había entrado en celo deliberadamente y se vio acorralado por dos alfas qué tenían todas las intenciones de tocar al rendido Omega.

En esos momentos él se odiaba, porque estando en celo y sin una marca, no era completamente capaz de defenderse y era bastante imposible que solo y sin armas pueda hacerlo contra dos alfas perfectamente capaces de romperle el cuello.

Había gritado cuando fue llevado a la fuerza hacia una de las aulas vacías de clases, tan asustado y temeroso con estragos en su pecho porque su lobo de ninguna manera aceptaba a aquellos dos hombres como posibles candidatos. Por primera vez en lo que llevaba de Vida, realmente odio ser Omega y se sintió terriblemente asustado de los alfas.

Cuando sus prendas de ropa comenzaban a ser rasgadas con brusquedad, soltó un grito tan alto que recibió un golpe en respuesta, pero tan rápido como eso paso, el hombre que tenía en frente desapareció de su vista al igual que el otro.

No tuvo el valor para ver en frente lo que pasaba, solo escuchaba gruñidos, gritos y cosas rompiéndose. No fue sino hasta que sintió el olor a café que abrió los ojos encontrándose con YoonGi cargandolo.

No lo pensó dos veces, abrazó el cuello ajeno mientras hundía su nariz allá y lloraba desconsolado.

En la otra parte de aquel salón estaban Agust y Suga amenazando muy en serio con lanzar a aquellos dos por la ventana.

Habían sentido la angustia de JiMin, pero fue complicado encontrarlo, hubiesen querido que fuese antes y eso es lo ur les molestó en serio.

Los estudiantes comenzaban a reunirse al rededor de todo el corredor y el jardín por dónde se podían ver dos cuerpos siendo sostenidos de caer al suelo.

El mayor de los Min cubrió el cuerpo semi desnudo del Omega con su suéter manteniéndolo entre sus brazos y mirando con recelo a todos los demás que se acercaban para averiguar qué había sucedido.

Únicamente dejó a JungKook acercarse más de la cuenta y agradecía enormemente al Omega por tener supresores, eso le había facilitado mucho las cosas.

Esa tarde, los tres Min junto a los otros dos estudiantes habían recibido castigos. Unos menos severos que los otros.

A los trillizos les tocaría pagar la ventana y mesa que habían roto pero eso no fue problema. Solo salieron de ahí llevando al menor con ellos, a su apartamento. Esa fue la primera vez que JiMin descansó en el lugar.

Habían tardado mucho para hacerlo dormir pues el menor seguía tan asustado que solo temblaba y lloraba recordando las manos en su cuerpo y los golpes que recibió por pedir ayuda.

Pero una vez que despertó, Park se encontró con la imagen de sus tres pretendientes abrazándolo a cada lado y pudo ver la cabeza de YoonGi en su pecho.

De ser otra ocasión se hubiese despertado de esa manera estaría gritando de terror, pero esa vez solo suspiró calmado, deleitando su olfato con aquellos tres aromas que según él, iban bien juntos.

Además pudo notar que estaba vestido, bueno, algo así, tenía un suéter y unos pantalones de pijama. Por lo que se mantuvo quieto todo ese tiempo solo descansando.

-¿Cómo te sientes?

Volteó a su derecha encontrándose con Agust, el alfa parecía a penas despertar pero no daba tantas señales de eso. JiMin no sabía exactamente qué responder pero le sonrió ligeramente.

Esa noche, descubrió que Agust podía ser tan dulce como la misma miel, pues mientras sus hermanos despertaban, él lo llevo a la sala para hacerle de comer y calmarlo mientras veían una película.

Ahí también había comenzado la costumbre de estar siempre en sus tiempos libres de esa manera.

JiMin había descubierto muchas cosas, como los sueños de los tres, el hecho de que eran unos dormilones y también que a pesar de ser terriblemente posesivos, también podían ser tiernos como unos gatitos.

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