El don

Esa noche no paré de darle vueltas al mensaje de la abu. ¿Qué habría querido decir con aquello?

Me había tenido que quedar con las ganas de tener respuestas. No había querido adelantarme más, a pesar de mi insistencia. Hasta la quise llamar, sin éxito. Quizás el episodio de la llama era mucho más complejo de lo que parecía a simple vista. Me pregunté si acaso la abuela conocía al chico que estaba con el animal también, al que me moría de ganas de volverme a cruzar.

Tendría que ejercitar mi paciencia y distraerme con otra cosa, hasta que ella volviera. Esperaba que no fuera tan difícil como mi ansiedad me quería hacer creer.

Y la distracción perfecta llegó de la mano de Lula.

Lula The Best: Eu
Van a dar un seminario de maquillaje artístico el martes

Vamos?

Tú: que copado! dale vamos

Lula The Best: Es tematica circo
Onda el cirque du soleil

Tú: Me muero!!!! Amo!!!

Lula The Best: Yo sabía que te iba a gustar
Ahí te reenvío el flyer

Desde que había descubierto al Cirque du Soleil dos años atrás, me había vuelto re fan. La música, los números, los vestuarios... Arte puro. Era impecable por donde se lo mirara. Cuando tuve la posibilidad, me había ido a ver el espectáculo de Kooza, que presentaron en Capital. Ahí, me había terminado de enamorar. Si ya ver videos era impresionante, verlo en vivo me había volado la cabeza.

En la invitación, decía que iba a venir una influencer que había trabajado con ellos. Era un workshop intensivo, medio caro pero valía la pena el gasto. No había muchos eventos de esos en Sauce Blanco, así que tenía que aprovechar la oportunidad.

El día llegó y yo ya no podía conmigo de lo ansiosa que estaba. Lula no se sentía muy diferente tampoco. Ella no era tan fan del circo, pero sí de Luthien, la maquilladora que daba el curso.

Mientras esperábamos a que empezara, me mostró su Instagram de arriba abajo. Era una artista excepcional. Sus trabajos transmitían a la perfección cada personaje. Con semejante portfolio, sabía que aquella sería una experiencia inolvidable.

Cuando nos dejaron pasar, nos sentamos juntas frente a la mesa larga del aula. Ya estaba todo preparado con multitud de pinceles, maquillaje artístico y espejitos para todos. Acomodamos nuestros cuadernos y cartucheras con más esmero que el que le habíamos puesto a todos nuestros años de escuela juntos.

La clase empezó y la disfruté muchísimo. Luthien tenía una personalidad muy extrovertida, que derrochaba confianza y seguridad. Le ponía tanta pasión a sus explicaciones que nos tenía a todos hipnotizados con sus palabras. Nos dio un montón de consejos muy útiles y los fue mechando con sus experiencias. Pero lo verdaderamente mágico de ese día fue cuando nos tocó a nosotros poner manos a la obra.

Si bien me encantaban todas las manifestaciones artísticas, no destacaba de manera especial en nada. Bailando, tenía dos pies izquierdos. Cantando, le ponía corazón, pero nada más. Cero oído musical. Pero había algo que sí se me daba bien: el dibujo. No era guau, pero me defendía mejor que el promedio.

Se ve que la vena de artes plásticas la había heredado de la abuela Yoli. Nunca había pintado con pinceles, porque lo mío eran los lápices de colores y los pasteles, pero ese día en el seminario tuve un revelación.

Con Lula, habíamos decidido que una sería la modelo de la otra, y la primera en probar el ejercicio que había propuesto Luthien fui yo. Analicé la foto con el modelo que había elegido y los materiales de los que disponía. Tomé el pincel con determinación y empezó la magia.

Perdí la noción del tiempo y del espacio. Solo existían mis instrumentos y mi lienzo, la piel tersa de mi amiga Lula. Las formas fueron apareciendo en mi cabeza con una claridad que me sorprendió. Pinté, mezclé colores, me animé a jugar más allá de la consigna y disfruté como nunca antes.

Cada tanto, la profesora hacía una ronda por toda la mesa, pero no prestaba atención a lo que decía. Había una sola cosa importante en ese momento: mi arte. Recién cuando di la última pincelada volví al planeta Tierra. Me temblaban las manos de la alegría que estaba sintiendo.

—¡Noooo, boluda! —exclamó Lula cuando se vio al espejo— ¡Me encanta!

Parecía una ninfa sacada de un cuento de hadas. Sonreí de oreja a oreja, feliz de que le gustara lo que había pintado. Luthien se acercó a nosotras y aplaudió. El grito de mi amiga había atraído todas las miradas. En otras circunstancias, me habría muerto de la vergüenza, pero estaba demasiado contenta como para que me afectara en ese momento.

—¡Excelente, Bel! Muy bien logrado —me felicitó—. ¿Lo puedo publicar en mis redes?

—¡Obvio! —acepté sin dudar.

Nos hicimos una selfie las tres, antes de que Lula empezara a trabajar conmigo. Cerré los ojos y me relajé, mientras ella hacía lo suyo.

—La verdad, me da vergüenza pintar después que vos —admitió.

—No seas tonta, Lu. Te va a salir genial —le aseguré—. Tenés rebuena mano para estas cosas.

Noté un ligero temblor en su pulso y abrí los ojos. Le agarré las manos, después de apoyar su pincel en la mesa.

—Negri, calmate —le pedí.

—Es que me pone renerviosa que Luthien me vea.

—Boluda, pero si vos hacés unos laburos geniales. ¿Miedo de qué? —le pregunté, con dulzura—. ¡Sos una genia y la vas a romper! Respirá hondo y vamos para adelante.

Lula esbozó una sonrisa nerviosa y asintió en silencio.

**********

La jornada terminó con felicitación doble. El trabajo de Lula también se había ganado los aplausos de todos los que asistimos. Yo no podía estar más orgullosa de mi amiga.

—Te dije que la ibas a romper —le dije al oído.

—Ay, gracias, amiga —me dijo, dándome un abrazo—. Lo de hoy fue un sueño cumplido.

Nos habíamos quedado con las caras pintadas. Nos daba mucha pena borrarlo tan rápido. Estábamos tan contentas con nuestras obras de arte, que no nos importaba nada que la gente nos mirara raro en la calle.

Enfilamos para la plaza para sacarnos fotos. Aquella ocasión ameritaba una buena sesión para presumir en nuestras redes sociales. Todavía había buena luz, así que los colores salían espectaculares en las fotos. Teníamos material para rato.

Algunos nenes que estaban jugando se nos acercaron para preguntarnos de dónde veníamos.

—Somos del circo —les respondió Lula, guiñándoles el ojo—. ¿Les gusta el circo?

—¡¡Sí!! —contestaron a coro y nosotras nos morimos de amor.

—Cuando yo sea grande voy a ir al circo también —dijo una nena de unos cuatro o cinco años.

—Yo-yo también voy a ir. ¡Voy a ser mago! —gritó otro, un poquito más grande que ella.

—¿Quieren que nos saquemos una foto? —les pregunté, ya sintiéndome una estrella.

Busqué con la mirada a la familia de los chicos y distinguí al grupo de mamás que los acompañaba. Les repetí la pregunta a ellas y sonrieron en respuesta. Una se acercó con su celular también y nos hizo de fotógrafa.

—Por si te quedaba alguna duda de que sos grossa, amiga —le dije a Lula cuando volvimos a quedarnos solas.

—¿Y vos? Te lo tenías bien guardadito —me reprochó con una sonrisa.

Después de cansarnos de retratar nuestras obras maestras, nos dirigimos a la casa de Lula, que vivía más cerca del centro. Me contó una vez más sobre la vuelta de Joaco y los planes que ya estaban haciendo. Le brillaban los ojos de la emoción. Estaba muy feliz por ella.

Parloteamos todo el camino, hasta que un cartel pegado a un poste me llamó la atención. La palabra circo resaltaba más que nada, así que solté el brazo de Lula y me acerqué a verlo más de cerca.

El diseño me hacía a acordar un poco a Dumbo. Era bien vintage y tenía una ilustración tradicional con un montón de personajes, con sus nombres abajo. Anunciaba que estaban de gira y ese mismo mes pasarían por nuestro pueblo.

—Che, ¡qué copado! —dijo Lula, que se había parado al lado mío—. ¿Vamos?

—Dale —le contesté, sin prestarle mucha atención—. Está re bueno el dibujo, ¿viste?

Nos quedamos un momento admirando el arte, hasta que advertí un detalle que hizo que el corazón me latiera un poquito más rápido. Ahí, entremedio de todos, había dos figuras que se me hicieron muy conocidas. Un chico alto de cabello negro ondulado y una llama con flequillo de costado.

—Lorenzo y Víctor —leí en voz baja.

—¿Qué cosa, Bel? —me preguntó mi amiga.

—No, nada —le respondí.

Parecía que no iba a hacer falta que siguiera buscando a mi chico misterioso.

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¡Hola! Después de actualizar todos los días, tuve que frenar la agenda 😭 Pero me pude hacer el espacio para traerles un capítulo más.

Este fin de semana tengo el estreno de 2 obras de teatro que vengo preparando todo el año. ¡Deséenme suerte! 💕 

El próximo capítulo lo estaré subiendo la próxima semana 😌

¡Gracias por acompañarme! 💕💕











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