Capítulo 3
Ahora sí estoy perdida. No había forma de engañar a un verdadero fan de Hernández, por mas detallista que fuera con los otros detalles al momento de enviar al correo para que pareciera real. Estoy tratando de pensar pero no puedo.
—Me rindo—murmuro.
—¿Qué?
—No puedo engañar al jefe. Es demasiado conocedor de estos temas.
—¡No seas tonta! Dame eso —dice Valeria, quitándome el celular de las manos.
Me muerdo las uñas mientras observo como mi amiga hace algo en mi celular. No quiero ver.
Me tira su celular de repente.
—Busca las respuestas a sus preguntas mientras gano algo de tiempo.
De: Sebastián Hernández
Fecha: 3 de abril de 2020 - 10:20
Asunto: Indignado
Para: Daniel Acevedo
Señor Acevedo.
Comprenderá que mi tiempo es muy valioso y me sorprende que sospeche de mis acciones. Tal vez deba fijarme en otra empresa.
—¡NO!
Valeria y yo miramos hacia los lados. ¿Esa era la voz de Daniel?
Mi amiga contiene una risita.
—Nuestro jefe parece tener el complejo de fangirl. Quien lo diría. Ah, como nos podríamos divertir con esto.
La respuesta de Daniel tarda un par de minutos en llegar. Si acaso he encontrado la respuesta a la primera de sus preguntas.
De: Daniel Acevedo
Fecha: 3 de abril de 2020 - 10:25
Asunto: No era mi intención
Para: Sebastián Hernández
Discúlpeme señor Hernández. Es solo que soy muy desconfiado.
¿Puede contarme más acerca de este proyecto?
—¡Eres increíble! —me lanzo a abrazar a Vale— ¿Chantaje emocional? ¿Por qué no se me había ocurrido?
—Simple, porque soy mas inteligente que tú —dice, sacándome la lengua.
—Claro, señorita "juego Lol hasta las tres de la mañana".
—¡Oye! Eso ayuda a mi inteligencia. Es muy estratégico.
—Claaaro.
Bueno, ¡tengo muchas ideas! Daniel está al otro lado de esta pantalla dispuesto a escucharlas todas. Pero, ¿por donde debería empezar? Cierto, le dije que enviaría a alguien de forma incógnita. Claro, en primera instancia esa sería yo misma, aunque él no lo sabrá. Una vez hecho eso podremos pasar al paso dos.
De: Sebastián Hernández
Fecha: 3 de abril de 2020 - 10:27
Asunto: No era mi intención
Para: Daniel Acevedo
Me alegra mucho que tenga tan buena disposición.
Dígame señor Acevedo, ¿cuenta con área de informática?
—Pssst. Lore, ¿a donde quieres llegar? ¿Quieres que te descubran en el nivel uno? —pregunta Valeria con sospecha.
—Shhhh.
De: Daniel Acevedo
Fecha: 3 de abril de 2020 - 10:28
Asunto: Ahhh, ¿sí?
Para: Sebastián Hernández
Sí, así es.
Tengo dos empleados muy buenos allí.
—¿Se refiere a Santiago y a Cruz? ¡Pero si nosotras hacemos todo el trabajo! —me indigno —. Santiago solo se dedica a coquetear contigo.
Valeria me da un codazo. Ok, no puedo decir que mi amiga no trabaje porque sí que lo hace, y ahora mismo es de mucha ayuda.
—Eso es culpa tuya.
Regreso mis ojos al teléfono. Siento las manos frías. Creo que esta va a ser la hazaña mas grande de mi vida hasta ahora. ¿Me llevarían a la cárcel si se enteraran de que hackeé el sistema privado de la empresa para un plan personal? Probablemente.
—Sí son tan buenos, pongámoslos a prueba.
—¿Qué dices?
De: Sebastián Hernández
Fecha: 3 de abril de 2020 - 10:30
Asunto: Genial
Para: Daniel Acevedo
¿Cree que sería posible crear un espacio para un periódico virtual para mañana?
—¡¿Para mañana?! ¡Estás-! —le pongo la mano en la boca, su voz suena amortiguada bajo mi mano.
De: Daniel Acevedo
Fecha: 3 de abril de 2020 - 10:34
Asunto: Claro
Para: Sebastián Hernández
Pondré a mis dos mejores hombres en ello. ¿Tiene alguna preferencia especial para el periódico?
—Venga Lore, esta muy bien tu plan y todo, pero tenemos que volver al trabajo.
—¡Espera! Tengo que contestarle primero.
—Después le contestas. ¡Vámonos!
Valeria me arrastra en contra de mi voluntad hasta el área de informática después de terminar el tiempo de descanso. Miro con frustración como ella termina sentada en otra ubicación mas lejana de la mía. Me siento al lado de Aura y Carolina, aguantándome las ganas de abrir el correo. Estoy demasiado rodeada. Si lo hago aquí podrían descubrirme.
Creo que ya se me quitó el sueño.
Se nota mucho que estoy impaciente porque Carolina me mira con una ceja alzada. No puedo dejar de mover mi pie y tamborilear los dedos sobre el escritorio. Estoy ansiosa. Quiero contestarle, quiero seguir con mi plan, no estar aquí con las demás como borregos enjaulados. Aunque hago lo que me gusta no debería ser en estas condiciones.
¿Por qué no me busqué otro trabajo, como una persona normal? No sé, me gusta este lugar. No lo digo por este hueco horrible, me gusta la empresa.
—¿Te pasa algo? —me pregunta Carolina, mirándome—. ¿Tienes ganas de ir al baño o algo así?
—En realidad...—miro a Carolina a los ojos. Detrás de ella, Stella parece algo interesada. No, no puedo hablar. Ya es peligroso con que Valeria lo sepa, si comienzo a regar el rumor mis probabilidades se reducirán— solo estoy preocupada.
—¿Por qué?
—Porque ... ah... porque...
¡Mierda! ¡No se me ocurre una buena excusa! Decido decir lo primero que se me pasa por la mente.
—Porque no me ha bajado el periodo últimamente.
Carolina suelta un sonidito de sorpresa y Stella también, aunque trata de aparentar que no está oyendo.
—¿Qué? Eso es grave Lorena. ¿Has tenido relaciones últimamente?
Ruedo los ojos.
— ¿Cómo crees? Yo-
Alguien abre la puerta con una fuerza estrepitosa. Salto en mi sitio, entre asustada y feliz porque me hayan interrumpido. Sin embargo cuando veo quien está ahí de pie, se me va el alma a los pies.
Daniel.
El jefe.
Nuestro apuesto jefe y al que estoy engañando.
¡¿Qué hace aquí?! ¡Él nunca viene!
No es posible. ¿Acaso me descubrió y sabe que yo soy la fuente de los correos? Creo que me voy a desmayar.
—Lorena, estás pálida.
—¿Quieres un vaso de agua?
No. Solo necesito volver a mi lugar feliz. Valeria me hace señas desde la distancia, igual de asustada que yo. ¡¿Qué hace él aquí?!
Se ve tan imponente y tan atractivo... ¡No! ¡¿En qué estoy pensando?! Él es un machista opresor.
Su nariz se arruga en desagrado tras vernos. Uno pensaría que un hombre estaría feliz en una habitación llena de mujeres, pero él parece incómodo. ¿No le gusta estar aquí? Me gustaría preguntarle por qué nos metió en un cuarto tan oscuro a la mayoría de las mujeres de la compañía, fuera de las señoras de la cocina y las rubias tontas que sirven como secretarias.
¿Qué hay de malo con nosotras?
—Santiago—llama el jefe con voz autoritario. Él no lo mira, no quita sus ojos de Valeria—. ¡Santiago!
Éste parece reaccionar. Se queda mirándolo por un momento igual de relajado.
—Eh, ¿qué pasa hombre?
—Necesito que Cruz y tú organicen un espacio para un periódico en la organización. Para mañana.
Santiago frunce el ceño en clara confusión.
—¿Qué? ¿Para qué?
Daniel se queda callado en silencio, y por un momento sonríe. Se nota que realmente le ilusiona todo esto del escritor. Hernández es tan importante para él que lo hace muy feliz que le esté prestando atención. Aaaawww es tan lindo cuando sonríe.
Me abofeteo.
—Sebastián Hernández escogió nuestra empresa para uno de sus famosos experimentos sociales. Será una gran oportunidad y una buena promoción para la empresa.
Me gusta verlo así de feliz, no sé por qué. Parece tan ilusionado con el hecho de que su escritor favorito lo haya tenido en cuenta, y por un momento me hace sentir mal de lo que estoy haciendo.
—Oh, ¡eso es increíble! Tu escritor favorito, viejo—Santiago se levanta y le da unas palmaditas en la espalda. Se nota que son buenos amigos—. Pero Cruz y yo estamos algo ocupados aquí. ¿Para mañana? ¿Estás loco?
—Vamos, no me puedes fallar—medio susurra Daniel—. Es mi gran oportunidad.
Me estoy sintiendo muy culpable ahora mismo.
—Si quieres puedes poner a alguna de éstas a hacerlo —sugiere Cruz, entrando a la conversación y señalándonos a nosotras con el pulgar—. A ver si pueden hacer algo que funcione.
¡Pero si casi todo lo que funciona aquí es gracias a nosotras!
La expresión del jefe pasa de ilusión a desprecio casi de forma instantánea.
—No. Ellas no sirven más que para lavar los platos—espeta Daniel con una mirada fría—. Solo están aquí por una estúpida ley de inclusión.
No sé por qué pero sus palabras me afectan. Quiero conocerlo pero nunca podré hacerlo si no elimino ese pensamiento de su cabeza. ¿Cómo podrá Sebastián Hernández hacerlo cambiar de opinión?
—Quiero ese periódico para mañana. No le voy a quedar mal a Hernández. Lo harán ustedes dos, sin discusiones.
—¡Pero...!
Daniel no los deja hablar y se va del lugar. Ambos hombres se quedan estáticos, mirándose entre ellos.
Santiago se gira hacia nosotras.
—Bueno, ya oyeron, nosotros tenemos trabajo que hacer, trabajo de verdad. Así que ustedes terminen nuestros deberes de hoy. Debemos ponernos a trabajar.
—Para mañana, ¿se enloqueció el jefe? —pregunta Cruz, su voz desvaneciéndose mientras ambos se van a encerrarse a una pequeña oficina privada, al fondo del área de informática.
—¡Valeria, tráenos café y galletas! —grita Santiago desde la oficina.
Valeria me mira con cara asesina desde el otro lado. Nos han puesto mas trabajo a todas por mi culpa.
Suspiro. Creo que mi plan va a costar un alto precio. Y según Valeria, también va a costar mi cabeza.
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Menos mal que las otras compañeras de trabajo no saben, porque sino no solo Valeria querría su cabeza.
¡Hola a todos! ¿Cómo amanecieron hoy? Espero que estén todos muy bien ^^ Parece que Lorena se ha librado de las sospechas de su jefe, y éste parece estar muy ilusionado.
¿Pero por qué Daniel desprecia tanto a las mujeres? ¿Habrá alguna razón oculta?
¡Espero que les haya gustado! Dejen sus opiniones, ¡los estoy leyendo!
Nos leemos muy pronto ;)
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