Capítulo 22


—No estoy seguro de esto.

—¡No te preocupes! Yo te agarro—le digo, muy confiada de mí misma.

—Pesas como la mitad que yo.

—Esto es una prueba de confianza, se supone que confíes en mí.

Daniel suspira con pesadez y trata de tirarse pero duda. Quiero tirarme de los pelos. ¡Llevamos así veinte minutos! La verdad es que no somos los únicos que estamos en la misma situación, sobre todo cuando se trata de los hombres hacia las mujeres. Nosotras pesamos menos, así que muchos dudan de que podamos agarrarlos. Estamos haciendo el típico ejercicio de te paras delante de mí, te dejas caer y yo te agarro. Aun no ha sido mi turno, pero eso es culpa de él. ¡Está tardando demasiado!

—Ni siquiera pudiste levantarme —y sigue.

—¡Daniel! Deja de pensar por cinco minutos y hazlo. Desconecta tu cerebro.

—No puedo. 

—Entonces dame la orden, como presidente. Así no desobedeceré.

—¿Estás loca? ¿Qué clase de estupidez es esa?

—¡Solo hazlo!

Por su cara se nota que no está muy convencido, pero tiene que hacerlo de una buena vez. Estoy tratando de ignorar el hecho de que me duele que no confíe en mí, pero no soy nadie para pedirle confianza. ¿Por qué me duele tanto? ¿Soy idiota? No debería darle tanta importancia, casi no me conoce, no tiene por qué confiar en mí... pero aun así duele.

—Daniel...

—De verdad no puedo.

—¿Ni por tu escritor favorito? ¿Ni siquiera por él?

No dice nada. No sabía que en el fondo Daniel fuera tan indeciso, puede que toda esa fortaleza que muestra solo sea una fachada. Me siento mal, tanto porque no confía en mí como porque no me deja ayudarlo, y aunque sé que no tengo derecho quiero ayudarlo a sentirse mejor consigo mismo. ¿Estaré loca? Es mi jefe, pero lo quiero como si fuera algo mas importante. Sí, él es importante para mí. Ni siquiera yo lo entiendo.

—Confía en mí—le digo—. No te dejaré caer por nada del mundo.

—¿Segura?

—Sí. Por favor...

Suspira y se da la vuelta. Cruza los brazos sobre su pecho. ¿Va a hacerlo? Por un momento siento miedo, ¿de verdad voy a ser capaz de agarrarlo? No, tengo que pensar positivo, no puedo dejarlo caer. Su cuerpo va cayendo hacia atrás, pero se arrepiente a la mitad del camino y comienza a gritar. ¡Que susto! Me abalanzo hacia él y lo agarro, pero pierdo el equilibrio. ¡Sí que es pesado!

—¡Deja de hacer eso! ¿Quieres que me de un infarto? —lo regaño.

Quien lo diría, nuestro aclamado e increíble presidente, asustado de una caída de confianza. Me echo a reír en su cara, sigue acostado sobre mis brazos con una cara muy graciosa. Oh no, está molesto. 

—Sigues tú—farfulla.

Ahora que me toca a mí, me doy cuenta de que esto no es tan sencillo. Volteo la mirada hacia un lado, Carolina y Juan David están peleando. ¿Qué? ¿Peleando?

—¡No es mi culpa que tú seas tan lenta!

—¡Estoy fuera de forma!

—Sí, eso se nota. ¡No hemos ganado ningún ejercicio, todo por culpa de que tú no eres capaz de concentrarte en nada!

Carolina lo mira con dolor y se aleja con rapidez. ¿Por qué? Juan David, íbamos tan bien. Lo miro, me mira y comienza a caminar hacia nuestra dirección. Esto es malo.

—Daniel, larguémonos de aquí—le dice a Daniel.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta él de espaldas a mí.

—Tenías razón, esto es estúpido. ¿Por qué nos estamos involucrando con ellas?

No, esto no es lo que tenía que pasar. ¿Por qué esta pasando esto ahora? No es solo él. A nuestro alrededor puedo ver como hombres y mujeres comienzan a pelearse. Extrañamente Santiago y Valeria son de los pocos que no están peleando.

—Juan David...—murmuro.

—Tú cállate—me dice. Vuelve a mirar a Daniel—. Hay que irnos.

—¿Es porque te peleaste con Carolina? —pregunto.

—¡Te dije que no te metieras, mujer! —grita.

—Estás siendo inflexible, sabes que ella no tiene la misma resistencia que tú. Yo también soy mujer y a pesar de eso Daniel logró ganar.

—¡Ya cierra la boca! —se altera. Uy— Esto... ¡esto es estúpido! ¡¿Por qué estamos haciendo esto?! Todo por esos estúpidos retos.

Fue culpa de Valeria, no mía. A mí no se me ocurrió esto.

—Di algo, hombre.

—Lorena, déjate caer.

¿Qué? ¿Y eso a que viene ahora?

—Ehhh...

No estoy segura de eso. Podría caer, él no me agarraría y el peso de mis llantitas haría que mi peso atravesara la tierra y llegara hasta el centro de la misma. Pero yo le pedí confianza y después de veinte minutos él me la dio. ¿Pero cree que este es un buen momento, cuando su amigo le está hablando algo alterado? Ni siquiera sé cual es su posición respecto a lo que está diciendo Juan David.

¿Y si solo quiere que caiga para volver a su punto de hombre machista?

—Hazlo.

—Pero...

—Es una orden.

Juan David no deja de mirarlo de una forma retadora, como si se estuvieran peleando con los ojos. Trato de voltearme para mirar, pero Daniel me interrumpe:

 —Lorena.

—¿Seguro?

—Sí, no te dejaré caer.

Eso sonó muy tierno. No, corazón estúpido, ¡no te aceleres! Está bien, caeré en sus brazos porque primero: quiero estar en sus brazos, segundo: él tuvo la confianza de dejarse caer y tercero: quiero estar en sus brazos.

Ay no, ¡¿qué me está pasando?!

—¡Esto es estúpido! —refunfuña Juan David, realmente furioso— ¡Daniel!

—Lorena, hazlo.

Cierro los ojos y me dejo ir. Que la ida al hospital si no me agarra valga la pena.

Pero pasa algo extraño. No abro los ojos pero todo a mi alrededor es muy abrupto, sobre todo cuando Daniel no solo se limita a agarrarme, sino que prácticamente me abraza de forma acelerada y brusca, y nos tira a ambos a un lado. Mis latidos aumentan de frecuencia con velocidad, y no precisamente por emoción. Abro los ojos y trato de enfocar la escena. Mis manos tiemblan, creo que hasta me tiemblan los dedos de los pies. ¿Acaso Daniel no me iba a agarrar? ¿Es eso? ¿Iba a dejarme caer?

Pero... ¿por qué está Juan David en el suelo?

—¡¿Estás loco?! —le grita Daniel.

Juan David trata de reincorporarse, limpiándose los rastros de tierra de su cara. Luego se ve perturbado. No entiendo, ¿qué intentó hacer? ¿Qué fue lo que pasó?

El pecho de Daniel se agita cuando grita. Ambos estamos sentados en el suelo, él agarrándome con mas fuerza de la necesaria, como si estuviera... asustado.

—¿Es en serio?—Juan David se pone de pie—. Solo es una maldita secretaria, Daniel.

¿Cómo dijo? Yo le voy a mostrar quien es solo una maldita secretaria. Trato de abrir la boca, pero no puedo moverme. Mis manos están temblorosas. ¿Estoy tan asustada?

—No se trata de eso, es un ser humano—regaña Daniel—. Esto ya no se trata de que sea mujer, ¡intentaste agredir a un compañero de trabajo! ¡Trataste de empujarla al suelo mientras caía, joder!

¿Qué...?

¿Por... por qué? Me ayudó a limpiar el salón de eventos, incluso le dio un regalo a Carolina y me dijo que creía que todo esto de la separación de géneros en la empresa era un error. ¿Por qué ahora hace esto? No lo entiendo. ¿Todo lo que he hecho no sirve de nada? 

¿Por qué no podemos llevarnos bien? ¿Ser amigos? ¿Divertirnos entre todos? Incluso otras personas están discutiendo. ¿Por qué las cosas no pueden ser diferentes?

Me arden los ojos. Creo que quiero llorar.

—Olvídalo—se pone de pie—. Solo... olvídalo. Yo me largo de aquí.

Se marcha, dejándome con un hueco en el corazón mas grande que antes. Limpio mis lágrimas con una de mis manos temblorosas. Soy una estúpida. Debí saber que era demasiado bueno para ser verdad. No puedes obligar a la gente a cambiar.

—¿Estás bien? ¿No te hiciste daño? —le oigo preguntar.

Está preocupado por mí. Eso es muy dulce, pero al final puede que él se vuelva como Juan David y todo vuelva a ser como antes. No quiero eso.

Su brazo hace mas presión sobre el mío, manteniéndome pegada a él, pero no soy capaz de hablar. Las palabras las tengo atoradas en un nudo en la garganta. Entierro mi cabeza en su pecho. Él se queda estático sin saber que hacer. Lo siento, Daniel. No me siento muy bien. Sé que no entiendes por qué me refugio en tu pecho, así que tendré que inventar una buena explicación para esto.

Sé que esto debe ser incómodo para él. Soy una estúpida, ¿qué estoy haciendo? Trato de separarme, pero me sorprende cuando usa su otro brazo y me aprieta mas contra él. Lo oigo murmurar un Lo siento sobre mi cabello. No dejo de preguntarme si esto está bien, pero de repente ya no me importa. Solo quiero quedarme aquí con él.


💌

...........................

Este capítulo es extrañamente agridulce, sí, así lo describiría. ¿Qué creen ustedes? ¿Habrá Juan David vuelto a la posición de antes? ¿Creen que Valeria tuvo razón y logró convencer a Lorena de que estaba enamorada de Daniel?

¡Nos leemos en la próxima!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top