››› El Jardín Donde Nos Sepultamos (xxxᴠɪɪ)





¿Tienen pañuelos a mano? Los van a necesitar.





Las lágrimas en mis ojos se habían detenido por completo.

―¿Que?―alcance a decir mirando sus labios en un trance infinito.

―Siempre supe que algo sucedía dentro de tu pecho―. Me miró fijamente a los ojos. ―Te conozco, Lorelai. O solía hacerlo. Pero lo sabía. Sabía exactamente cómo te sentías.

―Teddy...―murmuré y él sonrió con melancolía.

―Extrañaba tu voz diciéndolo―dijo con ternura. ―Extrañaba el sonido de mi nombre saliendo de tus labios.

―Laurie, no...

―Lo sé. Lo sé.

―¿Como...

―Lo lamento, Lorelai. En verdad lo siento.

―Laurie...―susurre y las lágrimas salieron con fuerza deformando mi rostro.

―Lo siento mucho, Lorelai. No era mi intención. Lo lamento―sin pensarlo, Laurie me contuvo entre sus brazos mientras yo forcejeaba con alejarlo.

Él... Él siempre lo supo. Él lo sabía. Él vivió sabiéndolo. Se casó sabiéndolo, fue rechazado por Jo sabiéndolo, tuvo una hija con Amy sabiéndolo, se fue a Europa sabiéndolo. ¿Por cuánto tiempo lo supo? 

Comencé a golpear su pecho inútilmente porque no tenía la fuerza para lastimarlo de la manera que quería, de la manera que yo me sentía lastimada.

―¿Como pudiste hacerme esto?―llore.

―No tenía la intención de hacerlo, Lory. Estaba aterrado. 

―No lo entiendo―negué intentando alejarme de él pero tenía mis brazos entre sus manos.

―Siempre lo supe, Lorelai. Pero eras lo unico que tenia que valía la pena sacrificar para no lastimarte. Eras lo único que nunca me atreví a tocar, lo único que no podía permitirme romper―explico. ―No iba a pedirte tu mano jamás porque sentía que no te merecía. Nadie te merece. Y sabía que era un idiota por eso, pero no iba a pedirte la mano porque sabía cuán poco era para alguien como tu, sabia que merecías mucho más de lo que podía darte. Mereces a alguien que te diga que te ama con todo el valor que un hombre puede tener. Mereces a alguien que pueda amarte más de lo que tu creas. Alguien que te cuide, que te proteja, que no se equivoque, que te anhele. Mereces a alguien que... que no tenga palabras para expresarte su amor.

―¿Porque, Laurie? ¿Porque me haces esto?

―Lo sé, lo lamento. 

―Jamás amaré a nadie como te ame a ti, Laurie. Jamás podría.

―¿Y si alguien te ama de la forma que me amaste? ¿No sería suficiente?―preguntó.

―Tu eras suficiente, Teddy. Meg puede decírtelo, Meg lo sabe. He batallado toda mi vida con demostrartelo y cuando crei que debia hacerlo, después del tren, tu solo corriste tras Jo ¿Como puedo perdonarnos algo así? ¿Como puedo tomar aquello como un error, si solo eramos unos niños?

―Lo siento.

―¿Como puedo enojarme cuando fui yo la que debí correr detrás de ti y gritartelo?

―Nunca fue tu culpa, Lory. No digas eso jamás―tomó mi rostro entre sus manos y limpió mis lágrimas debajo de mis ojos. ―Yo nunca hubiera tenido el valor que se necesita para amar a alguien como tu.

―¿Tienes idea de cómo se sintió llegar y verte formar una familia con Amy cuando todos estos años imagine que volvía y que te decía la verdad? ¿Acaso tienes una idea del dolor con el que vivire por el resto de mi vida? ¿Tienes idea acaso de cuánto deseé que les cuentes a tus amigos europeos sobre nosotros y que te sienten en algún baile y te digan que no me dejes ir porque soy el tipo de mujer que no volveras a conocer y el mismo tipo de mujer que te arrepentirás de olvidar? ¿Tienes idea de cuánto deseé haber sido uno de ellos y que te obliguen a buscarme para que pueda decirte todo de una sola vez? ¿Tienes idea de cuanto sufri sosteniendo el recuerdo de nosotros para que no se desvanezca y así yo poder seguir viviendo en dicha ilusión? ¿Tienes idea, Laurie, acaso, de cuántos poemarios llene con tu recuerdo y cuantos te dedique durante toda mi vida? ¿Tienes idea, Laurie?

―Fui un idiota, Lorelai.

―Pero... ¿Te arrepientes?―cuestione y nuestro alrededor se llenó de silencio. ―¿Te arrepientes de haber sido un idiota sin valor? Porque yo sí, y muchísimo.

Laurie no dijo nada, y el silencio es mucho más doloroso que todas las palabras de la existencia. El silencio te aniquila poco a poco y te deja sufriendo sin piedad. El silencio te enseña y te contiene, pero tambien te mata y te desvela. Este silencio me mato, y no sabía si era capaz de revivir de algo así.

―¿Alguna vez sentiste algo por mi, Laurie?―interrogue con tanta ira contenida que sólo podían salirme lagrimas.

Si decía que sí, si afirmaba alguna vez haberme amado pero se casó con Amy porque él creía que yo era demasiado para él. Si admitía que alguna vez me amo, yo viviría el resto de mi vida preguntándome quién fue más cobarde como para limitarnos un amor tan puro y verdadero. Si dijera que sí pasaría el resto de mis noches condenada a pensar que el miedo que nos ató es el mismo que nos observará llorar a solas en matrimonios infelices porque creíamos que no podíamos hacer feliz a la persona que amábamos.

Pero si dijera que no... Si negara alguna vez haberme amado... Sería la historia de amor más dolorosa que haya escuchado nunca jamás. La historia de una chica que vivió enamorada de un recuerdo que mantuvo vivo con sus alucinaciones sobre algo que había dejado de ser real, o que quizás nunca lo había sido. Si llegara a negar haberme amado me daría cuenta que solo era yo en esta situación, que aunque corriera detrás de él con todo el valor despues de que Jo lo haya rechazado, iba a ser él quien me rechace a mi. Si dijera que no notaría mi corazón quebrarse por completo una última vez, porque ni siquiera aunque le rogara podría obligarlo a amarme de la misma forma que yo lo hacía. Si llegara a decir que no, eso significaba que no tenía opciones, no tenía chances, no tenía oportunidades. Eso significaba que solo era mi propia imaginación. Mi propio corazón.

Nunca habia leido u oido alguna historia de amor donde solo un corazón se enamora tan perdidamente que podría latir por ambos. Las historia de amor son mutuas, ambos personajes caen perdidamente por el otro tarde o temprano. Pero esta historia de amor solo consistia en un corazón alocado y apasionado que se había sostenido de recuerdos fantasmas que la habían mantenido viva durante años. Recuerdos que alteró para su propio bienestar, para creer una fantasía que al final del día la mataría por completo. Esta historia consiste en un corazón que ha batallado por un amor inexistente que al final la dejaría en cama por alguna enfermedad desconocida, pero que en el fondo, ella y su corazón saben que fue el amor y la fantasía aquello que los mato. Qué fue exactamente lo mismo que los mantuvo vivos, lo que ahora los está desviviendo.

―Mejor no respondas―me apure a decir y camine un par de pasos alejándome de Laurie.

―Cuando amas inmensamente a una persona, entiendes que jamás podrías pedir su mano―explico. ―Cuando amas a alguien tan vivamente, no serías capaz de mostrarle tus demonios porque sabes que al final del día terminarán lastimandolos. Lorelai―me llamó y solamente lo miré sobre mi hombro. ―No te casas con quien amas, te casas con quien puede batallar con tus demonios.

Quizás tenía razón en eso. 

¿Pero cómo podía darle la razón ahora mismo al hombre que acababa de romper mi corazón para siempre? ¿De qué servía darle la razón si ya había formado una familia con Amy? ¿De qué servía darle la razón si ya no había vuelta atrás? ¿De qué servía darle la razón si nunca me amo?

―Siento haberte causado tanto daño, Lorelai. Pero no sabía cuán importante era para ti...

―Callate, Laurie. Simplemente callate―farfulle sosteniendo una de mis manos en mi pecho como si sintiera el vacío que dejó la falta de un corazón que quizás jamás existió.

Entendí cuán rota estaba en cuanto no sentí la necesidad de explicarlo entre metáforas y versos poéticos. No tenía la fuerza y no sabía si alguna vez volvería a tenerla.

¿Pero cómo podía odiarlo? ¿Como podía ser su culpa? 

Laurie jamás me amo de la manera indicada como para culparlo. Laurie nunca hizo nada para lastimarme, yo inventé toda la historia en mi cabeza. No podía odiarlo y culparlo por amar a Amy o a Jo de la manera que yo quería ser amada.

"No te casas con quien amas, te casas con quien puede batallar con tus demonios."

¿Y si era Laurie quien sabía batallar con mis demonios? ¿Y si era Laurie para mi la persona con la que debía casarme? Pero definitivamente yo era la persona que él amaba pero que no batallaba con sus demonios. La persona con la que no se casaba. 

¡Que complicado! 

Dos corazones que se amaban pero no de la forma en donde encajaban. Dos corazones que se anhelaban pero de maneras distintas. ¿Cómo podía culparlo y odiarlo por eso? Simplemente no podía. Y es incluso más difícil, porque ahí entendí que ni Laurie, ni Jo, no Amy tenían la culpa. Era yo quien se había convencido a si misma de que al volver él estaría soltero esperando desposar a alguien y yo podría contarle mis sentimientos esperando que me despose. Era yo quien había huido solo con recuerdos en la maleta que estaban lo suficientemente arreglados como para alimentarme por años.

―¿Amy lo sabe?―pregunte.

―¿Cómo podría decirle algo así? ―Y certeza exactamente no le faltaba. Todo este tiempo tuvo el leve sentimiento de que Amy me había quitado lo que más quería ¿Pero acaso ella no se sentiría de la misma forma si supiera todo esto? ¿Acaso ella no se sentiría de la misma forma si fuera completamente egoísta con ella?

―¿Y Jo?

―Sospecho que me rechazo para que me confesara contigo. Pero no lo sé con certeza―al decirlo solo pude soltar un jadeo de dolor. Volteé a verlo y corri hasta estar lo más cerca de él posible.

―Dime que todo es mentira, Laurie. Dime que estoy alucinando. Dime que es parte de mi fantasía―tome su rostro entre manos acariciándolo con necesidad y delirando. ―Despiértame y dime que todo estará bien. Dime que solo soy yo intentando alejarte. Dimelo, Teddy. Te lo suplico.

―Lo siento, Lorelai.

―Dime que alguna vez seré feliz amando a alguien más y que todo esto es un sueño. Dime que todo estará bien y que me olvidaré de tí si fuera real. Dime algo que pueda sanarme, Teddy―rogue y apoye mi frente en su pecho.

―Lorelai―me llamó y levante mi mirada. Su cabeza giró desesperadamente observando a nuestro alrededor como si temiera que nos vieran y se aseguro que nadie estuviera cerca. ―¿Aun recuerdas nuestra más reciente promesa?―consultó tomando mi mentón con solo dos de sus dedos para guiar mi rostro a su gusto.

―Todo lo que suceda en este jardín morirá con nosotros como las flores de nuestras tumbas―susurré sintiendo su respiración más cerca de lo que alguna vez estuvo. Su corazón y el mío latían a la par separados por nuestras costillas y pieles. Yo sentía el movimiento agitado de su pecho y juraría que él podía sentir el mío de tan cerca que nos encontrábamos. Era un delito, un crimen... Pero quizás era un último crimen lo que necesitaba para matar a este corazón perdido.

Y nunca cometí un crimen, pero si se sintiera de esta forma sería una criminal por el resto de mi vida. 

Sus dedos obligaron a mi rostro a acercarse al suyo y sus labios se encontraron con los míos en el nacimiento de una flor invisible entre nosotros. El sabor de la fruta prohibida nunca se había sentido tan tentador y verdadero. Mi cuerpo nunca se había sentido tan vulnerable y mis labios jamás habían sido besados de esta forma, o besados en general. 

Si la poesía física existiera, sería así. Sus dedos en mi mentón guiando con delicadeza los movimientos de mi boca sobre la suya como si me enseñara a bailar. Toda nuestra vida pasó frente a mis ojos cerrados deseando que aquel momento sea eterno aunque sea lo único que haga.

Por un momento, me sentí libre de culpa. Por un momento, supe que no me encontraba besando al esposo de Amy, padre de Bess. Por un momento supe que frente a mi sostenía mis labios en un paseo utópico el chico del que me había enamorado en mi niñez. Por un instante no sentí la culpa de pensar en mi hermana, porque no estaba cometiendo ningún delito. El hombre que tenía frente a mi era el Teddy que yo conocía, dándome el beso con el que siempre soñe, en una estación de tren, bajo nuestro árbol, en su biblioteca. No sentía culpa porque no era el esposo de mi hermana a quien besaba, sino al chico de mis memorias, al que me mantuvo viva durante mi solitaria estadía en europa. Me encontraba besando al mismo chico del que había estado enamorada toda mi vida.

Sus labios fueron desgarrados de los míos con pena como si ya hubieran formado una sola piel entre ellos. Se distanció unos centímetros y vi la culpa en sus ojos. Vi quizás un poco de aquel arrepentimiento, de aquel chico, esposo de mi hermana, de aquel que se había casado con Amy y era padre de su hija.

Ya no era el Teddy que yo conocía.

Fue ahí donde me di cuenta de cuánto me había amado y de cuánto estaba dispuesto a sacrificar para demostrármelo. Pero que jamás, nunca, había sido el tipo de amor digno para desposarme. Y ahora él cargaba con una culpa que yo no percibía porque yo había besado al chico que conocía, y él a la hermana de su esposa.

Ninguno dijo nada y comprendí que ni siquiera en aquel beso donde creí haber sentido al chico que conocia, ni siquiera en aquel instante Teddy me perteneció. Jamás me perteneció.

Era irónico... 

Siempre me sería irónico el hecho de que una March lo rechazó, otra lo desposó, y otra lo amo incluso sabiendo que jamás le perteneció. Era hasta incluso poético. 

Acaricie mis labios sin poder creerlo y relaje mis hombros.

―¿Fue eso una señal de rendición?―pregunte.

―Quizás fue una despedida―susurro lentamente. ―No podemos hablar de esto, no podemos volver a mirarnos de esa forma. No podemos hacer más nada que aceptar lo que sentimos y vivir con ello. Debemos dejarlo ir, Lory.

Lo suplico, pero en el fondo sabía que nunca había pensado en ello hasta que llegue de Europa.

Me había besado solo para que pueda darle un ciclo al amor más importante que tuve en mi vida. Y ni siquiera había sido real.

Y al darme cuenta de que su beso fue una despedida, un beso en la frente de un difunto antes de su entierro, sentí lo más horrible que puede sentir un poeta en su vida. Su mundo artístico y de inspiración se acababa por completo. Tantos poemas y nunca hubiera pensado que todos acabarían aqui, muertos en un hermoso jardín de Concord en los labios de aquel a quien ame y amaré, pero que jamás podría amarme devuelta de la misma forma.

―Lo entiendo...

―Nunca fue mi intencion lastimarte, Lorelai. Nunca.

―¿Quieres decir algo más antes de que enterremos todo esto en uno de los jardines más hermosos de todo Norteamérica? ¿Antes de que sepultemos quienes solíamos y pudimos ser?―consulté y él sonrió de lado.

―Siempre fuiste tan dramática.

―Soy una poeta, Laurie. No puedo evitarlo.

―Quizas si tenga algo último que decir―pensó y permanecí en silencio a la espera de sus últimas palabras. ―Quizás en otra vida, Lorelai, quizás en otro tiempo hubiera tenido el valor de haberte dicho la verdad. Y quizás en un futuro, cuando ya no nos importe y hayamos crecido, podremos compartir nuestras historias como amigos y no como extraños amantes que se han guardado demasiado con culpa. Quizás algún día, cuando el fuego se extinga y no tengamos tanta pasión en nuestras manos, podremos hablar de esto y muchas cosas más como es debido. Pero mientras tanto, mientras tengo tiempo de preguntarte una simple cosa, me gustaría que fueras sincera. ¿Eras tu, Lorelai, aque...

―¡Señorita March!―escuche de lejos y mis ojos se dirigieron a la voz tan alegre que había gritado mi nombre. ―¡Señorita March!―volvió a gritar con los brazos abiertos con sorpresa y una gran sonrisa.

Nunca creí que alguna vez alguien desvaneciera las palabras de Laurie junto a mi, que las hiciera inútiles. Pero en ese jardín, Laurie no importo nunca más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top