Deber 5 || La Caza Continua...
Y en un instante hubo el flashazo. Philipa tiró del gatillo, la bala salió y se impactó en el cráneo del ghoul. Aquella infernal criatura chilló de dolor mientras su cuerpo se prendía en llamas como si una hoja de papel fuese, sus cenizas cayeron sobre el torrente de agua que salía de la alcantarilla hacia el océano.
—¿Philipa estás bien? —Preguntó Giancarlo.
—Por supuesto que estoy bien. —Respondió Philipa algo irritada con Giancarlo por señalar lo obvio. —¿Por qué razón no debería estar bien?
—Bueno, no quería señalarlo en frente de los otros muchachos, pero la verdad es que eres una chica. Y este no es un trabajo para ellas. —Respondió Giancarlo.
Philipa lanzó una pequeña carcajada.
—Te recuerdo que me fue mejor en las pruebas que a ti —Respondió la chica.
—No lo dudo, te fue mejor que yo en la teoría, más no en el entrenamiento físico. —Dijo Giancarlo. —Te sobreéstimas, Ren también lo hacía y mira donde terminó...
—¿Estás comparándome con Renaud Minolta?
—Soy el líder de este escuadrón. —Respondió Giancarlo. —Eso significa que tengo que estar al pendiente de las habilidades y debilidades de cada uno de los miembros de nuestro equipo.
—Que seas el líder no te da derecho a actuar como un imbécil. —Dijo Philipa.
La discusión de los dos terminó cuando apareció Pietro.
—Si ya terminaron de coquetar, tenemos que proseguir. —Dijo Pietro, dando una patética broma. Luego el muchacho se dejó caer en el agua. —¡Joder, como apesta aquí!
El muchacho comenzó a caminar por el túnel.
—¡Pietro que haces aquí! —Exclamó entonces Giancarlo —Te dije que esperaras afuera con Fabricio.
—Fabricio se puede cuidar solo. —Respondió Pietro. —Además supuse que necesitarían mi ayuda para evitar que se maten entre ustedes.
—Fabrizio tiene solo 14 años y además estamos en medio de territorio enemigo. —Gruñó Philipa.
Los tres cazadores entonces escucharon el eco de un objeto grande caer en el agua más adelante . Philipa alzó su arma al frente. Philipa supuso que podría tratarse de un ghoul que quedaba en la alcantarilla. Cuando de pronto, llegó flotando a ellos: el cuerpo de un hombre que usaba un abrigo; sin un solo cabello en la cabeza y la piel amarillenta color leche cortada.
—Pietr,o ya que tu desobedeciste mis órdenes ve a inspeccionar el cadáver. —Le ordenó Giancarlo al joven cazador.
—Sí jefe, a la orden. —Respondió Pietro sarcásticamente. El muchacho entonces levantó su ballesta. Y se fue caminando lentamente: El cuerpo del hombre no se movía, Pietro lo tomó por el cuello del abrigo y le dio la vuelta. Un agujero de bala yacía justo en medio de la frente. —Está muerto.
Philipa y Giancarlo se acercaron al cuerpo. —¿Quién habrá matado a este ghoul? —Preguntó Giancarlo.
—Ese no es un ghoul. —Respondió Philipa. La chica apuntó la luz de la linterna en su pistola hacia el brazo del cadáver. En la manga tenía una banda roja con un parche de una calavera con colmillos. —Este es un "Clase D".
—¿Cómo lo sabes? —Le preguntó Pietro.
—Este vampiro estaba bien alimentado y sus uñas no están ennegrecidas como la de los ghouls. —Respondió Philipa. —Mi teoría es que es uno de los esbirros de Marko Dragik.
Giancarlo se acercó al cuerpo y acercó su dedo índice hacia el agujero que tenía en la cabeza. Luego subió su dedo perpendicularmente mientras trataba de calcular la posible trayectoria de donde había caído el cuerpo.
Mientras Giancarlo jugaba a ser un investigador, Philipa subió la mirada hacia una de las alcantarillas.
—Sí mis cálculos no me fallan, debe haber una tubería del desagüe a la derecha. —Dijo Giancarlo...equivocdamente, como siempre.
—Giancarlo, mira arriba. —Respondió Philipa. El muchacho entonces alzó la mirada y vio la alcantarilla, una luz ambarina brillaba al otro lado.
—¡Ah! ¡Bien pensado Philipa! Por esa razón te traje a esta misión. —Respondió Giancarlo.
"Que imbécil" pensó Philipa.
Los tres salieron del agua y comenzaron a trepar por la tubería hacia la luz ambarina.
Pietro iba al frente, después de todo era el más fuerte de los tres, el muchacho logró levantar la tapa de la coladera y hacerla a un lado. Los tres caballeros labriegos salieron del interior. Se trataba de un almacén, sin embargo, había mapas del continente europeo pegados en las paredes con marcas diversas sobre ellas. Había mesas con computadoras de última generación y servidores electrónicos. Así mismo, en una esquina estaban levantados unos estantes de acero que contenían cajas de munición y armas de fuego de diverso calibre.
—Parece que esta ha sido la base del Ejército Revolucionario Vampírico desde hace ya unos años...—Respondió Philipa. La chica sacó de su cinturón utilitario una cámara fotográfica y comenzó a fotografiar todo lo que encontró.
—Miren este mapa, creo que es importante. —Dijo Pietro.
—Muévete Pietro, esto es algo que va más allá de tu limitado entendimiento. —Respondió Giancarlo. El muchacho hizo a un lado a Pietro y se quedó mirando al mapa. Philipa también se acercó al mapa. Ahí estaba marcado la ciudad de Alto Mare en una "X" y al lado leía con un marcador rojo.
—¿La chica Van Dassel? —Preguntó Pietro.
—Pensé que no había influencia de las Siete Familias Vampíricas en Italia...—Dijo Giancarlo.
—No la hay. —Respondió Philipa. —Sea lo que sea que Marko Dragic esté buscando aquí, tiene que ver con la familia Van Dassel.
Entonces inmediatamente las luces se apagaron.
—¡Rápido pónganse sus visores! —Ordenó Giancarlo, Philipa tomó sus visores, pero se le resbalaron y cayeron en suelo. La chica sabía que tenía que recuperarlos en completa oscuridad, los tres estaban en completa desventaja. Sin embargo, no fue necesario, puesto que tres grandes reflectores que yacían en una plataforma en el segundo piso iluminaron el almacén.
Giancarlo y Pietro lanzaron un grito cuando quedaron cegados por la luz, ya que ellos habían sido los únicos que habían logrado ponerse los visores nocturnos.
—Pero miren que es lo que trajo el gato. —Anunció una voz masculina en un inglés golpeado.
Cinco figuras aparecieron frente a los reflectores, imposibilitando que Philipa pudiese adivinar de quien se trataba. Excepto uno de ellos uno de ellos dio un paso al frente. Un hombre de mediana edad, alto de espesa barba gris y cabello negro canoso. Los ojos escarlatas del vampiro brillaron y en su rostro una macabra sonrisa.
—¡Philipa que ocurre! —Exclamó Giancarlo, el muchacho tenía los ojos cerrados con lágrimas que brotaban de ellos. —¡Philipa no puedo ver nada qué es lo que ocurre!
—Marko Dragik...—Dijo Philipa con una voz temblorosa. La chica sabía que tanto Pietro y Giancarlo habían quedado cegados. Todo dependía de ella, sin embargo, sentía un miedo que nunca antes había sentido. Un miedo primitivo, un instinto de querer gritar y correr de ahí.
Marko Dragik miró desde arriba a los tres cazadores. —No puedo creer que la Bula 99 esté tan desesperada como para pedirle a la Orden de los Caballeros Labriegos que reclute niñatos de instituto. —Respondió el vampiro. —Tranquilos muchachos, no pienso matarlos, al menos no del todo. —El vampiro lanzó una maliciosa carcajada. —Mis hombres los morderán y luego extraerán toda la sangre de sus venas: los convertiré en ghouls ya que son indignos de servirme a mí y a mi rebelión.
Entonces Marko Dragic dio un salto y se colocó en frente de Philipa.
—Te ves aterrada querida. —Marko entonces le sujetó por las mejillas, el tacto del vampiro era frío y su piel era seca...
—Ah...,ah...—Philipa trató de hablar pero había quedado paralizada del miedo.
—Tú eres bonita. —Respondió Marko Dragik. —Sería una pena convertirte en una ghoul, dime muchacha, ¿quieres vivir joven para siempre?
Entonces Marko Dragic deslizó su mano del rostro de Philipa hacia su cuello.
"¡No!" Pensó Philipa.
—Puedo sentirla, tu sangre corre a gran velocidad por tus venas, puedo sentir las pulsaciones de tu acelerado corazón. —Respondió el vampiro. —Sabes, si bebo solo un poco de tu sangre, tú te convertirás en una conversa. Serás joven y hermosa para siempre, el tiempo se detendrá para siempre, sin embargo, no quiero que te conviertas en una amenaza para mí por lo que tengo que preguntarte muchacha, ¿Eres virgen?
La sangre de Philipa se heló al escuchar esa pregunta.
—Por supuesto que no me importaría comprobarlo por mi propia cuenta. —Replicó Marko Dragik tomando uno de los mechones de cabello de Philipa y olfateandola.
El vampiro comenzó a deslizar su mano sobre el pecho de Philipa y siguió bajando hacia su abdomen. A través de la tela podía sentir su tacto helado como un hielo.
—¡Philipa que está pasando! ¡Philipa, Pietro y yo no podemos ver! —Exclamó Giancarlo.
Philipa entonces logró apretar su mano en un puño, eso era lo único que podía hacer, sus uñas comenzaron a clavarse en su palma hasta que la sangre comenzó a fluir, como un relámpago que recorría su columna pudo sentir el dolor. Nuevamente comenzó a tener control de sus movimientos. La chica entonces deslizó su mano hacia su cinturón utilitario, y sacó una de las granadas de sal.
Rápidamente se agachó e hizo explotar la granada contra la cara de Marko Dragik, el vampiro comenzó a gritar de dolor.
—¡Mátenlos! ¡Mátenlos a todos! —Gritó el revolucionario, cubriéndose la cara que humeaba, la piel se le caía de la cara mostrando los músculos y ligamentos.
Philipa entonces volvió a lanzar una segunda granada de sal contra los vampiros que estaban en la plataforma. Mientras ellos comenzaban a chillar de dolor. Philipa tomó a los dos cazadores y los arrojó hacia la alcantarilla. Ambos chicos cayeron en el agua. Philipa entonces arrojó una granada incendiaria se arrojó al alcantarillado también. Hubo una fuerte explosión.
Poco tiempo después tanto Giancarlo como Pietro, recuperaron la vista.
—¿Tenías que destruir todas las evidencias allá arriba? —Preguntó Giancarlo, inmediatamente escupió el agua que tenía aún en la boca.
—Era eso o dejarlos morir allá arriba. —Respondió Philipa. —Agradece que al menos decidí regresar por ti. Fue más de lo que hicimos por Renaud.
—Otra vez con eso. —Respondió Giancarlo. —Renaud es un Minolta, el hermano de Xandrine: El Brazo Armado de la Cristiandad. Si alguien conocía perfectamente los riesgos de esta vida como caballero labriego, ese era Renaud. No me duele en absoluto su muerte. Porque sé que él irritante como haya sido, murió en la línea del deber.
—Cierra la boca Giancarlo. —Respondió Pietro. —Esta misión salió mal porque no la planificamos bien. Marko Dragik está un paso delante de nosotros. Por dios, solo somos muchachos de instituto. ¿Cómo es que se nos ocurrió enfrentarnos a un vampiro de 300 años de edad?, Durante los últimos treinta años ni siquiera el Paladín Sturges ha podido vencerlo, ¿Qué nos hacía pensar que nosotros lo íbamos a poder vencer?
—Wow Pietro, y solo que solo creía que eras el músculo del equipo, resulta que también eres un pesimista de primera. —Respondió Giancarlo. —Podemos con esta misión. Solo tenemos que hablar con Lucrezia.
—¡Se nos acaba el tiempo! —Respondió Philipa. —Si no entregamos resultados al Bastión en Caporetto. Ellos enviarán un escuadrón de caballeros profesionales.
—¡Nosotros somos profesionales! —Replicó Giancarlo. —Todos nosotros lo somos.
—Deja de mentirte Giancarlo, somos caballeros porque la Orden de los Caballeros Labriegos tiene pocos recursos para continuar con nuestro entrenamiento. —Respondió Philipa. —20% de la población mundial son vampiros. Y a lo mucho tenemos 7,000 caballeros en activo por todo el mundo. Somos muy pocos...y nuestro entrenamiento es poco.
—¡No! ¡A ustedes les falta entrenamiento! —Replicó Giancarlo, cabreado por lo que había dicho Philipa. —Nuestra misión es descubrir que es lo que tramaba Marko Dragik y que es lo que tiene que ver con la familia Van Dassel. Y tenemos que descubrirlo pronto, no pasará mucho tiempo antes de que Lucrezia comience a gritarnos en la oreja porque no tenemos resultados satisfactorios.
Los tres salieron de la alcantarilla, sentado en el convertible negro estaba Fabrizio, el muchacho se había quedado dormido. Giancarlo le dio un golpe en la frente.
—¡Que!, ¡Que ocurre! —Exclamó Fabrizio. El muchacho miró a los tres cazadores. —¿Qué diablos les pasó a ustedes tres y que es ese hedor?
—Agua de alcantarilla, ahora podemos irnos. —Respondió Philipa. La chica abrió la puerta y se sentó en el asiento trasero. Pietro también se subió. El único que se subió en el asiento de adelante fue Giancarlo. Philipa miró hacia el mar que golpeaba contra las rocas.
El auto siguió de largo por la carretera costera hacia el pueblo, luego hacia la zona oeste, donde el joven Fabrizio estacionó el auto para que Philipa bajara frente al complejo departamental donde ella vívía.
Frente a la entrada de su edificio estaba ella...
Ninetta Bernoli. La joven estaba con un montón de papeles en sus brazos y pegó el cartel con la foto del muchacho extraviado.
"Cierto, Minetta es probablemente la única que no sabe que Renaud murió. No de hecho nadie más fuera de la Orden de los Caballeros Labriegos sabía que había muerto en acción." Pensó Philipa.
Lo único que Ninetta sabía es que Renaud había desaparecido.
—¡Oh Gulia! —Exclamó Ninetta felizmente. Philipa cambió su rostro sombrío por uno más relajado y alegre.
—Ya te lo he dicho Ninetta, ahora me llamo Philipa.
—No entiendo por qué ahora quieres que te llamen con ese nombre. Gulia es mucho mejor creo yo, definitivamente me gusta más el nombre de Gulia que el de Philipa. —Dijo Ninetta.
La voz juvenil de Ninetta le hacía sentir una cálida sensación en el pecho.
—¿Qué estás haciendo aquí Ninetta? —Preguntó Philipa.
—Tenía que alejarme de la casa de mi madre. —Respondió la joven. —Me hace sentir triste y ansiosa estar ahí, solo viendo por la ventana esperando que un día Ren regrese.
—¿Lo extrañas? —Le preguntó Philipa a Ninetta.
—Por supuesto. —Respondió Ninetta. —Él es...es alguien muy importante para mí. No puedo entender por qué se fue, porqué habría huido. ¿Tú estabas con él en el club de natación no es así Gulia?
—Lo siento, la verdad no sé qué haya sido de él. Renaud y yo solo éramos miembros del mismo club, pero fuera de eso era un desconocido para mí. —Respondió Philipa. Ella no podía decirle la verdad a Ninetta. No podía decirle que Renaud Minolta no iba a regresar. —Bueno me tengo que ir, mi ropa apesta y necesito con urgencia un baño.
—Cierto, sí que apestas. —Dijo Ninetta riendo. —¿Qué fue lo que te pasó?
—Me caí en una alcantarilla abierta. —Dijo Philipa.
—¡Eso es terrible! ¡Estás bien!
—Sí, no hay problema, había mucha agua para amortiguar la caída. "Y varios vampiros" —Respondió Philipa.
Philipa entonces dejó a Ninetta pegar los carteles mientras ella entraba al edificio. —No te quedes mucho tiempo a fuera. Este barrio no es muy seguro y lo sabes Ninetta.
—¡Te preocupas demasiado Gulia! Ya no soy una niña, puedo cuidarme sola. —Respondió Ninetta con una sonrisa en el rostro.
—Como tú digas. —Respondió Philipa, la chica subió las escaleras y entró a su departamento. No había nadie, y era un departamento muy pequeño. La joven preparó la tina del baño y luego cuando se llenó de agua caliente. Ella se metió en el interior, miró por la pequeña ventana que tenía en el baño, la luna estaba brillante.
La chica entonces cerró los ojos y se quedó dormida por un instante. En su sueño volvía al bosque cuando cazaba junto a su padre Philipo Corda, uno de los caballeros más poderosos de la orden, en aquel entonces Gulia tenía solo 12 años, cuando salían a cazar ghouls en el bosque.
Philipa despertó.
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