Prólogo
Había pasado un mes exactamente desde que salí de prisión, tantas cosas se suscitaron en ese lapso de tiempo que era difícil creer que únicamente fueron treinta días y, aunque realmente me aterraba el futuro, me aferraba a la decisión que había tomado desde que conocí a Fluttershy: pasar el resto de mi vida a su lado, deseaba unir mi camino al de ella por siempre.
—Si aceptas ser mi esposa... —trastabillé, más nerviosa de lo que supuse que estaría, mantenía mi peso sobre mi rodilla, mientras mis manos temblorosas sostenían el anillo con el que deseaba unirme a su vida definitivamente—. No fallaré en protegerte, jamás, lo prometo.
Ella se mantuvo en un agonizante silencio durante varios segundos, hasta que noté que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Ni siquiera pudo responder, se limitó a abalanzarse contra mi pecho, su vientre había crecido considerablemente; después de todo, ocho meses no eran algo sencillo de llevar, y podría jurar que mientras la abrazaba, la bebé en su interior se movía, intentando ser parte del momento.
Pero de eso ya hace doce años, y justo hace doce años... le fallé a mi promesa y lo perdí absolutamente todo.
Entré a aquella sala de hospital, todo estaba oscuro y lo único iluminado era una camilla al centro de la habitación, en ella estaba Fluttershy recostada, de su rostro escurrían lágrimas y gotas de sudor, y ahí, entre sus brazos, un pequeño bulto envuelto en sabanas rosas se movía fieramente contra su pecho.
―Hola, Dashie... ―musitó débilmente.
―Hola, linda... ―respondí aún en shock, sin poder dejar de mirar aquello que se movía entre sus brazos.
―¿Quieres cargarla? ―cuestionó al notar mi interés. Negué con la cabeza―. Vamos, inténtalo.
Una enfermera la ayudó a dejarla en mis brazos, la sostuve con delicadeza mientras tomaba asiento en la camilla de Fluttershy y así poder estar a su lado. La pequeña me miró llena de curiosidad, sus enormes ojos tenían un color turquesa, y su cabellera era de un rosa un poco más obscuro que el de Shy.
―Tiene tus ojos... ―dije entre risas de alivio―, gracias a Celestia se parece a ti... ―Fluttershy me sonrió―. ¿Cómo vas a llamarla?
―¿Qué te parece... Sunshine? ―dijo―. Podemos llamarla Sunny.
―¿"Sunny"? ―la miré con una sonrisa―. Me gusta, mi princesa resplandeciente... Sunny.
Fluttershy sonrió con dulzura y no pude evitar besar su frente.
―Gracias, Fluttershy...
―¿Por qué...?
―Por darme una nueva oportunidad.
Los ojos cristalinos de Fluttershy me miraron ocultos detrás de su sonrisa, sentía en ese momento una vibrante calidez que recorrió cada parte de mi cuerpo; pero, gracias a mi terrible suerte y al cruel destino... no duró por mucho tiempo.
La puerta se abrió de golpe y Applejack entró invadida en el pánico y el terror, me puse de pie inmediatamente, sintiendo un escalofrío recorriendo mi espalda, normalmente Applejack siempre lograba mantenerse calmada ante cualquier situación, incluso en prisión parecía sobrellevar las cosas. Verla tan alterada rápidamente me transmitió una gran preocupación, como si el mundo estuviera cayéndose a pedazos.
—¿Qué sucede...? —pregunté, lo más calmada que pude, colocándome frente a Fluttershy y la recién nacida Sunny, quien inmediatamente llamó la atención de la rubia.
—Allá afuera... están buscándote...
No comprendía lo que estaba pasando, incluso en boca de Applejack lo que decía no tenía sentido alguno, no pude evitar sentir la necesidad de tratar de amenizar el ambiente.
—En... un mal sentido, ¿verdad?
Applejack me miró con el ceño fruncido.
—¿Eres estúpida? ¡CLARO QUE EN UN MAL SENTIDO!
Las viejas costumbres permanecían, pero por lo ensombrecido en el rostro de Applejack pude notar que no era el momento para mi pésimo sentido del humor. Tragué saliva mientras la rubia descendía lentamente hasta el suelo, escondiendo su rostro entre sus rodillas. Me hinqué a su lado, tratando de calmarla, pero mi propia serenidad estaba comenzando a abandonarme.
—Se las llevaron... —susurró con la voz temblorosa, detuve mis movimientos, esperando una explicación a lo que acababa de escuchar—. Se han llevado a Twilight y a... mi Rarity... —Podía sentir como su cuerpo comenzaba a temblar junto a sus sollozos—. No pude hacer nada... Pinkie me empujó lejos, me dijo que te buscara... creo que también se la llevaron... no lo sé... ¡Por Celestia, ¿qué está pasando?!
—No puede ser... —balbuceé, Applejack lucía tan afectada que no podía quedarme ahí, esperando sin hacer nada. Me puse de pie, dispuesta a salir para lograr ayudar a nuestras amigas.
—Sunset Shimmer... —susurró a duras penas—. Fue el nombre que logró decirme Pinkie antes de que la perdiera de vista. ¿Te suena de algo?
Ella elevó su mirada hasta mí, pero yo no pude siquiera escucharla mucho más, había quedado helada con la mano fija en el picaporte. Mi cuerpo comenzaba a temblar y no podía detenerlo.
«¿Cómo era posible que ella...? ¿Cómo había dado conmigo...? No... esto no podía ser cierto.»
Me giré hasta Fluttershy, su rostro inundado en terror me miraba suplicante, tenía que sacarla de ahí, tenía que hacer algo para recuperar a mis amigas. Me acerqué a ella tan rápido como mis piernas me lo permitieron, tomándola por los hombros para obligarla a mirarme.
—Todo estará bien —le susurré—. Lo prometo.
La ayudé a ponerse de pie y volví mi mirada hasta Applejack, que parecía haberse tranquilizado un poco.
—¿Cuántos son? —pregunté.
Ella negó con la cabeza.
—Demasiados.
Entonces no había manera alguna de salir por la entrada principal, y con Fluttershy recién aliviada jamás podríamos ser lo suficientemente rápidas para evadirlos a todos; además, si habían logrado hacer todo el desastre que describió Appplejack era porque incluso se habían desecho de la seguridad del hospital.
—Mierda...
«Justo como lo esperaría de alguien como ella.»
Coloqué a Fluttershy cerca de la ventana, mientras sacaba todas las sábanas, cobijas y toallas que hubiese disponibles en la habitación y que, sobre todo, fuesen lo suficientemente resistentes para llevar nuestro peso.
—Ayúdame —miré a Applejack.
Ella trastabilló unos segundos y después comprendió mi plan.
—Dash... estamos en un cuarto piso... —señaló a Fluttershy con discreción y luego bajó la voz para que solo yo pudiera escucharla—. Ella jamás podría...
—Claro que sí —enuncié con seguridad, con toda la que me quedaba—. Yo me encargaré de eso.
Unimos cada pedazo de tela que fuese funcional y lanzamos la cuerda improvisada por la ventana, atándola a una de las patas de la cama que se hallaba empotrada al suelo.
Volví hasta Fluttershy, que se hacía cada vez más pequeña en el oscuro rincón en donde buscaba esconderse.
—Cariño —la llamé—. Dulzura, mírame. Todo estará bien, te sacaré de aquí, pero necesito que confíes en mí, ¿de acuerdo?
Ella asintió, abrazando a nuestra pequeña hija a su pecho. De repente, mi cuerpo comenzó a temblar, había hecho esto cientos de veces antes; huir, siempre había sido sencillo, no entendía por qué esta vez estaba tan aterrada.
En el fondo sabía que mi instinto me había hecho escapar una y otra vez sin remordimientos o ataduras porque siempre había buscado mi propia supervivencia, mi propia seguridad; pero, ahora... debía ver primero por la de ellas, tal vez eso era lo que me aterraba tanto: no ser lo suficientemente buena para el trabajo.
—Tú primero —le ordené a Applejack.
La joven dudó en seguir mi plan, pero tampoco estaba dispuesta a dar marcha atrás, llevó su sombrero entre sus dientes y descendió al vacío, tomándose con fuerza de la cuerda.
Utilicé mi sudadera para atar a la niña contra el pecho de Fluttershy.
—Yo... no haré eso —objetó ella, tratando de acumular toda la fuerza que le quedaba.
—Claro que lo harás —dije sin inmutarme. La puerta resonó con un violento golpe, pronto terminaría por ceder, debíamos ser más rápidas—. Maldición...
La bebé comenzó a llorar en los brazos de Fluttershy, la joven había cedido ante el temblor de sus piernas y el ataque de pánico que se pronunciaba por su pecho.
—Dashie... no puedo... —susurró—. Lo siento tanto... todo esto es por mi culpa.
—¿Tu culpa, dices? —La puerta volvió a resonar, esta vez abriéndose una grieta en la madera, ya no había más tiempo para preguntas, me coloqué de cuclillas frente a Fluttershy—. Sostente a mi espalda, mientras lleves a Sunny atada a tu pecho no pasará nada, solo cierra los ojos y sostente con fuerza, yo me haré cargo de lo demás.
Me apoyé de los muros del hospital para descender con el mayor cuidado posible, pero tampoco podía darme el lujo de tardar demasiado. Sentía el peso de Shy sobre mis hombros y el como la circulación de mis manos se cortaba por el agarre, pero no podía ceder ante ese dolor, no en ese momento.
La puerta de la habitación cayó de un solo golpe, el estruendo hizo que la cuerda se tambaleara, me aferré lo más que pude, tensando cada músculo de mi cuerpo, solo nos faltaba un piso más.
Entonces, la cuerda comenzó a subir demasiado rápido, ellos nos estaban llevando de regreso.
—Maldita sea...
No tenía más opción. Solté la soga, llevando a Fluttershy contra mi pecho y cayendo de espaldas al suelo, logrando amortiguar su caída. La pelirrosada se levantó inmediatamente para verificar que yo estuviera bien, pero a mí lo único que me alivió en ese preciso instante fue verla sana y salva junto a Sunny.
—¿D-Dónde está Apple? —pregunté.
—¡Dash! —gritó la rubia detrás de mí.
Pero, de un segundo a otro, todo se oscureció.
Para cuando desperté no había nadie, estaba completamente sola en aquel jardín, la policía comenzaba a llegar, pero no quedaba rastro alguno de Fluttershy, ni de Sunny, ni de Applejack.
El cuerpo me pesaba y la cabeza me dolía terriblemente, así es como me habían dejado inconsciente, pero... ¿por qué no me habían llevado a mí también? Se suponía que era a mí a quién buscaban...
Me arrastré con dificultad sobre el césped, mientras Shining Armor y su gente se acercaban a mí; entre el verde pude vislumbrar el pequeño zapato de Sunny, lo tomé, apretándolo con fuerza contra mi pecho.
—¡Fluttershy! —grité hasta que la garganta se me desgarró de dolor—. ¡Sunshine!
—¡Rainbow! —Shining Armor se acercó hasta mí, ayudándome a ponerme de pie—. ¿Qué sucedió? ¿Dónde están todas?
—Yo... —balbuceé. Fue entonces cuando sentí su mirada, una mirada burlona que me observaba a lo lejos, me erguí de golpe, volviendo mi atención hasta ese punto en específico, pero ya no había nadie—. ¡Sunset Shimmer! ¡Maldita perra, voy a encontrarte! ¡No te atrevas a hacerles daño o te buscaré hasta el fin del mundo para destruirte!
Y volví a desvanecerme.
—¡No es suficiente! —exclamé, lanzando la pila de papeles sobre el escritorio—. ¡No estamos llegando a ningún lado!
Shining Armor se acercó hasta mí, tomándome por el brazo con fuerza.
—Dash, cálmate —ordenó—. No lograrás nada con esa actitud.
—Nada es lo que estamos logrando con esta investigación de mierda —escupí, zafándome de su agarre.
—Debes tener paciencia.
—¡Ya no necesito tener paciencia! ¡La he tenido durante doce malditos años! —Me acerqué peligrosamente a él, clavando la punta de mi dedo en su pecho—. Olvidas que son mi esposa y mi hija de quienes hablas.
—Y tú olvidas que mi hermana también lleva doce años desaparecida.
Shining Armor estaba tan furioso y frustrado como yo, pero siempre lograba mantenerse sereno ante las situaciones difíciles, su preparación como oficial lo había llevado a eso, pero yo no podía ser tan paciente, si intentaba serlo una vez más... me volvería loca.
No obstante, sabía que no era la única a la que le habían arrebatado algo y, sin embargo, sentía que era la única que se había quedado sin nada; otra vez, en aquel maldito agujero negro. Mirar los profundos ojos azules de Shining me hizo retroceder en seco, sentí una punzada en el pecho, ya no tenía el valor para seguir objetando, no con él, que estaba atravesando el mismo dolor que yo.
—Lo siento —dije en un pesado suspiro y me dejé caer sobre la silla—. Es solo que... ni siquiera...
Shining colocó su mano sobre mi cabeza, alborotó ligeramente mi cabello y me sonrió medianamente.
—Deberías utilizar el uniforme —dijo, esa era su manera de calmar las cosas—, no te enlisté en mi equipo para nada.
Le correspondí la sonrisa.
—Me enlistaste porque siempre encuentro la forma de salvar tu trasero cuando las cosas se ponen difíciles —respondí.
—No recuerdo que la última vez haya sido así, Dash —soltó una risilla burlona—. Ve a casa, es tarde.
Desvié la mirada al suelo.
«¿Casa?»
Shining Armor inmediatamente notó mi gesto ensombrecido y se apresuró a interrumpir mis pensamientos.
—O puedes venir con Cadance y conmigo por esta noche, a Flurry le encantará verte.
Podía verlo en su gesto desolado, él también estaba perdiendo la esperanza, después de doce años sin pista alguna, era normal que se sintiera cansado de intentarlo, con el tiempo ambos comenzábamos a creer en lo peor, en lo inevitable y lo desolador entre la pérdida y la muerte.
Eso al menos hasta que...
—¡Capitán Armor! —exclamó un cadete, entrando a toda prisa a la oficina, quedándose casi sin aire—. H-Han... han encontrado a una joven que coincide con uno de los perfiles que estamos buscando, señor... La han llevado al hospital de Ponyville.
Me puse de pie de golpe, Shining Armor me miró atónito.
Por fin... después de doce largos años de búsqueda, por fin teníamos una pista.
────── ∘°❉°∘ ──────
Este FF es una SECUELA de You're my Sunshine (si no lo has leído te recomiendo hacerlo, lo encuentras entre mis obras), ya que muchos me estuvieron pidiendo que continuara esa historia.
Les agradezco infinitamente el apoyo recibido en esa novela y espero que este proyectito también lo tenga. ¡Muchas gracias por leer!
❤❤ Espero la disfruten, no olviden dejar sus estrellitas y comentarios ❤❤
¡Síganme para más contenido gei!
────── °∘❉∘° ──────
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top