Capítulo 5. El recuerdo de lo que fuimos.

Abrí la puerta de Sugarcube Corner, el dulce aroma de los pasteles y postres inmediatamente nos envolvió, ese lugar no había cambiado en años, seguía siendo tan colorido y alegre como siempre, como ella... como Pinkie Pie.

—¡Bienve...- ¡Rainbow Dash! —exclamó la dueña, corriendo hacia nosotras y abrazándome tan fuerte que logró elevarme unos centímetros sobre el suelo—. ¡Que gusto verte por aquí!

—También me da mucho gusto verla, señora Cake.

—Ven, ven, querida —dijo, jalándome de la mano y llevándome hasta el mostrador—. Nos han llegado nuevos postres que seguro te encantarán, hace años que no vienes, por favor, elige lo que quieras, niña.

El señor Cake salió de la cocina con una charola llena de cupcakes de colores, me miró con una sonrisa tan amplia que casi voltea la charola cuando sus dos hijos gemelos pasaron corriendo debajo de ella.

—Discúlpanos, estamos algo atareados —mencionó, después de saludarme con entusiasmo—. Hace poco nos hicieron un gran pedido que debemos llevar a Canterlot en unas horas.

—¿Están seguros que no prefieren que venga otro día? —mencioné, apenada.

—¡No, claro que no! —insistió la señora Cake, sacando varias rebanadas de pastel del refrigerador a su espalda—. La verdad es que nos encanta tenerlas aquí.

«¿Tenernos?».

La señora Cake inmediatamente notó que había hablado sin pensarlo del todo y cubrió su boca con la mano, tratando de ocultar su equivocación, le sonreí de vuelta para evitar que se sintiera mal, era evidente que se refería a... "nosotras seis", como cuando íbamos cada tarde a tomar el té después de un largo día de trabajo.

Mi mirada fue captada inmediatamente por un afiche pegado en la pared junto al mostrador. Era un cartel con una foto de Pinkie Pie que relucía un «Desaparecida» en letras rojas. Tragué en seco.

—Lo lamento —soltó la señora Cake, soportando el temblor de su voz—. Tenerla ahí... sonriendo como siempre... nos da esperanza de que regresará pronto...

El afiche lucía nuevo, como si ellos se dieran a la tarea de reimprimirlo y volverlo a pegar cada vez que se desgastaba. No debía ser fácil para ellos tampoco, tal vez eso les traía esperanza de que alguien llamara con alguna noticia sobre ella que pudiera ser de utilidad para encontrarla.

—Sí, también la extraño... —dije, tomé aire y luego la miré de vuelta—. Rarity apareció, y Applejack despertó hace poco, si a eso le sumamos que Twilight está cooperando para recuperar sus recuerdos... vamos por buen camino —traté de mostrar entusiasmo, pero definitivamente Pinkie lo habría hecho mucho mejor—. Estoy segura de que Pinkie y... Fluttershy están bien, ya lo verán.

Ambos me sonrieron con las lágrimas redondeando sus ojos. Entonces la señora Cake dirigió su atención hasta Sunshine, que se hallaba de pie junto a mí, había sido tanta su emoción que no se percató de que la niña miraba todo con detenimiento, y que había permanecido en total silencio cuando noté el cartel de Pinkie Pie.

—¿Y ella es...? —preguntó con una sonrisa que ocultó de lleno sus lágrimas.

—Ah... —noté—. Ella es Sunn... Sunshine... —carraspeé—, es la hija de Fluttershy.

Decir eso me costó más trabajo del que hubiese deseado, no poder denominarla mi hija me carcomía el alma; los Cake sabían perfectamente nuestra historia de pies a cabeza, Pinkie Pie se encargó de eso desde que salimos de prisión, claro que también supieron de su desaparición y de por qué yo simplemente nunca salía de la comisaria.

—¡Ah! —exclamó la mujer, con un aire inundado en dulzura—. ¡No puedo creer que de verdad seas tú! ¡Mira cuanto has crecido, pequeña!

Salió del mostrador para lanzarse sobre ella y abrazarla con cariño, no habían logrado conocerla, nadie... solo Applejack, Fluttershy y yo la habíamos visto el día que nació, antes de que desapareciera... pero Fluttershy adoraba ir a Sugarcube Corner durante sus últimas semanas de embarazo, así que, de alguna manera, la señora Cake le tomó cariño a la bebé que crecía dentro de ella.

—¿Qué se te antoja comer? —preguntó, esta vez sin molestarse en contener las lágrimas—. Si no te gusta el dulce podemos preparar otra cosa especialmente para ti, tú pide lo que quieras, Canterlot puede esperar unas horas más.

Sunshine parecía realmente confundida, casi como si aquel tipo de contacto humano fuera extraño para ella. Aunque era evidente que nunca imaginó que alguien que jamás había visto en su vida de repente estuviera tan alegre por verla.

—¿Sabes qué? —dijo de repente la señora Cake—. No te preocupes, te traeré uno de cada uno.

—¿Uno de cada uno? —preguntó el señor Cake, alarmado.

—¡Uno de cada uno! —rectificó su mujer y entró a la cocina seguida por él.

No pude evitar soltar una risilla burlona mientras me tiraba en una de las sillas junto a la ventana. Sunshine permaneció quieta por unos segundos y luego se sentó en la silla frente a mí.

—¿Por qué lloraba esa mujer? —preguntó—. ¿Hice algo que...?

—¿Qué? No —sonreí—. No hiciste nada malo, ella solo está feliz por verte.

—Pero ni siquiera la conozco.

—Si... ella no alcanzó a conocerte cuando naciste —borré mi expresión de tristeza y levanté la mirada hasta ella—, pero te conoció cuando aún estabas en el vientre de tu madre —miré por la ventana con aire nostálgico—. Fluttershy y yo... veníamos muy seguido a este lugar.


—¡Por fin llegan! —Pinkie Pie malabareaba tres charolas llenas de bebidas y postres mientras se acercaba a la mesa donde las demás se encontraban sentadas—. ¡Estábamos esperándolas!

—Lo siento —exclamé, realmente sin intención de disculparme—, es que Fluttershy tuvo demasiados mareos esta mañana.

Ayudé a la pelirosada a sentarse junto a Rarity, mientras yo tomaba mi lugar junto a Twilight.

—Por Celestia, cariño, ¿te encuentras bien? —preguntó la pelivioleta—. Luces demasiado pálida.

—Estoy bien, de verdad —aseguró Fluttershy.

—Le dije que debíamos quedarnos en casa, pero insistió en venir.

—¡Oh, claro! Esa adorable cabaña a orillas del Bosque Everfree.

Asentí, dándole un sorbo a mi malteada.

—Debe ser un cambio radical para ti, Rainbow —comentó Twilight mientras ayudaba a Pinkie con lo restante de las charolas y la sentaba a su lado con una sonrisa—, no recuerdo que fueras tan amante de la naturaleza. Cuando vivías en Sweet Apple Acres detestabas los piquetes de mosquitos.

Todas soltaron una carcajada. Fingí reír con sarcasmo.

—En realidad, después de años encerrada, vivir en una cabaña junto al bosque es como estar en el cielo —respondí, despreocupadamente.

—¡Ah! Ni me lo menciones. —exclamó Rarity—, Honestamente, querida, es una experiencia que quisiera borrar de mis recuerdos, si no te importa.

—Sí, pero tú entraste ahí porque quisiste, caramelo —siguió Applejack, limpiando la comisura de los labios de su acompañante con una servilleta—. Lo difícil para los guardias fue sacarte.

—Sí, ¿ya olvidaste por quién decidí entrar? —Applejack enrojeció hasta las orejas, Rarity le sonrió con elegancia—. Supongo que solo por eso lo volvería a hacer.

—Es curioso que la única que no ha pasado por ahí es Twilight —notó Fluttershy mientras mordisqueaba un cupcake con crema batida encima.

—¡Que suerte la tuya! —exclamó Rarity, dramatizando.

Volvimos a reír, la sensación era extremadamente peculiar, jamás en mi vida había tenido un grupo de amigas como ellas, estaba segura que haría cualquier cosa por mantenerlas sonriendo tal y como estaban ahora.


—Listo, queridas. —la señora Cake soltó la charola sobre nuestra mesa, sacándome del trance—. Uno de cada uno, tal y como lo prometí.

Sunshine tomó un bocadillo de entre los tantos que había frente a nosotras, más por la mirada insistente de la señora Cake que por voluntad propia. Le dio una pequeña mordida, como si temiera por su vida si comía más de lo debido, y al probarlo sus ojos parecieron iluminarse, se acabó aquello de un solo bocado y siguió con los demás.

La señora Cake se marchó con una sonrisa de vuelta a la cocina. Seguí mirando a Sunshine con una sonrisa imborrable, una que ella nunca notó, para mi suerte, de otra forma hubiera dejado de comer y verse tan alegre haciéndolo, al menos quería intentar hacerla feliz por los breves instantes en los que no detestaba incluso mirarme.

Pero, entonces mi celular comenzó a sonar, recibiendo una llamada desde un número desconocido.




Applejack recorría los corredores del hospital, sosteniendo su propio peso en un soporte para suero, la bata del hospital le colgaba hasta las pantorrillas. Detestaba sentirse así: incapaz de mantenerse de pie por su cuenta, aunque estaba segura de que no era más que su propia paranoia y la de la gente que la rodeaba y la cuidaba como si se fuera a romper.

—Como si no pudiera volver a la granja —farfulló—, esto no es nada, si de verdad pasé doce años fuera, seguro hay mucho por hacer, sobre todo... —se detuvo en seco, con las manos temblorosas y soportando las lágrimas—, sobre todo ahora que la abuela no está...

—¡No, no, no, por supuesto que no! —escuchó retumbar de entre los pasillos—. ¡De ninguna forma me quedaré aquí y mucho menos vistiendo eso!

Rarity caminaba a paso acelerado por el corredor, detrás de ella dos enfermeros trataban de alcanzarla.

—¡Señorita, por favor! —suplicaban—. No puede andar por el hospital como si nada, aún no hemos terminado la revisión, por favor.

—Estoy perfectamente, cariño —exclamó la otra sin alentar el paso—. No necesito más agujas en mi cuerpo ni ponerme una de esas insípidas batas.

Rarity dirigió una última sonrisa a los enfermeros, una que ella creyó que sería una sonrisa triunfante, pero al hacerlo, no pudo notar que el soporte que llevaba Applejack se había cruzado en su camino, la pelivioleta cayó de espaldas de lleno en los brazos de la rubia, que había dejado todo de lado para atraparla.

—¿S-Se encuentra bien, señorita? —preguntó Applejack.

Rarity apartó la mata de cabello de su rostro avergonzado.

—Excelentes reflejos —sonrió y clavó sus enormes ojos azules en Applejack—. Eres...

—Rarity...

Los verdosos ojos de la campirana se postraron en los labios temblorosos de su compañera, más pronto que tarde, apretó su agarre, pegando el cuerpo de Rarity al suyo, quien inmediatamente se colgó al cuello de Applejack con toda la fuerza que sus débiles brazos le permitieron.

—Cariño... —sollozó—, no sabes cuánto anhelaba volver a verte... estaba tan asustada...

—Caramelo... —las manos de Applejack temblaban mientras acariciaba la nuca de la pelivioleta—. E-Estaba... estaba tan preocupada... creí que no te volvería a ver...


Applejack permaneció junto a sus amigas, mientras Rainbow se adentraba a la habitación de Fluttershy, donde ésta la esperaba junto a su bebé recién nacida. La emoción enternecida de las presentes pronto inundó la atmósfera.

—Había escuchado que era una niña —dijo Pinkie Pie, sentándose junto a Twilight y apretando su mano con fuerza—. Me alegra que todo haya salido bien.

—Sí, la verdad es que creo que hasta ahora por fin logramos descansar, estábamos muy preocupadas; después de todo, Fluttershy no llevó un embarazo muy tranquilo que digamos.

—¡Ah! Ni me lo menciones, querida —exclamó Rarity, acurrucándose en el abrazo de Applejack mientras ésta rodeaba sus hombros con su chaqueta—. No me imagino el infierno que esa pobre niña sufrió en su estadía en prisión.

—Bueno... realmente la pasó muy mal —afirmó Applejack—, pero al menos tuvo a Dash a su lado en todo momento e incluso ahora.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de todas a la vez, mientras miraban la puerta que se hallaba a unos metros de ellas, esperando ansiosas su turno para conocer a la nueva integrante de su gran familia.

De pronto, un guardia al final del pasillo cayó de golpe al suelo, mientras el blanco del piso se entintaba de rojo. Las cuatro amigas se pusieron de pie de inmediato, retrocediendo todo lo que pudieron, mientras Pinkie y Rarity se escondían a espaldas de sus acompañantes.

El hombre que le había disparado al guardia con un arma con silenciador, apuntó su pistola a las jóvenes que intentaron huir, pero en cuanto se movieron un centímetro para intentar irse, una de las balas rozó la mejilla de Twilight, lo que las obligó a permanecer quietas.

—¿Q-Qué... qué está pasando? —murmuró.

Una joven de edad similar, pero con cabellera anaranjada caminó con lentitud detrás de su matón, mirándolas ariscamente.

—Rainbow Dash —dijo—. ¿Dónde está?

Las cuatro permanecieron en silencio, el matón cargó el arma, Applejack se irguió frente a Rarity, esperando cubrir con su cuerpo toda la figura de la modista, en caso de que tuviera que protegerla de una bala perdida.

Pinkie se aferró al brazo de Twilight, temblorosa levantó la mirada para toparse con el familiar rostro de Sunset Shimmer.

—Les volveré a preguntar una vez más —insistió Sunset—. Rainbow Dash. ¿Dónde está?

Pero siguieron manteniéndose firmes en su silencio, fue entonces cuando el llanto de la pequeña Sunny se escuchó al otro lado de la puerta detrás de ellas, las miradas angustiadas y rápidas de las jóvenes fueron captadas por la agresora, quien hizo una seña para que sus matones se aproximaran hasta el origen del sonido. Twilight y Applejack intentaron detenerlos, pero entonces otros dos hombres tomaron a Rarity y a Pinkie, Twilight intentó ayudar a la pelirosada, pero terminó siendo capturada. Pinkie dio un pisotón al hombre que la tenía atrapada y corrió hasta Applejack que ya se había liberado del agarre de su secuestrador.

—Ve por Rainbow —le dijo, empujándola en dirección a la puerta de la habitación—. Dile que Sunset Shimmer está aquí... ¡Apresúrate!

—¿Q-Qué...?

Pero antes de decir otra cosa, nuevamente el hombre de Sunset se abalanzó sobre Pinkie, capturándola, Applejack intentó volver para auxiliar a sus amigas, pero si lo hacía entonces nadie advertiría a Rainbow, debía confiar en que ella sabría cómo lidiar con esa tal Sunset Shimmer.


Applejack ocultó su rostro en el hueco del cuello de Rarity, quien sentía el rímel mezclado con sus lágrimas manchando sus mejillas, pero justo en ese momento no deseaba separarse de los brazos de su amada.

Lo último que ambas recordaban era aquel día, el tiempo en realidad no había pasado para ninguna de las dos.

—¿Por qué siento como si llevara siglos sin sentir tus brazos? —preguntó Rarity, volviendo su rostro al pecho de la rubia.

«Si lo que dijo Rainbow es verdad y yo no recuerdo nada, entonces Rarity tal vez...», pensó Applejack, aferrándose de vuelta a ella.

—Ya habrá tiempo para hablar de eso, caramelo —murmuró.




Me puse de pie mientras Sunshine seguía comiendo sus postres. Respondí el teléfono, pegándolo a mi oreja.

Hola, Rainbow —escuché del otro lado, con una voz frívola y burlona—. Cuanto tiempo.

Quedé congelada al escucharla, mis manos comenzaron a temblar y mi caminar se detuvo en seco frente a la puerta de Sugarcube Corner.

—Sunset... —dije apenas, lo más bajo que pude para evitar que Sunshine escuchara.

Veo que a pesar de los años no has olvidado como se escucha mi voz, me da gusto, así me ahorraba la engorrosa presentación.

—Podrías ahorrarte el discurso también, no me interesa.

Tan directa como siempre, Dash —rio—. No has cambiado nada.

Comencé a mover la mirada frenéticamente, tratando de encontrarla, en caso de que se escondiera en las cercanías, pero sabía que no era tan tonta.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunté, conteniendo las ganas de maldecirla y correr a buscarla—. ¿Por fin vas a entregarte a la policía?

Sabes que no te llamé para eso —respondió—. En realidad, solo quería preguntar por Sunshine —sentí que el aire dejó de atravesar mi garganta—. Sé que estás con ella. Es una adorable pastelería, te luciste.

¿Qué? ¿Cómo era posible? De verdad nos estaba vigilando, justo en ese instante, sentí un escalofrío, me giré hacia el exterior, buscando cualquier señal que me diera una pista de su ubicación, cualquier cosa.

Ah, ah, ah —negó con una berreante voz—. No te muevas más —dijo y me paralicé—. Si te mueves un solo centímetro más, te juro que le vuelo los sesos a tu preciosa niña —miré de reojo a Sunshine, sin mover un solo músculo—. Sí, realmente estoy vigilándote muy de cerca, Dash, sabes que yo no juego con este tipo de cosas.

Tragué en seco, sin dejar de buscar con la mirada quieta cualquier punto rojo que me indicara la mira de un francotirador, sería la única manera en que Sunset podría disparar desde una distancia que no la pusiera en riesgo.

—Sunset, no tienes que hacer esto —dije, con temor a hablar de más—, Sunshine no tiene nada que ver en cualquier asunto que tengas que tratar conmigo, ni Sunshine ni ninguna de las chicas a las que ya les has arruinado la vida por culpa mía.

Lo sé —canturreó despreocupada—. Pero realmente me la estoy pasando increíble. Por cierto, Dash, lamento no poder devolverte a tu noviecita todavía, pero me estoy divirtiendo con ella más de lo que te imaginas. ¿Lo recuerdas, Dash? Lo divertido que era... torturar niñas ricas para obtener un gratificante beneficio económico —comencé a temblar—. No tienes que preocuparte por ella, te prometo que haré que sobreviva, al menos hasta que puedas ver con tus propios ojos como se entrega a la locura.

—No te atrevas a hacerle daño —gruñí—. O te juro que lo lamentarás...

¿De verdad? —volvió a burlarse—. Quiero ver que lo intentes.

—Voy a encontrarte, Sunset Shimmer, y cuando lo haga, pagarás cada día que me alejaste de mi familia...

¿Familia? Por favor, Dash, no me hagas reír —dijo—. Ni siquiera esa niña te considera parte de su familia, ¿por qué habrías de hacerlo tú?

Soltó una risilla macabra y entendí cual sería su siguiente movimiento.

—¡Sunshine, abajo! —grité.

Corrí hasta ella y la llevé al suelo, cubriéndola con mi cuerpo de la ráfaga de balas que entraron disparadas por el cristal. Un agonizante minuto fue suficiente para que gran parte de la pastelería se viera destruida por los proyectiles. Cuando los disparos cesaron y hubo silencio por varios segundos, me coloqué de pie lentamente, cubriéndome en un pilar, para vigilar el perímetro, pero ya se habían marchado. Volví hasta Sunshine, que se había quedado quieta contra el piso, con las manos cubriendo su nuca y temblando del miedo, me agaché a su altura y coloqué mi mano sobre su espalda, delicadamente.

—Sunny, ¿te encuentras bien?

Ella levantó la mirada, los ojos se le habían aguadado, pero no mostró ninguna otra debilidad. Asintió temblorosa.

Shining y sus hombres arribaron minutos después, afortunadamente no hubo heridos, pero los daños materiales eran irreparables. Pronto nos llevaron a todos los involucrados a la comisaria para rendir una declaración, sabía perfecto cual era el procedimiento y aún así detestaba hacerlo.

—Por favor, señora Cake —supliqué—, cubriré los gastos, de verdad, permítame hacerlo.

Ella me sonrió, no acepté un no por respuesta. El gobierno había dado cierto límite de gastos que podía cubrir, lo demás lo dejarían a expensas de los propietarios, no podía evitar sentirme mal por la culpa, además, gracias a mi poca vida social después de la desaparición de Shy y las otras, había estado ahorrando mi sueldo, lo justo era que una buena parte fuera para los Cake después de lo que había pasado.

—Dash —me llamó Shining y me acerqué hasta él, despidiéndome de la señora Cake con una sonrisa—. ¿Qué demonios pasó?

Tragué saliva.

—Sunset Shimmer... parece que nos estaba siguiendo, creo que... su objetivo principal era aniquilar a Sunshine.

—Supongo que ya no le sirve ahora que está contigo.

—O teme que me diga información relevante sobre ella y su escondite.

—¿Prefiere silenciarla?

—Por supuesto, pero sobre mi cadáver lo hará.

Me alejé dándole unas palmaditas en la espalda y corrí hasta su oficina, donde Sunshine se encontraba resguardada desde el incidente. Abrí la puerta lentamente, tratando de no causarle alguna otra emoción fuerte, ella se encontraba sentada en una silla, mirando por la ventana y jugueteando con la persiana.

—Hablé con los Cake —dije, sin saber por dónde comenzar—. Ellos están bien, ya hemos enviado personal que pueda ayudar a reconstruir Sugarcube Corner después de que los peritos terminen su trabajo... —me miró de reojo como si lo que estuviera diciendo le importara poco—. R-Realmente me asustó creer que... podrías haber salido herida.

—Era ella, ¿no? —dijo—. Sunset.

Asentí, aclarando la garganta. Me acerqué hasta ella, hincándome a su lado.

—Sunshine... de verdad necesito que me digas todo lo que sabes de ella —permaneció en silencio—. Por favor... personas inocentes pudieron morir hoy... tú... pudiste haber muerto hoy.

—Pero no lo hice.

—Ese no es el punto, si no hubiera actuado a tiempo... estarías en una camilla de hospital o... de una morgue —se encogió de hombros—. Sunshine, entiende que de lo que digas dependen muchas vidas, Pinkie Pie también está desaparecida, si acabamos con la paciencia de Sunset...

—Acabar con la paciencia de esa mujer horrible no me preocupa.

Su actitud indolente estaba poniéndome los nervios de punta, sentía que no estaba llegando a ningún lado.

—Sunshine...

—¡No! —exclamó, poniéndose de pie—. Ya te lo dije, no confío en ti, no creo que seas capaz de rescatar a mamá, ni de mantenerla a salvo.

—¡Te salvé la vida hoy, por si lo olvidaste! —me puse de pie.

—¡Pero si haces algo mal mamá morirá y no puedo permitir eso! —apretaba los puños con fuerza—. No fuiste capaz de protegerla la primera vez, ¿qué haría que esta vez fuera diferente?

Sentí una punzada en el pecho, no creía que nada de lo que ella estaba diciendo fuera justo, a pesar de ser real.

—¿Cómo se supone que la proteja si la única chiquilla caprichosa que sabe dónde está no quiere decírmelo? —grité.

Pronto inició una batalla de miradas y de gritos sin sentido, no toleraba que me detestara sin ningún tipo de fundamento. No era justo, pero tampoco podía culparla.

—¡No puedo creer que a pesar de saber que solo estoy buscando lo mejor para ustedes sigues sin confiar en mí!

—¡Por mí no te preocupes! —exclamó—. ¡No necesitas protegerme de nada, he sobrevivido perfectamente bien sin ti durante doce años! ¡Puedo hacerlo el resto de mi vida!

Justo en un nervio, quedé pétrea y muda, ya no podía decir nada más, pero mi cuerpo estaba temblando. Shining Armor entró justo a tiempo.

—Dash, ve a tu estación —ordenó, lo miré desafiante—. Cadete, Dash, vaya a su estación.

Había sonado mucho más autoritario, seguro estaba escuchando todo desde el exterior, estaba segura, no podía hacer nada más. Salí como un rayo, azotando la puerta detrás de mí. En ese preciso instante no podía ni siquiera mirar a Sunshine a la cara, estaba hirviendo en rabia, pero también sentía que iba a desvanecerme en todo el dolor que desde entonces hasta ahora me había carcomido el alma.



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Esta semana hubo doble capítulo porque estoy explotando la emoción que tengo por este Fanfic, muchas gracias a todos los que están aquí desde la primer parte y a los nuevos lectores también, no saben lo bonito que siento al ver sus comentarios.

Recuerden que esto es una SECUELA de You're my Sunshine (historia que pueden leer entre mis obras).

Les agradezco infinitamente el apoyo recibido ¡Muchas gracias por leer!

❤❤ Espero la disfruten, no olviden dejar sus estrellitas y comentarios ❤❤

¡Síganme para más contenido gei!

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