Capítulo 1. Lo que nos arrebataron.
Shining Armor salió de la habitación del hospital, se podía notar el cansancio en su mirada, el gran pesar que ahora cargaba en su espalda. Y pensar que esa noche deseaba volver a casa y estar con su familia, lamentaba mucho lo que ahora vivían Cadance y Flurry Heart, no debía ser fácil para ellas que Shining Armor estuviera tan poco tiempo a su lado; pero, al menos Cadance, también sufría la perdida de Twilight y las demás, lo que hacía su pesar aún mayor que el de su pequeña hija que ni siquiera había logrado conocer a su tía.
Flurry Heart sabía de la existencia de Twilight, Shining Armor y Cadance jamás se habrían perdonado no hablarle sobre ella, sobre lo valiente e inteligente que era y lo mucho que la querían, lo mucho que seguramente habría querido a Flurry, y que, seguramente, en cuanto la conociera, nunca dejaría de adorarla.
—¿Cómo está Applejack? —pregunté, tratando de mirar sobre el hombro de mi compañero antes de que cerrara la puerta detrás de él.
—Viva... —respondió, con el corazón en la mano—, al menos...
No pude evitar sentir un escalofrío, si bien era un alivio que Applejack estuviera con vida después de doce años sin saber de ella, no soportaba la incertidumbre del no saber qué es lo que le había pasado y la impotencia de no poder hacer nada más.
—N-No... —siguió Armor con la voz entrecortada—, no saben si despertará...
Sentí el alma saliendo por mi garganta, no tenía muchas más fuerzas para moverme.
—Quiero verla.
Shining asintió, apartándose lentamente de la puerta, pude notar de reojo como soltó un suspiro pesado a la vez que se dejaba caer sobre uno de los sillones junto a nosotros. Evidentemente estaba preocupado por Applejack, a quien conocía desde niña, al igual que a mí, pero estaba segura que por su cabeza justo ahora atravesaban un montón de teorías, ideas y paranoias, temía por Twilight... y por lo que había sido de ella después de desaparecer.
Atravesé el marco, encontrándome con el cuerpo inerte de la rubia, yacía inconsciente sobre la cama, conectada a todos esos cables y tubos, necesitando de un maldito respirador artificial para mantenerse en este mundo. Para nosotros había pasado casi una eternidad mientras las buscábamos, y ahora que la tenía frente a mí no podía hacer nada por ella, para ayudarla, para hacer que despertara.
Cualquier cosa que le hubiesen hecho, no parecía ser un daño físico, Applejack no mostraba heridas externas ni internas, por lo que para los médicos había sido difícil comprender su estado o poder dar algún diagnóstico, nos habían recomendado esperar, pero después de doce años, era lo que menos deseábamos.
Me mantuve a su lado, mirándola mientras apretaba los puños a mis costados para evitar a toda costa derramar una sola lágrima. No dejaría que Sunset Shimmer tuviera ese placer.
«Sunset...»
Pensar su solo nombre hacía que cada gota de sangre en mi cuerpo hirviera en rabia, la odiaba, odiaba a esa miserable por quitarme a las personas que más amaba en el mundo... por quitarme la oportunidad de criar a mi hija.
La puerta se abrió repentinamente y una jovencita entró por ella, era Apple Bloom que, con la cara enrojecida y llena de lágrimas, se abalanzó sobre Applejack, pero al no notar respuesta por parte de su hermana, me miró con angustia.
—Rainbow... ¿qué le sucede? —preguntó, sentí mi corazón deteniéndose ante su mirada desolada—. ¿Por qué no despierta?
No pude responderle. No tuve la fuerza suficiente.
—Aún no lo sabemos —respondió Shining que entraba seguido por Big Mac—. Los médicos están haciendo todo lo posible para averiguarlo.
Me aproximé hasta Apple Bloom, colocando mis manos sobre sus hombros temblorosos, tratando de cuidar su pesar. Ella se abrazó a mi cintura, escondiendo su rostro en mis ropas para terminar llorando desgarradoramente. Ni siquiera Shining Armor pudo soportar las lágrimas evasivas que salían por sus ojos, pero yo no podía hacerlo.
Después de todo lo que habíamos pasado Applejack y yo, consideraba a los Apple mi familia, Apple Bloom era prácticamente una hermana menor para mí, verla así me destruía en pedazos. Y después de la muerte de la abuela, esto era cada vez más doloroso.
Miré a la rubia sobre la camilla, pobre Applejack... en cuanto despierte notará la ausencia de la abuela. Ella se fue en paz, segura y con la esperanza de hallar a su adorada nieta, pero Applejack... ni siquiera había podido despedirse de ella.
«No te lo perdonaré... jamás te perdonaré por todo lo que nos arrebataste, Sunset Shimmer.»
—Capitán Armor, Sargento Dash —llamó un cadete desde la puerta—. Hemos encontrado las pertenencias de la joven.
Shining salió primero, despidiéndose cordialmente de Big Mac quien, al igual que Apple Bloom, no deseaba despegarse de Applejack. Le di un beso en la frente a Apple Bloom y salí detrás de Shining Armor.
Llegamos hasta una de las oficinas del hospital, otra habitación de paredes blancas, pequeña pero funcional, que se hallaba en el primer piso del edificio, después de dar varias vueltas por los pasillos. Sobre el escritorio había varias cosas de Applejack bastante desgastadas: su sombrero, una navaja, un sacacorchos; realmente por más que lo intentáramos no había nada que pudiese darnos pista alguna de lo que había sucedido con ella.
El cadete extendió hasta mí un objeto que no se hallaba en el escritorio, era el broche de mariposa que Fluttershy nunca se había quitado durante nuestra estadía en prisión.
—Esto... —balbuceé, atónita.
—Ella lo llevaba en las manos, lo sostenía con demasiada fuerza, fue bastante difícil quitárselo.
Miré a Shining con un ligero brillo de esperanza, mientras aprisionada el broche contra mi pecho. Sentía terror de tener demasiada esperanza, sentía terror de que todo esto fuera una señal de algo terrible.
«Te lo ruego, Celestia, te ruego estar equivocada.»
—Fluttershy...
Algo en el exterior había azotado con gran fuerza, provocando un salto en quienes nos encontrábamos al interior de la habitación, salimos inmediatamente para averiguar qué era lo que había sucedido. Un par de camillas replegadas en la pared junto a la puerta habían caído dando un fuerte y sonoro golpe en el suelo.
Al final del corredor se divisaba una figura encapuchada tratando de huir de la escena. Era evidente que había estado escuchando lo que sucedía en el interior de la oficina, debíamos averiguar de quién se trataba.
—¡Hey! ¡Alto! —grité mientras comenzaba a correr detrás de ella.
Corría ágilmente entre los corredores, lanzando cosas detrás para entorpecer mi camino, era demasiado rápida, comenzaba a dudar si tal vez yo había perdido la habilidad que tenía para huir, tal vez el haber dejado de hacerlo estaba reflejándose en mi propia condición física.
—¡Detente! —exclamé, a pesar de saber perfectamente que no lo haría, yo mejor que nadie sabía lo que era estar en su lugar, y nunca en la vida había obedecido a un oficial que me suplicara dejar de correr.
Ella me miró de reojo, sus ojos púrpuras se clavaron en mí con una sonrisa victoriosa, se acercó a la ventana del primer piso y salió por ella de un salto.
—¡No! ¡Espera! —Me acerqué hasta el borde de la ventana, pero ella ya estaba bastante lejos, corriendo entre los autos para intentar perderse en la lejanía—. Mierda.
La joven llegó hasta un terreno baldío para lograr recuperar el aliento.
—Eres bastante rápida —le dije desde su espalda—. Y es mucho decir de alguien como yo, nadie me había logrado superar en velocidad jamás.
Me acerqué hasta terminar llevándola contra la pared, entorpeciendo lo mejor que pude su escape, mientras cruzaba los brazos en mi pecho.
—Pero, lamento decirte, niña, que no hay nadie en todo Ponyville que conozca tan bien las rutas de escape, callejones y escondites como tu servidora.
La tomé por el cuello de la ropa, logrando que su capucha cayera a su espalda, dejando ver su rostro y sus cabellos magentas, quedé bastante sorprendida al notar que se trataba de una joven posiblemente de la misma edad que Apple Bloom, sentí el estómago revuelto cuando comenzó a mirarme fijamente sin siquiera inmutarse, deseosa por enfrentarse a mí de alguna forma.
—Me dirás todo lo que sabes.
—No sé de qué hablas —escupió, separándose de mí con brusquedad, tratando de alejarse.
Me interpuse entre ella y la única posible salida del lugar.
—Estoy segura de que sí —dije—. Tú tienes algo que ver con todo lo que está pasando, debes de tener información sobre la desaparición de mis amigas y el estado en el que se encuentra Applejack.
Su actitud indolente me causó malestar, comenzaba a terminar con mi paciencia, pero no podía darme el lujo de ponerla todavía más en mi contra, era posiblemente el único haz de luz que tenía alumbrando mi camino hasta mi amada Fluttershy. Extendí mi mano en señal de paz.
—Aunque... también creo que eres demasiado joven para hacer algo así tú sola.
Mi mirada condescendiente y suplicante se clavó en la suya que parecía guardarme algún tipo de rencor. Algo en ella... me recordaba a mí, a esa solitaria y equivocada yo que cayó en las manos equivocadas y suplicaba constantemente por ayuda. Tal vez yo... podría ser esa persona para ella, esa persona que la rescatase de ir a prisión.
—Puedes confiar en mí —sonreí medianamente—. Por favor... si sabes algo sobre mis amigas, mi esposa... mi hija...
Mi voz se quebraba cada que las recordaba, normalmente trataba de evitar mostrar esa vulnerabilidad a los demás, sostuve mis emociones en mi garganta mientras sentía como el llanto se quedaba atascado en mi pecho. Ella golpeó mi mano con fuerza, ya lo esperaba, de alguna manera.
—No me subestimes —escupió—. No soy como tú, bruta.
—¿B-Bru... ta? —retrocedí, bastante ofendida.
—Conozco bien quién eres, Rainbow Dash y puedo asegurarte que voy a superar lo que alguna vez fuiste, porque... —me miró de arriba hacia abajo con desdén—, mira que convertirte en policía... que gran decepción eres.
Permanecí completamente muda. ¿Quién demonios era esta mocosa y cómo es que me conocía tanto? Pero creo que era más el daño a mi ego. Antes de poder hacer nada, ella ya se había marchado, dejándome con un asqueroso sabor de boca.
Lancé una bolsa de plástico con cremallera sobre el escritorio de Juniper Montage; dentro de ella había unos cuantos cabellos magentas que había logrado arrancar de la nuca de la joven cuando la tomé por el cuello, era tanto su desprecio hacia mí que jamás se percató.
—Quiero que averigües su identidad —ordené—. Lo más seguro es que no esté dentro de los registros generales, entonces entra a "esos" otros registros.
—Necesito autorización para eso —refunfuñó—. Shining Armor no me dejará-
Me incliné sobre el escritorio, mirándola con una ceja alzada, interrumpiéndola.
—Sé bien que no es cierto —sonreí ladinamente—. Sabes perfectamente como entrar a esa base de datos sin que nadie se entere, por eso te lo estoy pidiendo a ti.
Frunció el entrecejo, indignada. Yo siempre había estado acostumbrada a hacer las cosas a mí manera, pasando por encima de los demás, sin dejar que nadie se atreviera a creer que podía superarme o a decirme que no, ver a esa joven me había llevado de vuelta a ese entonces, pero... ya no podía obtener nada así, no era la clase de persona que quería mostrarle a Fluttershy y mucho menos a Sunny... cuando lograra encontrarlas.
Suspiré pesadamente.
—Por favor, Juniper... Es la única pista que he tenido en doce años...
Ella tragó saliva y, después de un suspiro de resignación, me miró con una sonrisa.
—De acuerdo —respondió—, pero si llegan a descubrir que hice esto...
—No te preocupes, yo meteré las manos al fuego por ti.
Ella accedió, se levantó del escritorio y salió en busca de lo pedido. Juniper era una gran colega, aunque al principio habíamos tenido problemas, de alguna forma logramos disiparlos para comenzar a trabajar juntas, era una chica astuta, brillante, algunas veces incluso me recordaba a Twilight. Sonreí con nostalgia.
Volví hasta mi oficina, mientras no tuviera más información o pistas no podría hacer nada más que esperar, pero por fin estaba empezando a sentir que caminaba hacia algún lugar con toda mi investigación.
La noche cayó demasiado rápido, pronto todos comenzaron a volver a casa, incluso Shining Armor, que antes de irse pasó a dedicarme una sonrisa torcida; pero yo no... no quería volver a casa ahora.
Y, de hecho, casi nunca lo hacía. Desde que salí de prisión, Fluttershy y yo habíamos vivido con los Apple, éramos bienvenidas ahí, pero también habíamos comenzado a construir una pequeña cabaña en el bosque para comenzar nuestra nueva vida en ese lugar una vez que Sunny naciera... pero después de que desaparecieran no tuve el valor suficiente para volver a esa cabaña.
Y estar con los Apple a veces era agotador, no soportaba la culpa de haber perdido a Applejack también, así que me la pasaba trabajando hasta muy tarde y solo cuando lograba conciliar el sueño, me quedaba dormida sobre el escritorio. Aunque, rara vez lograba conseguirlo.
Rebusqué entre el cajón de la derecha del escritorio, topé mi mano con aquel pequeño zapato de crochet que Sunny había perdido ese día, sentí una terrible opresión en el pecho y mis manos comenzaron a temblar, me aferré al objeto con toda la fuerza en mí, pegándolo a mi pecho, atesorándolo.
—Están vivas... tienen que estarlo.
—¡Scootaloo, volviste!
—No gracias a ti —la joven arrancó la capucha de su cabeza y se sacó la chaqueta lanzándola lejos—. ¿Qué hubiera pasado si me llevaban?
Se escuchó una risotada del otro lado, proveniente de la mujer que se escondía entre la penumbra del lugar.
—Rainbow Dash no sería capaz de llevarte, niña, no te angusties. —La mujer salió de entre la oscuridad, sus mechones anaranjados y amarillos se acomodaron despreocupadamente sobre sus hombros—. Es una perra que solo sabe ladrar.
Scootaloo se encogió de hombros, poco convencida, Sunset Shimmer entornó sus feroces ojos para lograr inspeccionar a la menor.
—¿Y bien? —cuestionó, enaltecida—. ¿Todo está yendo tal y como lo planeamos?
Scootaloo asintió, arrellanándose en el sofá que, por el uso y el largo tiempo que llevaba ahí, tenía un montón de resortes salidos y manchas de Celestia sabrá qué.
—La vaquera fue encontrada, al igual que sus pertenencias. —Sacó un cigarrillo de entre los pliegues del asiento—. Nadie sabe nada.
—¿Qué hay del broche? —preguntó Sunset con mayor interés.
—Dash lo tiene, me aseguré de eso. —Scootaloo permaneció pensativa varios instantes, temía volver a abrir la boca y decir alguna estupidez, pero no podía quedarse con eso en su pecho por mucho más tiempo—. Esto... ¿es completamente necesario? —Sunset Shimmer elevó una ceja—. Q-Quiero decir... ¿no es más fácil solo enfrentar a Rainbow Dash directamente?
—Oh, Scootaloo. —Sunset Shimmer se acercó hasta ella, tomando sus hombros con suavidad—. Mi deseo es hacer que Rainbow Dash sufra. —Apretó su agarre, enterrando sus uñas en la piel de la chica y haciendo que esta se doblara de dolor—. Y la única forma de dañar a esa perra es atacando y destruyendo cada uno de sus puntos débiles, ¿entiendes? —Scootaloo asintió, apretando los labios para evitar gritar—. Cuanto más golpeas a Rainbow Dash, con mayor fuerza vuelve a levantarse, ella nunca renunciará a menos que ya no tenga nada por lo cual luchar. —Soltó a la joven, haciendo que cayera aliviada al suelo—. Y yo quiero arruinar su vida, no solo su maldito ego.
Caminó con lentitud hasta un ventanal junto a ellas, estaba polarizado y a lo lejos no se lograba distinguir lo que había del otro lado. Le hizo una señal a Scootaloo para que la siguiera a través de la puerta junto al vidrio. Del otro lado había un enorme laboratorio construido con material robado o reutilizado, bajaron por unas escaleras de lamina y se acercaron al centro, donde se encontraba una mesa metálica.
—Todo saldrá tal y como lo planeamos, niña —dijo Sunset Shimmer, Scootaloo sintió un escalofrío—. Por fin, después de doce largos años... lograré vengarme de esa maldita traidora, y lo mejor es que lo está haciendo demasiado fácil. —Se acercó hasta la niña que se hallaba dormitando sobre la mesa metálica, acariciando sus mechones rosados—. ¿No es así, Sunshine?
Dos de sus fornidos hombres se acercaron hasta ella, Sunset Shimmer los miró con una sonrisa macabra.
—Ah, por fin llegas —exclamó, con un entusiasmo que incomodó incluso a Scootaloo, sus hombres lanzaron a sus pies a una joven—. Twilight...
La levantó por el cabello, la muchacha retuvo un alarido de dolor, en cambio, prefirió dirigir su entera atención a Sunshine. Irritada, Sunset Shimmer la obligó a mirarla a sus encendidos ojos verdes. Twilight gruñó inundada en cólera, intentando ponerse de pie para irse contra ella, pero los hombres de Sunset volvieron a tirarla al suelo.
Sunset la tomó con fuerza por el mentón y le sonrió burlona.
—Ahora es tu turno, haz que este espectáculo valga la pena, ¿quieres?
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