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Si hubiera una palabra con la cual muchas personas describirían la infancia de Kim Seokjin es una sola; perfecta.

Al nacer no sabes para nada lo que te espera para el futuro, no sabes el nombre de tus padres, el hospital en el cual terminarás naciendo, el color de cabello de tus padres, si acaso alguno de ellos amará tu llegada o la odiará, lo único que sabes es que al abrir los ojos la luz que golpea tus parpados será inclusive más brillante de lo que aparenta, y que te hará soltar gritos por no sentirte acostumbrado, bueno, Seokjin sintió todo aquello, pero lo que menos sabía era que su padre se trataba de alguien sumamente importante en el país, y por ser tan importante ni siquiera asistió a su nacimiento, tampoco supo que ni siquiera su madre lo quiso ver desde que nació, porque estaba cansada y adolorida después de su nacimiento.

Bien pudo haber sido recibido con grandes sonrisas y cariño de parte de sus progenitores, pero lo único que recibió fue los elogios de las enfermeras y de los guardaespaldas de su padre, las primeras muestras de cariño siempre deberían ser dadas por las personas con las que pasarás los primeros años de tu vida, pero claro no siempre es así.

Seokjin jamás se consideraba a él mismo como alguien infeliz, sus padres le daban todo lo que necesitaba y quería, ¿quería un helado sabor caramelo de cereza y arándano? ¡Claro! ¿Por qué no? Allí lo tenía servido en bandeja de plata, ¿quería comprarse el nuevo video juego de super Mario? ¡Sí! Allí lo tenía en menos tiempo del esperado, ¿tenía ganas de salir a jugar? ¡Por supuesto! Nunca le negaban nada. Pero a pesar de tener todo lo que más deseaba y anhelaba, había algo que faltaba, algo que Seokjin consideraba mucho más valioso que un helado o un video juego, y eso era un abrazo de sus padres.

Quizás en un principio Seokjin creyó que no era necesario, pero poco a poco lo fue necesitando un poco más de lo que él pensaba, pues el dinero compraba las cosas que te hacían feliz, pero esa felicidad era un chispazo momentáneo de magia, que se esfumaba al igual que los fuegos artificiales en el cielo. Seokjin no quería presionar a sus padres, pues sabía que ambos se encontraban lo suficientemente ocupados como para darle su total atención a él, así que lo dejaba pasar, pero eso no quitaba el hecho de que se sintiera solo y un poco desconsolado, pero no todo era tristeza, no desde que empezó a asistir a la escuela.

Al principio creyó que las miradas que le lanzaban eran solamente por curiosidad, y lo eran, pero esa curiosidad se volvió en interés, desde preguntarle la marca de sus zapatos, desde saber su nombre y de quien era hijo, desde el color de su mochila, de los llaveros de colección que llevaba, de su teléfono celular, las preguntas iban y venían mareándolo de vez en cuando, pero al ver que los demás le prestaban atención con solamente mencionar que eran productos de colección, de marcas costosas, entre otras cosas que parecían iluminar el rostro de los demás, pudo sentirse bien... pero solamente en un principio.

Presumir de lo que tienes parecía sencillo, Seokjin había adquirido el don de ser un profesional dando a conocer que su familia era poderosa y millonaria, y el interés de las personas por acercarse a él crecía de forma desmedida, Seokjin pensó por unos momentos que eso era cariño, amistad, la verdadera, pero estaba equivocado y poco a poco se percato de que todo el mundo lo buscaba por interés, por saber de su familia, de los juguetes costosos, de los gustos que se daba, todo lo que tuviera que ver con cosas costosas los hacía acercarse como pequeñas moscas a la fruta echada a perder, y se olvidaban de ti cuando ya no había más que comer, cuando Seokjin se sentía triste y quería hablar con un amigo, nadie estaba cerca, las personas parecían reacias a querer saber de sus alegrías, de sus enojos, de sus tristezas, de sus angustias... todos se iban y él se quedaba igual que siempre... solo.

Así que si Min Yoongi consideraba que él era amado, estaba muy equivocado, no es amado, sus riquezas son las amadas, pero su persona es todo lo contrario, no le importa a nadie en lo absoluto, como ahora que se encontraba sentado al final del pasillo, justo al lado de una fila de casilleros, en una esquina, sintiéndose solitario y miserable, su padre de nueva cuenta le había reclamado por sus calificaciones, reprobar para él no era una opción y mucho menos bajar su promedio habitual, era calificación más alta o nada y si bajaba el promedio, se olvidaría de que su padre le pagase la universidad, se lo ha dicho un millón de veces, pero parecía no comprenderlo, pero Seokjin lo hacía solamente para llamar la atención de su padre, pues al parecer era la única forma en la que ese hombre le prestaba un poco de su atención, lastima que no era como él quisiera recibirla.

—Kim Seokjin —el mencionado elevo la miraba y observo su lado derecho, allí se encontraba alguien parado a pocos centímetros de él, subió más su rostro para percatarse de quien le había hablado, usualmente siempre le dejan tranquilo en estos casos, pero al parecer aquella persona no lo sabía—, ¿estás bien?

Min Yoongi, ¿quién lo diría?

—Supongo que sí —se encogió de hombros antes de dar un asentimiento y dejar de mirar al recién llegado—, ¿por qué estás aquí? —volvió a mirar a Yoongi—. Usualmente nadie viene aquí para verme, ¿sabes? —soltó una risa corta sin gracia.

Yoongi no pudo evitar apretar sus labios levemente al escuchar ese amargor en la voz de ese chico, le había dado curiosidad verlo allí sentado en ese lugar, y que nadie se le acercará, cosa extraña puesto que ha visto que esta rodeado de personas la mayor parte del tiempo, así que quiso acercarse, porque tenía curiosidad como todo buen periodista, pero también se sentía extraño verlo solo.

—Supongo no tendrán tiempo —menciono Yoongi, Seokjin soltó un bufido, jamás han tenido tiempo para él—, ¿piensas quedarte aquí?

Seokjin frunció levemente el ceño al escuchar eso.

—Sí —contesto—, ¿por qué te importaría?

—Bueno —Yoongi camino unos pasos bajo la atenta mirada de Seokjin, y doblo sus rodillas para después sentarse en el suelo junto a él, recargo su espalda sobre la puerta del casillero y dejo su mochila sobre su regazo—, no tengo nada que hacer así que —Yoongi aparto la mirada de Seokjin y tomo el zipper de su mochila para después deslizarlo y de ese modo abrirla, Seokjin miraba con atención las acciones del más pálido—, creo que será bueno compartir esto contigo.

De su mochila saco una barra de chocolate pequeña, se la mostro y antes que nada, la tomo con ambas manos para partirla a la mitad y después se dispuso a entregarle una mitad a Seokjin, quien no tardo en percatarse de que la parte más grande se la entregaba a él y no se la quedaba Yoongi.

—No, gracias —negó con la cabeza—, el chocolate hace que mi rostro tenga imperfecciones.

—Pues ya somos dos —comento Yoongi y le regalo una sonrisa—, pero también hace que las personas se animen —volvió a mostrarle el trozo de chocolate—, vamos, un poco de acné no le hace daño a nadie.

Seokjin no pudo evitar soltar una pequeña risa al escuchar ese comentario.

—Bien —dijo entre risas mientras tomaba aquel dulce—, pero si mañana tengo un espantoso grano en la punta de mi nariz, te haré pagar por eso —bromeo haciendo que Yoongi sonriera.

—No te preocupes por eso —Yoongi le dio un mordisco al chocolate—, apuesto a que ambos terminaremos con un grano en la punta de nuestras narices —y ambos soltaron una risa por el comentario hecho—, por cierto —Seokjin miro a Yoongi—, ¿por qué estabas tan triste? Sé que no me incumbe, pero si necesitas con quien hablar, aquí estoy, soy todo oídos.

Seokjin había sentido como su corazón había saltado casi hasta su garganta, la sensación era indescriptible, pues se trataba de algo que parecía llegar con fuerza, como si ese momento lo hubiera estado esperando toda su vida y apenas sus plegarias habían sido escuchadas y le habían mandado a alguien que en verdad estaba dispuesto a darle la atención que ni siquiera pedía pero que necesitaba con tanto fervor.

Por primera vez, Seokjin tenía frente a él a alguien que estaba dispuesto a escucharle sin sentirse obligado a hacerlo y eso había hecho que su corazón se sintiera cálido, tan cálido que no pudo evitar abrir la boca y dejarse llevar por las palabras, mientras que Min Yoongi se dedicaba a escucharle con toda su atención, ni siquiera las personas que se encontraban alrededor importaban, porque solamente eran ellos dos y eso era lo que importaba.

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