Capítulo 20.
Capítulo veinte
"The Decca Results and a little bit of love"
08 de Enero, 2017.
Por fin era el día tan esperado.
Hoy, John, Paul, George y Pete serían rechazados por Decca. Y eso Cassie lo sabía perfectamente.
También era el último día que los chicos estarían en el departamento de Cassie y regresarían a Liverpool.
Como siempre, Cassie debía ir a la escuela por la mañana, hoy nada más se logró levantar John, ya que el domingo durmieron muy tarde.
Cassie no le dirigía la palabra a Paul, a consejo de George. Sinceramente, George tenía razón, Cassie debía darse un respiro de Paul, para George, el le ha causado mucho daño y Cassie debe estar tranquila.
—Johnny Johnny, ¿Qué haces merodeando?— dijo Cassie mientras limpiaba la meseta que había ensuciado con un paño.
—Siempre me tengo que despertar temprano para vigilarte.— me dijo con una sonrisa.
—¿Qué voy a hacer? Me vigilas porque tratas de averiguar que soy una espía encubierta?— dijo Cassie entre risas.
—Te acabas de delatar.— dijo John con un guiño.
—¡Oh no! Tantos años de misiones se han ido a la basura.— dijo Cassie tapando su cara con sus manos.
—No sirve para su trabajo, Agente C.— me dijo negando con la cabeza decepcionado.
—Agente C. se va a la Universidad.— dijo Cassie tomando sus cosas.
—Y Agente C. irá con nosotros a Decca hoy.— dijo John.
—Agente C. por su puesto que irá.— dijo ella con un guiño.
—Adiós Agente, suerte en la misión escolar.— dijo John besando su mejilla.
—Adiós Johnny, este es nuestro secreto.— dijo ella haciendo una pistola con las manos y yéndose corriendo.
Podrían estar así todo el día y no aburrirse de sus tonterías.
John abrió el contenedor de comida de madera que tenía Cassie en su cocina, pensando que se iba a hacer de comer. Algo sencillo, claro. La cocina era algo que no era su estilo, por su bien y por el de las cocinas de sus conocidos, debían mantener una relación a distancia entre cocina y John.
Había pan, mermelada, queso crema, crema de maní, ah, era una desgracia porque debía tostar el pan y se podía quemar la casa.
¿Omelette? No, porque no podía poner sus manos en la estufa.
¿Panqueques?¡No!
—Eres mi última opción.— dijo John rodando sus ojos y agarrando la caja de cereal Kellogg's® de mala gana.
Agarró un tazón, echó una cierta cantidad de cereal y lo llenó de leche.
Se sentó en el desayunador a comer, sonriendo porque no había provocado ningún desastre.
Lavó su plato y se dirigió al baño a lavarse los dientes, hacer de sus necesidades y esas cosas.
Salió a la sala sentándose en un cómodo sillón, para agarrar el teléfono y marcarle a Mimi y a Cynthia.
—¿Cassie?— se escuchó la voz de Mimi.
—¡Mimi!— gritó John en un tono infantil.
—¡John! ¿Cómo estás?
—Bien, bien. ¿Y tú, qué tal Liverpool?
—Como lo dejaste.— dijo ella riendo.—¿Qué te pareció Londres?
—Es precioso, todo muy bien.
—Me alegro, John.
—Hoy nos dicen si estamos adentro de Decca.
—Oh, claro que sí. Les deseo lo mejor.
—Gracias Mimi, para eso llamaba.
—Adiós John, cuídate mucho. Mándale un beso a Cassie, a Paul, y a los otros dos.
—George y Pete.
—Ni los menciones, son unos sucios.
—Eres absurda, tía. Adiós.
—¡No soy absurda, ellos...
Y le colgó la llamada, suficiente tía Mimi por hoy con sus prejuicios.
Empezó a marcar el número de Cyn, su chica.
—¿Bonjour?— dijo Cynthia.
—Amor, esas clases de francés te están yendo muy bien.
—¡Amor, hola!
—¿Cómo estás?
—Bien, extrañándote mucho.
—Igual yo te extraño, Cyn.
—Mi amor, cuando den el veredicto los de Decca llámame, por favor.
—Lo haré Cyn.
—¿Qué tal Cass?
—Está teniendo unos problemitas con Paul.
—¿Ah si? Dios, espero que se arreglen pronto.
—Créeme Cyn, ellos dos van a volver en cualquier momento.
Cynthia nada más rió.
—Mándale muchos besos a todos, dile a Cassie que me llame cuando tenga tiempo. La Universidad la debe traer apretada, ¿No?
—Dios sí, llega a las tres de la tarde a su departamento y a las diez está en la cama con George.
—¿En la cama?¿Con George?
—Sí.—rió.—Paul dijo que no iba a dormir con George en plan de que el mismísimo Macca durmiera con Cassie.
—Dios, no me digas.— dijo y se rió.
—Y entonces sabes cómo es ella y dijo "Entonces George dormirá conmigo"
Cynthia comenzó a reírse más fuerte.
—Y Paul se quedó pasmado.
—Cassie está arrasando.— dijo riéndose.
—Londres la tiene agitadísima.
—Bueno Johnny, te dejo, ¿Si?
—Bueno Cyn, dile a tú madre que cuando llegue a Liverpool me cocine una lasagna.
—¡Mamá, dice John que le debes cocinar!— gritó desde el otro lado de la línea, John comenzó a reír.—Dice que te jodas.
—Te quiero.
—Yo también, adiós.— dijo y cortó la llamada.
John fue al cuarto que estaba compartiendo con Paul para quitarse las pijamas.
—¡Hey John, cámbiate en el baño!— dijo un Paul molesto acabado de levantar.
—Estabas dormido, principito. Lo siento.
—Principito es con el que se besó Cassie, yo no.— dijo el con desagrado.
—¡Ya supéralo!— le gritó.
—No.
—Por eso Cassie no te habla más.— le dijo John rodando los ojos.
—Soy tan idiota.— dijo tapándose la cara con las manos.
—Quisiera decir que no, pero sí.
—Hablaré hoy con ella.
—¿De verdad?
—Si.— dijo decidido con una sonrisa y se paró de la cama.
Despertaron a George y desayunaron omelette, de la cual John obviamente comió. El cereal no era suficiente.
Llegaron media hora después Pete y Brian, como era de costumbre. Empezaron a hablar sobre los resultados, sobre que harían con Decca y que harían sin Decca, estaban preparados para las dos alternativas que tenían.
—Proyecto, clase.— dijo la profesora Tess.
Todos emitieron un quejido y la maestra comenzó a reírse, era la maestra que más quería al grupo y a parte era la asesora.
—Vamos, que este proyecto les va a encantar.— dijo la maestra.
Todos anotaron en sus libretas "Proyecto", excepto algunos flojillos que esperan al final de la clase y le piden las anotaciones a su compañero más cercano.
—El proyecto consiste en la literatura crítica, jóvenes.— dijo sentándose en el escritorio.—¿Quiénes se quieren especializar en críticos?— preguntó la maestra y nada más Lily alzó la mano.
—¿Sólo Lily?¡Vamos! El mundo de la crítica es increíble.— dijo la maestra con una sonrisa emocionada y Cassie sonrió, le agradaba la profesora Tess.
—Dios, chicos.— dijo contenta.—Me van a amar por el proyecto que les tengo.
—¡Ya diga de que trata!— gritaron al fondo y todos empezaron a reír.
—Van a redactar una crítica o reseña, sobre ciertas personas, servicios, o lugares.— dijo la profesora.—El primero que tenemos, son diez pases para el tour del palacio de Buckingham.— dijo la maestra y se escucharon chillidos de emoción.
Las chicas del salón estaban emocionadas por dar el tour al palacio de Buckingham, sinceramente era un lugar precioso. Una vez Cassie fue justamente en uno de esos tours, fue una gran experiencia.
—El segundo que tenemos, es la Cafetería de la Universidad.— dijo la profesora y la mayoría rió.
Era divertido imaginarse a ella misma haciendo una reseña de la sopa asquerosa que hace la cocinera Magda y dar el veredicto sobre los "deliciosos" paladares que la Universidad te ofrece.
—Y por último, diez pases al estudio de David Bailey.— dijo la maestra y todos gritaron con emoción.
—¿Lo vamos a ver?— preguntó una compañera suya.
—¡Claro! El estará inclusive fotografiando a unas modelos.— dijo y todos nos emocionamos más.
David Bailey es el fotógrafo de la mismísima Reina Isabel II. Tenía mucha creatividad aquel sujeto, sería increíble poder verlo detrás de la lente.
—Ahora, les diré en que área harán su reseña o crítica.— dijo la profesora y todos sentimos emoción.
Brenda Lynn Andrews: Palacio de Buckingham.
Lucinda Bower: Cafetería escolar.
Paul Buckett: Estudio fotográfico de David Bailey.
Lilien Cahobany: Palacio de Buckingham.
Louis Tanner Cartier: Estudio fotográfico de David Bailey.
Ralph Mason Castle: Palacio de Buckingham.
Anna Mary Cedricks: Cafetería escolar.
Todos iban pasando y la profesora iba prácticamente sorteando los lugares de la reseña. Algunos se emocionaban demasiado, otros no tanto, es que, sinceramente, que te toque cafetería escolar apesta.
Jackson Jenkins: Cafetería escolar.
Alanna Esther Jordan: Estudio fotográfico de David Bailey.
Russella Kuchta: Palacio de Buckingham.
Harry Edward Landon: Cafetería escolar.
Cassie Lennon: Estudio fotográfico de David Bailey.
Cassie estaba sin palabras, ¡Le tocó ir al estudio de Bailey! Estaba fascinada por sus fotografías, y tener la oportunidad de hacerle algunas preguntas sobre sus técnicas para un buen ángulo y una fotografía perfecta, sería simplemente magnífico, sabía que David Bailey era un sujeto con talento en la cámara.
La maestra terminó de dar las asignaciones a todos los alumnos y de dar explicaciones bien elaboradas sobre lo que se haría en cada área, la verdad que Cassie estaba contenta de poder ir al estudio de David Bailey.
Cassie llegó de la Universidad muy agotada, estaba que quería morir en la cama.
¿Nunca han sentido esa sensación donde crees que tú cama podría casarse contigo?
—Hola Cass...— dijo Brian y Cassie lo interrumpió.
—Solamente quiero estar en mi cama por siempre.— dijo dando pasos cansados a su habitación.
A penas se acostó sintió la mejor sensación de todas, el suave colchón con las suaves frazadas y almohadas para abrazarte, estaba feliz.
De repente comenzó a tener un fuerte dolor de cabeza, no podía controlarlo para nada.
—¡John!— gritó ella masajeando su frente.
John a los treinta segundos llegó y a penas la vio apretando los ojos y masajeando su frente, sintió preocupación y se sentó a un costado de la cama.
Cassie sintió el peso recién incorporado a la cama, así que abrió los ojos con dolor.
—¿Estás bien?— le preguntó John.
—Mejor que nunca.— dijo con una sonrisa sarcástica pero sintió un fuerte dolor que la dejó murmurando un "Ouch".
—Cielos Cassie, ¿Qué pasó?— dijo acariciando su pierna.
—No sé, llegué muy cansada, me acosté y sentí de repente un dolor terrible en la cabeza.
—Espera, traeré unos analgésicos.— dijo y se fue pero en su lugar Paul entró a la habitación.
Cuando Cassie lo vio, rodó los ojos y los cerró, al instante sintió como se sentó en la punta de la cama.
—Sé que no me quieres ver, lo tengo más que claro.— pronunció Paul con calma.
—¿Por qué no vino George?— dijo ella y Paul rodó los ojos.
—John le pidió ayuda, ya que tú gabinete de pastillas tiene demasiadas variedades.
Un silencio se formuló en la habitación.
—Cassie, no podemos estar así. Y ahora no te diré nada porque no quiero que te empeores por mi culpa, pero hablaremos, y no te opondrás a ello.
—Tú no me dices que hacer.
—Tú me quieres.— le dijo el con una risa pícara.—Demasiado.
—Ya no.— dijo ella y el sonrió, para luego acercarse a ella y darle un beso en la frente.
Cassie aún con los ojos cerrados se limpió el beso que el le había dado y el no podía sentirse más divertido de lo que se estaba sintiendo ya.
—Te creeré eso.— dijo él riendo.—Descansa Cassie.— dijo él y se fue para ver cómo llegaban John y George con las pastillas y un vaso con agua.
—Cassie, abre los ojos.— le pidió John y Cassie le obedeció al instante.
—Traje estas pastillas, dice aquí que alivian el malestar de migraña, que seguro es lo que sientes.
—Wow John, toma una bata y un estetoscopio, que estás listo para ser doctor.— le dijo George y Cassie formuló una sonrisa graciosa.
—Ja, ja, ja.— dijo John.—Ahora, Cassie. Debes tomarte dos pastillitas de estas y seguido te tomas el vaso con agua.— le dijo John y Cassie asintió.
Se sentó flojamente y le tendieron las pastillas y el vaso de agua, y al instante Cassie había disuelto las pastillas y el agua.
—¡Eso!— dijo John abrazando a Cassie.
—No tengo siete años.— dijo ella riendo.
—Enferma te ves como una chica de siete años.— dijo él.—Ahora, debes cerrar los ojos e intentar dormir, que te dormirá tres horas, cuando te despiertes estarás mejor que nunca.
—¿Qué?¡No me puedo dormir, deben ir a las cinco a lo de Decca!— dijo Cassie.
—Estaremos bien Cassie, cuando lleguemos te contaremos todo.
—¡Ah, ah!— dijo negando con la cabeza, tal vez sí parecía una niña de siete años.—Yo voy.
—Si quieres, me quedo contigo.— le dijo George.
—¡No es eso! Quiero ir, Johnny, por favor.— le dijo ella tirándolo del brazo para que cayera encima de ella y abrazarlo hasta que le dijera que sí.
—Cassie, suéltame.— le dijo tranquilamente.
—¡No!— dijo ella abrazándolo con más fuerza a lo que George tuvo que intervenir casi cargando a John para que se soltase del agarré de Cassie.
—George, si te quedarás con ella. Es peligrosamente... peligrosa.— dijo John dudando de la oración que acababa de formular.
—¡No soy peligrosa!— dijo Cassie.
—Probablemente saltes de tú balcón para ir a los estudios.— dijo riendo.
—Johnny...
—Te adoro, pero debes quedarte.— dijo él abrazándola.
—Tiene razón, Cassie.— le dijo George a la chica.
—Lo sé.— dijo finalmente.—Vayan.
—¿Prometes que no vas a ir a los estudios?— dijo John.
—Lo prometo solemnemente.— dijo poniendo su mano en su pecho.
John y George se retiraron de la habitación para dejar a Cassie descansar, la cual se quedó profundamente dormida gracias a la fuerza que el analgésico estaba ejerciendo.
Unos llamados sucesivos despertaron a Cassie de su sueño al estilo de la princesa Aurora de "La Bella Durmiente".
Abrió los ojos con pesadez y al instante, como había afirmado John, no había rastro alguno de dolor.
John, George, Paul, Best y Brian Epstein estaban sentados en la cama esperando a que acabara de despertar con tranquilidad.
—¿Cómo les fue?— preguntó ella.
Todos bajaron la cabeza con un tipo de pena y voltearon a ver a John, quién no articuló ninguna palabra.
—Dijiste que lo ibas a decir.— dijo Pete y John suspiró.
—No nos fue bien...— dijo John.
—Oh chicos.— dijo ella, realmente se sintió mal al verlos tan tristes.—Si no los contrataron, es porque son tan ignorantes que no pudieron ver a tres grandes vocalistas, excelentes guitarras, bajo y el batería no es tan horrible.— dijo Cassie y Pete la vio mal.—No te ofendas, Best.
—Dijeron que las guitarras eléctricas no triunfarían.— Cassie negó con la cabeza, esos hombres eran unos estúpidos.
—Y se quedaron con The Tremeloes.— dijo George.
—Bullshit.— dijo Cassie imitando el acento británico de los que estaban en frente de ella y ellos sonrieron.—¿Quieren comprar pizza?— dijo Cassie y ellos asintieron.
—Bueno, voy por una, que las venden allá abajo.— dijo y sacó un suéter ya que en Enero aún hacia frío en Londres y partió.
Bajó por el ascensor hasta la planta baja y caminó un poco hasta llegar a la pizzería Chicolinni's.
—Antonietta preciosa.— dijo Cassie cargando en sus brazos a la hija de los dueños del restaurante.
—¡Mira mi libro!— dijo mostrándole páginas llenas de vida y color, los cuales les había dado la niña a los dibujos.
—Wow, Toni. Tienes tremendo talento, ¡No te sales de las líneas!
—Me gusta colorear.— dijo con una sonrisa.
—Cassolinni.— dijo Giulia, la madre de la dueña pizzería.
—Giulia, ¿Qué tal?— dijo con una sonrisa.
—De maravilla, disfrutando a mi nieta querida.— dijo ella e instantáneamente Antonietta fue a los brazos de su abuela.
—Qué lindas, debes estar encantada Giulia, Toni tiene una imaginación increíble.— dijo Cassie.
—Si si y si, es divina.— dijo llenando de besos a la niña de cabellos rojos.
—¿Usted está tomando las órdenes?— preguntó Cassie.
—Si, Loretta y Valentino fueron al cine y me dejaron a la pequeña, ¿Quieres una pizza?
—Sí, condimentada, por favor.
—¿Ya hecha?
—Sí.
—Enseguida, Cassolini.— le dijo la vieja y delgada mujer con un guiño en el ojo y Cassie le sonrió.
De repente, la puerta de la pizzería se abrió y se mostró a Paul dirigiéndose hacia Cassie. Ella volteó y lo miró con molestia.
—¿Qué haces aquí?— dijo ella en voz baja.
—Quería acompañarte.— le dijo el con una sonrisa.
—Dios, McCartney...
—¿Él es tú novio?— preguntó Antonietta parándose en medio de los dos mirándolos con sus grandes ojos.
—No, no. Es mi amigo.— le dijo Cassie con una sonrisa.
Paul se agachó a la altura de la niña y le susurró en el oído:
—Oh, claro que sí. Le da pena.— le dijo y ella rió.
—¿Qué te dice, Toni?— preguntó Cassie cruzándose de brazos.
—¡Se ven tan bonitos juntos!— dijo y los abrazó por las piernas, Cassie acarició la espalda de Antonietta y le dio a Paul una mirada asesina.
—Cassolini, tú pizza está servida.— dijo la abuela Giulia y cuando vio a su nieta abrazando las piernas de los jóvenes se sorprendió.—¡María Antonietta!— dijo la abuela y Cassie la miró con una sonrisa.
—Es cariñosísima, ciao bella, nos vemos otro día.— le dijo Cassie a Antonietta besando su frente.
—Adiós Cassie. Adiós novio de Cassie.— dijo Antonietta y Giulia rió.
—Que muchachita. Cuídense, jóvenes.— dijo Giulia moviendo la mano en forma de despedida.
—Yo iba a llevar la pizza, te hubieras quedado.— dijo Cassie caminando junto a Paul por el lobby.
Oprimieron el botón del elevador que tenía grabado el número ocho y se introdujeron dentro de este.
—Lo siento.
—¿Por qué lo sientes?— preguntó Cassie.
—Soy terrible contigo.— dijo mirando a un punto fijo.
Cassie se quedó callada.
—Te quiero mucho, y soy un estúpido siempre.— dijo con cansancio sin voltearla a ver.
—Sólo algunas veces.— dijo Cassie tratando de hacerlo sentir mejor pero nada más se rió, aunque no le causaba risa en absoluto.
El elevador se abrió llegando al piso ocho y Paul caminó detrás de Cassie mientras ella iba buscando las llaves.
Abrió la puerta y todos estaban en ella mesa esperando la pizza, a lo que ella sonrió.
Dejó la pizza en la mesa y se sentó para tomar una porción y comer con los demás.
—El vuelo es mañana a las siete de la tarde.— dijo Brian.
—Los extrañaré.— dijo con una sonrisa triste.—Me siento un poco sola aquí.— dijo y sus ojos se cristalizaron.
—Tienes que ir un tiempo a Liverpool tú también Cassie.— dijo George.
—Es complicado, la Universidad es muy estricta.
Todos asintieron comprendiéndola y al poco tiempo estaban arreglando la mesa y yéndose a la cama.
—Paul me pidió perdón.— le dijo Cassie a George.
George la miró expectante.
—¿Crees que esta vez todo esté bien?
—Tal vez.
George se acercó a ella, agarró suavemente la cara de ella en sus manos y ella lo miró fijamente con sus ojos color café mientras por movimiento involuntario parpadeaba.
—¿George?— le preguntó cautelosamente.
—¿Si?
—¿Crees que pueda ser plenamente feliz con alguien?— dijo tan inocente, que el sonrió y besó su frente.
—Claro que sí, pero tú no lo puedes ver.
Cassie se quedó callada, abrazó por la cintura a George y miró al vacío.
—Estoy cegada por Paul, y no va a cambiar.
—Yo sé que no.— dijo George con un tono melancólico mientras apoyaba su barbilla en la cabellera de Cassie, en verdad sabía que no.
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