Capítulo 14.

Capítulo catorce
"The house is full again"

Diciembre, 1960.

Iniciaba diciembre y Liverpool parecía el polo norte. Nevaba casi a diario, las personas sacudiendo la nieve de la vitrina de sus autos con el limpiaparabrisas, los vecinos limpiando constantemente la nieve que caía en el techo y el piso de su casa, era todo un espectáculo.

Cassie había pasado esas dos semanas de noviembre junto a George, todos los días quedaban en verse en algún lado. La confianza entre ellos se había hecho inmensa.

George y Cassie se encontraban en el aéreo puerto de Liverpool, ya que los chicos les habían avisado que regresarían, ya que Pete y Paul le habían prendido fuego a un condón y
John no tuvo más remedio de irse también.

Cassie's POV.

—Este helado está buenísimo.— dijo George mientras se comía un helado de chocolate.

—En verdad. ¿No te has llenado?— le pregunté.

—¿Por qué me habré de llenar?

—No sé, tal vez porque es tú séptimo helado.— le dije riendo.

—Eh, no me importa.— dijo y yo reí.

Estábamos a fuera del aeropuerto, nos habíamos cansado de estar tanto tiempo en él, por eso fuimos a uno de los jardines que tenía. Estábamos en una colina, todo se veía precioso, la nieve, los pinos. Estábamos pasando un buen tiempo.

—Tenemos mucho en común tú y yo.— dijo George.

—¿Si, qué?

—Ambos tenemos diecisiete años, somos los menores de nuestros amigos, y estamos igual de flacuchos.— dijo sonriendo.

—Cierto, pero tú estás más delgado que yo.— le dije.

—De hecho tú eres más delgada.— afirmó.

—Mis piernas tienen más carne que las tuyas.— le dije riendo.

—Pero las tuyas son más largas.— afirmó.

—¿Desde cuando nuestro tema de conversación son nuestras piernas?— le dije riendo.

—Te quiero Cassie.— dijo mirándome a los ojos.

—Yo igual te quiero, mucho.— le dije con una sonrisa.

—Debemos ir para allá, ya deben estar aquí.— dijo ofreciéndome su mano para levantarme.

Fuimos de nuevo hacia allá para esperar a los chicos.

Ya había pasado mucho tiempo y no habían llegado todavía, por lo que comencé a preocuparme.

—¿Estarán bien?— le pregunté a George.

—Si, tranquila, es normal.— dijo mirando a su alrededor.— Oh, ¡Cassie, ahí están, mira!— dijo señalándome casi el fondo del aeropuerto.

Cuándo vi a John y a Paul con sus maletas no pude evitar emocionarme, los quería tanto. Atrás estaba Pete, buscando sus maletas. Pete me agradaba, pero estaba esperando que Ringo llegara a la banda, adoro a ese hombre.

—¡No puedo creer que estén aquí!— le dije a George.

—No puedo creer lo feliz que te escuchas.— dijo George.

—Es mi Johnny, y Paul...— dije y George me interrumpió.

—Ya sé, el amor de tú vida, lo que sea.— dijo George encogiéndose de hombros.

—¿Por qué eres tan frío? No es el amor de mi vida, tonto.— le dije.

—No soy frío, no me gusta que lo recuerdes con dolor.— me dijo George.

—Eso no importa. Voy a saludarlos, espera.— dije y me fui corriendo, no sin antes pensar en lo molesto que fue George.

Ellos todavía no me veían, así que fui corriendo rápidamente hacia Johnny, hasta que me vio y recibió mi abrazo fuertemente, fue tanto el impulso que dimos una vuelta, fue la mejor sensación del mundo sentir sus brazos de nuevo.

—Te extrañé mucho.— me susurró.

—Yo igual, mucho más Johnny.— le dije y nos separamos.

Estábamos él y yo parados, viéndonos fijamente, felices de lo que teníamos en frente, cuando me fijé en la mirada que se posaba en mí detrás del hombro de John, era Paul.

Me acerqué a él y le di un fuerte abrazo, que me correspondió de igual forma, traté de salir de sus brazos, pero su agarre me lo impedía.

—Paul, me asfixias.— le dije y me soltó rápidamente no sin antes disculparse.

—Qué linda te vez.— me dijo con una sonrisa débil.

—Qué gentil, gracias.— le dije sonriendo y me fui a saludar a Pete.

—Hola Cassie.— me dijo Pete besando mis dos mejillas en forma de saludo.

—¿Cómo has estado, Pete?

—Bien, ¿y tú?— me preguntó.

—Igual, gracias. Vamos con los chicos.— le dije y me siguió.

—¿Entonces no convencieron a Stu de que se quedara?— preguntó George.

—No, vivirá con Astrid en Hamburgo.—  dijo John con la cabeza baja.

—El de verdad la quiere, encontró un hogar allá.— dijo George animando a John.

—¿Les agradó Astrid?— pregunté. George me contó todo sobre lo que pasó en Hamburgo.

—Si, mucho. Fue muy amable con nosotros. Pero Stu debió venir.— dijo John.

—Tranquilo Johnny, no le pasará nada allá. Confía en mí.— le dije segura de mis planes.

—De acuerdo. Ay Cassie, te extrañé muchísimo.— dijo abrazándome de nuevo.

—Ya estamos juntos, ¿No?— le sonreí.

—Y estoy muy feliz por eso.— me dijo separándose de mi.

Pete, Paul, George, John y yo caminamos juntos hasta las afueras del aeropuerto. Cuándo los tres recién llegados vieron el clima sonrieron embobados.

—Extrañaba aquí.— dijo Pete.

—Yo también.— contempló Paul.

Contemplaban la vista con tanta nostalgia, como si de verdad amaran a Liverpool. Yo en los meses que llevaba aquí, sinceramente me enamoré de la ciudad, era tan tranquila, acogedora, las personas, el clima, los paisajes, me hace delirar.

—Chicos, mi familia me espera en casa, hasta luego.— dijo Pete despidiéndose de nosotros.

Nos fuimos caminando varias cuadras hasta dejar a George en su casa, ya que él también tenía que ir solamente a comer con su familia.

–Te veo luego, Cassie.— dijo George abrazándome de la cintura.

—Adiós Georgie.— dije dándole un beso en la mejilla.

Paul se quedó viendo la escena de despedida mía y de George.

—Adiós Johnny, Paul.— dijo saludando con la mano y entrando a su casa.

Paul, John y yo nos quedamos solos caminando en la calle, hablábamos de su viaje a Hamburgo, de lo mucho que les gustó, de cómo eran los clubes de allá, de los groseros alemanes y muchas cosas.

Teníamos una sorpresa preparada para Cynthia, fuimos a su casa y toqué la puerta principal.

—Ya va...— se escuchó como bajaba las escaleras.—¡Cassie, pasa!— me dijo sonriente.

—¿Puedes salir un rato?

—Lo consultaré. ¡Mamá!¿Puedo salir?— gritó para el piso de arriba.

—Haz lo que quieras.— se escuchó como gritó su mamá y ella rió.

—Está dormida. Vamos.— dijo y salió.

John rápidamente tapó sus ojos con ambas de sus manos y Cynthia se sorprendió.

—¿Cassie?¿Cómo fuiste tan rápida?— preguntó quitándose las manos de John de encima, cuando volteó y gritó de la emoción.

—¡Johnny!— dijo y lo abrazó fuertemente para luego besarse descontroladamente con él.

Paul y yo nos dirigimos una mirada cómplice y tratamos de aguantar las ganas de reír.

—Te extrañé mucho mi amor.— dijo Cynthia mientras avanzaba agarrada de la mano con John.

—Yo igual a ti, linda. Inclusive me besé con otras alemanas pensando en ti.— le dijo John riendo a lo que Cynthia lo miró mal.

—¿Es en serio, Lennon?— dijo seria.

—Si, pero no son nada a comparación tuya. Lo siento, por cierto.— le dijo John y yo sólo no podía procesar la clase de charla que estaban teniendo.

—Bueno, me alegra que digas eso porque yo también me besé con mi vecino.— soltó Cynthia.

—No imventes, mujer. ¿Hablas en serio?

—No, por supuesto que no. Pero para que veas lo que sentí. Te perdono.

—¿Y cómo te ha ido aquí?— preguntó Paul acercándose a mi.

—Bien, me la he pasado sin hacer nada, me siento algo encerrada en casa.— le conté.

—¿Por qué?

—No sé, quiero ir a Londres, rentar un apartamento, estaba ahorrando lo suficiente, pero Mimi se negó a dejarme ir.

—¿Quieres que hable con ella? No es por presumir pero, de los amigos de John yo soy su favorito.— dijo arrogantemente.

—Ni por eso creo que cambie de opinión, trataré de buscar otras alternativas.

—Eso quería oír. Si eso en verdad quieres, lo vas a lograr.— dijo y le sonreí.

Se formó un silencio incómodo entre los dos.

Llegamos a la casa de Paul, el igual debía ver a su padre y a su hermano.

John y Cynthia me esperaron más atrás ya que ayudé a Paul con su equipaje.

Tocó la puerta y Mike abrió.

—¡Paul!— dijo Mike y lo abrazó.

—Te extrañé Mike.— dijo Paul.

—¿Qué tal te fue a ti y a los chicos en el club?— preguntó emocionado.

—Bien pero, Mike, te cuento de mi viaje más tarde, no quiero aburrir a alguien.— dijo rodando los ojos hacia mi.

—Cassie, perdón no te había visto.— dijo y se acercó a darme un beso en la mejilla.

—Oh no, tranquilo, no me molesta en lo absoluto.

—Sólo que la 20 kilos trae mi maletín cargado.— dijo Paul y lo miré mal, él sabía que no me gustaban esos comentarios.

—Ven, te ayudo.— dijo Mike agarrando el maletín y adentrándose a la casa.

—¿Quieres entrar?

—Me encantaría pero alguien está algo impaciente.— dije señalando a John que no paraba de hacerme señas para que me apurara.

—Ya, de acuerdo.— dijo Paul.

—Bueno, adiós.— dije y traté de avanzar pero me agarró de la mano y me volteó hacia él.

—¿Si?— le dije.

—Te extrañé.— me dijo y yo le dirigí una sonrisa nerviosa.

—Yo igual a ti.— suspiré con una leve sonrisa y me solté suavemente de su agarre.

Regresé con John y Cynthia.

—¿De qué tanto hablabas? Tengo cinco minutos perdidos.— dijo John reprochándome.

—Johnny...— dijo Cynthia con una risa.

—Ay, esto es lo mejor del mundo. Estoy con las dos chicas que más amo.— dijo abrazándonos.



Entramos a casa y al dar sólo un timbrazo Mimi corrió a abrir la puerta.

—John.—dijo Mimi abrazando a su sobrino.— Mi niño hermoso, te extrañé.— dijo besando sus mejillas.

—Yo igual Mimi.— dijo besando su frente.

–Tengo el almuerzo listo para los tres.— dijo Mimi.— Hola mi cielo.— me dijo Mimi dándome un beso en la mejilla.

—Hola Mimi. No me avisaste que cocinabas, te hubiera ayudado.— le dije.

—Quería cocinarles yo. Vamos, siéntense.—dijo y tomamos asiento.

Comimos muy tranquilos, hablando obviamente de Johnny, de su viaje, de Hamburgo.

Lo que John contaba era casi sacado de un cuento, una casa de tres habitaciones, un club matutino para señores ancianos, todo un sueño.

Mimi se negó a que la ayudara con las labores y John y yo subimos.

Estuve toda la tarde en mi cuarto, emocionada de tenerlo aquí. No quise estorbarlo así que no entré a su cuarto hasta la noche, que tenía ganas de verle.

Toqué la puerta, y John sólo dijo un "Adelante."

—Hola Johnny.— murmuré entrando a su cuarto en mi bata de dormir.

—Hola Cassie.

—¿Sigues desempacando?— le pregunté.

—Ya casi termino.— dijo metiendo un par de calcetines en sus cajones.

—De acuerdo. ¿Mañana nos ayudas a Mimi y a mí a arreglar el árbol de Navidad?  Ella quería hacer esto contigo.— le sonreí tiernamente.

—Me encantaría ayudarlas.— me dijo con una sonrisa.

—Bueno, no te molesto más, iré a mi cuarto.— le dije en un tono bajo.

—Cassie.— me llamó.

—¿Qué pasó?— le respondí.

—¿Te puedo abrazar?

—Ay Johnny, por supuesto.— le dije y me acerqué a él para corresponderle al abrazo.

—Te amo.— me dijo.

—Yo más a ti. Descansa.— le dije apagando la luz de su cuarto y yéndome.
























Las amo, gracias por leer❣.

Peace, love and hippie hugs,

Dani✌🏻️💚.

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