Nota: "2017" es un universo alterno en el que estoy trabajando. Iré subiendo pequeños relatos en orden cronológico aquí, donde podremos ir descubriendo más de la relación entre estos dos en mi au.

El sonido de los gimnasios siempre le ponía de los nervios a Eren, tantos años que había estado intentando la misma tarea, y sin embargo, el ruido de las máquinas y las personas a su alrededor le hacían querer atravesar la puerta lo más rápido posible de lo amenazantes que siempre le resultaban.

-¡Vamos, Eren, no es para tanto! -le gritaba Reiner mientras el chico castaño luchaba por dar su último suspiro.

-¡No lo será para ti! -explotó al final Eren, dejando caer sin querer las pesas, que para su suerte acabaron en el suelo rodando, Reiner las agarró corriendo y las colocó de nuevo en su lugar de reposo- ¡No me digas lo que tengo que hacer!

Reiner miró de forma cansada a Eren de tantas veces que había escuchado aquello. Su mirada se dirigió hacia el suelo y no fue hasta que eso ocurrió que Eren se sintió mal por tratar de aquella manera a Reiner.

-Perdón, no quería decir eso. -dijo tragándose el orgullo.

La conversación se quedó ahí, en menos de lo que se esperaron, Reiner ya se encontraba despidiéndose de todo el mundo -pues siempre parecía llevarse bien con todo el mundo- una vez estaban fuera del gimnasio, Eren agradeció la brisa que sintió golpeándole su rostro, en comparación a la escena de sudor que le había estado ahogando segundos antes.

La relación de Eren y Reiner era muy complicada. Ninguno de los dos estaba completamente seguro de si eran novios o sólo amigos, pues los dos sentían que la idea de estar implicados románticamente era demasiada buena para dejarla pasar, el problema era que el orgullo no les dejara atravesar esa delgada línea que necesitaba de cooperación por las dos partes, y Eren nunca se había sentido totalmente capaz de preguntarle a Reiner si quería salir con él. Básicamente, dejó que fluyera todo de forma muy natural.

Y eso lo sabían tan bien que su relación hace tiempo se tornó en una muy complicada sin que ellos se dieran ni siquiera cuenta, en la que al mismo tiempo estaban implicados abrazos cariñosos, caricias amorosas, dudas de si uno quería al otro, y gritos no tan agradables que a veces salpicaban su relación con un poco de retroceso. Eren pensaba bastante en aquello, siempre le había gustado Reiner, desde el colegio, y jamás había dudado de aquello. Con el paso de los años había aprendido a demostrarlo poco a poco cuando lo veía necesario, y sin darse cuenta se había transformado en una persona muy importante para Reiner, quién valoraba mucho su compañía y solía sentirse muy tranquilo al lado de Eren cuando las cosas no salían mal.

Pero siempre el problema de su relación era el orgullo de Eren.

Además, el castaño poseía una personalidad tan nerviosa y caótica que sólo Reiner había conseguido encontrar la belleza que habitaba en el interior del oji-verde, por alguna razón que nadie a su alrededor entendía muy bien.

Pero ellos, aparentemente, estaban bien con eso.

En mitad del camino, Reiner decidió decir algo para compensar la tensión del momento.

-¿Qué te parece si vamos a mi casa? Mi madre no está.

Eren no respondió con palabras, y únicamente se dedicó a asentir, pero aquello fue suficiente.