057.
Voldemort, cuyo rostro reflejaba un odio inhumano, peleaba contra McGonagall, Slughorn y Kingsley, que lo esquivaban y se zafaban de él.
Bellatrix luchaba contra Hermione, Ginny y Luna por lo que me he acercado a ellas para poder respaldarlas. La mortífaga al verme llegar ha sonreído con satisfacción, y entonces una maldición asesina pasaba rozándome.
—La próxima no te rozará —dijo con orgullo—. Draco, es una lástima que hayas decidido cambiar de bando.
Draco, quien estaba llegando había sacado su varita para enfrentar a su tía, pero solo había dado unos pasos cuando lo apartaron de un empujón.
—¡A mi hija no, perra!
Mi madre se quitó la capa para tener libres los brazos y corrió hacia Bellatrix. La mortífaga soltó una carcajada al ver quien la amenazaba.
Draco me alejó de la batalla que había comenzado mi madre contra Bellatrix. He visto como ella agitaba incansablemente la varita y la sonrisa burlona de Bellatrix se convertía en una mueca de rabia.
—¿Qué va a ser de tus hijos cuando te haya matado? —se burló Bellatrix, tan frenética como su amo, dando saltos para esquivar las maldiciones de mi madre—. Oh... Quizá pueda mandar a todos tus hijos al mismo lugar.
—¡Tú...no vas a tocar...a mis hijos! —chilló mi madre.
Bellatrix soltó una carcajada, y entonces una maldición pasó por debajo del brazo extendido de la mortífaga, dándole de lleno en el pecho, justo encima del corazón.
La sonrisa de regodeo de Bellatrix se quedó estática y dio la impresión de que los ojos se le salían de las órbitas. Por un instante, la bruja fue consciente de lo que había pasado, pero entonces se derrumbó y la multitud se puso a bramar.
En ese instante Voldemort soltó un horrible chillido y he visto como McGonagall, Kingsley y Slughorn salían despedidos hacia atrás, retorciéndose en el aire. El Señor Tenebroso alzó su varita y apuntó a mi madre.
—¡Protego! —exclamé, y el encantamiento escudo se expandió en medio del comedor.
Voldemort dejó ver una expresión de rabia, pero entonces ha mirado en otra dirección y en eso he logrado ver a Harry.
Harry comenzó a alejarse mientras era seguido por Voldemort. Ante aquella escena he decidido seguirlos, pero antes de que diera unos pasos he sido detenida por Draco.
—Te prometo que volveré —le dije al ver su expresión de angustia—. Por favor, quédate aquí con los demás.
—¿Estarás bien?
Sin pensarlo demasiado lo había besado para luego darle un fuerte abrazo. No quería mantenerme alejada de él, pero debía de hacerlo porque Harry me necesitaba.
—Te veo luego, cariño —dije con una sonrisa.
He comenzado a correr en la dirección por donde se habían ido Voldemort y Harry. Corrí por unos minutos, y entonces al encontrarlos he podido oír como mi primo le mencionaba algunas cosas sobre la Varita de Saúco.
—El verdadero dueño de la Varita de Saúco era Draco Malfoy.
El rostro de Voldemort reveló una momentánea sorpresa.
—¿Y qué importancia tiene eso? —dijo con voz débil—. Aunque tuvieras razón, Potter, ni a ti ni a mí nos importa. Tú ya no tienes la varita de fénix, así que batámonos en duelo contando solo con nuestra habilidad... Y cuando te haya matado, ya me encargaré de Draco Malfoy...
—Lo siento, pero llegas tarde; has dejado pasar tu oportunidad. ____ se adelantó: hace semanas ella le quitó la Varita a Draco —Al oírlo he mirado la varita de espino que le había quitado a Draco—. ¿Sabe la varita que tienes en la mano que a su anterior amo lo desarmaron? Porque si lo sabe, ____ es la verdadera dueña de la Varita de Saúco.
De repente un resplandor rojo y dorado irrumpió en el patio. El Señor Tenebroso chilló con aquella voz tan aguda, y Harry ha mirado en la dirección en la que me encontraba, extendiendo su mano para que así la tomara.
He corrido hacia él. Sostuve su mano para luego apuntar con mi varita a Voldemort y así lanzar el mismo hechizo que Harry.
La Varita de Saúco que tenía Voldemort saltaba por los aires, girando sobre sí misma, y dando vueltas en el aire se acercaba hasta donde me encontraba.
Solté la mano de Harry, y entonces con mi mano libre la sostuve, al mismo tiempo que Voldemort caía hacia atrás, con los brazos extendidos y aquellos ojos rojos de delgadas pupilas vueltos hacia dentro. Tom Ryddle cayó en el suelo, el cuerpo flojo y encogido, las blancas manos vacías, la cara de serpiente inexpresiva y sin conciencia. Voldemort estaba muerto, lo había matado su propia maldición al rebotar con nuestro hechizo en conjunto.
Hubo un estremecedor instante de silencio en el cual la conmoción de lo ocurrido quedó en suspenso. Y entonces el disturbio se desató a nuestro alrededor: los gritos, los vítores y los bramidos de los espectadores rasgaron el aire.
Varios se abalanzaron sobre nosotros mientras nos mencionaban varias cosas de las cuales no entendíamos demasiado. En un instante mi cuerpo comenzó a elevarse y al ver a los gemelos cargándome no he podido evitar reír.
Y mientras me encontraba en los hombros de los gemelos he podido ver a Draco, alejado y mirándome con una sonrisa. Sin pensarlo demasiado me he bajado de los hombros de mis hermanos, salí como he podido de aquella multitud que todavía nos rodeaba y comencé a acercarme a mi novio.
Al llegar he sostenido su mano para así alejarnos a un lugar más tranquilo.
—Finalmente todo ha terminado —dije con una sonrisa una vez nos hemos alejado lo suficiente—. Ya podemos respirar tranquilos.
—¿Qué crees que sucederá a partir de ahora? —preguntó mirándome con aquellos ojos grisáceos que tanto me encantan.
—No podría saberlo —dije al momento en que dirigía mi mirada hacia la luz solar que pasaba a través de una ventana—. Lo único que tengo claro es que Voldemort se ha ido y que esta personita podrá vivir tranquilamente...
—¿Personita? —preguntó confuso—. ¿Qué quieres decir?
He mirado a Draco de manera inquieta, luego sostuve su mano y la acerqué a mi vientre. Mi mano temblaba ligeramente por la noticia que debía de mencionar.
—Estoy embarazada —dije mirándole directamente a los ojos—. Tendremos un hijo, Draco.
Draco se quedó inmóvil en su lugar sin quitar su mano de mi vientre. Comencé a preocuparme al no oírle mencionar algo, pero entonces he visto como sus ojos comenzaban a brillar y sus labios formaban una sonrisa.
—Durante mucho tiempo me había sentido tan solo —dijo colocando su mano libre en mi rostro y acariciándolo suavemente—. Pero desde que te conocí he dejado de sentirme así.
—Nunca más te sentirás de esa forma, cariño.
—Mientras esté junto a ti no sentiré la soledad.
Un grito repentino rompió por completo la bonita atmosfera en la que nos encontrábamos. Narcisa Malfoy corría hacia nosotros y al quedar frente a su hijo no ha tardado en abrazarlo.
Narcisa comenzó a examinarlo en busca de algún daño que tuviera, pero al no encontrar nada ha soltado un suspiro aliviada. Ella me miró, una mirada penetrante que me hacía sentir nerviosa.
—Nunca imaginé que mi hijo dejaría todo atrás por una persona que no es de Sangre Pura como nosotros —dijo, mirándome fijamente con una expresión rígida. Una mirada que luego se apaciguó—. Eres una muchacha sorprendente. Espero que puedas darle a mi hijo aquella felicidad que no tuvo con nosotros...
—Le daré toda la felicidad posible —dije, extendiendo mi mano hacia Draco. Él la sostuvo con delicadeza y no tardó en dedicarnos una sonrisa.
Ahora lo único que faltaba era regresar la Varita de Saúco al lugar donde debería de estar, y así finalmente, toda esta locura habría terminado y el mundo mágico se encontraría en total tranquilidad.
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