050.
Bellatrix tenía agarrada a Hermione y amenazaba con clavarle el puñal en el cuello si Harry y Ron no se quedaban quietos.
—Suelten sus varitas —espetó la bruja, pero ni Harry o Ron le hicieron caso—. ¡Suéltenlas, o comprobaremos lo sucia que tiene la sangre esta desgraciada!
—¡Está bien, de acuerdo! —gritó Harry, y dejó caer la varita junto a sus pies al igual que mi hermano.
—¡Muy bien! —dijo Bellatrix mirándolos con ensañamiento—. ¡Recógelas, Draco! ¡El señor Tenebroso está a punto de llegar, Harry Potter! ¡Se acerca tu hora!
Draco se acercó a buscar las varitas para así volver rápidamente hasta donde me encontraba. Inesperadamente oímos un extraño chirrido proveniente del techo y al mirar hacía allí he podido observar la araña de cristal temblar; entonces, con un crujido y un amenazador tintineo, esta se desprendió del techo.
Draco me sostuvo de la cintura para así lanzarnos hacia un lado donde no fuéramos dañados, pero aun así hemos recibido alguno que otro cristal que nos causaron heridas.
—¡Dobby! —gritó Narcisa Malfoy—. ¡Tú! ¿Has sido tú el que ha soltado la araña de...?
Dobby entró trotando a la habitación, señalando con un tembloroso dedo a su antigua dueña.
—¡No le haga daño a Harry Potter! —chilló.
—¡Mátalo, Cissy! —bramó Bellatrix, pero la varita de Narcisa saltó por los aires y fue a parar al extremo opuesto del salón—. ¡Maldito payaso! ¡¿Cómo te atreves a quitarle la varita a una bruja?! ¡¿Cómo te atreves a desafiar a tus amos?!
—¡Dobby no tiene amos! —replicó—. ¡Dobby es un elfo libre, y Dobby ha venido a salvar a Harry Potter y sus amigos!
—Debes hacerlo ahora... —susurró Draco sin dejar de mirar a su tía que discutía con Dobby—. Hazlo...
—Draco... —susurré su nombre. Me dolía bastante tener que dejarlo con estas personas, pero no podíamos hacer nada. Nosotros deberíamos separarnos por el bienestar de nuestros seres queridos.
Iba a mencionarle algo, pero había visto como Lucius Malfoy volvía a levantarse y nos quedaba mirándonos por lo que he tenido que actuar rápidamente. Le he quitado las varitas a Draco que se encontraban en su mano derecha.
—¡Desmaius! —exclamé apuntando una de las varitas contra su padre para luego apuntarlo a él—. ¡Desmaius!
Su cuerpo cayó frente a mí y me dolió demasiado el verlo así, pero debía de actuar para que ellos no sospecharan que Draco me estaba ayudando a escapar.
Bellatrix, Narcisa y Greyback miraron en mi dirección sorprendidos. Ellos intentaron acercarse por lo que rápidamente aturdí a Greyback y esquivé a Bellatrix que intentó darme con su puñal; Narcisa me ignoró completamente para ver cómo se encontraba su único hijo.
Corrí hasta donde se encontraba mi familia, donde ellos al verme no tardaron en extender sus manos, y entonces cuando finalmente logré estar junto a ellos, hemos comenzado a girar.
Caí de rodillas mientras soltaba la mano de Ron, la cual me había sostenido fuertemente para que no me soltara; mientras que con la otra sostenía a la desmayada de Hermione. Logré distinguir una casa a una corta distancia, bajo un amplio y estrellado cielo, donde me pareció ver gente.
Me levanté con dificultad con las intenciones de dirigirme a dicha casa, pero el grito desesperado de Harry llamó mi atención. Al mirarlo mi corazón se apretujó debido a la escena que presenciaba.
Dobby se encontraba en sus brazos con un puñal clavado en su pecho. Rápidamente comencé a acercarme pudiendo notar su mirada suplicante.
—Harry... Potter... —susurró extendiendo su pequeña mano hacia él y la otra hacia mí—. ____... Weasley...
Dobby se estremeció un poco y las manos que sosteníamos perdieron sus fuerzas. Comencé a sollozar ante la pérdida del pequeño elfo que nos salvó la vida.
Durante unos minutos me quedé ahí, pero entonces sentí unas manos sobre mis hombros y al mirar hacia arriba he podido encontrarme con la mirada preocupante de Fleur. Ella colocó una manta sobre mis hombros mientras me ayudaba a colocarme de pie. Pude ver a Bill conversar con Harry y supuse que se trataba acerca de lo que harían con el cuerpo de Dobby.
Fleur me encaminó hasta la casa, donde me sentó en una silla para luego servirme algo caliente. Sostuve con mis manos la taza que me ofreció, me quedé mirando su contenido por un momento para luego llevarlo a mis labios. Bebí poco a poco su contenido mientras recordaba los sucesos que viví hace poco y ante aquello comencé a sentirme mal.
La esposa de Bill volvió a mirarme preocupada por lo que me ha quitado la taza de las manos para así comenzar a confrontarme.
—¿Quiegues que te lleve con Hegmione?
Asentí por lo que comencé a seguir a Fleur hasta una habitación, donde me encontré con Hermione. Ella se encontraba sentada sobre una silla, acurrucada entre unas mantas que solo dejaban ver un poco su rostro.
—Hermione —musité su nombre al momento en que Fleur abandonaba la habitación. Hermione miró en mi dirección y al verme comenzó a sollozar por lo que rápidamente me acerqué para acunarla en mis brazos.
Entendía perfectamente lo que sucedía con ella debido a que una vez también fui torturada por Bellatrix Lestrange.
—Lo siento mucho... Lo siento mucho...
—¿Por qué te disculpas?
—Ellos te atraparon por mi culpa... —musitó con un tono de voz casi inaudible debido a sus sollozos—... Dejé que Yaxley te encontrara...
Me he sorprendido ante sus palabras debido a que no esperé que la causa de que Yaxley pudiera ingresar al número 12 de Grimmauld Place fuera Hermione.
—Está bien, Hermione —dije confortándola—. No te preocupes por ello.
Hermione volvió a sollozar mientras se aferraba a mis brazos. Acaricié suavemente su cabello para así demostrarle que me encontraba junto a ella y que no la culpaba por hacer que Yaxley me atrapara. Después de todo gracias a eso he podido reencontrarme con Draco y desde aquel encuentro no había vuelto a sentirme enferma por lo que podría acompañar a mis amigos en la búsqueda de los Horrocruxes.
✧✧✧
Oí un fuerte golpe por lo que rápidamente he tomado la varita que tenía conmigo y abandoné la habitación para saber qué sucedía.
—¿Quién está ahí? —oí preguntar a Bill.
—¡Soy yo, Remus John Lupin! —gritó con desesperación causando mi inquietud—. Soy un hombre lobo, estoy casado con Nymphadora Tonks, padrino de ____ Eileen Weasley Snape Evans, y tú, el Guardián de los Secretos de El Refugio, me revelaste la dirección y me instaste a venir aquí en caso de emergencia.
Bill corrió hacia la puerta para abrirla de golpe. Mi padrino se derrumbó en el umbral; envuelto en una capa de viaje y con el cabello muy alborotado, se le veía muy pálido. No obstante, se enderezó, nos miró y gritó:
—¡Es un niño! ¡Le hemos puesto Ted, como el padre de Dora!
—¿Qué? ¿Qué Tonks... que Tonks ha tenido al bebé?
—Felicidades, Padrino.
Una gran sonrisa se formó en mi rostro al oírlo mencionar las buenas noticias. Sonriente comenzó a acercarse para así abrazar a Harry y a mí por un momento para luego separarse y mirarnos fijamente con un brillo en sus ojos.
—¿Querrías ser su padrino? —le preguntó a Harry antes de mirarme— ¿Y tú la Madrina?
Su pregunta nos tomó por sorpresa que hemos dicho al mismo tiempo:
—¿Nosotros?
—Sí, Sí, ustedes. Dora está de acuerdo, no se nos ocurrió nadie mejor que ustedes...
Con Harry nos hemos mirado unos segundos para luego decir al mismo tiempo:
—Sí, claro, aceptamos.
—Ustedes ya comenzaron a hablar como Fred y George —dijo Ron ocasionando las risas de los demás.
Bill no tardó en abrir una botella de vino para celebrar la nueva noticia, la cual había logrado que olvidara los problemas que tenía. Ser la madrina de Ted Lupin me emocionaba e inquietaba, ya que me preguntaba si podría llegar a ser una buena madrina para ese pequeño. Lo único de lo que estaba segura era que yo protegería a aquel pequeño sin importar qué.
—Ya debo de marcharme —dijo mi padrino, negándose a otra copa de vino. Se levantó y se echó por encima la capa—. Adiós, adiós. Volveré dentro de unos días e intentaré traerles fotografías. Todos se alegrarán cuando les diga que los he visto...
—Ten mucho cuidado, Padrino.
—Eso debería de decírtelo yo a ti —dijo mirándome con una sonrisa melancólica—. No hagas nada demasiado arriesgado y cuida de tu salud.
—Sí.
Él me abrazó fuertemente. Un abrazo lleno de cariño que me había hecho falta desde que abandoné a Draco.
—Nos vemos —dijo con una sonrisa mientras abandonaba la casa y se perdía en la tempestuosa noche.
Sin duda alguna la noticia del nuevo bebé había traído una gran alegría.
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