043.
El ambiente frío en el que me encontraba me hacía congelar hasta los huesos, pero aun así corría como si mi propia vida dependiera de ello.
¿Dónde me dirigía o por donde corría? Eso no lo sabía.
La oscuridad me rodeaba por completo y entonces he visto a una persona en el suelo, y otra apuntándome con su varita.
—Debes de regresar en este momento —me dijo con un tono de voz grave—. No debes estar aquí.
—No me iré —dije, seriamente—. Ya he tomado una decisión.
—No. No puedo aceptarlo —me dijo con un tono de voz inquieto—. Le prometí protegerte...
Aquella persona mencionó unas palabras, las cuales no logré comprender y entonces un destello salió de su varita; haciendo que mi cabeza doliera con demasiada fuerza.
—¡No! —exclamé fuertemente al momento en que abría mis ojos de golpe.
Sentía que mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, pero entonces unos brazos me han rodeado haciendo que me calmara.
—¿Qué ha sucedido? —me preguntó Draco, quien se encontraba a mi lado—. ¿Tuviste una pesadilla?
—Eso parece... —dije con un tono inquieto mientras me relajaba en sus brazos.
—¿Qué es lo que has soñado? —me preguntó mientras acariciaba suavemente mi cabello—. ¿Quieres contarme?
—Alguien estaba apuntándome con su varita y entonces mi cabeza comenzó doler demasiado como si me hubieran lanzado algún maleficio —le dije y entonces recordé la vez en que Bellatrix me lanzó la maldición Cruciatus.
Por un momento he creído que aquella pesadilla era por lo sucedido en el departamento de misterios, pero descarté esa idea cuando recordé que la persona de aquella pesadilla era un hombre y que nos encontrábamos en un lugar un tanto aislado.
—Estoy aquí contigo —me dijo Draco con un tono de voz cálido, lo cual hizo que mi tensión se esfumara poco a poco—. Te ayudaré a calmarte, así como lo has hecho conmigo cuando me he sentido fatal.
Simplemente me limité a sonreír para luego volver a recostarme a su lado y dejarme confrontar.
Últimamente Draco había estado pasándola mal por lo que yo venía cada noche a su habitación para poder tranquilizarlo, pero ahora era él quien estaba tranquilizándome.
✧✧✧
Al día siguiente antes de ingresar al Gran Comedor he sido interceptada por Harry, Ron y Hermione, donde los dos primeros nombrados me miraban de mala manera.
—¿Y ahora que les ha sucedido? —pregunté mirándolos sin expresión alguna.
—¿Qué haces con Malfoy? —preguntó Harry con un tono áspero—. ¿Por qué estás cerca de él?
—¿Debo recordarte que somos compañeros de casa?
—Claro. Compañeros de casa y de habitación al parecer —dijo Ron frunciendo el entrecejo y sus palabras me han sorprendido. ¿Cómo sabían eso?
—Te hemos visto en el mapa del merodeador —dijo Hermione, bajando un poco su tono de voz cuando ha mencionado el mapa—, y también Kreacher con Dobby han estado vigilando...
—¿Kreacher y Dobby? —dije sorprendida para luego recordar que sentía ligeramente unas miradas mientras me encontraba junto a Draco—. ¿Los has enviado a espiarnos? —le pregunté a Harry quien también se encontraba mirándome con entrecejo fruncido—. ¿Por qué?
—Debía de averiguar qué es lo que hace Malfoy, pero solamente he averiguado que él se encuentra cada noche contigo —dijo con desdén—. Te dije que debes mantenerte alejada de Malfoy.
—¿Qué es lo que sucede entre Malfoy y tú? —me preguntó Ron—. Ginny nos contó que te has besado con él... ¿Eso es verdad?
Las miradas de Ron y Harry reflejaban curiosidad e incluso disgusto; mientras que Hermione me miraba compasiva.
Podía simplemente mentirles, pero eso no me gustaba para nada y quizá si les decía la verdad dejarían de acusar a Draco de ser algo que no es.
—Sí. Me he besado con Draco —dije, seriamente y sus miradas de sorpresa no se hicieron esperar—. Es normal besar a tu pareja, ¿no?
—¿Estás saliendo con Malfoy? —preguntó Ron sin creerse lo que oía—. ¡¿Mi hermana está saliendo con ese hurón?!
—¿Cómo puedes estar saliendo con nuestro enemigo?
—Ella puede salir con quien quiera, Harry —le dijo Hermione a lo cual solté un suspiro de alivio. Al menos ella podía comprenderme.
—Pero que salga con otra persona y no con Malfoy —dijo Harry mirando a Hermione de mala manera para luego volver a mirarme—. ¡Estás saliendo con un mortífago!
—¿Quieres gritarlo un poco más fuerte? Creo que no te han oído en Hogsmeade —dije ásperamente—. Te recuerdo que no hay pruebas de que él sea parte de los mortífagos.
—Él es uno de ellos. Así como tu padre —me dijo—. ¿Qué no recuerdas su conversación? Está más que claro que Malfoy está con ellos.
—Ya basta —dije, seriamente—. No seguiré con esta conversación.
—¿Dónde crees que vas?
—A comer —le dije—, ¿o acaso no puedo hacer eso, Harry?
—Mi hermana está saliendo con un hurón —mencionaba Ron todavía perplejo con lo que había confesado.
Simplemente me limité a irme al Gran Comedor para así ir con Draco, pero al ingresar no lo he visto entre la gente de la mesa de Slytherin por lo que solté un suspiro; nuevamente él estaba saltándose la comida.
✧✧✧
Luego de una clase de Oclumancia con mi padre, he comenzado a recorrer un pasillo; donde pude oír ligeros sollozos en el lavado de chicos.
—No llores... —oí la voz de Myrtle la llorona—. No llores... Dime qué te pasa... Yo puedo ayudarte...
—Nadie puede ayudarme —oí la voz de Draco y ante ello me he preocupado por lo que rápidamente ingresé al lavado de chicos—. No puedo hacerlo, no puedo... no saldrá bien... pero si no lo hago pronto... él me matará...
Las lágrimas caían por su pálido rostro, el cual estaba más pálido de lo normal y aquello me preocupaba bastante.
Draco volvió a sollozar por lo que rápidamente me he acercado para así envolverlo en un cálido y confortante abrazo; él se sorprendió por un momento, pero no tardó en esconder su rostro entre mi cuello mientras se aferraba fuertemente a mí.
—Estoy aquí contigo, Draco... —susurré mientras acariciaba su cabello.
—Cuando sepas la verdad no estarás de mi lado —musitó mientras se alejaba un momento para así dejarme ver su expresión de dolor—. Vas a odiarme.
—No podría odiarte —le dije, acariciando su rostro con las yemas de mis dedos—. Jamás podría odiarte. Eres alguien muy especial para mí, Draco.
—También eres alguien muy especial para mí —me dijo—, y por eso tengo miedo de perderte.
—No vas a perderme, Draco...
Él iba a mencionarme algo, pero se había quedado un momento en silencio mientras miraba detrás de mí y entonces de un momento a otro ha sacado su varita para apuntar a quien quiera que estuviera a mi espalda.
—Sé lo que hiciste, Malfoy. Hechizaste a Katie Bell, ¿no? —oí la voz de Harry—. Aléjate de él, ____.
Al voltearme he podido notar su rostro furioso mientras apuntaba a Draco con su varita.
—Tranquilícense los dos —solicité mientras me interponía entre ellos, pero inesperadamente Draco me ha tomado del brazo para así alejarme del hechizo que Harry había lanzado—. ¡Basta!
Alcé mi varita en ese momento, pero Harry hizo que saltara lejos con el hechizo Expelliarmus, por lo que he tenido que ir rápidamente a buscarla mientras esquivaba cada hechizo que ellos se lanzaban.
—¡No! ¡No! ¡Basta! —chilló Myrtle la llorona—. ¡Basta! ¡Basta!
Harry volvió a lanzar un hechizo, el cual rebotó contra la pared, detrás de la oreja de Malfoy, y destrozó la cisterna adonde se encontraba Myrtle, la cual gritó.
Salía agua por todas partes y Harry resbaló al tiempo que Draco, quien se apresuró a alzar su varita contra Harry.
—¡Crucia...!
—¡Sectumsempra! —bramó Harry desde el suelo agitando la varita como un desaforado.
De la cara y pecho de Draco empezó a salir sangre a chorros, como si lo hubieran cortado con una espada invisible. Él dio unos pasos hacia atrás, se tambaleó y se desplomó en el encharcado suelo con un fuerte chapoteo.
—¡No! —exclamé aterrorizada.
Resbalando y tambaleándome, me he lanzado hacia Draco, donde he comenzado a recitar un hechizo curativo con las esperanzas de que sus heridas se esfumaran. Sin embargo, aquel hechizo no funcionaba y eso me hacía enloquecer.
Draco estaba muriendo frente a mis ojos. Estaba perdiendo a una persona bastante especial para mí y no podía hacer nada.
—Yo no... —musitó Harry—...no sabía qué hacía ese hechizo...
—Draco... —susurré su nombre con la voz temblorosa. Él me ha mirado con los ojos vidriosos mientras sostenía débilmente mi mano que se encontraba en su pecho—. No me dejes, Draco...
—¡Asesinato! ¡Asesinato en el lavado! —chilló Myrtle—. ¡Asesinato!
Oí como la puerta se abrió de golpe, pero no me he volteado a ver de quien se trataba; yo estaba pendiente de Draco, quien no dejaba de soltar quejidos de dolor.
La persona que ingresó se había acercado y al ver a mi padre me he sorprendido por un momento. Él sacó su varita y la agitó por encima de las profundas heridas que había causado la maldición de Harry, murmurando un conjuro que casi parecía una canción.
La hemorragia se redujo al momento. Mi padre le limpió la sangre de la cara y repitió el hechizo, donde las heridas de Draco comenzaron a cerrarse.
Yo contemplaba la escena temerosa por estar perdiendo Draco y apenas me había percatado de que me encontraba empapada de sangre y agua.
Cuando mi padre realizó su contramaldición por tercera vez, incorporó a Draco hasta sentarlo. No tardé ningún segundo en rodearlo con mis brazos mientras lloraba en su hombro por estar a punto de perderlo.
—Tengo que llevarte a la enfermería —le dijo mi padre a Draco, quien se encontraba aferrado a mi cuerpo—. Quizá te queden cicatrices, pero si tomas díctamo inmediatamente tal vez te libres hasta de eso. Vamos...
Por un momento ninguno quería romper aquel abrazo, pero debíamos de hacerlo para así dirigirnos a la enfermería y asegurarnos de que todo se encontraba bien. Junto a mi padre hemos ayudado a Draco a llegar hasta la puerta y antes de irnos le exigió a Harry que se quedara en ese lugar hasta que él volviera.
Le he lanzado una mirada de desdén a Harry, quien nos miraba bastante arrepentido.
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